Azafata despechada

Pille a mi marido con la polla en la boca de su secretaria. Aquí cuento como mi historia de lo que vino a continuación.

Una de las más viejas costumbres de las azafatas es llamar a casa cuando nos han cancelado un vuelo avisando que vamos para allá.  Desde luego que todas hemos oído más de una historia de compañeras que llegan a casa sin avisar y se encuentran a sus parejas en la cama con otra… u otro.

Mi vuelo a Amsterdam se había cancelado, al principio fue un error en el ordenador de a bordo, después un problema con el slot y más tarde un error en la torre de control, por lo que para cuando estábamos a punto de despegar nos avisaron que la tripulación íbamos a superar el limite de tiempo a bordo (creo que no hace falta recordar que a nosotras nos computa tanto si volamos como si no) por lo que ante las protestas de los pasajeros el vuelo se volvió a retrasar el vuelo.  Sinceramente la gente tenia más que razón pero eso es algo de lo que se encargaría la siguiente tripulación pues para nosotros el día laboral se había acabado.

La verdad es que estaba tan cansada que se me olvido hacer la llamada, por lo que cuando abrir la puerta y vi a marido tumbado en el sofá del salón y con la polla metida en la boca de su secretaria solo acerté a gritar – ¡¡¡¿¿¿Dónde están mis hijos???!!! – Los dos se me quedaron mirando sorprendidos - ¡¡¿¿Dónde están mis hijos, hijo de puta!!!??? – la chica se levantó como de golpe y mi marido me dijo aquello de “no es lo que parece”.  Eche a la zorra de mi casa tirándole de los pelos mientras mi marido intentaba sujetarme.

-       ¡¡¡Eres un hijos de puta!!!- le dije - ¿Dónde están mis hijos?.

-       Tranquila Bea, tranquila.  Están con mis padres.

-       Vete a buscarlos inmediatamente.

Antonio salió atropelladamente de casa y yo me quede sola pensando, llorando y en estado de shock.  Tardo medía hora, tiempo en el que me recompuse y toda mi vida con Antonio pasó por mi cabeza.  Los niños llegaron los acosté y me le quede mirando.

-       fuera de mi cada – le dije

-       Pero Bea, espera.

-       ¡¡¡Fuera!!!

Antonio salió de la casa y yo lloré toda la noche.

Me llamó a la semana siguiente, le había dado mil vueltas a asunto y había decidido que tenía que tomarse un tiempo en nuestra relación.  Me quede bastante chafada por que a pesar de haberle pillado con la polla en la boca de otra, le seguía queriendo y estaba dispuesta a perdonarle.

Mi nombre es Bea, soy azafata desde los 18 años, y con mis 40 años me veo ahora sola y con dos críos.

Antonio finalmente se divorcio de mi, el juez le dio las custodia compartida de nuestros dos hijos y por lo que luego supe aunque no se fue a vivir con ella, pero estaba manteniendo una relación más o menos estable con su secretaria, aquella que le chupaba la polla en mi ausencia.  Pensé que la cosa podía haberse arreglado, pues yo estaba más que dispuesta, pero desde luego Antonio pensó otra cosa.

Mi vida sexual había sido lo clásico en una adolescente.  Perdí la virginidad con mi novio de juventud la noche antes de irme a estudiar con 16 años un curso escolar a Estados Unidos.  Nos prometimos amor eterno, pero en solo tres meses me había enrollado con el quaterback del equipo de futbol americano de mi high school.  Me pasé todo el año follando en la pickup de Bob, creo que con él aprendí de todo, ya que salvo sexo anal me inicie en todo tipo de cuestiones sexuales.  Cuando volví dispuesto a dejar a mi noviete, ya que veía la vida desde otro prisma, me enteré que él tampoco había perdido el tiempo en mi ausencia.  Ese verano me acosté con él en un par de ocasiones en las que me lo encontré después de unas copas, aunque lo cierto es que follé con más de uno aquel verano.  El sexo ya no era un tabú que se daba por amor y me encantaba ser usada por un chico guapo después de haberme tomado unas copas.

Mi año de COU fue bastante relajado.  Volví a mi equipo de Volley, algún que otro noviete, algún que otro polvo guarro y para cuando me gradué decidí que me matricularía en Psicologia y haría las pruebas de acceso a Iberia tal y como había hecho mi hermana.

Entre sin problemas.  No había que ser Einstein para pasar las pruebas de cultura general y las pruebas físicas era realmente sencillas para una chica deportista como yo.

En mi primer vuelo descubrí que ese trabajo era una maravilla.  Realmente se trabajaba poco tanto durante los vuelos como en días por semana.  Dormía la mitad de las noches en casa y la otra mitad en maravillosos hoteles que de otra manera nunca me hubiese podido permitir.  La gente que trabajaba conmigo era joven, aunque yo la que más el ambiente era bueno, y el sueldo no estaba mal, nada mal.

