Bachiller XI - El Orden natural de las cosas

Como dice Germán, solo hay que darle tiempo al tiempo, y al final, las cosas se acaban ordenando

Bueno, estos dos capítulos han rápido.

En este os quiero comentar una cosa, se inicia un cambio en la narración, los personajes ya están muy entrelazados entre ellos, así que aunque el hilo conductor es el mismo, lo empezamos a ver desde distintos puntos de vista.

Por otra parte, estos dos los he subido rápido, porque puede que hasta el domingo no pueda subir ninguno nuevo, y así ya dejo unos cuantos.

Como siempre daros las gracias a todos y os animo a comentar, ya vuestros consejos, son inestimables para lograr una historia mucho mejor.

Un abrazo a todos.


Alberto

Otro cumpleaños sin nada que celebrar.

Mañana domingo es uno de marzo, día de mi cumpleaños, 17 años, pero lo he celebrado hoy bajando a mi ciudad, aunque se puede decir que no hay nada que celebrar.

El año pasado fue el peor cumpleaños de mi vida. Cumplí 16 años apenas un mes de la muerte de mis padres, así que os podéis imaginar que ganas tenia de celebrarlo.

Este año se planteaba mejor, porque estaba exultante de alegría, Oscar, no estaba bien con su chico, y eso lo hizo acercarse a mí. Sé que puede ser un sentimiento mezquino alegrame, estándolo el pasando tan mal, pero me hacia tan feliz tenerlo cerca, que me pidiera que lo abrazara, sentir que lo ayudaba.

Pero hasta hace dos semanas, claro, entonces todo se vino abajo.

-          Que me quieres contar chiquitín

-          Pues veras, no sé como decírtelo, pero… es que… bueno, que… que he arreglado las cosas con mi novio.

Note como un frio se extendía por todo mi cuerpo, era decepción, total decepción. Pero no podía culparle a él, yo sabía cómo estaban las cosas, sabía cómo estaba él, y sin embargo no deje de hacerme ilusiones. Tal vez si no nos hubiéramos besado en el cumpleaños de Germán, no habría pasado nada, pero es que ese beso fue distinto al primero, en el primero le bese, en este nos besamos, fue él, quien dio el primer paso y eso hizo que mis esperanzas se desbordaran.

“he arreglado las cosas con mi novio”

Esta  frase me hizo volver a la realidad. Una vez leí que “la esperanza es el consuelo de los tontos” y yo era el mayor de los tontos.

-          De verdad,  Alberto, lo siento mucho.

Su mirada era sincera, sabía que no quería hacerme daño, y yo lo último que quería era que el sufriera por mí.

-          No te preocupes Oscar, no pasa nada era lo que esperaba – no, no lo era, ni muchísimo menos-  si alguien tiene la culpa de algo soy yo – eso es verdad, por ilusionarme con espejismos – no supe controlarme cuando tú estabas en un momento bajo.

-          No digas eso, Alberto, - notaba la pena en su voz-  jamás habrá nada que te tenga que reprochar, eres muy importante para mí.

-          Y tú para mí, chiquitín.

-          ¿No te alejaras de mi verdad?

-          Jamás podría alejarme de ti

Pero lo hizo, estas dos semanas e intentado alejarme todo lo que podía, de forma disimulada, sin que él se diera cuenta. Verlo, tenerlo cerca, hablar y que me hablara, me dolía.

Así que el finde de mi cumpleaños, decidí bajarme a mi ciudad con Estela que evidentemente también celebraba el suyo. Se lo comente a Daniel y Estela a Alejandro (que estaban de medio novios), pero el domingo tenían partido, así que no podían. No habría nada que me hubiera gustado más de decírselo a Oscar, celebrar mi cumpleaños a su lado, pero no podía, era superior a mí.

El cumpleaños no fue gran cosa, por lo menos la parte que me toca a mí. Nos fuimos a cenar, yo, los únicos que me interesaban eran mi hermana y Cristian, tal vez Alicia y Natalia, las mejores amigas de mi hermana, que las conozco desde niño, pero Estela por su parte invito a 16 personas. Tras cenar nos fuimos de fiesta y quedamos con más amigos de mi hermana. Yo estaba hundido perdido en mis pensamientos, aunque supe dar una buena cara, no me gusta ser un aguafiestas.

A las 3:30 ya estaba  harto y quería irme. Mi casa está bastante lejos del centro de la ciudad, además no me gusta, siempre me resulto fría y desde que murieron mis padres me gusta aun menos. Pero mis padres tenían un ático en el mismo centro, así que decidí irme allí a pasar la noche, Cristian decidió acompañarme.

No era muy grande, pero me gustaba. A Estela no le interesaba, así que ahora es mío, lo he decorado a mi estilo, y la verdad que cuando estoy en la ciudad, hago más vida en el que en mi casa.

Llegue y me tire en la cama, no tenia ánimos para nada.

-          ¿Tienes cervezas, tío?

