Azafata de congresos - Community manager

Continuación del relato "Azafata de congresos". Nuestr@ protagonista decide cual va a ser su nueva vida y tiene un estreno inmejorable.

En el relato previo a este, conté como una situación desesperada hizo que considerarse el vestirme de mujer para obtener un trabajo. En este cambio me guió Celia, una amiga desde la infancia, que me acogió junto a Charly, su pareja y tambien amigo de toda la vida.

No sé si eran mis ganas de estar en las mejores condiciones para optar a un trabajo en el que sólo contrataban a chicas o algo que se despertó en mi. Desde siempre en ocasiones como los carnavales u otras fiestas de disfraces había visto como algo normal disfrazarme de mujer. Ahora no sólo sería un disfraz, era mi nueva vida, al menos durante unos meses y lejos de verlo como una imposición estaba descubriendo que me gustaba verme así, y no sólo eso sino que sin apenas darme cuenta me estaba deslizando y queriendo ser mujer mas allá de la vestimenta.

Una experiencia furtiva con Charly me cambió los esquemas que tenía preconcebidos. Aunque siempre, y eso era lo que se esperaba de mi, me habían atraido las mujeres, nunca había sido, por así decirlo, un "macho alfa" y aunque jamás había tenido relaciones con otro hombre a veces me había planteado cómo sería. Pero la sensación de dejarte llevar por un hombre, de estar a su disposición para darte placer... no sé cómo explicarlo, pero me gustó. Tanto como para plantearme que era eso lo que quería.

Como contaba, me preparé para la entrevista lo mas elegante que podía tratando de no resultar demasiado llamativa. Me sentía segura actuando como una mujer y las expectativas de una nueva vida en femenino me entusiamaban.

La entrevista era a las 10 de la mañana y llegué unos minutos antes a la recepción de la empresa.

  • El señor Juan Martinez, por favor? Tenía una entrevista con el.

  • Pues espera un momento, que no se si está -respondió la recepcionista de forma muy seca y sin mirarme.

Cogió el teléfono y tras unos segundos me dijo:

  • No está. Le puedes esperar ahí -dijo señalando a unos sillones- sentada.

Miré a donde señalaba y dirigí mis pasos hacia allá hasta que llegué para sentarme. Según me sentaba me dí cuenta que no lo estaba haciendo como una mujer lo haría. Con Celia había ensayado cientos de veces el postureo habitual en las mujeres pero nunca me había sentado en un sillón tan bajo con una falda de tubo que tenía el traje. Traté, pues, de poner una postura tal y como las mujeres de todala vida hacen, pero la falda se me subía enseñando bastante pierna.

No es que me procupase eso. Nunca había sido un tío muy musculoso y mis piernas, así depiladas, lucían casi atractivas, diría yo. No obstante imité el típico gesto de estirar hacia abajo de la falda.

Estaba en esto cuando levanté la vista y vi como un tipo de unos 40 años, el pelo algo canoso pero con buen tipo me estaba mirando divertido. Me quería morir de la vergüenza y agaché la cabeza, pero sin perderle de vista. Pude ver como la recepcionista me señalaba y le decía algo que no pude oir. Entonces se dirigió hacia mí con un gesto muy cordial y ofreciéndome su mano.

  • ¿Señorita Luisa Ortega? Soy Juán Martínez

Yo me levanté y en vez de la mano pensé que sería mas femenino darle un par de besos.

  • Teníamos una entrevista, verdad? Discúlpeme la tardanza.

  • No se preocupe, tampoco ha sido tanto el tiempo de espera -contesté.

Subimos en el ascensor hasta la quinta planta, donde estaba su despacho. Olía bien el tío y la verdad, tenía buena planta.

No es que no mirase a las mujeres y prefiriera a los hombres, entendedme, pero ya conocía la sensación de estar en brazos de uno y este para eso parecía agradable y eso si que me atraía.

Salimos del ascensor y pasando entre varias mesas nos dirigimos a su despacho. Menos mal que estaba cerca del ascensor por que tal cúmulo de miradas hacia mi me estaban haciendo ponerme incómoda. ¿Y si alguien en algún detalle descubría mi "secreto"?

  • Pues muy bien, Luisa, sientese, por favor -dijo indicándome una silla frente a su escritorio.

