Azafata de congresos

La crisis es lo que tiene, que nos hace explorar nuevas vías para ganarnos las habichuelas. Pero a veces no sabemos las consecuencias a las que nos lleva.

Hace dos años aproximadamente me quedé en paro y como había trabajado para la empresa como autónomo no tenía prestación ninguna. Tenía unos ahorros, eso sí, que me permitieron ir tirando un tiempo, pero al no tener ingresos poco a poco fueron agotándose. Y lo peor es que no encontraba trabajo en nada, aunque buscaba fuera de mi sector.

Realmente estaba desesperado cuando vi que lo que quedaba en la cuenta corriente no me daba para tirar mas de un mes. ¿Y después qué?. Volver con mi familia ni me lo planteaba y no querría poner a ningún amigo en el compromiso de que me acogiese en su casa. Me veía abocado a la calle.

Hablando un sábado en la sobremesa con una pareja amiga les confesé en la situación extrema en la que estaba y les pedí que si se enteraban de cualquier cosa, lo que fuera, para ganar algo de dinero les estaría muy agradecido.

  • Pues no sé -dijo Charly, mi amigo-, si me entero de algo ya te diré. De todos modos preguntaré por ahí. Ya verás como sale algo.

  • Gracias, tío, sé que harás lo que puedas -dije.

  • La lástima es que yo sé de una cosilla pero es sólo para chicas -dijo Celia, la novia de Charly.

Charly y Celia era una pareja de amigos desde casi la infancia, y quizás con los que mas confianza tenía. Charly trabajaba en una empresa que eran proveedores de material de bricolaje, por lo que igual sabía de algún carpintero o fontanero que necesitara ayuda, o bien para un porte. Celia trabajaba fija como azafata de congresos en una empresa que frecuentemente necesitaba chicas para campañas de marketing. De cara no era un bellezón aunque si que tenía una armonía que la hacía muy agradable. De cuerpo era alta y con no muchas curvas. Aún con todo, era una chica atractiva.

  • Resulta que tenemos una campaña por centros comerciales para reparto de folletos para un sorteo, o algo así, y les faltan un par de chicas. Claro, con lo poco que pagan es normal -dijo Celia.

  • Y... ¿no admitirían a un chico?, aunque paguen poco, mira -dije.

  • Que va, en eso son así de machistas. Sólo quieren chicas.

Justo cuando hablaban esto en la TV, a la cual aparentemente ninguno hacíamos caso, apareció un anuncio de que iban a poner la película "Tootsie" que va de que un hombre se viste de mujer para encontrar un trabajo. Los tres nos quedamos en silencio, hasta que Charly me miró.

  • No! Eso no, tío -le dije.

  • Pues no es mala idea - dijo Celia-. Piden chicas, no bellezas. Y si das el pego? Tendrías curro para un mes por lo menos. Apenas tienes que hablar, solo sonreír. Y vale que no es mucho lo que pagan, pero tampoco estas para elegir, no?

  • Pero vamos a ver -repliqué-, ¿De verdad creéis que daría el pego? Vamos, es que aunque me vistiera de mujer, que ni de coña, es que nadie se lo creería.

  • Ufff, no te creas. Ésta -dijo Charly señalando a Celia- hace maravillas con el maquillaje.

  • Que no, Charly... no me veo así.

  • Pero ¿que pierdes por intentarlo? Mira, ahora mismo probamos y a ver como te queda todo. Acaso te va a dar mas corte esto que estar viviendo en la calle?

Eso era una puñalada trapera!!! Me moriría de vergüenza si me vieran vestido de mujer pero claro, verme en la calle... eso eran palabras mayores.

  • Y dices que probamos ahora??? Pero... no os descojonaréis al verme, verdad?

  • Luis, tío -me dijo Celia-, que si te decimos esto es por ayudarte. Parece mentira que pienses que es por cachondearnos.

Si me dijeran que sólo dos personas me iban a ayudar en este momento no dudaría que serían Charly y Celia. Así que cedí, aunque no estaba nada convencido.

  • Vale, venga... ¿y que es lo que tengo que hacer?

  • Pues mira -dijo Celia-, como de altura tu y yo somos mas o menos y de cuerpo tu eres poco mas grande que yo, lo primero vamos a probar con uno de mis uniformes de trabajo, por ver si te vale. Te parece?