En aquel vuelo después de  visitar varias ciudades acabe durmiendo en Santiago de Compostela y sabiendo la tripulación que era mi primer día me llevaron a cenar.  Después de una copa el comandante, el segundo y la sobrecargo se retiraron por lo que me quede tomando algo con otra chica y un chico que la verdad parecía gay de la bueno que estaba.  Tuvimos una noche muy alcohólica aprovechando el ambiente universitario de la ciudad, creo que se nos fue de las manos pues acabe dándome piquitos con ella y con él.  Llegamos al hotel a las seis de la mañana preguntándome yo a quien se follaría al chico de las dos.

-       ¿Rosa, te vienes a acabar la fiesta a la habitación de Bea? – preguntó el auxiliar de vuelo – dijo Juan.

-       Uffff, que mañana tenemos que estar en recepción a las ocho, quizás en dos días en Bruselas -  y se metió en su habitación, yo no podía creer la conversación.

No habían pasado ni dos minutos desde esa conversación cuando el auxiliar de vuelo me tenia a cuatro patas follandome duro y rápido y agarrando mis tetas a la vez.  Nos corrimos enseguida entre alaridos y espasmos.  Cuando la alarma sonó el ya no estaba y yo estaba muerta.

Me duche y a las 8:30 estaba en recepción.  El día fue tremendo, creí morir, entre el alcohol que aun llevaba en el cuerpo y el coño que me dolía a rabiar pasé un día muy largo.  Esa noche dormí en casa de mis padres.  El siguiente día, ya estaba recuperada y volví a disfrutar de mi trabajo.  Rosa estaba radiante, Juan igual de guapo y el resto de la tripulación que no sospechaba lo que había pasado dos noches antes.

En Bruselas salimos todos a tomar unas copas, el día siguiente era el último y podíamos permitirnos alguna licencia, además de Bruselas salíamos a las 12 por lo que la noche era joven.  Aquella noche además de beber salimos a bailar.  Con Rosa, Juan y en esta ocasión el segundo de abordo aguantamos hasta tarde.  Los piquitos se volvieron a repartir y las 4 de la mañana entrabamos en el hotel.  Esta vez Rosa no se hizo la remolona y no eran ni las 4:15 cuando Juan me tenia desnuda a cuatro patas y el segundo se follaba a la vez a Rosa.  Solo tenia 18 años y me encontraba follando con un desconocido y compañero de trabajo mientras a mi lado dos desconocidos y también compañeros de trabajo se daban duro.  Rosa me besaba y yo le tocaba los pechos, jamás había besado a una mujer con lengua y desde luego nunca me habían magreado las tetas o chupado los pezones.  Juan y el segundo se cambiaban de posición y nos daban indistintamente a Rosa y a mi.  Nuestras posiciones iban variando, en algunas nos permitían enrollarnos y en otras mirábamos con envidia como se follaban a la otra.  Aquella noche me comí mi primer coño mientras Rosa se la comía a Juan y el Segundo de Abordo me perforaba el coño con fuerza.

No se las veces que me corrí pero fueron varias.  Solo paramos de follar cuando la luz entró por la ventana.  Cada uno se fue a su habitación y a las 10:30 estábamos todos muertos de cansancio en el lobby del hotel.  Por alguna razón las tripulaciones follan pero no duermen juntos.

Me quede de piedra cuando me enteré que tanto el segundo como Juan tenían pareja.

-       No te preocupes Bea – me dijo la sobrecargo viendo mi cara.

-       ¿Perdona? – le contesté.

-       Si, no te preocupes.  Estas cosas pasan cuando eres joven, según pasas los años, yo diría a partir de los 30 todos nos relajamos y disfrutamos en exclusiva de nuestras parejas – me dijo.

-       Bueno, a lo mejor se me fue de las manos.

-       Tranquila, a todas se nos va en algún momento.  Yo creo que en mi primer año me debí pasar por la piedra a una decena de comandantes, en serió, no te preocupes.  Por ahora disfruta.

Y vaya si disfrute, en 10 años me folle a medía Iberia, pilotos, sobrecargos e incluso algún directivo.  La gracia de que toda la tripulación cambie cada semana y esa tripulación se componga en su mayoría de gente joven que no se suele conocer entre ellos hace que se acabe en la cama en más de una ocasión.  No se puede decir que fuese un sexo demasiado elaborado, ninguna salimos a volar con un vibrador, unas esposas o un arnes en el bolso con los que poner un poco de pimienta al sexo, pero variado folle muy variado.

Conocí a Antonio en un vuelo.  Viajaba a Londres con una amigo del colegio.  Al saludarle me lo presentó y quedamos a cenar en la ciudad de destino.  En la cena me encandilo.  Era un hombre simpático, educado, guapo y con un buen trabajo.

