Bachiller X - El camino de los cobardes

Si siempre haces lo mismo, no esperes que los resultados cambien

Bueno os comento, aquí traigo la decima parte, en principio esta iba con la parte 11 en un bloque, pero me salía un capitulo muy largo así que las he partido, en cuanto esta la publiquen enviare la siguiente.

Muchas gracias como siempre a todos lo que me seguís, y espero vuestros comentarios.

Un fuerte abrazo


Oscar

Esta semana pasada fue como un sueño, Isaac parecía no cansarse de mí. Bueno en el día a día nos comportábamos igual distantes, pero quedamos tres tardes en su habitación, para que me hiciera el amor, bueno, para el follar. Había vuelto de navidades con más energía que nunca, y yo no me cansaba de su fogosidad, y de sus cariños porque últimamente estaba más cariñoso que nunca. Habíamos decidido que a partir de ahora además de los domingos, intentaríamos quedaríamos algún día entre semana para estar juntos.

Los estudios apenas habían empezado, pero lo poco que llevábamos iba al día y aunque nos ahogaban a trabajos y a deberes se planteaban buenas perspectivas.

El domingo ganamos nuestro tercer partido, que lo jugamos en un pueblo cerca de Lérida. Por lo que teníamos que hacerlo muy mal para perder la copa. Ese día cuando estábamos tomando algo en un café del pueblo, Isaac me felicito por el partido y me paso la mano por el hombro. No era mucho, pero era algo impropio de Isaac, no pude evitar sentirme feliz.

Si, las cosas iban mejor que nunca, tanto que había olvidado totalmente las palabras de Germán, y apenas pensaba en el tema de Alberto

El miércoles estábamos en la cama de su habitación tras habernos acostado cuando Isaac me dijo:

-          Oye Oscar, ¿sabes que el sábado es mi cumpleaños?

Por supuesto, le había comprado una colonia que creo le gustaría mucho.

-          Claro que lo se

-          Vale pues era para recomendarte que ese día no aparezcas por DONA

-          ¿¿¿Qué??? –eran las típicas palabras de Isaac, que sabia presagiaban algo malo -

-          Bueno te dije que tendría en cuenta tus sentimientos, que no volvería a pasar lo de la otra vez y es casi seguro que en mi cumpleaños me liare con alguna chica, por eso te lo recomiendo, pero eh, no creas que te lo estoy prohibiendo, tú no te preocupes, si quieres ve.

No podía creer lo que oía, si hubiera tenido un poco de orgullo y dignidad, habría cogido mis cosas, lo habría mandado a la mierda y no habría querido verlo más, pero por desgracia me había doblegado a él en todos los aspectos

-          Creí…- me temblaba la voz por el dolor y la rabia- que ya habíamos hablado de eso.

-          Sí, claro, por eso te advierto.

-          Yo, pensé, bueno que, después de lo que hablamos, pues, ya no estarías con chicas.

-          No sé de donde te sacaste eso, pero no te prometí nada parecido, solo que tendría en cuenta tus sentimientos, no quiero que lo vuelvas a pasar mal por verme con una chica, por eso te aviso.

-          Pero, pero… - no sabía que decir, eran tan directo, que cada cosa que decía me sentaba como una puñalada-

-          ¡¡¡Por dios!!! no vas a ponerte a gimotear de nuevo, estoy ya harto de oírte siempre gimotear.

-          Y que quieres que haga – estaba al borde del llanto- tu sabes que te quiero, y luego me dices estas cosas, como quieres que me ponga.

-          Siiii, ya sé que me quieres, lo has dicho tantas veces que podrías enmarcarlo, y yo ya te explique la situación, pero tú eres el que te montas tus propias películas y luego me achacas a mí que si tal o cual.

Yo estaba llorando, no podía evitarlo, el sueño de diez días se acabo y el despertar era una autentica mierda.

-          Estos días las cosas parecían distintas.

-          ¿En qué sentido?

-          Pues por no sé, los encuentros han sido muy, muy… no sé, mas fogosos, y la camiseta que me regalaste y… y eso

-          Pues vaya, en ese caso mejor no regalarte nada si cada vez que tenga un detalle, te piensas que me estoy enamorado de ti, y respeto a la fogosidad, bueno la verdad es que encanta follar contigo, más que con nadie, eso no puedo negarlo.

