Azul
No tiene nombre, solo un color.
Desde la ventana se ve el mar, a veces llega hasta mí y me inunda, pero no ocurre siempre... Hoy, es uno de aquellos días en los que me inunda la melancolía y de alguna forma sé que no he encontrado lo que busco, de nuevo vuelve a mí la misma idea: "¿Que busco?"
Miro el azul del cielo, a ratos blanco, a veces gris, se perfila entre las sombras la silueta de una nube amenazadora, parece querer borrar ese azul que tanto me gusta, calma, paz... parece resonar un eco dentro de mí, y las frases que cada día oigo se repiten dentro del gran vacio que siento...
Brrr, brrrr, brrr .... suena el vibrador que a modo de aviso de mensajes, tengo en el móvil, ya casi no me interesa lo que ese aparato pueda contarme pero despacio, deslizo la pantalla hacia arriba y leo el remitente. Se ilumina mi cara, refleja el azul celeste del mensaje recibido. Han pasado 3 meses desde la última vez que supe de tí y siempre cuando siento que te has perdido en la nada vuelve a tirar de mí ese hilo dorado que un día creíste que nos unía...
Han pasado 6 años desde la primera vez que cruzamos palabras en un chat, unas palabras que más parecían una conversación de besugos pues no lograba terminar de calar aquel azul grisáceo de tus movimientos, y en este tiempo siento haber pasado una eternidad. A veces me pregunto en cuantas ocasiones me he creído enamorada de tí, o más bien de la sombra que tus palabras proyectan sobre mí. Oigo el silencio y para mí es suficiente, en tantas noches tus palabras han acunado mis sueños, cuando en medio del silencio y del vacio que llegan a poblar mi vida, parecía agotarse el aire. Y en muchas ocasiones he sentido como se apagaba algo en tí y recurrías a mí quizá buscando unas palabras que te recordasen que los sueños son algo real, y que aún ,hay quienes creemos en ellos.
6 años después, me atrevo aún a recrear aquella fantasía con la que jugamos una vez:
Recuerdo un cuarto de baño, quizá con baldosas blancas, tan limpias y puras que reflejan suavemente la luz entre brillos dorados, una gran bañera redonda donde descansas en medio del agua, un baño espumoso relajante con sales de baño aromáticas, y al lado de la bañera un cubilete con una botella de champagne y dos vasos.
Sobre un banco descansan dos toallas amplias en color verde- blanquecino, perfectamente dobladas y sobre ellas dos albornoces a juego, y mirando algo más allá una mujer morena, con amplias formas curvadas, dulce, aproximándose con paso felino y sinuoso, la mirada siempre fija en los ojos, no la desvía pues no le hace falta. Sin palabras, sólo leyendo el pensamiento en los ojos ajenos y dejando que el suave calor lleve la velada.
Sobre los hombros femeninos una bata de raso marcando cada linea de expresión, desde el echo hasta la rodilla, todo el cuerpo habla de suavidad, tanta que al dibujar el alma casi no se ve, con una sensación eterea se acerca la figura al borde de la bañera. Allí sirve las dos copas de champagne y una de ellas suavemente te la ofrece.
Las burbujas del champagne y el melodioso entrechocar de las copas dan lugar a una conversación de piratas, pero no de sucios piratas, sino de ilusionados marineros surcando las aguas en busca de un sueño, se oyen risas, un bucanero secuestrando a una mujer sólo para llevarla lejos del destino, camino a la libertad que sólo parece ser utópica.
Tu voz comienza una historia:
"En los atardeceres de verano, el sol poniente encendía penas con toques de oro y carmín los bordes de unas frágiles nubes blancas que descansaban sobre el horizonte..."
Pero... no somos piratas, sólo somos dos personas.