Azalea:La chica de rastas.

Este relato solo consta de una parte, por si pensaban que era historia larguita. Espero les guste,bless!!

Su sola presencia me perturbaba, me ponía mal. Ver esos ojos marrón rasgados, hacia que se me erizara hasta el ultimo pelo que salía de mi piel. Y tenerla como pareja en el trabajo de cartografía (la única asignatura que compartíamos) en realidad me aterraba.

Azalea era bellísima en toda la extensión de la palabra, son su cabello largo hasta la cintura y de su nunca salían tres rastas un poco mas cortas que el resto del cabello. De facciones muy finas: labios largos y delgados, un mentón discreto, sus pómulos dibujaban dos orificios cada vez que ella sonreía y su nariz era perfilada, adornada con un arete en el septo (tabique).

Era viernes y estábamos en el taller de la materia. Ella jugueteaba con los demás alumnos, cosa que me ponía de malas, cuando escuche que la maestra Nieves (toda una perra) hacia las binas para el trabajo de exposición que teníamos como examen final. Nombro a mis compañeros y ya quedábamos pocos sin pareja: ''será que me pondrá con ella?'' Me preguntaba a mi misma, ''ya solo quedábamos cuatro.''

- Jorge, tu iras con Sofía y Azalea te tocara con Jose .

Mi corazón dio un vuelco al escuchar con quien me había tocado, mis manos sudaban y me puse roja al ver la cara de sorpresa de mi compañera.

- Jose, por fin tendré el placer de conocerte más…a fondo.

-  Si, me parece genial.

Entre Azalea y yo jamás había existido una conversación de mas de 5 minutos, solo el típico ''Hola, buenos días'' y eso por cortesía.

La mañana era helada, eso significaba que la tarde/noche seria peor. Antes de partir a nuestras siguientes asignaturas, quedamos en que haríamos el trabajo en su departamento, cosa que en verdad tampoco me ponía muy tranquila. Termine mis clases y me fui al malecón que rodeaba la escuela y parte de la carretera; me senté y prendí un cigarro. Me encantaba ir a ese lugar, me tranquilizaba muchas veces mientras escuchaba música a todo volumen y consumía mis tabacos.

Azalea había sido mi eterna enamorada desde que la conocí en los cursos de inducción de la universidad. Su simpatía encantaba a todos, su seguridad al caminar, contoneándose por la escuela, me parecía tan sensual; nada de exagerado ni estudiado, cada paso que daba le salía con una naturalidad tremenda. Su coquetería era igual de improvisada y lo que más me gustaba de ella: que no era la típica rastafari influenciada por la música y las ideologías comerciales, por ser una chica atrevida y que al ser sumamente bella, no presumía de sus dotes y encantos y era amable con todo el mundo. La verdad es que las razones sobran, es todo un sueño.

Al llegarse las 4:40, hora en la que terminaba su ultima clase de los viernes, nos citamos en el malecón. Yo ya me congelaba al estar sentada en la orilla, la brisa pegaba duro y el viento no ayudaba.

- Por que carajos nos citamos aquí?!

Me dije para mi misma pensando que me encontraba sola.

- Era cuestión de que me mandaras un mensaje y asunto arreglado. Pudiste haberte ahorrado tanto sufrimiento por el frio.

- Azalea, me asustaste.

- No tienes por que mi amor.

Al instante me puse de mil colores, mi problema es que se me dificulta socializar, sobre todo con las chicas que me llaman la atención, creo que es ley.

- Y bueno Jose, nos vamos?

- Si si, deja tomo mis cosas.

Tome mi mochila que por cierto, no tenía ningún cuaderno y mi bufanda. Caminamos por toda la orilla, el silencio incomodo reinaba entre nosotras pero me conozco, cuando estoy nerviosa y abro la boca lo hago solo para decir idioteces.

El cielo, ya grisáceo, advertía tormenta menos mal después de una hora caminando, habíamos llegado a su departamento. Estaba en una zona algo marginada de la ciudad; por fuera era algo descuidado, pero que va!

Abrió la puerta y me lleve una agradable sorpresa al ver que el interior era más bonito que la fachada de fuera.

- bueno, hemos llegado. Siéntete como en tu casa.

Era alfombrado, con velas y un pequeño sillón, en el mueble donde estaba la televisión había un retrato de ella y otra chica que, por el parecido, supuse que era su hermana y entonces me ahorre la pregunta. Me llamo la atención una especie de cortina que colgaba de una esquina de la sala con la imagen de un señor delgado y barbón vestido de general, el continente africano, una hoja de mariguana y por ende, los colores de la bandera rastafari. La chica estaba de espaldas y se me ocurrió preguntar:

- Disculpa mi ignorancia, pero quien es el señor de la cortina?

Mirando sobre su hombro con esa sonrisa tan seductora que daba miedo me contesto:

- El? Es nada mas y nada menos que Haile Selassie.