  • Gracias -respondí mientras él tomaba asiento.

  • A ver, a ver... esto... aquí esta tu curriculum. Muy bien, cuentame. ¿En qué tienes experiencia?

Me puse a contar mi experiencia laboral anterior tratando de ocultar la parte mas masculina y potenciando lo relativo a relaciones con los clientes. Al fin y al cabo se trataba de un trabajo de representación, aunque mal pagado.

El sr. Martínez escuchaba impasible hasta que me interrumpió:

  • ¿Y te ves repartiendo folletos? Por que Celia te habrá contado para que es el trabajo y el sueldo, verdad?

  • Si... -dije muy cortada-, bueno, lo que quiero es trabajar. Esto vale que no es lo es lo que mas se ajusta a mi curriculum ni el sueldo es el mejor que he tenido, pero no aguanto mas estar sin trabajo.

  • Eso te honra, sin duda. Pero permiteme que te sea sincero -dijo muy serio-. No te veo haciendo esto, creeme.

Me quedé paralizada. Todo mi esfuerzo durante varios días para nada? Que mierda de mundo!

  • Por favor, señor Martinez -dije a la desesperada-, necesito el trabajo. Haré lo que sea, se lo juro.

Observé en el sr. Martinez una mirada distinta. Se veía, supongo, mas poderoso frente a alguien tan apocado como yo.

  • Lo que sea?

Me quedé callada y expectante. ¿Qué se le habría ocurrido? Aún así, necesitaba el dinero y tenía que tragar con lo que fuera.

  • Si, lo que sea.

Tras un tenso silencio dijo el sr. Martinez con voz casi divertida:

  • Aha. La cuestión es que te veo más en otro puesto que vamos a necesitar en una nueva sección de la empresa que no tiene demasiado que ver con lo de los congresos. Sería mas adecuado a tu perfil y sobre todo con mejor sueldo...

  • Siii, claro! -le interrumpí-, por supuesto que lo acepto.

  • Ya veo, ya. Bueno, vamos a hablar entonces de que se trata, no te parece?

  • Claro, claro, como usted diga.

El sr. Martinez cambió su gesto y con voz mas seria dijo:

  • Te pongo en antecedentes. Sé que no naciste mujer.

Mi cara debió expresar sorpresa e incluso un poco de frustración. Pensé en ese momento en asesinar a Celia, que sería quien se lo había dicho. Continuó el sr. Martinez:

  • No te preocupes, eso no es problemático. Mas bien al contrario. Tienes experiencia comercial y en la división de empresas digitales estamos creando una web orientada a contactos y a organización de eventos liberales. La parte relativa a contactos hetero ya esta en marcha y la verdad, nos está funcionando tan bien que nos ha animado a abrir una sección para gays, lesbianas y transexuales. Y ahí es donde entras tú. No sólo se trataría de labores de community manager sino de captación de locales y, aunque no lo digamos en la web, de profesionales, que es lo que deja mas dinero.

  • Bueno -medio balbuceé yo-, es un entorno que no conozco demasiado, a lo de las profesionales, digo, pero tenga por seguro que no le voy a defraudar.

  • Estoy seguro de ello. Me han hablado bien de tí.

Me detalló las condiciones económicas y si bien no igualaban mi antiguo sueldo, si que cubrían mis necesidades y podría llegar a fin de mes sin problemas. Salimos de su despacho y casi cruzando todas las oficinas y bajando un par de plantas entramos en una sala que sería mi lugar de trabajo.

  • Pues bien, Luisa, aqui es donde vas a trabajar. Que te parece?

  • Muy bien -dije mientras miraba alrededor para conocer toda la sala.

  • Y estos van a ser tus compañeros. Te presento.

Me fue presentando a la gente que había allí. Estaba Paco el administrador de sistemas, de unos 25 años, muy delgado y prácticamente calvo. Marcos era el programador, obviamente, con pinta de friki. Leti era la community manager para hetero y sobre todo la que tenía un mejor conocimiento de los perfiles de los usuarios. Por último, Rafa era el jefe del departamento. Un hombre ya maduro de unos 50 años que era el que gestionaba la parte financiera y los temas de publicidad.