-          Supongo que algo habrá en la nevera, ¿pero aun te apetece beber más?

-          No tengo sueño, y sé que tu tampoco, así que unas cervezas nos vendrán bien.

-          Odio que me conozcas tan bien. ¿Y porque nos van a venir bien?

-          Para que me cuentos todo lo de ese chico

-          Ya lo sabes todo

-          No, me has contado mucho, pero no todo, quiero saber hasta el último detalle, y quiero saber cómo te encuentras tú, pero saberlo de verdad.

Se tumbo a mi lado y le empecé a contar, hasta el último detalle. Parecerá una tontería, pero al ir contándoselo note que me relajaba, llevábamos ya dos cervezas cuando termine.

-          Bueno ¿y qué opinas?- le dije -

-          Pueeees…, opino que ese chico te quiere y le gustas.

-          Pero ha vuelto con su novio.

-          Sé que para tu mente lógica esto no cuadra, pero es posible amar a dos personas, lo que suele ser una pesadilla para el que le toca. Aun así no lo veo tan simple, por lo que me cuentas ese su novio no le trata como él querría, y por los detalles, desde hace tiempo.

-          Sí, creo que desde noviembre ya está mal.

-          Esto es triste, pero también puede ser que vea en ti únicamente lo que no obtiene en él, un placebo, vamos.

-          Gracias me estas animando.

-          Te soy sincero, siempre te he sido sincero.

-          Lo sé y te lo agradezco – la acaricie la mejilla con su barba de dos días –

-          Tengo más teorías, si le trata mal y vuelve, eso puede ser que este enganchado – puse cara rara – no me mires así, a veces el amor es como una droga, hace daño pero la necesitas, fíjate en series y películas, la chica que esta colada por el malote, que le da palos,  y palos y ella vuelve, no es tan raro. O también… - hizo una pausa -  … podría tenerle miedo, aunque eso es ponerse melodramático.

-          Ufffff, si supiera quién es seria todo más fácil.

-          ¿No tienes ni idea?

-          No, no me lo ha dicho, se lo pregunte una vez y no quiso decírmelo.

-          Podrías intentar averiguarlo.

-          Si es posible, pero no quiero estar así en plan sabueso, me parece que si no me ha dicho quien es, será por algo, querrán ser discretos, y no sé, sentiría que estoy traicionando su confianza. Y tú ¿qué crees que puedo hacer?

-          ¿Sinceramente? Nada, no está en tu mano si no en la suya, pero creo que deberías hacer que viera que te tiene cerca que puedes contar con el sin cortapisas.

-          Ayyyyy – lleve mis manos a las sienes – no sé, estar cerca de él me duele, pero el mantenerme alejado también, pero… no sé, puede que así me olvide de él.

Se hizo el silencio durante unos minutos, pero finalmente Cristian lo rompió.

-          Sabes, yo creo que ese chico es un poco tonto.

-          ¿Por qué dices eso?

-          Porque creo que no hay que ser muy listo para darse cuenta de la cosica tan maja que eres – me dio un beso en la frente-

-          Uy, no me digas esas cosas que me pondrás colorado – me reí-

-          Para mi eres un autentico encanto – se sentó a horcajadas sobre mi – y el es tonto si no lo ve.

Volvió a besarme, un beso suave y agradable, pero sin amor, entre Cristian y yo no había amor, por lo menos de ese tipo, solo una profunda amistad, ganas por mi parte de olvidarme de mis penas, y ganas por su parte de pasárselo bien.

-          Eres un bicho, Cristian, te aprovechas siempre de mis horas bajas.

-          Jajajajaja, mira este, pues apártame, como que tú no te lo pasas bien.

-          Eso no puedo negarlo.

-          Pues – acerco su cara a la mía – cierra los ojos,  e imagínate que soy ese chico.

-          Cristian, de verdad, no es n…

-          Shhhhhh, tómalo como un favor de un colega.

Cerré los ojos, mientras él me daba besos por la cara, empezó a desabrocharme la camisa, y a besar mis pectorales, centrándose finalmente en besar mis pezones. Mi mente empezó a viajar y me imagine a Oscar, mi chiquitín, besándome el pecho, empecé a excitarme sobremanera.

El empezó a bajar plantando besos por mis abdominales, acariciándolos con su lengua, bajando hasta mi ombligo, para finalmente llegar a mi entrepierna, la apretó el bulto que se me había formado contra sus labios.

-          Ahhhhhh – se me escapo –

Empezó a desabrocharme el pantalón, y muy despacio lo fue bajando junto con mi bóxer, dejándolos a la altura de mis tobillos.

Empezó a besar mi polla desde la punta a la base, allí empezó a besarme los huevos y luego comenzó con su lengua, los lamio durante un rato, y luego empezó a subir en dirección contraria hasta llegar a la punta de mi polla, yo imaginaba a Oscar haciéndolo, con su carita dulce e inocente. Arrrfff, me estaba poniendo a mil. Se dedico un rato a lamer todos los rincones de mi capullo hasta que se lo metió, su lengua no paraba de moverse, y me encantaba la presión de sus labios. Oí como desabrochaba su pantalón y empezó a pajearse.