Tal vez pensó que sabia ya mas o menos quien era, pues fue todo lo que contesto y la verdad ya no quería seguir preguntando. Probablemente no iba a entender de quien coños hablaba.

-  Pues bueno, sentémonos hacer tarea que esto esta pa llorar. Esa maestra es una desgraciada, como deja tanta tarea en viernes?

-  Pues he ahí el punto: es maestra.

Conteste mientras hojeaba el único folder de evidencias que llevaba en mi mochila.

-  Pero que grosera soy, ni te he preguntado: te apetece comer algo? Aunque debo advertirte que soy vegana, lo cual significa, que hasta la leche la tomo de soya.

-   No, gracias, no te preocupes que así estoy bien.

Mentira: moría de hambre.

-  O prefieres pedir comida? Yo invito.

-  No Azalea, me da pena contigo.

-  Descuida, eres mi invitada y como anfitriona tengo el deber de complacerte- dijo esto con un toque coquetón y un guiño que, si ya se me había pasado el nervio, había echo que regresara de nuevo-.

Al final pidió pizza y ella se hizo un sándwich de no se que cosa dijo. Saco una botella de vino y enfrascadas en la platica y en la tarea, no había notado que se habían llegado las nueve de la noche y la tormenta apenas había comenzado.

-  Ooh ve la hora que es!! Es tardísimo. Tienes el numero de algún taxi libre?

-  Como un taxi libre? No puedes irte así, por aquí es muy feo y me da pendiente que te pase algo, mejor quédate hasta que se pase la lluvia. Al cabos mañana es sábado y la tarea la podemos terminar, que dices?

-  No Aza, no puedo. Aparte mis padres se molestaran si no llego…

-  Ten-

me acerco unas monedas - háblales y diles que te quedaras aqui, shi?

No pude con su mirada de gatito tierno que ponía, tal vez esa podría ser mi oportunidad para decirle cuanto me encantaba, puede que me rechace también esta esa posibilidad pues nadie me dice que es lesbiana, aparte que su religión lo ve mal, pero quiero quitarme ese pesito de encima.

Baje con el tormenton a todo lo que daba y para mi buena suerte había un teléfono publico en la misma acera de los departamentos, esta muy fuerte la lluvia. Marque varias veces (mi padre tiene la costumbre de dejar el cel en la sala) hasta que como a la 5ta vez me contestaron. Le plantee la situación y gustosos aceptaron que me quedara con mi compañera.

-  Genial, ahora me enfermare!

Lo dije con un poco de enfado. Subí y el ambiente escolar que había en la sala, había cambiado a uno mas tranquilo y calido: un poco de música de fondo, sonaba Alika, otra botella de vino en la mesita y la luz había sido reemplazada por las velas aromáticas encendidas que adornaban el lugar.

-  Pero Jose, ve como estas de humeda. Ven te presto ropa.

Corrió a su cuarto y en cuestión de 5 minutos estaba de regreso con una toalla y una de sus pijamas en la mano.

-  No es necesario, con la toalla esta bien.

-  No digas sandeces, ven que te ayudo a mudarte de ropa.

La chica se acerco a mi espalda y empezó a secar mi cabello de una manera muy tierna. Fue bajando sus manos y quito mi chamarra de piel, cuando hizo esto se aferro a mi y empezó a oler mi cabello, sus manos ya habían pasado de caricias suaves a un poco mas aceleradas y su respiración ya se notaba agitada. A mi me empezaba a gustar su trato y me deje querer un poco. Tome sus manos y las coloque en mi pecho, apretó mis senos dejando escapar un suspiro y besando mi nuca llegando hasta mis orejas.

-  Oye pequitas-me ruborice un poco, jamás habían usado ese termino conmigo- me encantas. Quiero hacerte el amor esta noche.

Volteé, la mire y le dije:

-  Estaba esperando este momento- y después de decirle esto la bese de una manera sobrehumana, dejándole claro cuanto la deseaba.

Quite esa blusa con su estampado de Los Cafres y la tire a una esquina, nuestros besos fueron subiendo de tono, ahora eran mas frenéticos que un momento antes, mordí su labio y rápidamente quito mi blusa quedando las dos solamente en bra.

-  Eres hermosa, igual que la flor que lleva tu nombre.

Bese su cuello y fui descendiendo hasta sus senos, esos hermosos bultitos que aclamaban mis labios. Fuimos besándonos hasta caer en el sillón, me entretuve besando su pecho; esos pezones ya duros me excitaban demasiado, pues en las prácticas de buceo le encantaba andar sin sujetador y yo siempre fui testigo de lo que el viento frio le ocasionaba. Seguí besando, mordiendo; jugar con la puntita de mi lengua con ellos y mi otra mano masajeaba el otro pecho. Azalea se retorcía y eso que aun no había llegado al lugar ‘’mágico’’. Fui bajando mas y mas por su abdomen muy lentamente y mi mano continuaba igual el recorrido, quite su pantalón y la chica solo soltaba sonrisas picaras que provocaba que me encendiera mas.

-  Quería hacerte esto desde hace 3 semestres atrás, mi amor.