  • Que remedio -dije.

Celia me cogió de la mano y me llevo a su dormitorio. Del armario sacó dos trajes de falda y chaqueta y unas blusas. Eran los típicos trajes de las recepcionistas o de las azafatas en los congresos. Nada sexy, desde luego y mas bien formal y soso. Me los puso por encima por ver cual me podría quedar mejor y eligió uno rojo. Sacó del armario el gorrito que llevaba a juego y lo colocó todo sobre la cama.

  • Bueno, póntelo a ver que tal. Ahora cuando termines me avisas, vale?

Diciendo esto salió del dormitorio y cerró la puerta. Yo me desnudé todo a excepción del bóxer y me puse la blusa. Era de un color crema y muy suave al tacto. Me quedaba un poco justa por los hombros, lo que hizo que dos botones superiores no los abotonara (para no quedar tirante). Después, Dios, la falda. ¿Como coño se ponía eso? La eche en es suelo, me metí en medio y fui subiéndola. De cintura un poco justa y de caderas me sobraba. Como pude me subí la cremallera que había por el culo. Estaba ridículo con esa minifalda y todos los pelos de las piernas.

La chaqueta que llevaba, al ser algo mas amplia me entro bien, aunque también me tiraba algo en los hombros.

Me calcé de nuevo mis zapatos y abriendo la puerta del dormitorio llamé a Celia. Oí que aparte de Celai venía Charly.

  • Joder -dijo Celia-, vamos a tener que esforzarnos!!

  • A ver -continuó tratando de tranquilizarme-, no es que estés mal, eh! pero es que esos pelos y esos zapatos... madre mía.

  • Lo ves, Charly -dije-? Ves como no era buena idea?

  • Espera -me interrumpió Celia-, todo lo que falta se puede hacer ahora. No desesperes, dentro de lo que cabe al no ser muy corpulento, no te queda del todo mal, créeme.

Celia dijo a Charly que saliera y ella entró conmigo al dormitorio y fuimos hacia su baño.

  • Mira, lo primero que vamos a hacer es depilarte las piernas y los brazos, vale? Esto es fundamental.

  • Pero... -protesté yo.

  • Tranquilo, para el verano ya tendrás vello de nuevo y ahora en invierno siempre llevas pantalones largos. Que mas te da?

  • Pero eso duele?

  • Jajaja, ¿era eso? No hombre... no te preocupes. Lo hacemos de momento con maquina de afeitar. Eso no duele, o a ti si?

  • Ah, es que creí que me ibas a poner la cera.

Celia me dio una maquinilla nueva y una crema la cual debía de untarme tras afeitarme. Me dijo que me afeitase piernas, brazos y el pecho.

  • Y ya que estas, repásate la barba un poco - me dijo.

Me dio un par de toallas y me dejó solo en el baño, diciéndome que la avisara cuando terminara. Eso si, debía quitarme la ropa para no mancharla.

Así pues, me desnudé de nuevo y comencé a rasurarme todo el vello. Tras esto me di la crema y noté una sensación distinta con el roce de mis manos. La ausencia de vello hacía el roce mas intenso.

Me coloqué la toalla alrededor de la cintura -ridículo, ya que llevaba los boxers debajo- y llamé a Celia, que vino de inmediato.

  • A ver que te vea? Hummm, así esta mejor.

De un cajón sacó unas braguitas y me las lanzó.

  • Anda, ponte esto que se te notaba antes algo debajo de la falda.

  • Una bragas??? Yo con bragas?

  • Si, tu con bragas -replico Celia haciendo como burla-. ¿Que pasa? Pues nada.

Quedó la estancia en silencio unos segundos hasta que Celia lo rompió.

  • Venga! póntelas.

  • Joer, pero contigo aquí delante...

  • Hay Dios mio, estos hombres! Pues te bajas los calzoncillos dentro de la toalla y te las pones. Que cortos son! Venga, salgo un momento y te las pones.

Me dejó solo y todo lo rápido que pude me quite la toalla, los boxers y me puse las bragas. El problema estaba en que no sabía donde meter la polla, pero como oí que Celia entraba de nuevo me envolví de nuevo en la toalla.

  • Es que... -dije titubeando-, a ver como te lo explico, las bragas son para mujeres pero los tíos tenemos una cosa que...