Era una pesadilla y en el fondo era culpa mía por hacerme castillos en el aire.

-          Creo … creo que mejor me voy

-          Si, casi será lo mejor, me cansa tanta tontería.

Me vestí rápidamente, quería salir de allí, si me quedaba más me volvería loco, estaba a punto de salir ya por la puerta.

-          Ya te avisare yo cuando me venga bien que quedemos – me dijo –

-          Otra cosa es que yo quiera volver.

Iba a abrir la puerta pero Isaac puso su mano en ella y la bloqueó. Puso su mano sobre mi cuello y la llevó a mi nuca, parecía una caricia, pero me apretaba, me miro directamente a los ojos con una mirada de absoluta superioridad.

-          No seas tonto Oscar, sabes que vendrás – me dio un beso en los labios y luego llevo su boca a mi oído- Eres mío, no lo olvides – dijo en un susurro.

Yo me fui corriendo de su habitación, allí reflexione las palabras que me dijo. Me di cuenta que era verdad, por mucho que hiciera y me despreciara era suyo, tenía mi corazón, aunque no entendía ya el porqué. No pude evitarlo y me puse a llorar.


Esos días fueron un infierno, Germán me lo noto y se lo tuve que explicar, a grandes rasgos le hable que habíamos tenido una pelea, el empezó a insistir en que le dejase, que ya llevaba mucho tiempo, así, que con Isaac la cosa no iba a ir a mejor, que sabia como era, que siempre era igual, que me hundía cuando veía la realidad y me elevaba cuando yo me creía mis propias historias. Al final paró, porque veía que solo me quedaba peor.

Dani también intento animarme, él y Germán insistieron en que el sábado nos pilláramos una borrachera, pero si de algo estaba seguro es de que este sábado no iba a salir. Incluso el viernes me paro Alberto y estuvo un rato hablando conmigo, y sorprendentemente fue la única persona con la que me anime un poco, por lo menos mientras estuvo a mi lado.

Fui a ver al entrenador y le dije que si podía faltar al entrenamiento del viernes, no me veía con fuerzas de ver a Isaac.

El sábado después de comer me quede toda la tarde en la habitación, di vueltas, leí, estuve en el ordenador, oí música… nada mas de cinco minutos seguidos, no lograba concéntrame en nada. Entre una cosa u otra se hicieron las 11 de la noche, seguramente Isaac estaría dándolo todo en DONA, sentí dolor y rabia recorriendo mi cuerpo. Abrí el armario, y cogí su regalo, arranque el papel de un tirón, abrí la caja y saque el perfume que había comprado para Isaac.

Abrí la ventana, note como el frio me golpeaba en la cara, me asegure de que no hubiera nadie, y lance la botellita con todas mis fuerzas. Tras eso me acosté, no sin antes derramar unas lagrimas pensando que Isaac estaría liándose con alguna chica, para celebrar sus 17 años.

El domingo me desperté temprano y baje a desayunar, era de los pocos. Era el último día de Enero hacia un frio infernal y amenazaba nieve. Pero me daba igual, me fui a pasear, el frio siempre me despejaba.

Tras una media hora me senté en un banco y allí me quede con mis pensamientos, que podía hacer. Quería a Isaac, aunque cada vez más veces me preguntaba porque, el amor es ciego dicen, yo creo que también es gilipollas, porque es que no lo entiendo. Pero lo que sé es que de seguir así, iba a acabar mal y cada vez tenía más claro que debía dejarlo, pero, una parte de mi deseaba seguir con él y además había otra sensación, era, no sé ¿temor?, temía la reacción de Isaac, de terminarlo, ¿es posible amar a alguien y temerle? No era la primera vez que me hacia esa pregunta.

-          Parece que estas decidido a que te encuentren hecho un cubito en ese banco

Me gire y vi a Alberto acercándose a mí, no me había dado cuenta de que estaba en el banco donde hablamos en diciembre.

-          ¿Y tú? ¿Por qué estás aquí si hace tanto frio como dices?

-          Porque estás tú

Me quede sorprendido ante tu respuesta, no lo entendí.

-          Bajaba a desayunar y te vi salir, con esa carita de pena que llevas estos días – se sentó a mi lado- me preocupa, ya te lo dije el otro día, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.