-  Hazme lo que quieras, pero ya!

Entendí que me estaba dando luz verde para seguir con mis caricias. Sentir como se le enchinaba la piel al solo contacto de mis yemas, como sus pezones se endurecían, como en la cercanía de las dos se empezaba a manifestar una alta temperatura corporal, era simplemente sublime. No pensé que le fueran agradar mis besos y roces, pero con sus espasmos era mas que suficiente para saber lo contrario.

-  mi amor, te confieso que me encantas desde los cursos de inducción - gemidos por mis mordidas en sus pechos- que mis contoneos eran una manera de llamar tu atención...oohh!!- succione súbitamente su pezón izquierdo y soltó un grito ahogado.

-Azalea, te deseo tanto. Hagamos de este momento algo mágico, celestial. Después hablamos.

Me miro con asombro. Las ansias locas de probar sus líquidos, que para mi eran vitales, me orillaron a besarla sin desenfreno llegando a su montecito, libre de bello (gracias a dios). Jugué con mi nariz y su entrada un poco, Azalea me lo pedía, me exigía a gritos que empezara beber de ella. Bese sus piernas, sus ingles cada rincón de su cuerpo. La cabuleaba un poco acercándome a su entrada cada tanto tiempo y me rogaba que lo hiciera, que la probara, que esperaba con desesperación que degustara ese festín que me tenia aguantando desde hacia tiempo.

Llegue a sus hermosos labios, tersos, sedosos y rositas, los bese muy delicadamente y eso ocasiono un gemido sonoro que, sin dudarlo, los vecino lo habían percibido. Me aventure un poco mas a ese hermoso rincón que ofrecía un olor y sabor exquisito, separe un poco esos dos gajos que ya había probado momentos antes y llegue a su botoncito de placer, mi carrera había terminado con un hermoso premio: su clítoris. Mi lengua castigaba con hermosos roces su botón, lo que le provocaban espasmos y gemidos, cada vez mas fuertes. Se arqueaba y sus manos se aferraban, una en la recargadera del sillón y la otra a mi cabeza

Yo seguía lamiendo, besando. Lo estaba disfrutando al máximo, una de mis manos se apoderaba de sus senos. Me solté de sus pezones que creo ya los tenia rojos y ardiéndoles y empecé a trabajar con mis dedos en su vagina. Metí uno con mucha cautela y empecé a bombear suavemente, cada que podía alzar mi cabeza y tomar aire, miraba a la chica, Azalea tenía los ojos en blanco

-un poco mas cariño!

Decidí introducir otro dedo y las bombeadas empezaron a ser mas duras

-mi amor, ya viene!-

me lo decía casi llorando del placer que le proporcionaba.

Seguí y seguí mi tarea, hasta que exploto en un increíble orgasmo: arqueo su espalda y se quedo así como unos 10 segundo mientras expulsaba todo ese néctar que me quitaba la sed. Se recostó y me puse a un lado de ella, la bese. Su sudor era abundante, al igual que el liquido que había quedado en mi cara. Su respiración era muy agitada y mientras ponía mi mano en su pecho, me decía:

-ve como me tienes! Mi corazón se saldrá.

Sonreí y la bese.

-pero que crees que solo tu harás de las tuyas? Ahora es mi turno, de mandarte al paraíso.

Me reí al escuchar eso. Se situó delante de mi y me regalo un besito muy tierno, masajeando mis pechos, jugando con mis pezones; los retorcía, los lamia y con la puntita rodeaba todo el pezón. Si, los tenia ya muy duros y sentía que iban a reventar, bajo su mano jugueteando con sus dedos como si fueran un par de piernas y acaricio mi pubis. Abrió esos labios calientes y coloco su dedo en mi clítoris.

-ooohh!!

Solté un suspiro combinación gemido, empezó a rosar con su dedo y sentía oleadas que me venían. Subía la intensidad y sentía como de rasposito cambiaba a suavecito gracias a la lubricación. Tenía mis ojos en blanco, me estaba regresando el placer que yo le había dado un rato atrás. Y también supe que ya venia la culminación de ese momento tan especial que estaba viviendo.

-mi amor, me vengo!!

Y estalle en un orgasmo majestuoso acompañado de bastante líquido. Quede temblando y muy jadeante. Se puso a un lado mío besándome, dándome de probar de mis jugos. El sabor era igual de rico que el de ella. Acariciábamos nuestros cuerpos y rostros y sonreímos. Dormimos toda la noche, en ratos sentía sus deditos husmeando por mi sexo y en otros ratos me ponía a besar sus pezones.

A la mañana siguiente, me desperté tempranísimo y sin despertarla, me despedí con un beso en sus labios. Me cambie y le deje un recado en su mesa..

Azalea: nos vemos en cartografía, te amo.

Jose.

Después de ese viernes, los siguientes volvieron hacer igual e inclusive mejores.

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Bueno,espero les haya gustado. Un beso.

Tequilaaaaaaaas!