Poco a poco se la iba tragando más, hasta que finalmente, note su nariz en mi pubis, lo cual tiene merito, ya que no la tengo precisamente pequeña.

Subía y bajaba, se la sacaba, lamia con fruición, volvía a mis huevos para lamerlos, se los metía en la boca, primero uno y luego otro, pasaba a mis ingles, las cuales recorría con la lengua, para volver de nuevo a mi herramienta.

-          Oscaaaar,….. ahhh, osc…. Aaaa – se me oía entre gemidos.

La mamada aumento de intensidad, más y más y más, cada vez iba más rápido y cada vez apretaba más, pensé que se iba a quedar sin labios

-          Meeeee, aaaa… me voyyy a aaaa ir… aaaa…

Aumento su velocidad, yo me iba a correr y apretó sus labios contra mi capullo

-          Aaaaaa…. Aaa…. Aaaaaaa

Note como se llenaba su boca de semen, sin separa sus labios y no dejando escapar una gota. Casi a la vez el se corrió, salpicando mis piernas. Puede que sea fetichismo, pero me encanta esa sensación.

Estuvimos así unos segundos, Cristian se fue al baño. Yo saque un pañuelo, con el que limpie mis piernas y mi polla y lo tire a la papelera.  Cristian volvió y se recostó a mi lado. Yo le abrace.

-          No te merezco Cris -dije suspirando-

-          Jajajajaja, como le digas eso a cada uno que te haga una mamada.

-          Te lo digo a ti.

-          Bueno, ¿te ha sentado bien?  -me paso su mano por la cara-

-          No veas.

-          Pues misión, cumplida. Vamos a dormir, ¿no? Mañana ¿a qué hora es la comida?

-          A la una.

-          No estaremos muchos ¿no?

-          No, es comida familiar, nosotros, mi hermana, Natalia y Alicia, mi tío y Carmina.

-          Mejor, no me gustan las comidas bulliciosas, ¿Espero que Nati no me vuelva a tirar los tejos como esta noche?

Al día siguiente, fue la comida del cumpleaños en mi casa, y Carmina preparo nuestros platos favoritos. Antes para nuestros cumpleaños, mis padres hacían grandes fiestas, con decenas de personas, pero ahora ni a mí, ni a Estela nos atraía, preferimos así, la familia y los amigos más íntimos.

Por la tarde era hora de volver al colegio, lo que menos deseaba. Volver a enfrentarme a todos mis penas y frustraciones. Volver a ver a Oscar.

Llegue a mi habitación y tal cual me tumbe sobre la cama y me quede dormido.

Eran las 8:30 de la tarde cuando alguien llamo a mi puerta. Yo medio dormido fui a abrirla. Cuál fue mi sorpresa al encontrarme a Oscar en la puerta sonriendo.

-          Ahhhh, Oscar.

-          Perdona te he despertado, vengo en otro momento.

-          No, no, pasa, si me tenía que despertar o esta noche no dormiría.

Me senté en la cama, el se quedo de pie.

-          ¿Qué tal os ha ido el partido?

-          Bueno hemos empatado, 0-0, no es un mal resultado, pero nos estábamos acostumbrando a ganar.

-          Ya veréis que al próximo ganáis.

-          Bueno pero no venia para hablar de futbol.

Abrió la mochila y saco una cajita envuelta en papel de regalo

-          ¡¡¡¡ Feliz cumpleaños Alberto ¡¡¡¡

-          Pero chiquitín, no hacía falta, de verdad, con que te acordaras me bastaba.

-          Sí que lo hacía, yo te quiero mucho – lo vi sonrojarse – y quería hacerte un regalo, ábrelo a ver si te gusta.

Lo abrí era un pequeño piano de cola en miniatura, algo mayor que mi mano, pero muy detallado.

-          Es precioso, Oscar, me gusta.

-          No te quedes así, ábrelo

Abrí la tapa, sonó un clic y la música empezó a sonar, la reconocí al instante, era “Para Elisa” la canción que tocaba cuando apareció en la sala de música, la tarde en que lo bese por primera vez. Mis ojos a duras penas contuvieron las lágrimas. Maldita sea Oscar ¿por qué me haces esto?

-          No… no te gusta – vi como su cara se tornaba triste –

-          Por favor Oscar, vete – conteniéndome lo máximo posible logre hablar con voz calmada-

-          Pero, yo… yo creí…

-          Vete, por favor, vete.

Cogió su mochila y se fue, mientras yo me quede allí oyendo esa música mientras una lágrima se derramaba por mi mejilla.

