Azafata despechada V

Ascenso, bajada y subida de la relación con Braulio

De la habitación de Braulio salí con el albornoz como si nada hubiese pasado

Por la mañana la alerta de huracán había acabado por lo que el vuelo saldría sin más novedad a las 18:00 horas.  Braulio se instalo en Business y yo conseguí que la sobrecargo me volviese a poner en esa sección del avión.

El vuelo fueron todo miraditas y frases sueltas.

-       te llamo – me dijo como despedida al bajar del avión.

Había quedado con Andrés para cenar, no me apetecía demasiado pero ya habíamos quedado y generalmente él no que dejaba colgada por lo que yo a él procuraba no hacérselo.

Recogí a los nenes en el cole, les di la merienda, después la cena y los deje con mi madre.

-       te he echado mucho de menos – me dijo en cuanto me subí en su coche.

-       Yo también - mentí.

Cenamos en un nuevo restaurante al lado de la biblioteca nacional, la cena la regamos con vino y unos cocteles de sobremesa.  Me apetecía poco follar, pero por lo que se veía a Andrés le apetecía un montón.

Me llevo mi casa, entendía que estaba cansada como para luego irme a primera hora de la mañana de la suya.  Me puso de rodillas en el sofá de manera que mis codos quedaban apoyados en el cabecero del mismo.  Levanto mi falda y me quitó las bragas.  Metió su cabeza en mi culo y empezó a chupar mi ojete desplazándose hacia mi raja y clítoris.   La verdad es que este Andrés resucita a un muerto y hace olvidar cualquier duda razonable de querer o no querer sexo con él.  Como pude agarré mis tetas sacándolas de mi vestido y sujetador y apreté mis pezones.  Andrés lamia con ganas y sapiencia.  Cada pasada de su lengua por mi encharcada raja era para mi un popurrí de placer que me mataba.   Andrés cogió mi mano y me la puso en el coño, aparto mi cara de mi coño y se levantó.

-       tócate tu, ahora vuelvo.

Se dirigió a mi habitación.  Y volvió con todo mi arsenal de toys.  Cogió mis dos muñecas y me las esposo a la espalda, me levanto un poco poniendo dos pinzas en mis pezones y un segundo después empezó a meterme un dedo en el culo.

-       ¿solo un dedo?, ¿no crees que me merezco más?, ¿no merecería un poco de tu polla?.

Andrés cogió mi vibrador azul y poco a poco fue introduciéndolo en mi culo.  Como he comentado en alguna ocasión no había pasado ni un par de meses desde que me folló por primera vez por el culo para que me entrasen los nabos sin el menor esfuerzo y claro aquella polla de goma la tenia muy trabajada.  Empezó a moverla con ganas dándome un placer inexplicable.  Mi respiración se agitaba, estaba que estallaba de morbo y Andrés movía su muñeca dándome un placer infinito.

-       ¿te gusta Bea?

-       Claro que me gusta, siempre me gusta lo que me haces.

-       ¿Te gusta que te den por el culo?

-       Me encanta, lo sabes.

-       ¿Te han dado mucho últimamente?

-       Casi siempre has estado presente Andrés y lo sabes.

-       ¿Y has follado mucho últimamente?

-       Últimamente no, pero en Miami me folle a uno y me encantó.

-       ¿Te dio por el culo?

-       No, pero lo hará – me corrí instantáneamente según dije esa frase.  Andrés retiro el nabo de goma y me penetró con un ardiente polla.  Aquello fue doblar mi placer pues me ponía mucho que me cambiasen de polla nada más correrme y desde luego Andrés sabía como hacerlo.

No paré de correrme mientras todo el tiempo que me daban.  Me hubiese tocado las tetas pero las esposas me lo impedían, lo cual ciertamente acrecentaban mi morbo y por ello mi placer.

Andrés se corrió en mi culo en abundancia.  Quede rendida hasta que me la sacó y me soltó las muñecas.

Me quede sola pues él tenia cosas que hacer al día siguiente.  Era una maravilla tener a Andrés en mi vida.