  • Jajajaja -irrumpió Celia a reír-, venga ya fantasma! no me digas que no te cabe?

Yo enrojecía por momentos.

  • Pues nada, échala para abajo debajo de los huevecillos. Fácil, no?

Estas tías, que fácil ven algunas cosas. El caso es que dándola la espalda coloque como pude mi polla hacia abajo. Celia tiró de la toalla dejándome frente a ella solamente con las bragas.

  • Bueno -dijo- tampoco tienes tan mal tipo. Seguro que das el pego. Ven conmigo.

Salió al dormitorio y me hizo sentar en la cama. Sacó de una cómoda un par de medias y me las puso. El tacto de las medias en mi piel sin un solo pelo me estaba gustando. Cuando Celia llegó a la rodilla dijo riendo:

  • Ahora subételo tú... o quieres que te toque mas arriba?

Yo estaba cortadísimo en ese momento y no sabía que decir. Me incorporé y me subí las medias. Celia me dio la blusa para que me la pusiera y después la minifalda.

  • Mmmm, ahora mejor, claro. Aunque un poco pecho... espera! -dijo metiéndose en el baño.

Salió del baño con dos pelotas hechas con toallas. Cogió un sujetador y me dijo que me quitara la blusa. Gracias a que fue ella la que me lo colocó por que ni de coña sabría yo hacerlo. Metió sendas toallitas en las copas y me dijo que me pusiera de nuevo la blusa.

  • Así bien! muy bien. Venga ahora la chaqueta.

Me puse la chaqueta mientras veía como rebuscaba en la parte baja del armario. Con cara divertida me presentó un par de zapatos de tacón, no muy alto y me dijo que me los pusiera. Los pies de Celia son enormes para ser mujer así que supuse que si no eran de mi número, cerca estaría y en efecto, me apretaban un poco pero nada que no se pudiera aguantar por un rato.

Ya con todo puesto iba a mirarme al espejo pero Celia me paró.

  • Espera, sé paciente. Siéntate en esta silla.

Me hozo sentar y sacó unas cajitas y mas cosas en las que guardaba el maquillaje. Con unas pinzas me quitó bastantes pelos de las cejas y al terminar con el maquillaje cogió un cepillo y un bote con laca y estuvo peinándome. Mi pelo no es largo pero si lo suelo llevar algo mas largo que la media de los hombres, así que supuse que ella querría sacar partido.

Cuando terminó me hizo levantar y tapándome los ojos con su mano me llevó hasta un espejo de cuerpo entero. Una vez frente a el me retiró su mano.

  • Tachan!!!

  • Hala!!! Joder! -dije- que buen trabajo has hecho.

Y era cierto que apenas parecía yo. Lo que tenía delante era una chica. No un bellezón, claro, pero si alguien que con no mucha luz daba el pego.

Celia llamo a Charly que nada mas entrar se asombró de mi transformación.

  • Que buenas estas, Luisa! - dijo entre risas.

  • Ten cuidado con éste -dije a Celia ya mas relajado y riéndome-, que igual intenta violarme.

  • Ves? Ves como con un poco de preparación puedes intentarlo?

  • Intentar que? -dije.

  • Joer, -replico Celia- lo del trabajo. Oye! muy absorto te veo yo en tu papel de chica que se te olvida eso, ehh!!

A ver, era un tío, esto lo tenía claro, pero me estaba gustando a mi mismo vestido así por la suavidad de las ropas en mi piel ahora limpia de vellos y ver que no estaba ridículo.

  • Claro, Celia. Creo que podemos intentarlo, no? Pero una cosa... me acompañas tu, vale?

  • Bueno -dijo Celia-, antes de esto debemos practicar mas cosas. No puedes hablar así como ahora, debes aprender a andar con algo de tacón e incluso deberías a aprender a maquillarte tu misma.

"Tu misma", había dicho misma en femenino. Se lo fui a corregir y como respuesta me dijo que durante esa semana todos los días pasaría por su casa y que de puertas para adentro yo era una chica. Acepté, claro.

Me hizo probarme otro uniforme pero me estaba un poco estrecho. Quedamos en que me cambiaría (volvería a mi rol de hombre) y que como aún estábamos a tiempo iríamos a comprar algo de ropa de chica con mi talla.