Oscar

Como pude ser tan idiota, como le pude regalar algo que recordara a nuestro primer beso, bueno si lo sé, porque me duele pensar solo en que pueda olvidarlo, cada día pienso más y mas en Alberto, y sentir como se ha apartado de mí, me duele en el alma.

Tras contarle que había vuelto con Isaac lo note más distante, aunque en su trato parecía el mismo, nuestros encuentros se habían reducido mucho. Pero tras su cumpleaños fue peor, ahora no le veo, va siempre con Dani, y cuando le veo es siempre porque está con él y apenas me habla, y si puede se va.

Pero no puedo evitarlo, cada día lo extraño mas, su sonrisa, su mirada y sus abrazos, me gustaría ir corriendo hacia él y abrazarle. No lo sé pero creo que… que… que he cometido un grave error.

En el fondo se que lo merezco Alberto no ha hecho más que volcarse en mi, y yo solo le he vendido humo, haciendo ilusionarse, para luego que, volver con Isaac.

Isaac, otro con el que las cosas van de cine

La primera semana tras nuestra reconciliación fueron bien, bueno, mejor decir que no fueron mal. Quedábamos en su habitación una tarde por semana y los domingos, y el sexo era espectacular, bueno he de decir que en ese sentido nunca me pude quejar de Isaac, jajajaja, como me voy a quejar si realmente es lo único que teníamos, el sexo. Pero luego la cosa empezó a volverse incomoda y tras lo del cumple de Alberto, fue a peor.

Cada vez Alberto venia con mayor asiduidad a mi mente, contra mas lejos lo veía más se agarraba a mi mente, incluso empezó a colarse en mis encuentros con Isaac, encuentros que por otra parte estaban pasando de ser pasionales a convertirse en mecánicos. El seguía igual de fogoso, a mí se me hacía cada vez mas incomodo. Esto ponía irascible a Isaac, y últimamente acabábamos cada vez discutiendo, bueno no él me gritaba, yo me quedaba callado, dolido y rabioso, bueno a veces ni eso, pasaba, cogía mis cosas y me iba.

Esta tercera semana de marzo ha sido un infierno, tuvimos exámenes todos los días, sé que voy a aprobar todas, creo que no irán mal las notas, pero me ha costado, no me concentro, me pongo a estudiar y mi cabeza está en otro mundo, en lo cada vez mas incomodo que estoy con Isaac, o en los preciosos ojos de Alberto, y que cada vez están más lejos. Incluso en el examen final de historia me quede perdido en mis pensamientos y se me fue casi un cuarto de hora, si el Sr Blasco no me llega a devolver al mundo, habría acabado el examen sin escribir nada.

Si no he bajado es, cómo no, gracias a Germán, que se ponía a estudiar conmigo y en plan Srta. Rottenmeier, me traía al mundo cuando comenzaba a divagar. Fuera de bromas, su ayuda no tiene precio, me ayuda a soportar todos mis problemas, y eso que me aviso por activa y por pasiva, de que iba a acabar así.

Encima aun teníamos entrenamientos y mi tensión con Isaac, era patente, como se demostró ayer.

-          Pero es que no puedes hacer bien un puto pase – me grito –

-          Mira – yo también gritaba – la culpa no es mía.

-          No, si aun será mía.

-          Pues sabes, sí que es tuya, me has cambiado de banda y sabes que yo aquí no doy todo, la mía es la otra, yo aquí no valgo.

-          Si y no es lo único para lo que no vales últimamente.

La gente no vio nada raro en sus respuestas, era una discusión, nada más, pero yo lo capte perfectamente a lo que se refería. Con toda mi rabia contenida le di una patada al balón que se estrello en sus costillas. Si o si le tuvo que doler.

Se volvió, echaba fuego por los ojos, vino directo hacia mí. Por suerte Dani, Sergio y Esteban, se cruzaron y lo detuvieron, si no, fijo que acabamos a golpes.

Fue algo que hice en caliente y ahora me arrepentía, se me revolvió el cuerpo, le pedí al entrenador que me dejara salir un poco antes. Dani se percato de mi estado y me acompaño. Tras ducharnos íbamos de vuelta a las habitaciones, cuando me agarro por el brazo y me sentó en un banco.

-          Tío Oscar, ¿¿¿¿se puede saber qué te pasa????

-          Yo… es que estoy muy estresado, todo se me viene encima.

-          No sé, si quieres no me cuentes, pero algo te pasa con Isaac, se nota, siempre os habéis llevado bien y ahora parece que saltan chispas entre vosotros, déjame decirte una cosa, ese tío es un cabrón que no vale una mierda pinchada en un palo, así que si te ha dicho algo, pasa olímpicamente, y si te ha hecho algo, cuéntamelo y tendremos una pequeña charla él, yo y mis amigos – y saco bola en ambos bíceps –

-          Jajajajaja, gracias Dani, en el fondo se que no harías daño a una mosca, pero siempre me haces reír.

-          Andaaaaa, ven para aquí enano.