Braulio me llamo el jueves para ver si cenábamos el viernes.  Yo volaba por lo que no podríamos hacerlo hasta el lunes.  Nos pasamos todo el día pasteleando por whatsapp, por la mañana le confesé que me había encantado conocerle, al mediodía le confesé que me había encantado acostarme con él y por la noche le confesé que me moría de ganas de volver a sentir su polla dentro de mi coño.  Salía temprano al día siguiente pero no pude evitar masturbarme esa noche, masturbarme al día siguiente en el baño del avión, masturbarme nada más llegar al hotel, masturbarme toda la mañana del sábado, masturbarme toda la tarde y cuando me estaba masturbando después de cenar en la habitación alguien llamó a la puerta de la habitación, seria alguna compañera, me intente calmar pues estaba a puntito de correrme, me puse un toalla y cuando abrí Braulio se abalanzo sobre mi quitándome la toalla.

-       ¿qué haces en Nueva York? – le dije mientras le besaba y abría las piernas para facilitar la tocada de coño que ya me estaba realizando.

-       Son las ventajas de trabajar en una compañía aérea.  Cogí el vuelo del sábado y me vuelvo mañana en tu avión – me dijo.

-       Pero estas loco, vas a estar en el avión más que en NYC.

-       Si, pero más entre tus piernas que si estuviese en Madrid -  me dijo mientras me tumbaba en la cama y me penetraba.  Sentía su hinchadísima polla en mi coño y sus fuertes envestidas me volvían loca.  Tenia el coño supersensible por tanta paja y empecé a chillar de placer.

-       No he dejado de masturbarme desde el jueves esperando este momento, aunque no lo esperaba tan rápido – suspire.

-       No sabes las ganas que tenia de ti – me dijo metiéndome un dedo en el culo mientras absorbía mi lengua que yo sacaba llena de placer.

-       Dame duro mi amor -  y bien que me dio.

Estuvimos follando toda la noche, cambiamos de posición una y otra vez, se me paso en más de una ocasión que me diese por el culo, pero lo deje para otra ocasión.  Le comí la polla como traca final, ya que se corrió en mi boca clavando sus dedos en mi cuero cabelludo.

Dormimos hasta las 2 de la tarde, comimos en un coqueto restaurante al lado del hotel que conocía de otras ocasiones y a las 6 de la tarde salimos todos hacia el aeropuerto.  Braulio se desplazo con nosotros en la furgoneta ante el alucine del resto de la tripulación, sobre todo cuando se enteraron quien era.

Llegamos el lunes por la mañana a Madrid, Braulio se cogió el día libre.  Comimos juntos y después hicimos el amor.  Me estaba corriendo cuando sonó el telefonillo.  Era el indocumentado de Antonio que traía los niños antes de tiempo.  Me vestí y baje a por ellos.  Antonio hizo ademan de subir a ver si había suerte pero se quedo de piedra cuando le dije que tenia gente arriba, estando despeinada como estaba, Antonio lo tuvo clarinete que no habían venido a tomar el te con pastas.

No volvimos a la cama hasta que acosté a mis tres niños.  Aquella noche Braulio probo mi esfínter anal prometiéndome que lo repetiríamos una y otra vez.

Me pasé meses follando con Braulio, éramos como una pareja no declarada.  Nunca hablamos de exclusividad y aunque estaba casi segura que el tenia la exclusividad conmigo yo no podía dejar de follar con Andrés de vez en cuando y acudir con él al club de intercambio donde tanto placer recibía de desconocidos.

Pasó un año cuando Braulio realizo los cambios en la compañía que había venido a hacer.  Se suspendieron líneas históricas en la compaña que según el eran deficitarias, despidió al 10% de los pilotos.  Andrés se salvo por intermediación mia, prejubilo en condiciones pésimas a las azafatas mayores de 52 años a las que se resistieron les aplico un ERE durísimo, un 20% del personal de tierra acabó en la calle.  Aquellas medidas le convirtieron en consejero delegado de la empresa, a mi en sobrecargo pues la mitad de las que lo eran ahora era jubiladas y desde luego después de una gran bronca supuso nuestro final como pareja, follaamigos o lo que coño fuésemos.