Posiblemente en las tiendas que entramos se extrañaran de ver que una chica y un chico entraban en el probador a la vez mientras Charly se quedaba esperando fuera, pero es que me las tenía que probar a mi.

Una vez elegidos dos trajes (nada de casual, era para una entrevista) Charly lo pagó.

  • Esta vez invito yo a mi nueva chica -dijo riendo.

  • Gracias tío -dije-. No te preocupes que cuando tenga pasta te lo devuelvo.

Pasamos después a por un par de conjuntos de bragas y sujetadores y medias. Por último, entramos a una zapatería y el problema estuvo en que era difícil convencer al dependiente de que ella se iba a llevar unos zapatos de una talla mayor que la suya, pero como el cliente siempre tiene razón el hombre claudicó.

Ya con todo de nuevo volvimos a su casa.

  • Por que no hacemos una cosa? -dijo Celia mirando a Charly como para pedir su aprobación-. ¿Por que no te quedas aquí todos los días hasta la entrevista pero convertida en chica? Tenemos una habitación de invitados.

  • No es mala idea -dijo Charly.

  • A ver -contesté-, una cosa es que me ayudeis un poco pero esto es abusar de vosotros. De veras chicos, no es necesario molestaros tanto.

  • Venga, Luis -me contesto Celia-, es por eso o es por vergüenza? Estas entre buenos amigos que queremos ayudarte.

  • Bueno, vale. Pero prometo ayudaros y al menos hacer la comida y demás -dije riendo.

  • A ver si vamos a tener que comprar un uniforme de chacha -dijo Charly muerto de risa.

Celia interrumpió las risas y me indicó que me fuera a mi dormitorio (el de invitados) y me cambiara. Naturalmente se refería a las prendas nuevas que habíamos comprado. Yo me fui raudo y me cambié lo mas rápido que pude. Necesité la ayuda de Celia para el tema del maquillaje y del peinado y al poco salí al salón, donde estaba Charly viendo la tele.

  • Guau!... siéntate aquí a mi lado, guapetona!

  • Charly tío, no te pases -dije molesto.

  • A ver, hemos quedado que mientras estés aquí eres una chica, no? Pues eso -dijo mientras me daba un cachete con la mano en mi rodilla.

Celia se fue a preparar algo para cenar y un rato después cenemos los tres. Después estuvimos viendo la tele un rato hasta las 12. Charly tenía que levantarse temprano el Domingo ya que tenía partido de padel así que era hora de irse a la cama. Celia, antes de acostarse me dio un camisón.

  • Si vas a ser una chica tendrás que ponerte esto para dormir -me dijo.

Ya en mi habitación y con la ropa quitada y desmaquillado, me puse el camisón que era muy muy suave. El roce con la piel hizo que volvieran a mi esas sensaciones de por la tarde. No pude evitar una erección y me masturbé imaginándome a mi mismo vestido de mujer.

Al día siguiente tras desayunar con Celia (Charly ya se había ido) nos pusimos a aprender a maquillarme. Tras dos horas de pruebas por fin era capaz de hacer algo decente. Pasamos a la siguiente lección... los tacones. Celia me dejó uno de sus pares con un tacón altísimo para que aprendiese. Mientras ella hacía sus cosas, yo recorrí el pasillo mil veces. Al principio me tropezaba de continuo. Ya de últimas mi paso era mas o menos estable.

En uno de estos recorridos estaba cuando entro Charly por la puerta, que venía algo "cocido" por las cañas tras el padel.

  • Huau! como mola ese culito! -me dijo.

  • Anda calla, que vienes cojonudo -dije.

  • Joder, Charly, como te pasas! -dijo Celia saliendo al pasillo-. Vete a echar una siesta a ver si se te pasa, que vienes guapo!.

Charly fue sin decir nada hacia su dormitorio y al pasar a mi lado me dio un pellizco en el culo.

  • Guapa! ya te pillaré -me dijo al oído.

  • Anda! tira a dormir -le dijo Celia enfadada.

Celia y yo comimos solas en la cocina y la verdad es que estaba muy enojada con Charly. Últimamente, y esto lo desconocía, había tenido problemas médicos y el alcohol le sentaba fatal. Yo traté de tranquilizarla y la prometí que las veces que saliera conmigo, si no estaba ella, no le dejaría beber.