Me dio un abrazo, fue reconfortante pero, que diferentes a los de Alberto, eran sus abrazos los que ansiaba.

Estaba intranquilo, tenía miedo a la represalia de Isaac, ya me había dado cuenta que no era la típica persona de dejar pasar las cosas así.

Joder, todo esto me estaba volviendo taciturno e irascible, yo antes no saltaba de esta forma, pero no solo era Isaac, la forma que Alberto me evitaba, también me cabreaba, si, estaba en todo su derecho, y me lo había buscado yo, pero no podía evitarlo.

Tenía una mezcla de dolor, miedo e ira en mi pecho que se estaba volviendo insoportable.

El sábado, prácticamente arrastras, Dani y Germán me hicieron ir de fiesta con ellos, con la escusa de que era el último sábado antes de vacaciones.

Esa noche Germán me llevo a parte.

-          Oscar, Dani me ha contado lo de ayer con Isaac, no te negare que habría pagado por verlo y porque le hubieras dado en la cara, pero fuera de coñas. ¿Qué te pasa?, eso no es propio de ti, te esta amargando, me he cayado por los exámenes, pero ahora desembucha.

Fue una repetición de nuestras muchas conversaciones, y su insistencia de que dejara a Isaac, que no era buena persona, etc, etc., lo curioso es que esta vez compartía completamente su opinión. Sin embargo seguí sin contarle nada de lo de Alberto, siendo algo que me importaba ahora mismo tanto o más, sin embargo no lo había hablado con nadie.

Eran las 10 y fuimos a la discoteca, yo por mi me habría ido, pero ni Germán ni Dani me dejaron. Dani se había quedado con Esteban, y yo estaba en un rincón, tomando algo con Germán cuando vimos a Alberto, estaba con unos chicos de su clase, Germán lo llamo y se acerco estuvieron hablando de cosas intrascendentes y de repente, Germán se acabo su copa de golpe, y dijo que se le había pasado completamente algo, que llegaba 10 minutos tarde, se despidió y se fue dejándome con Alberto. Pero será…. ¿acaso este capullo sabía algo?

Yo me sentía incomodo, en tres semanas apenas había hablado con Alberto, y últimamente estaba también resquemado con él. Al final rompí el hielo.

-          Bueno y ¿qué tal estas? – pregunte–

-          Bien y ¿tu?

-          Bien, no me puedo quejar

Vaya conversación de borregos, para esto mejor callados

-          ¿Han ido bien los exámenes? – le pregunte – aunque bueno, tu eres de buenas notas, así que supongo que sí.

-          Si, van bien.

-          Ahhhh, y tu hermana ¿qué tal le va?

-          Bien, también

Ya basta, no soporto más esta conversación de besugos,  esta indiferencia me duele y me cabrea cada vez más.

-          Mira Alberto, si te sientes incomodo puedes irte.

-          No … ehh yo ... estoy bien

-          Este mes has estado evitándome muy bien, no hace falta que se fuerce la situación.

-          Oye, que yo no te estoy evitando

-          Por favor, que no soy tonto, que me doy cuenta que cuando nos vemos, tardas un suspiro en irte, y eso si te veo, si eso no es evitar…

-          Tal vez es porque no me quiero sentir incomodo, o porque me he cansado de que me mareen – esto último me lo dijo muy serio –

-          Pues en ese caso, no te preocupes, te lo pongo fácil, ya me voy yo, y a partir de ahora, lo mejor ignorarnos mutuamente, será lo mejor. Adiós.

Cogí mi copa y me fui donde estaba Dani con Esteban

-          Dani, habéis conseguido pasar bebida.

-          La duda ofende - y saco dos petacas – ron o vodka

-          Trae el vodka – y sin pensarlo le di un trago a palo seco-

A las 12 me fui para la habitación, los dos tragos de vodka no me sentaron bien, no iba borracho, pero si me había revuelto un poco, además estaba deprimido, la forma en que había tratado a Alberto me hacía sentir fatal, con ganas de llorar.

Su comportamiento era de lo más normal, lo que me dijo era totalmente cierto, era yo el que había sido injusto con él y encima se lo había achacado a él, joder, yo no soy así, eso es lo que hace Isaac conmigo, tengo que librarme de él, antes de irme de vacaciones, se tiene que hablar y acabar.

Estaba acercándome a mi habitación y oí unos sollozos quedos, cada vez se oían con más claridad, cuando llegue al pasillo de mi habitación descubrí el origen de esos sollozos, había alguien sentado en la puerta de mi habitación.

Alberto

Las palabras de Oscar me dolieron. Era verdad que había estado todo el tiempo evitándolo, pero su reproche me dolió, era lo que pensaba que era lo mejor, pero no era lo que realmente quería, y lo que estaba logrando es que se enfadara conmigo, y no quisiera saber de mí, porque no sale nada bien. Salí de la discoteca y fui al pub, y empecé a beber cervezas, pero lo que hacía era deprimirme más, así que decidí ir a la raíz del problema, iría a verlo, le diría que dejaría de evitarle, sería como quisiera, pero que no se alejara de mí.