-          Gracias, no estoy en muy buen momento, pero creo que lo solucionare.

-          ¿Tienes algún problema en casa?

-          No, no, en mi casa todo está bien.

-          Entonces es con tu chico.

-          Mira, la verdad que no me apetece hablar de ello, y tú serias la última persona con quien lo hablaría.

Vi como su rostro se tornaba sorprendido, luego sonrió, aunque le note tristeza en sus ojos.

-          Claro, es normal, siento ser tan indiscreto, perdóname. – se levanto-

Joder, porque soy tan imbécil, lo último que quiero es ser desagradable con Alberto.

-          Espera Alberto perdóname – agarre su mano y él se volvió a sentar - no quería decir eso es que estoy, estoy mal, mi relación es una mierda – empecé a llorar- hago, hago y no consigo nada, solo sentirme como una basura, estoy harto, cansado y amargado, y sin embargo lo quiero, es tan frustrante, solo quiero que me quiera, ni siquiera le pido que me quiera como yo a él, simplemente con un poco de amor me conformo, y ya no, ya no puedo mas – las lagrimas caían por mis ojos sin parar bañándome la cara, era la primera vez que era tan claro con mis sentimientos -, no sé qué hacer, como seguir…

Se acerco a mí y me abrazo. Apoye mi cabeza en su pecho mientras sus brazos me rodeaban, al oído me susurraba palabras tranquilizadoras, notaba su calor, su respiración, y parecía que la presión que me atenazaba el pecho se reducía entre sus brazos. Yo también le abrace, era tan agradable esa sensación de seguridad, de cariño, de amor, habría deseado que ese abrazo no acabara nunca.

Pero fue él quien se separo.

-          Chiquitín, esto es algo que tienes que decidir tú, pero las decisiones correctas, no tienen porque ser sencillas, ni fáciles, ni tienen que ser las que nos eviten dolor, de todas formas, yo… yo tampoco te puedo ayudar mucho.

-          ¿Por qué no?

-          Porque no puedo entender que alguien no pueda quererte

Sentí que los ojos volvían a humedecérseme, pero esta vez las lágrimas eran distintas.

-          Alberto, ¿te puedo pedir un favor?

-          Todos los que quieras

-          Vuélveme abrazar


Germán

-          Creo que veo una posibilidad de quitar de en medio a esa sanguijuela de Isaac

Era domingo por la tarde y estaba en el almacén de la cafetería de los padres Martín, era de los domingos que le tocaba currar, solo tenía una hora de descanso, pero me gustaba acercarme a pasar ese rato con él, no, hacíamos nada, solo algunos besos, pero su compañía me gustaba y divertía y yo a él también.

-          Ten cuidado con lo que haces, ese chico no es trigo limpio.

-          Yo no voy a hacer nada, es Oscar el que va a hacer lo que tiene que hacer, yo solo le ayudare a abrir los ojos,  y que se dé cuenta de lo que tiene enfrente de sus narices, y lo que está dejando pasar.

-          Creo que me pierdo

-          Isaac es un cabrón redomado, en eso estamos desacuerdo ¿no?

-          Hasta allí llego.

-          Mi amigo Oscar es idiota, pero a pesar de eso parece que al final se está dando cuenta.

-          Si

-          Bien esta mañana he visto algo que me hace sospechar que alguien podría sustituir a Isaac en el corazón de Oscar, no es seguro, es una corazonada, pero no pierdo nada por intentarlo, ese alguien vale infinitamente más que Isaac, y que por supuesto no le hará daño.

-          Así que ahora eres un Celestino.

-          Jajajajaja, creo que las cosas están hechas, solo hace falta allanar el terreno.

-          ¿Y qué tienes pensado?

-          Pues veras, sabes que en diez días es mi cumpleaños.

-          Claro que si, llevas dos semanas repitiéndolo, como al final tus padres no te compren la moto te da un ataque.

-          Bueno pues ese sábado lo celebrare, iremos a cenar al chino junto a la gasolinera, no dan problema con la bebida, yo me encargare de sentarlos juntos, me encargare que su copa este llena y que las cosas sigan su curso.

-          Jajajaja, eres un liante, - me atrajo hacia el – bueno ya me contaras como acaban tus líos.