Tras las comida tomamos un café y estuvimos charlando un rato. En todo momento Celia hablaba de mi en femenino y los temas eran los propios de chicas.

  • Ahora, a practicar la voz -dijo Celia.

Cogió el móvil y me dio alguna instrucción de como afilar un poco. En el móvil grabábamos mi voz hasta que, si bien no fuera una voz de mujer, tampoco fuera la de un hombre. La verdad es que fue lo mas aburrido ya que mas de dos horas estuvimos hablando yo, grabándolo y escuchando. Al final, mas o menos supe como poner la voz para resultar ambigua. Celia cambió el tema de conversación pero me obligo a que solo hablara con esa voz en casa, nada de mi propia voz.

  • Tenemos que solucionar el tema de los pechos -me dijo.

  • Y como se puede hacer?

  • Lo mejor es comprar unos implantes pero hoy ya no se puede. Mañana a ver si puedo yo. De momento hoy ponte las toallas de ayer.

Me hizo ir a ponerme el sujetador, y aprovechó para enseñarme como hacerlo yo solo. Cuando estaba en ello llegó a mi dormitorio con unos pantalones cortitos azul celeste y una camiseta blanca.

  • Cámbiate, que no vas a estar todo el día en camisón, no?

Me puse esas prendas ya con el sujetador puesto. El short me ajustaba bastante la cintura y la camiseta, al ser de una talla inferior a la mía se me ajustaba marcándome un pecho diría que bonito. Celia no me dejó ponerme otra cosa que los zapatos de tacón. Tenía que aprender a andar con ellos y nada mejor que llevarlos todo el día.

Cuando salía para ir al salón vi como Charly salía de su dormitorio y parecía algo mas despejado. No obstante la mirada que me echó no la olvidaré jamas. No miraba a un amigo, os lo aseguro. Tenía la mirada de cazador que le recordaba de años atrás cuando íbamos de ligues.

  • Joer, Luisa, que guapa estas -me dijo.

  • Gracias -dije con mi nueva voz-, y tu? Ya se te ha pasado la borrachera?

  • Uff, aun no del todo pero vaya cogorza! Nos hemos pasado con las cañas entre Juanillo (otro de los amigos del grupo) y yo.

  • Anda que si te viera Juanillo ahora -continuó diciendo.

  • Charly, tío, que esto es porque tengo confianza con vosotros -dije.

  • Ya, tranquila, no te preocupes. Era una broma.

El caso es que me había hablado como mujer y no me había extrañado. Celia me estaba entrenando pero que muy bien.

  • Charly, tienes que cuidarte, que ya sabes que... -dijo Celia muy seria.

  • Perdona cariño, me he dejado llevar, lo siento -replicó Charly.

  • Has visto que cambio ha pegado Luisa -cambió de tema Celia.

  • Ya lo he visto. Esta buena, ehh!

  • Anda, anda, que zalamero eres -dijo Celia zanjando el tema.

Después de un rato de TV durante el cual pude notar alguna mirada furtiva de Charly, Celia se levantó para preparar la cena.

  • Vente conmigo, Luisa, que el moro este no ayuda en nada.

  • Ya estais dos chicas, no? -dijo Charly.

Entre las dos preparamos la cena. Para próximos días en los que ella estuviera trabajando me explicó donde guardaban las cosas de la cocina para que yo pudiera prepararme algo.

  • Por cierto, mañana hay que comprar leche, que no queda casi nada.

  • No te preocupes -dije- mañana voy yo.

  • No sé -dijo Celia-, no sé si estas preparada para salir aún a la calle.

Y es que durante la sesión de maquillaje me había perfilado las cejas como una mujer, es decir, si me vistiera de hombre quedaría raro. Aparte, Celia pensaba que hasta la entrevista solo estuviera en el papel de una mujer. Necesitábamos que me mostrara segura de mi misma.

  • Y que hago? -pregunté- ¿Todo el día aquí metida en casa?

Era la primera vez que hablaba de mi mismo en femenino. Celia se dio cuenta y me felicitó por ello.

  • Pues ya sabes, practicar. Una y otra vez, la voz, el maquillaje y eso si, todo el día con el tacón puesto.

Durante la cena la conversación giró alrededor del trabajo de Charly. Probablemente el lunes llegaría tarde a casa. Después de la cena, un rato de TV y para la cama.