A nuestra vuelta a Madrid me llamo para cenar, cenamos durante un mes y cuando empecé a pensar que solo quería una amiga, un día me besó.  Al día siguiente me invito a cenar a su casa y follamos como conejos toda la noche.  Después de dos años de noviazgo decidimos pasar por la vicaria.  Tres años después nació nuestro primer hijo y uno después nuestra niña.  La cosa iba bien.  Yo disfrutaba de mi trabajo y mi vida con Antonio.

Bien es cierto que Antonio no tenia la mejor polla de España, y desde luego no sabia usarla como los empleados de Iberia, pero cuando la vida sonríe el sexo no es tan fundamental.  La falta de imaginación en la cama la suplía con mi felicidad.  Por supuesto en mis viajes nunca volví a salir más de los necesario y desde luego nunca más nadie volvió a ver mi ojete mientras me follaba a cuatro patas.

Me pasé más de un año ni sexo.  Estaba jodida, apurada económicamente, me acordaba de Antonio y encima tenia problemas para dejar a los niños cuando me tocaban y tenia que volar.

Mi vida sexual se limitaba a las veces en las que Antonio cuando me devolvía a los niños me seducía y me poseía con cada vez más fuerza y novedades sexuales.

La primera vez que me folló me había avisado que llegaba tarde con los niños pues había estado fuera de Madrid todo el fin de semana.  Llego a los 23 horas con los niños muertos, los acostamos y le invité a una copa de vino.  Antonio estaba realmente guapo y muy moreno.  Estaba realmente simpático y empezamos a hablar.  Tenia la guardia baja cuando me beso, yo respondía sus besos mientras él me sacaba las tetas del sujetador.  Antonio bajo la cabeza y empezó a lamer mis pezones mientras su mano empezó a introducirse entre mi pantalón y pelvis llegando a mi descuidado coño.  Creí morir al sentir su dedo tocando el botoncito de mi clítoris y mordisqueando mis duros pezones, mi mano se lanzó sobre su paquete y como pude saque su polla de la bragueta y empecé a pajearle.  10 minutos después estaba a cuatro patas en nuestra cama mientras Antonio me comía el coño desde atrás como hacia años que no me hacia, yo gemía como una posesa cuando Antonio retiró su cara y levantándose agarró mis nalgas y abriendo mis piernas me penetró con fuerza.  Me corrí solo con que me la metiese, necesitaba desesperadamente aquella polla, necesitaba recuperar mi familia y necesitaba volver a mi marido correrse en mi coño.  Antonio empezó a darme duro y yo me tocaba las tetas.

-       dame duro mi amor – le gemí.

-       Estas buenísima Bea – me dijo.

-       ¿Te gusto más que la zorra de tu secretaria? – se me escapo.

-       Goza puta.

-       ¿Disfrutas más de mi coño que el de ella?

-       Eres única – me decía entre gemidos.

Agarro mis muñecas atándolas a mi espalda con el cinturón del albornoz, nunca nadie me había atado pero me puso a cien.  El calentón fue tanto que grite de placer mientras Antonio me daba las últimas envestidas.  En aquella posición no pensaba ni en mis hijos ni en nadie, solo pensaba que el hombre de mi vida me estaba dando y me estaba dando bien.  Me corrí cuando el se corrió llenándome mi agradecido sexo de lefa.

Me desató mientras se levantaba

-       ¿te quedas a dormir?

-       No, mañana madrugo.

-       ¿Te veo mañana?

-       La semana que viene cuando vuelva a recoger a los niños – me quede muda.

Antonio se fue y yo me pasé toda la semana con remordimientos de haberme follado a mi ex, pero con la esperanza que la semana siguiente volviésemos a vernos.

Llego el domingo siguiente y Antonio vino a casa, se mostró amable pero distante, ni pio de poder pasar un día juntos, ni pio de volver a vernos íntimamente y ni pio de volver a ser una familia.

Trate de reponerme a mi encuentro con Antonio.  Salí con varios hombres e incluso estuve a punto de llevarme a un joven a Auxiliar de Vuelo a mi habitación en un viaje a Lisboa, pero estaba demasiado hecha polvo como para fornicar con otro.

Antonio volvió a poseerme tres meses después.  Teníamos una reunión de papas de niños del colegio, acabamos cenando con padres de amiguitos de mis niños y cuando nos quedamos solos, pues los niños se fueron a dormir a casa de amiguitos, y Antonio me acompaño a casa solo tuvo que besarme para que en pocos minutos tuviese su polla en mi boca, sus huevos en mis manos y mi chumino chorreando.  Follamos toda la noche con dureza, a mi me ponía mucho el cuerpo de Antonio y estaba necesitada de polla y a Antonio le ponía follarse a su exmujer.  Grité, gemí, aullé, le declare mi amor, le dije lo mucho que le deseaba, grite su nombre y me corrí mientras Antonio martilleaba mi coño con fuerza.

Se despidió de mi dándome un tironcito de mi bello púbico y diciéndome “Beatricita, hay que arreglarse esto”.

Aquella noche depile mi coño por primera vez en mi vida.

CONTINUARA.