-          ¿Cómo que te contare? – le mire sorprendido – ¿No vas a venir a mi cumpleaños?

-          ¿Quieres que vaya? – me miro con cara de sorpresa –

-          ¿Pero eres tonto o qué? – pase mis brazos alrededor de su cuello – Como no voy a querer que vengas.

-          Y como me presentaras – dijo mientras me daba un pequeño beso –

-          Pues ante todos, como un colega de puta madre, y ante Oscar, como el chulazo que me da paseos en coche.

-          Jajajajajaja, me encantas.

Y me volvió a besar, no pensé que lo diría, pero creo que me estaba acostumbrando a estos besos.


Oscar

La semana ha sido difícil pero se ha ido suavizando a medida que avanzaba. Los peor eran los entrenamientos, en los que tenía que ver a Isaac, verlo, tan guapo y tan perfecto con su total indiferencia, hacia que mi presión en el pecho aumentara, no podía evitar la desazón de no saber qué sería de nosotros, porque por ahora ni una señal ha dado de querer hablar.

Lo único que me mantenía  en los entrenamientos era que Dani no se separaba de mí y eso lo agradecía, era muy bueno y alguien que te ayuda a reír.

Germán también pasaba tiempo conmigo y me ayudaba en los estudios, lo que hacía que me centrara un poco en las cosas, algo que necesitaba como agua de mayo.

Pero la ayuda que para mí fue más importante fue la de Alberto, siempre tenía para mi, palabras cariñosas, se venía a sentar todos los días con nosotros a comer, y me abrazaba para animarme y cuando lo hacía, notaba que el peso de mis problemas descendía hasta a veces casi desaparecer.

El jueves fue el cumpleaños de Germán, y por la tarde Dani, Alberto, Esteban, Alex y  yo fuimos a su habitación, nos tomamos unas coca-colas y unas cervezas, que no sé como Germán las coló, le dimos los regalos. Yo le regale un casco para la moto, menos mal que me confirmo que se la habían comprado sus padres, porque si no, menudo éxito, aunque claro ahora le tocaba el carnet.

El sábado nos invitaba a cenar al chino del pueblo, la verdad que no es que tuviera muchas ganas de fiesta, pero sé que sería bueno desconectar un poco.

La cena era a las 8 y yo acudí con Germán. Estaban allí ya Dani, Alberto, su hermana Estela, Alejandro, Esteban, y un chico, que me sonaba de vista, creo… creo que es ¿el camarero de la cafetería a donde solemos ir?

-          Oye Germán - dije por lo bajo – ese no es el camar…

-          Si es el – me miro y sonrió – y ya sabes quién es.

-          Jajajajaja, que cabrón, podrías habérmelo dicho antes.

-          Lo sé, se llama Martín, pero recuerda de cara a los demás es un amigo del pueblo, de que nos gusta a los dos el tema de las motos.

-          Ok

Llegamos, Germán presento a Martín a los demás y entramos a cenar

Solo éramos ocho, pero pedimos 4 jarras de sangría y 2 botellas de vino, bueno las pidió Martín, en ese restaurante no solían dar problemas con lo de ser menores, pero por si acaso, mejor él,  ya que Martín era el único mayor de edad.

No sé cómo, acabe sentado al lado de Alberto, hace un mes me habría aterrado, ahora su compañía me encantaba.

Cuando llego el primer plato ya llevábamos todos, una copa por lo menos. Alberto y Estela, pidieron palillos, así que todos nos animamos. Pero aparte de ellos y Germán, fue un desastre Martín se rindió en seguida, Dani lo intento pero acabo usándolos de espada con Esteban. Alejandro se esforzaba siguiendo las indicaciones de Estela.

Yo también lo intentaba pero era imposible, ¿cómo puedes coger un grano de arroz con dos palos?

-          A la mierda, yo me paso al tenedor – dije enfadado -

-          Jajajajaja, - Alberto me miraba divertido - si es que los coges mal, parece que vas a pinchar con ellos, mira que te ayudo – me agarro la mano y sentí su calor – el palillo de abajo, es solo para apoyar, lo coges entre el pulgar y el corazón, aaasi, y el otro es el que mueves, y lo agarras como si fuera un lápiz, así.