Esa noche Andrés y yo íbamos a ir a club, allí habíamos quedado con Juan al que hacia tiempo que no veía.  Cenamos en un restaurante cercano al club, para mi sorpresa Braulio estaba allí cenando con una nórdica muy guapa y muy alta, nos saludamos cortésmente y cada uno se fue a su mesa.  Casi cuando Braulio y la Valkiria salían del restaurante entro Juanito ya con unas copas de más.  Nos tomamos una nueva ronda y pasamos al club.  En la barra nos tomamos otra y quede con los chicos en el salón.  Como era mi costumbre allí salí en pelota picada, aun tenia un cuerpazo a pesar de los tres embarazos y quería lucirme una vez más.  Me quede halada al ver al fondo de la sala a la nórdica tumbada en un potro con las piernas abiertas y Braulio desnudo entre sus piernas comiéndole el coño.  La chica era monísima vestida, pero desnuda era un monumento.  No debía de tener menos años que yo, cuerpo de gimnasio, tetas grandes coronadas con los grandes pezones con un piercing en cada pezón y un coño con muchísimo bello púbico.  Braulio se lo comía con glotonería, apartada de vez en cuando  algún pelo que incluso se lo quitaba escupiéndolo de la boca.  La chica aunque no gritaba como yo haría se retorcía de placer.

Juan y Andrés llegaron poco después.  Me tumbaron en otro potro, Juan me la metió en el coño casi sin esperar y Andrés aunque tardo un poco más me la metió en la boca.  Yo miraba a Braulio lo que podía de reojo.  En esos momento Braulio la montaba en la misma posición por parte de ella aunque levantando las piernas para facilitar la penetración.  Por mi parte Andrés movía la cadera metiéndomela hasta el fondo en el boca y Juan intercambiaba mi coño y culo en sus metidas.

Por lo que vi Braulio le dejo su sitio en el coño de la chica a un melenudo que a su lado de meneaba su polla, por nuestra parte Juan y Andres inercambiaron papeles y quien me había dado antes por el coño ahora me la metia en la boca.

Llevabamos mas de dos horas de continuos orgasmos y distintos amantes cuando estando a cuatro patas subida sobre la polla de un chico de color, sentí como era penetrada analmente.  Ya había pasado tantos por ahí que ni mire hasta que un dedo se metió en mi boca y haciendo de garfio empujo mi boca hacia atrás y metio su lengua en la mia.  Me quede perpleja, allí la gente iba a follar y de hecho ni pedia permiso para hacerlo, en esos momentos Juan se follaba a la nordica y era lo más normal del mundo, pero eso de besarse era como muy intimo, la gente sencillamente no lo hacia.  Era Braulio quien me sodomizaba. Saque mi coño de aquella polla de color, quite de mi culo la de Braulio que se me quedó mirando, me di la vuleta y me sente sobre la polla del negro me eche hacia atrás apoyándome sobre el pecho de chico ya abrí bien mis piernas.

-       ¿A que esperas? – le dije a Braulio que me miraba con curiosidad pero sin que eso le bajase la polla.

-       A que me dieses permiso – me dijo mientras me la metia.

-       Tu para ciertas cosas conmigo no necesitas permiso.

-       No parecía eso mientras me llamabas fascista, explotador, negrero, perdona chaval, neoliberal de mierda, abusador, hijo de puta y un monton de lindezas más – me dijo mientras sentía su polla en mi interior a pesar del placer que me provocaba el negro.

-       Y lo pienso, pero eso no es obvice para que tomes mi cuerpo cuando quieras.  Aun espero una llamada.

-       Fuiste tu la que colgaste el teléfono – mi culo no podía mas y tanto el negro como yo nos corrimos como animales, Braulio seguía su mete saca.

-       Después de lo que hiciste me tenias que haber llamado cabrón.

-       Es mi trabajo, no mi gusto.  Tu fuiste la que no supiste separar una cosa de otra -  el negro alucinaba ya con la polla morcillona.  Una que no podía ni hablar de tanto orgasmo discutiendo con uno que se la follaba a conciencia y con él debajo.  El tío se aparto como pudo y nos dejo a los dos dale que te pego y discutiendo.

La nórdica, que resulto ser la tal Ana, Andrés, Juan, Braulio y yo acabamos tomando una copa en casa de nuestro flamante consejero delegado.

Allí nos conto Ana, cosa que yo ya sabia, que habían sido novios hacia muchos años y que había venido ese fin de semana a visitarle y que ella le había llevado al club que conocía por amigos que venían mucho a Madrid, para recordar tiempos en los que iban a esta clase de sitios juntos.

Acabe la noche haciendo el amor dulcemente en la cama de Braulio mientras en la otra habitación y por los gritos de placer Andrés y Juan hacían un sándwich con la danesa  que por los gritos a todos satisfacía.

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