Llegue a su habitación y me puse a llamar, no se si no estaba o no quería hablar conmigo. La tristeza y las cervezas hicieron el resto, me senté apoyado en la puerta y comencé a llorar.

No sé cuánto tiempo paso cuando oí a alguien en el pasillo, estaba oscuro y no veía quien era, luego vi que se acercaba deprisa y oí mi nombre.

Era Oscar, el corazón me latió muy deprisa, se agacho a mi lado.

-          Eyyyy, Alberto, - puso sus manos en mis mejillas – no llores por favor.

-          Es que... no quería que. .. tu …

-          Venga entremos dentro

Entramos en su habitación, me senté en su cama y el se sentó a mi lado, yo ya había dejado de llorar, pero el volvió aponer sus manos en mis mejillas.

-          Siento tanto haberte hecho llorar – me dijo, su voz también sonaba quebrada –

-          No lo sientas, me está bien empleado por haberme comportado como un capullo.

-          No digas eso, hiciste lo mejor, yo soy el que se ha comportado como un capullo, el que no ha hecho más que equivocarse, y encima te achaco todos mis problemas – sus ojos también estaban llorosos – me merezco lo que me está pasando.

Yo solo en respuesta le abrace, me gustaba abrazarle, y sabia que a él también, notaba como su tensión se disipaba y que estaba a gusto, eso me hacia feliz.

-          Como he echado de menos tus abrazos – me dijo –

-          Siento habértelos negado tanto tiempo.

-          No lo vuelvas a hacer por favor.

-          Nunca, jamás dejare de abrazarte.

Tras un largo rato abrazado nos separamos, era tan guapo, su cara trasmitía una ternura que me volvía loco.

-          Sabes – dijo Oscar- incluso llorosos tienes los ojos más bonitos del mundo.

Yo no podía resistirme, me estaba acercando a el

-          Te quiero chiquitín

Le bese, fue un beso corto y tierno, llevado por el no poderme contener. Me separe lentamente, sentía un poco de miedo, temía haberlo vuelto a fastidiar. Sin embargo Oscar dibujaba una tímida sonrisa.

-          Yo... yo creo que también te quiero Alberto.

Fue suficiente, para mí y le volví a besar, esta vez note como cien mariposas estallaban por mi estomago, era el beso que había esperado tanto tiempo, sus labios eran tan suaves y tan carnosos, tan dulces de besar. Poco a poco mi lengua venció y se abrió paso en su boca y pudo acariciar tiernamente la suya. Coloque mi mano en su cintura y lo atraje suavemente hacia mí. Lo note temblar, estaba muy nervioso.

Decidí parar, entendía la cantidad de cosas que tendría en la cabeza, y quería hacer las cosas bien.

Le tumbe en la cama junto a mí, uno frente a otro, con la mano le acariciaba la mejilla

-          Oscar, puedes contarme lo que quieras.

-          Es que es todo tan complicado

-          Pues cuéntamelo, tú ya sabes lo que yo siento y estoy dispuesto a hacer lo que tú quieras.

-          Es por el chico este, con el que estoy.

-          ¿Aun sigues con él? – se me tenso todo el cuerpo –

-          Si, hasta que podamos hablar, se ha acabado, lo voy a dejar antes de las vacaciones.

-          ¿Estás seguro de ello?

-          Completamente, me he dado cuenta de que él nunca me ha querido y yo solo he estado queriendo a lo que he querido ver, además….

-          Además…

-          Que… bueno – vi como se sonrojaba – que no puedo estar con él si ya quiero a otra persona.

-          ¿Y la conozco? – dije sonriendo –

-          Que tonto eres – dijo riéndose y se acerco a besarme –

No puedo describir lo feliz que estaba, lo apreté contra mí, quería tenerlo lo más cerca que pudiera y no dejar nunca de besarle. Dimos vueltas en la cama y acabe encima de él, sin dejar de besarnos, en pocos minutos me había vuelto adicto a sus besos.

Me separe y le mire a los ojos, sonreía feliz eso me derritió, el pensar que era yo el que le hacía feliz, era una sensación increíble.

-          Estas contento, chiquitín

-          Muchísimo, creo que nunca he sido tan feliz.

Volví a besarle, me recosté a su espalda y quedamos abrazados, le besaba el cuello y las orejas y notaba sus escalofríos.

-          Alberto, ¿te puedo pedir un favor?

-          Lo que quieras

-          Yo… ya sabes qué bueno estoy saliendo de algo difícil, y… yo sé… yo sé, que te he hecho esperar mucho, pero te importaría que en esto, pues… que fuéramos despacio.

-          Ayyyy, mi tontorrón, pues claro que no, iremos al ritmo que tú quieras.

-          Te quiero, Alberto

-          Y yo a ti chiquitín, siempre te querré.