Logre atrapar un puñado de arroz, y cuando estaba llegando a la boca, adiós invento, el arroz salto.

-          Jajajajaja, si, mejor que cojas el tenedor chiquitín, o te quedaras con hambre, toma – y acerco un poco de arroz con sus palillos a mi boca-

No sé porque, pero me pareció que Germán bajaba la mirada en ese momento.

La comida y la bebida fueron pasando, a mitad de la cena pedimos otras dos sangrías y otra botella de vino, ya para entonces íbamos todos bastante contentos, Germán estaba hablando con Martín sobre su nueva moto, Alejandro y Estela estaban cada vez mas acaramelados, y Esteban, Alberto, Dani y yo estábamos enfrascados en una conversación chorra.

Yo no pude más me meaba mucho y fui al baño, me estaba lavando las manos cuando llego Alberto corriendo

-          Aaaaaa, me méo

Cuando acabo vino a lavarse las manos, llevaba ya la cara un poco colorada del alcohol, bueno como yo, pero a él le quedaba encantadora.

-          Jajajaja, que colores llevas Alberto

-          Pues anda que tu, pareces que te hayas sonrojado como siempre haces

Nos quedamos un momento en silencio

-          Oye Alberto, quería darte las gracias por todo lo que me has ayudado estos días, no te puedes imaginar lo que ha significado para mí.

-          Da las gracias para otras cosas Oscar, yo siempre te ayudare, y siempre estaré a tu lado.

-          Me gusta que estés a mi lado.

Tenía su mano sobre el mármol del lavabo, coloque la mía sobre la suya, note como una corriente extenderse por mi cuerpo.

-          ¿Te puedo preguntar una cosa Oscar?

-          Puedes preguntarme lo que quieras – giro la mano y sus dedos se entrelazaron con los míos-

-          ¿Porque me dijiste que era la última persona con la que querías hablar? – se acerco a mi-

-          Porque ya tengo bastantes complicaciones en la cabeza, y no quería mas – me acerque a él -

-          Yo nunca haría nada que pudiera molestarte chiquitín – nuestras caras estaban a menos de un palmo-

-          No era de ti del que me preocupaba, si no de mi.

Acerque mis labios a sus labios, eran tan maravillosos como la ultima vez, note como mi cuerpo se estremecía, sentía la suave y dulce presión de sus labios contra los míos. Abrí un poco la boca y nuestras leguas se rozaron, se acariciaron, poco a poco introdujo la suya en mi boca, danzando suavemente con la mía, yo hice lo mismo nuestras lenguas se juntaban en una dulce caricia, era un beso precioso, cargado de amor, amor sin corta pisas.

-          Ueeeeeeeeee

Nos separamos rápidamente, alguien venia por el pasillo dando gritos, se abrió la puerta y apareció Dani, iba como una cuba.

-          Gueeee passsa chabalesss, habei montao una feeesta popiaa en el baaño.

Madre mía que pedal llevaba, Alberto me hizo una indicación para que volviera, que él se encargaba.

Sentí un poco de preocupación, estaba complicándose todo otra vez, además yo no había aclarado las cosas con Isaac, de hecho ni siquiera sabía que quería hacer, sentía que estaba jugando con Alberto, y eso me hacía sentir fatal.

A eso de las 10:30 fuimos a un pub a tomar algo antes de ir a la disco, habríamos ido directamente pero a Dani no le habrían dejado pasar así.

A las 12:00 Dani, seguía igual de mal, así que Alberto y yo nos ofrecimos a llevarlo a la habitación.

Tuvimos que echarle un poco de agua, si lo pillaban así le podía caer un buen marrón.

Ya en su habitación se cayó redondo sobre la cama.

-          Sooois unos tiosss, ggggeiales, os queeiro un monton.

Le desvestimos y lo dejamos allí.

Una vez en el pasillo se hizo un silencio incomodo. Yo había ordenado un poco mi mente ya.

-          Alberto, respecto a lo de antes, yo, pue…

-          Tranquilo, te entiendo, no es un buen momento.

-          Es que está todo muy complicado, necesito aclarar mi mente, ahora solo sería más complicaciones, y yo no quiero hacerte daño.