De los cuatro la que me llamó la atención fue Leti, ya que los otros tres eran gente mas o menos normal pero ella era toda una belleza, en su cuerpo, cara e incluso en como vestía. Posteriormente me enteré que había sido prostituta de lujo, de las de a 1000 Euros el polvete y que aún a veces, por pura diversión y si el cliente la ponía, volvía a ejercer.

Por supuesto me presentó a ellos y les contó la parte que yo llevaría. Creo que todos dieron por sentado mi condición de transexual.

Salí de la sala con el s. Martinez dispuesta a imitar en todo (aún no sabía que habia sido prostituta) a Leti. Tenía mucho que aprender de ella. Fuimos de nuevo a su despacho y me ofreció unos papeles para firmar en los que, por lo que ví, se detallaban las condiciones de la oferta y el plazo de prueba tras el cual firmaría un contrato ya definitivo. El día siguiente me incorporaba a mi nuevo trabajo.

Después de esto me dirigí a casa de mis amigos Celia y Charly completamente feliz, si bien, consciente de que ya no había paso atrás en mi transformación. Tampoco me preocupaba ya que me sentía agusto así. Dudaba si quedarme unos días mas para seguir aprendiendo de Celia hasta que pudiera volver a mi casa aunque, lo mejor sería volverme a casa para evitar la tentación de estar con Charly.

Según andaba para su casa pude ir degustando las miradas de algunos chicos que pasaban. Que bien me sentía al verles girar la cabeza. Por otra parte debía comprar mas ropa ya que no llevaría un único uniforme como inicialmente pensaba.

Serían las 12:30 cuando llegué a su casa, que aún estaba vacía. Me atreví a ir a un supermercado cercano a comprar algo ya que Celia llegaría en unas horas y quería prepararla una buena comida en agradecimiento. Tendría que pedirla un nuevo favor, y era que me ayudase a comprar mas ropas para poder ir a trabajar.

Celia se puso loca de contenta al saber que me habían cogido y que el trabajo era mejor pagado de lo que inicialmente pensábamos. Yo me deshacía en agradecimientos tanto a ella como a Charly (a éste ademas tendría que agradecerle otra cosa) y por supuesto se ofreció a compañarme.

La tarde la pasamos en un centro comercial de tienda en tienda y estuve en mi casa, de vuelta, a esto de las 9 de la noche con un monton de bolsas llenas de nuevas ropas. Estaba deseando probarme de nuevo todas ellas.

Celia se despidió de mi y quedamos en que al día siguiente pasaría a verla. Yo por mi parte me acosté muy temprano ya que al día siguiente tendría que madrugar mas para poder estar completamente preparada a las 9 en el trabajo.

No sin prisas, al día siguiente estuve puntual en mi despacho. El recibimiento de mis nuevos compañeros fue bastante cálido, no obstante me había vestido un poco mas sexy que el día anterior, eso si, sin abandonar cierta formalidad. Llevava unos pantalones de color marfil que me ajustaban en el trasero, dejandome un culito muy apetecible, una blusa camisera azul que se me ajustaba a la cintura y me marcaba bastante mis tetas falsas, pero que aún así lucían estupendas e iba sobre unos zapatos de salon con un tacón de 10 cm, que a pesar de no ser muy elevado, dan la sensación de ser mas alto.

Leti quizás era la única que no mostró demasiado interés. No es que yo fuera a quitarle las miradas, ni lo pretendía, pero se le notaban ciertos celos.

Aún así, estuve casi todo el día con ella ya que me enseño parte del trabajo que tenía que hacer y al final de la mañana habíamos congeniado algo más.

Tenían en agenda organizar una fiesta para travestis y admiradores en un club y me traspasó toda la documentación al respecto. Por la tarde, sin falta, debía de ir a hablar con el encargado del club para ver las condiciones del local de intercambios para la fiesta para poder organizar la agenda definitiva.

Me acerqué a comer cerca de la casa de Celia y la invité para contarla como me iba, y tras la hora de comer me marché al club.

Sobre las 4:30, más o menos, me presenté en el lugar donde se celebraría la fiesta. Era un sitio con una puerta casi camuflada entre el resto de portales de una calle más bien solitaria y trasera de otra más concurrida. Sólo un pequeño cartel daba a entender que lo que había allí no era otro almacén más de los que había en la calle.