Ya acostada pude oír en la habitación de al lado la fiesta que se traían Charly y Celia. Me puse cachondo y me puse a tocarme. El tacto de las prendas y de mis propias manos me excitaba pero lo que me hizo llegar a la erección fue el recuerdo del pellizco en el culo que me dio Charly. Mientras me masturbaba a veces pensaba en como sería tener a Charly metiéndome mano. Me corrí al poco rato y poco después caí rendida.

El lunes después de levantarme desayuné y dediqué la mañana a maquillarme una y otra vez hasta que, la verdad, los resultados eran buenos. Cada ver mas lo que veía al otro lado del espejo era una chica, no un hombre.

Decidí no comer apenas nada, por lo del tipo y eso y me puse a pasear toda la casa con unos zapatos de tacón aún mas alto que me había dejado Celia, que llego sobre las tres de la tarde y me sorprendió andando así. Me felicitó por lo bien que andaba ya y me animó a que me pusiera guapa.

  • Venga, que vamos a salir a comprarte unos trapitos.

  • Estas segura? -dije.

  • Si. Oye, chica, que me estas asombrando de lo bien que te has adaptado, de veras.

Me puse uno de los trajes que habíamos comprado el sábado y los zapatos que me habían comprado para mi. Comparado con los 12cm de tacón con los que había estado ensayando, el ir con 4cm me pareció de lo mas sencillo y natural.

Cuando me vio maquillada por mi misma se sorprendió de lo bien que estaba.

  • Pues ea! a las tiendas!!! -dijo agarrándome del brazo.

Fuimos en su coche a un centro comercial a la otra punta de la ciudad para evitar ver a conocidos. La verdad es que me sentía cómoda del brazo de mi mentora Celia. Visitamos unas pocas tiendas y volvimos a casa con varias bolsas con todo tipo de cosas para mi. Entre ellas unos zapatos de tacón alto, unos pantaloncitos que me hacían un culete precioso, una blusa, un conjunto de lencería, mas medias y como no, mi propio maquillaje.

Al entrar en el coche de vuelta a casa Celia me enseño la sorpresa que me tenía preparada: Unos implantes que me harían tener un pecho mucho mas natural que lo que llevaba hasta ahora.

Nada mas llegar a su casa me probé todo de nuevo pero esta vez en conjunto. Me veía como una muñequita y me abracé a Celia agradeciéndole todo lo que hacía por mi.

Como había visto que en mis piernas y brazos ya apuntaban los vellos decidió que lo mejor sería que me depilase, pero esta vez a la cera. Quedaría mucho mas suave y duraría mas. Aunque protesté ligeramente había asumido que mi transformación debía ser completa y acepté.

Hay que ver que aguante a veces tienen las chicas!!! Grite de dolor varias veces y antes estos gritos lo único que hacía Celia era indicarme que afinase la voz, una mujer no gritaría así.

Por fin terminó el suplicio y tras las cremas que me dio noté que la suavidad y sensibilidad de mi piel era aún mas que el otro día. Se lo comenté a Celia e incluso me atreví a comentarla que a veces me excitaba con ello.

  • Y si es así, por que no te depilas todo el cuerpo?

  • Todo??? Incluso ahí? -dije señalando a mi entrepierna.

  • Claro. Así te sentirás mas femenina. Con un clítoris grande, eso si, jejejeje.

  • Pero no me atrevo a tirar del pelo por ahí y tu no creo que...

  • Claro! -exclamo ella-, ¿Que diría Charly si se entera?

  • Pero conozco un sitio -continuó- donde quien atiende es transexual y seguro que sabrá como tratarte para que no sientas vergüenza.

Acepté y como aún estaban las tiendas abiertas llamó a la clínica de estética para ver si era posible ir. Al explicar el caso la dijeron que no había problema, que fuéramos ya si queríamos.

De nuevo cogimos su coche y conduciendo casi de forma temeraria al poco rato estábamos allí. Entramos y tras saludarnos una morenaza de cerca de 1:80 y con unas tetas impresionantes me hizo pasar a un cuartito con una camilla. Me dijo que me desnudara y salió. Al rato entró otra chica mas menuda y en cuestión de media hora me dejó sin un solo pelo en el cuerpo. De paso me hicieron un agujero en las orejas para pendientes, los cuales me había comprado Celia.