-          Lo sé, no te preocupes – se acerco y me abrazo – supongo que sobra decir que me tienes para lo que quieras.

-          Gracias, de verdad, no sabes lo importante que te has vuelto para mí.

Nos separamos y nos fuimos cada uno a nuestra habitación, yo aun no tenía mucho sueño, a si que leí un poco, estuve así una hora hasta que apague la luz.


Era martes, habían pasado tres días desde el cumpleaños de Germán cuando Isaac se me acerco y me dijo que fuera a las 5:30 a su habitación.

No sé que me iría a decir, pero yo tampoco sabía qué hacer, no estaba dispuesto a seguir así, había que cambiar, si la cosa seguía igual, por mi parte se acabo, pero ¿Y Alberto?

Llegue puntual a su cuarto, como siempre.

-          Hola Oscar, pasa

Entre, por una vez su habitación no estaba en penumbras, estaba limpia y ordenada, me apoye en la pared frente a él, si la cosa no iba bien, me iría y ya.

-          Siéntate

-          No, aquí estoy bien.

-          Como quieras, he estado pensando y te perdono por lo del otro día, lo mejor es que lo dejemos correr.

-          ¿¿¿Que me perdonas??? – no podía creerlo – de que me tienes que perdonar tu, yo no hecho nada.

-          ¿¿No?? Quien es el que quiere imponer sus reglas, cuando empezamos yo te lo deje claro, y tu aceptaste, sin embargo no haces más que quejarte cuando a ti te interesa, ¿es falso lo que digo?

La verdad que no supe que contestar, estaba dolido y enfadado, pero lo que decía era cierto. Se levanto y se acerco hacia mí.

-          Mira Oscar, porque no lo olvidamos,  y dejamos de rayarnos, no sabes cómo te he echado de menos estos días – su cara se veía compungida -

-          Yooo, es que mira Isaac, es que yo así no estoy contento.

-          Y que es lo que quieres

-          Quiero que me quieras.

-          Eso no lo puedo hacer –coloco ambas manos a los lados de mi cabeza – no puedo enamorarme de alguien porque si.

-          Pues – yo ya estaba muy nervioso, me costaba pensar con sus preciosos ojos mirándome-  yo así, es que no, yo …

-          ¿No te importa lo que tenemos?

-          Sí, bueno, yo, es que no sé lo que tenemos

-          Mírame a los ojos y dime que lo quieres acabar.

-          ….. – no pude-

-          ¿Quieres que lo que tenemos, lo viva con otra persona?

-          No – eso nunca, me dolía solo pensarlo – pero realmente ya tienes a otras.

-          No hay nadie, en mi cumple no pude hacer nada con nadie

-          De… de verdad – note como una sensación de alegría en mi pecho -

-          De verdad, tu eres el único, -paso su lengua por mi mejilla –  y si quieres será así – paso su lengua por mis labios - nunca he estado tanto tiempo con nadie, – me beso – además – se fue agachando – no es lo mismo – empezó a desabrocharme el pantalón – hay muchas cosas que no se pueden hacer – Saco mi rabo que ya estaba semierecto.

-          Isaac, yo no... ahhhhh

Cuando se la metió en la boca deje de hablar, nunca me la había chupado Isaac, y en toda mi vida era la segunda vez, pero era increíble, su lengua parecía moverse a cien por hora, en mi capullo, acariciaba todo, y se demoraba en mi frenillo. Alzaba sus ojos y me miraba con cara totalmente sumisa.

-          ¿Te gusta?

-          Muchooo, no pares

De un solo intento, se la trago entera, empezó a subir y a bajar, se la sacaba y la lamia de arriba a abajo, su mano fue subiendo dentro de mi camisa hasta que llego a mis pezones, pellizcaba uno y luego el otro, su otra mano agarraba fuertemente mi culo. Su lengua bajo a mis huevos y los chupo con deleite, metiéndose los dos de golpe en la boca, luego paso a las ingles, nunca me habían tocado por esa zona y me puso a mil, volvió a mi rabo. Yo era nuevo en lo de recibir mamadas y no tarde en correrme.