Como la puerta estaba cerrada tuve que llamar y esperar un rato. Tras, calculo, un par de minutos, me abrió la puerta un tipo no muy mayor (de unos 35 años) de pelo muy corto y rubio. La camiseta negra y ajustada que llevaba le marcaba sus pectorales muy trabajados, al igual que sus brazos.

Si en brazos de Charly me sentí tan bien, en los de este sería para...

Tras recibirme se presentó (se llamaba Lucas) y me contó que Leti le dijo que yo iría, me hizo pasar y me dijo que le siguiera. Los vaqueros ajustados que llevaba le marcaban un culo muy trabajado, como todo su cuerpo.

Nos fuimos a sentar a una mesa y le estuve hablando un poco acerca de cuales eran los planes para la fiesta y las necesidades que teníamos. No había ningún problema y este club parecía ser el sitio perfecto. Al levantarnos él lo hizo antes y se puso tras mi silla retirándola y ayudandome a levantarme, con galantería, como si de una auténtica señorita se tratase. Yo como una bobalicona le dediqué una sonrisa a la cual él respondió guiñándome un ojo.

Recorrimos el local enseñándome varias estancias hasta que llegamos a una habitación grande y bien decorada que tenía una enorme cama en la que cabrían bastantes personas.

  • Pues bien, Luisa, como ves esta habitación es la que dedicamos a orgías -me dijo Lucas-. Caben en torno a 10 personas, aunque hay veces que hemos tenido hasta 15.

  • Aunque en la fiesta hay de momento apuntadas 40 personas no creo que se monte una orgia con tantos, no? -pregunté yo desconociendo realmente este tipo de eventos.

  • No creas -respondio Lucas con una amplia sonrisa-, hay veces que se animan y todo el mundo se despelota.

  • Uff, pues a ver como metemos aquí a a tanta gente.

  • Esto suele ocurrir en el salón. Aquí al final sólo entran unos pocos. Hay ademas otras habitaciones, ahora te las enseño.

Salimos de ésta y fuimos por un pasillo decorado con terciopelo rojo en las paredes y luz muy tenue. Tras cada una de las puertas había habitaciones con camas bastante grandes pero de un tamaño mas normal. En cada una de ellas había un pequeño baño, segun me dijo Lucas, para asearse antes o despues de la faena y todas ellas estaban convenientemente insonorizadas.

Ya al llegar a la última me hizo pasar para verla con mas detalle.

  • Como ves, un sitio perfecto para el sexo -me dijo Lucas sonriendo al tiempo que se sentaba sobre la cama.

  • Pues si, y a ver si en la fiesta se desinhibe la gente y lo pasan bien.

  • Ven -dijo golpenado la cama-, sientate y comprueba lo cómoda que es.

Me senté en la cama a su lado y efectivamente era muy cómoda. Instintivamente me eché hacia atrás dejándome caer. Él igualmente se dejó caer de lado mirándome. Tras esto puso su mano sobre mi abdomen. Mal está que yo lo diga, pero no tengo ni pizca de barriga por lo que le pudo parecer atractivo.

  • Te falta por comprobar como se folla en estas camas -me dijo con una mirada penetrante.

Yo en principio me asusté un poco y de hecho estuve tentada de levantarme. Visto desde los ojos de una mujer, sería una oferta dificil de rechazar, Lucas estaba cañón, pero a veces seguía pensando como un hombre. De repente recordé las sensaciones vividas con Charly y me apetecía ver a dónde llegaría con Lucas. Tenía, eso si, la duda de que pensaría al ver que no soy una mujer biológica.

Mientras, Lucas fué subiendo su mano lentamente hasta posarla encima de uno de mis pechos falsos.

  • Parece real -me dijo-. Leti ya me ha dicho como eres y me da mucho morbo alguien como tú.

Yo tímidamente puse mi mano en su cintura. Al tacto se le notaban todos y cada uno de sus músculos. Mi expresión facial debió cambiar y mostrarme mas relajada porque Lucas se fue acercando poco a poco a mi hasta juntar sus labios con los mios.

Mientras duraba ese beso tan dulce (quién lo diría de semejante macho) me giré frente a él y mi mano se desplazaba por su costado hasta alcanzar sus pectorales, que parecían tallados en piedra.