Y así abrazados, en plan cucharilla nos quedamos dormidos.

Oscar

Me desperté a eso de las 10 y Alberto, seguía mi lado dormido abrazándome, no había sido un sueño. Me moví lentamente para no despertarle, y me quede mirándole como un tonto. Estaba tan guapo durmiendo, con esos labios tan bonitos que hacían un mohín de niño enfurruñado.

Me acerque y le di un beso, que majo, como arrugo la nariz.

No me podía creer que tuviera tanta suerte, como había podido estar tan ciego con Isaac, como había podido dudar un segundo, teniendo a este chico ante mis mismas narices.

Decidí darme una ducha mientras el dormía, al salir aun estaba dormido me senté en la cama, mientras ojeaba el móvil, 4 perdidas de Germán, esta tarde hay que estudiar para el último examen de mañana entonces hablaremos. Note que Alberto se levantaba me rodeaba con sus brazos y empezaba besarme en el cuello.

-          Buenos días guapetón – dijo-

-          Jajajajaja, si tardas un poco mas serian buenas tardes.

-          Es que estaba durmiendo muy bien – estaba retozón y me encantaba –

-          Vaya y ¿a qué se debe eso?

-          A la compañía supongo

Estuvimos un rato tonteando en la cama, hasta que se acerco la hora de comer y él quería ducharse primero.

-          Oye Alberto, mañana es el último examen así que por la tarde hablaré con este chico, para zanjar todo, sea como sea supongo que será un poco desagradable y no me quedare con buen cuerpo, cuento contigo.

Se me acerco sentándose a horcajadas sobre mis piernas, me dio un beso

-          Chiquitín, sabes que me tienes para lo que quieras, yo te voy a cuidar y proteger siempre. – y me volvió a besar –  Estaré en la habitación toda la tarde, cuando acabes ven, o si lo prefieres iremos al pueblo y tomaremos algo.

-          Jooo, pero como he podido tener tanta suerte

-          Oye, estas vacaciones  querrás que quedemos.

-          Claro que sí, lo que pasa que el miércoles me voy a Teruel, con mis abuelos, es las únicas fechas que los veo, pero el lunes siguiente vuelvo, y claro que quedaremos.

-          Genial,  pensare algo entretenido,

Iba a salir por la puerta, pero se me olvidaba algo.

-          Ahhh una cosa, te importa que le cuente esto a Germán, es mi mejor a migo y la única persona que sabe, que soy gay.

-          Para nada cuéntale lo que quieras.

Esa tarde estudiando con Germán, se lo conté y estallo de alegría, me agarro por la cintura y me alzo en volandas.

-          No sabes cómo me alegro por fin te has librado de ese mierdas de Isaac.

-          Bueno, tampoco ha sido eso.

-          Por Dios, Oscar, si te estaba consumiendo el espíritu había días que no eras más que un zombie.

-          Bueno un poco de razón tienes.

-          Jajajajaja, y además menudo bomboncito que te has buscado, mil veces mejor que Isaac.

-          En eso si que tienes toda la razón, aunque tú ya lo sospechabas ¿no?

-          ¿Yooooo? Dios me libre.

-          Claro por eso nos dejaste ayer solos en DONA, porque no sabias nada.

-          Y os senté juntos en mi cumpleaños, no te olvides.

-          Mira que eres casamentero – dije riéndome –

El examen de hoy fue fácil y la verdad que ha ido mucho mejor que los de la semana pasada. Sin embargo el examen difícil va a ser esta tarde cuando hable con Isaac. No le había visto desde el incidente del viernes.

A las 4 me plante ante la puerta de su habitación quería acabar cuanto antes, llame, nadie abrió, volví a llamar, oí movimiento y al final se asomo Isaac.

-          ¿Qué coño quieres? – dijo escupiendo las palabras -

-          ¿Puedo pasar?

-          No te he dicho que vinieras

-          Quiero hablar

-          ¿De qué?

-          Quieres que te lo diga aquí o me dejas pasar

-          Pasa

Llevaba solo un slip, seguía estando increíble, pero el deseo de cuando le veía en nuestros primeros encuentros se iba atenuando drásticamente, se sentó en la silla de su estudio

-          Bueno, tu dirás

-          Mira Isaac, no sé si lo has notado, pero la verdad que estos días, estamos un poco tensos, estamos teniendo muchos roces

-          Sí que me doy cuenta, si – se toco las costillas donde recibió el balonazo-

-          Lo siento, sinceramente, no debería haberlo hecho. Por cosas como esta creo que lo mejor, es que cada uno vaya por su lado.

-          ¿Quieres dejarlo? – arqueo una ceja, abrió la ventana y saco un cigarrillo- ¿acaso no lo pasas bien?

-          Mira lo paso bien, pero yo por mi parte me he enfriado, a mi me movían otras cosas, no el follar, esas cosas se han ido y ya no tengo ninguna razón para seguir.