-          Isaaac … ahhh, Isaa, aaagg... orrer

Como única respuesta el solo aumento el ritmo de la mamada, no podía creérmelo, quería que me corriera en su boca, solo de pensarlo explote, no sé cuanto pero creo que fue de las veces que mas me corrí, Isaac no soltó mi polla y no dejo escapar una sola gota de semen, no sé cómo me sostuve sobre las piernas, cuando mi erección empezó a bajar, acerco su cara a la mía.

-          ¿Te ha gustado?

-          Buaaaahhh… no , no puedo creer que te hayas tragado.

-          Está bueno, ¿quieres probar?, es tuyo.

Me beso y sentí un sabor raro en su boca, curioso, no era desagradable, la situación me estaba volviendo a poner. Sus besos se tornaban más pasionales, una mano agarraba mi culo con fuerza, la otra no dejaba de masajear mi polla que estaba volviendo  ponerse erecta, yo coloque mis brazos alrededor de su cuello.

-          A hora me toca a mi ¿no?

Yo asentí con la cabeza. Me dio la vuelta, se agacho y empezó a darme mordiscos en el culo, sabía que me encantaba, luego paso a mi agujero, yo no dejaba de gemir y me había empalmado de nuevo completamente, metió un dedo que entro prácticamente solo, no sé que me pasaba, la mamada me había desarmado completamente y puesto a mil, no dejaba de apoyar la cara en la pared, dejando saliva pegada a ella.

-          Vaya, vaya, hoy estas muy caliente

-          Siiiii… ahhh, muchooo

-          Si quieres paramos – dijo divertido-

-          Noooo…, uffff, no… no

-          ¿Qué quieres que te haga entonces?

-          Follame por favor ahhh

Se levanto a por él lubricante, no se puso condón, la verdad que me encantaba sentir como se corría dentro de mí.

Note el lubricante en mi culo, y acto seguido empezó a meter su polla que entro fácilmente. Desde el principio empezó una embestida brutal, yo clave mis uñas en la pared, mientras él me agarraba la polla con su mano y me pajeaba a la vez, tampoco era habitual esto, siempre solia pajearme yo, y era realmente, uaaaaaaaaa

-          Dime si no te gusta, Oscar, dímelo

-          Me gusta… aaaaaa…. meeeee….

Me envestía frenéticamente, acerco su boca a mi cuello y me empezó a dar mordiscos, pasando luego a mi oreja, que la recorría totalmente con su lengua, mis gemidos eran cada vez más fuertes.

-          Eres mío, Oscar, eres solo mío….

-          Ahhh…. Siiii

Su respiración se acelero, dio una fuerte embestida que me pego contra la pared totalmente, note como inundaba mi culo con su corrida, mientras siguió pajeándome como un poseso y me corrí contra la pared y en el suelo.  Mi camisa y mi jersey estaban empapados de sudor.

-          Isaaac… ohhh, como te quiero, aaa…

Llevo su mano a mi boca, contenía restos de mi semen

-          Pruébalo

Abrí la boca y así lo hice, chupe sus dedos con mi propio semen, Isaac no dejaba de darme besos por el cuello y las orejas. Saco su polla y note como su lefa, resbalaba fuera de mi. No sé porque pero había sido uno de los mejores polvos con Isaac, mi cabeza estaba libre en ese momento de cualquier preocupación y mi cuerpo totalmente relajado.

Nos acostamos juntos y él se quedo dormido sobre mi pecho. Yo le acariciaba el pelo.

Pero en cuanto los efectos del polvo empezaron a pasar y mi mente bullía en pensamientos, nada había salido como yo esperaba. Si ,Isaac y yo lo habíamos arreglado por enésima vez, si arreglarlo es volver a lo de siempre. En el fondo, no estaba muy convencido, de que hubiera hecho lo correcto.

Pero si algo me agobiaba era Alberto, jodeeeeer, como iba a decirle que las cosas se han arreglado y no piense que lo uso como un juguete, cuando lo mío con Isaac va mal. Que Alberto pensara eso me dolería en el alma, porque no es verdad, vamos por lo menos no es mi intención.

¿Por que todo es tan complicado? Yo quiero a Isaac, pero… pero sería engañarme si dijera que Alberto no se ha abierto paso hasta mi corazón.

Aunque como siempre he elegido el camino de los cobardes, me he quedado con lo que tengo, en vez de arriesgar.

Mierda, mierda, va ser muy difícil hablar con Alberto.