Los besos fueron siendo mas profundos mientras que su mano se había desplazado hacia mi trasero y lo sobaba a placer. Por mi parte fui bajando un poco hasta que mi mano llegó a posarse sobre su pene, que estaba ya duro tras la tela del vaquero y aparentaba una buena medida.

Lucas me estrechó hacia él mientras exploraba mi boca con su lengua al tiempo que yo sobaba su paquete ya sin disimulo notando como paulatinamente su pene crecía y estaba mas rígido.

En una pausa me dijo que me desnudase. Me inocorporé un poco y me quité la blusa, el pantalón y los zapatos. Mientras, él se quedo solo con su calzoncillo que apenas podía esconder la polla que pugnaba por salir.

De nuevo nos tumbamos y volvimos a besarnos. Ya sin dificultad bajé su slip y pude manosear a placer el pollón que se gastaba. No menos de 25 centimetros de largo y grueso y poderoso.

De su boca pasé a saborear su cuello, de ahi a su pecho pétreo. Baje por su tableta de chocolate y por fin, con mis labios pude alcanzar la auténtica golosina que me tenía reservada.

Mi lengua recorría su glande haciendo círculos al tiempo que empezaba a brotar un poco de liquido preseminal que tenía un gusto exquisito. Abrí la boca y poco a poco fui introduciéndome ese tronco hasta llegar casi hasta mi garganta. Como empezaban a aparecer signos de arcadas paré y retrocedí para de nuevo bajar abrazando con mis labios su polla.

Lucas con su mano sobre mi cabeza empezó a marcarme el ritmo y a pretender que fuera mas allá de lo que podía pero dada mi inexperiencia no quería arruinar ese momento.

Estuve saboreando su polla cerca de 10 minutos hasta que me dijo que me quería follar. Me puseen un borde de la cama en cuatro y el, desde el suelo se colocó tras de mi dispuesto a penetrarme.

  • Con cuidado, por favor, no me hagas daño -dije.

  • Tranquila, preciosa, confía en mi.

Su pene pugnaba por entrar en mi culo y él iba empujando suavemente. Yo notaba como mi ano se abría para dejar entrar a su polla y él hacía pausas para que me fuera acostumbrando al tamaño. Tardamos unos minutos en los que notaba como iba adentrándose en mi sin apenas notar dolor. Esta vez la pausa fué algo mayor y seguido dió una embestida y me clavó de golpe unos cuentos centimetros por lo cual dí un respingo porque si que noté dolor.

  • Aguanta, preciosa. Disfruta del polvo -me decía.

  • Siiii, que pollón! que bueno!

Mi ano me enviaba señales inequívocas de placer cada vez que el metía o sacaba un poco su polla. Yo empecé a pedirle mas caña y él, obediente, comenzó a darme con más vigor. A los pocos minutos sus embestidas me llenaban de gusto y eran correspondidas por gemidos muy muy femeninos. No era más que un juguete en sus manos, mecido al son de su polla. Yo apenas podía articular palabra de lo llena que me sentía.

Definitivamente quería tener pollas en mi culo. Que placer!

Los movimientos de Lucas comenzaron a ser mas espamódicos y poco rato después dijo que se iba a correr. Mi asignatura pendiente era recibir una corrida en la boca así que dije:

  • Espera... córrete en mi boca.

  • Uff... no puedo, me corro ya!

Y no aguantó. Se corrió según sacaba su pene de mi ano por lo que me dejo la espalda empapada de su leche.

  • Que culito mas rico tienes -me dijo.

  • Pues ni te cuento tu polla! -dije con una sonrisa bobalicona.

Como se acercaba la hora de abrir el local Lucas me dijo que nos vistiéramos ya que tendría que limpiar la habitación antes.

Ya vestidos, de camino a la puerta le sondeé por si en la fiesta el querría compartir habitación conmigo. Con una mueca enigmática me dijo que aunque no suele mezclarse en las fiestas, si esperaba hasta el final de la misma quizás.

Salí del local y me fui directa a casa. Mi nueva vida femenina comenzaba inmejorablemente ya que pude probar una polla que creo que recordaré siempre.

Aún así, mi asignatura pendiente sigue siendo recibir una corrida en mi boquita. Quién sabe si en la fiesta...