-          Ósea que ya no me quieres, debo decir que es un alivio, no sabes lo cargante y pesado que llegabas a ser a veces, siempre con la misma estúpida cantinela

No podía creerlo, le estaba dejando aun así me hacían daño sus palabras, porque tenía claro que esa era su intención.

-          Ósea que ahora no hay problema en que te sustituya por otro – continuo -

-          No lo hay

-          Y que me lie con cuantas tías quiera.

-          Con las que quieras.

-          Bien pues ya esta hablado, ya puedes irte.

-          Bueno espero… esperaba que fuéramos amigos

-          Jajajajajaja, ayyy Oscar, antes de esto, tu y yo no éramos amigos, ahora que se ha acabado, ¿por qué vamos a ser de otra forma?

-          Yo… bueno por lo que hemos compartido.

-          Oscar, lo único que hemos compartido ha sido mi polla en tu culo.

-          A…adiós Isaac

Me fui hirviendo de rabia y dolor, eso último me había dolido, y mucho, ya fuera por los últimos resquicios de amor por él, o por lo que yo consideraba que habíamos vivido, eso me acertó de lleno, me hizo sentir como un trapo.

Fui corriendo a la habitación de Alberto, llame y me abrió enseguida, vi en sus ojos que estaba ansioso de saber que ha pasado.

Se sentó en la cama y yo me apoye en el escritorio

-          ¿Qué?

-          Ya esta, se acabo.

-          ¿Definitivamente?

-          Definitivamente – vi como una sonrisa radiante se dibujaba en su cara -

Sin embargo yo no pude evitar echarme a llorar

-          Seiis, seiiiiis , meses… siendo un … siendo un puto muñeco de feria para él, y hasta… en… ahora, que se acaba, se…se las arregla ,para... para hacerme sentir como una mierda.

Se levanto de golpe y vi como apretaba los puños.

-          Oscar, dime quien es ese malnacido, y yo me encargare de que aprenda cómo tratar a la gente.

-          No, no – ya había llorado e iba un poco serenándome, y lo último que quería era un enfrentamiento entre Alberto e Isaac – déjalo, ya se acabo, no quiero volver a pensar en el nunca más. Solo quiere que me abraces.

Se acerco y me abrazo fuerte, sentí como mis penas se deshacían

-          A partir de ahora chiquitín – me dijo casi en un arrullo – yo me encargare de que no te vuelvas a sentir así nunca.

Germán

-          Así que tu amigo ya lo ha dejado con ese chico.

Estaba en la cafetería del pueblo, en poco más de una hora cogía el autobús para Valencia, pero quería tomarme algo con Martín.

-          Si por fin, y no solo eso, creo que en breves estará con alguien que realmente se merece.

-          Espero que les vaya bien, de verdad, pero…. ¿Tú te acuerdas lo que te conté?

-          Claro fue una de las razones por las que les di el empujón para que estuvieran juntos, no quería que Isaac le hiciera más daño.

-          Te acuerdas que te dije que esa chica también lo dejo

Lo recordaba, cuando lo dejaron fue cuando empezó lo peor para ella.

-          Lo sé, y Oscar ya lo sabe, él sabrá que hacer. – aunque no estaba muy convencido de esto-

-          No sé, por lo que me cuentas a tu amigo, no se le ve muy espabilado.

-          Nada, no lo es nada, pero supongo que hablara con su chico, el es diferente.

-          Ojala.

Nos quedamos callados un momento, había otras cosas que me rondaban por la mente

-          Oye Martín, ¿a ti te pasa algo?

-          ¿A mí? ¿Porque dices eso?

-          Llevas unos días un poco ausente, no es propio de ti.

-          Estoy muy cansado de trabajar, además… te voy a echar de menos estos días.

-          Jajajajaj, solo me voy 10 días

-          Ya pero te echare de menos.

Yo me quede sonriendo mientras lo miraba, la verdad que también le iba a echar de menos.

Isaac

Vaya, así que el pequeñajo piensa que se acabo, mejor, las presas confiadas son más vulnerables.

Pero tiempo al tiempo, las cosas hay que hacerlas bien, y necesito una estrategia, la de la última vez no me habría servido, aunque la hubiera llevado a más, porque  está claro que eso ya no es algo que tiente a Oscar.

Estos días de vacaciones, me vendrán muy bien, para trazar un plan. Aun no he terminado con él, me sigue gustando, muchísimo, hasta cuando había perdido parte de su fogosidad me volvía loco en la cama, y decide dejarlo, y con este recuerdo del balonazo de regalo, ayyyy pronto descubrirá que soy yo el que decide cómo y cuando se acaban las cosas.

Si yo soy bueno, pero es que la gente, no entiende, cuando les digo que son míos, es que son míos, no es una metáfora.

Bueno, primer paso, saber quién es chico, por el que se ha quedado colado, el tonto de Oscar, y le ha dado el valor para dejarme.