Os preguntaréis como me sentí con todo al aire y una chica tocándome. Pues muerto de miedo recordando los tirones de la cera... estaba acojonado.

Celia pagó y salimos hacia su coche. El roce de mis ropas ahora en todo el cuerpo era superexcitante.

  • Celia; De verdad, muchas gracias por todo. Eres un encanto y os debo una.

  • Jaja, no te preocupes. Ahora lo fundamental es que el día de la entrevista parezcas una chica al 100%. Ya cuando cobres el sueldo nos invitas a algo.

  • A ti te pasa que... -dudé si preguntar o no- ¿te pasa que te excitas con el roce de la ropa?

  • Jajajaja -echó Celia una carcajada-, a mi no! Pero eso supongo que es por el cambio. Pero tanto te pone?

  • No sé, es una sensación de caricias pero mas intensas.

  • A ver si ahora te vamos a tener que buscar a un chico que te acaricie?

  • No, por Dios!!! Que no soy maricón -exclamé.

  • Esta semana eres una chica, acuérdate.

  • Ya pero, no es lo mismo -dije.

Íbamos ya llegando a su casa y en mi cabeza surgió la duda de que hacer en el remoto caso de que un chico se me acercara? Podría rechazarlo, claro, pero hasta en eso debería resultar femenina, supongo. ¿Y si en la entrevista el entrevistador quisiera propasarse? A saber los cerdos que hay por ahí sueltos.

  • Celia, -dije entrando ya en su casa- ¿como hay que hacer para rechazar a un tío? quiero decir, como hace una mujer?

Celia no entendía por qué preguntaba eso hasta que la expliqué que en la entrevista igual se pasaban. Me tranquilizó diciéndome que era una empresa muy seria y esas cosas no pasaban pero cayó en la posibilidad de que una vez trabajando me pasase eso.

Me dio una serie de pautas y qué no hacer, es decir, cómo evitar reaccionar como lo haría un tío, o sea, como me saldría a mi. Ensayamos unas pocas veces en las que ella hacía el papel de un hombre que se propasase y yo reaccionaba, aunque claro, no era lo mismo. Al fin y al cabo ella era una tía y no sentía ningún tipo de rechazo hacia ella.

Charly llegó un poco antes de lo previsto y le estuvimos contando lo que estábamos ensayando. Se le ocurrió la idea de que fuera el el que se propasase conmigo, ya que si que era un hombre. Pero la presencia de Celia allí le cortaría así que quedamos que Celia saldría un rato de casa.

Yo me fui a maquillar y me puse las ropitas que había comprado nuevas, mi pantalón ajustado que me hacía muy buen culo, las prótesis bajo un sujetados con un encaje precioso y una blusa que me ajustaba el pecho marcándolo mucho. Me eché un poco de perfume y salí hacia el salón. Entré contoneándome un poco gracias a los tacones que llevaba.

Los ojos de Charly al verme volvían a ser los del macho cazador. Se levantó y vino hacia mi. Sin apenas darme cuenta me rodeó con un brazo y llevó una mano a mi trasero.

Yo repitiendo lo previamente ensayado con Celia solté toda la retahíla de frases y gestos pero no debieron sonar convincentes. La mano en el culo me estaba excitando. Sentirme tan débil en brazos de un hombre era una sensación nueva y desde luego no lo rechazaba.

  • Déjame, por favor, a ver si vamos a hacer una tontería -dije.

La respuesta de Charly fue llevar sus labios a mi cuello y besarme repetidas veces allí. En ese momento me rendí... No sabía que me estaba pasando pero no deseaba nada mas en el mundo que Charly hiciera de mi lo que quisiera.

  • Joder -dijo Charly asustado mientras se separaba de mi-, perdona, es que ...

Los dos nos quedamos quietos mirándonos. Habíamos roto un tabú y en definitiva, ambos habíamos traicionado a Celia.

Celia al poco rato llegó a a casa y preguntó como nos había ido. Charly la contó que muy bien, que yo no había reaccionado en absoluto como un tío.

Me fui a cambiar y ayude a Celia a preparar la cena. Durante la cena Charly me huía la mirada al igual que ya después en el salón viendo la TV. Tras irnos a la cama me puse a tocarme por todo el cuerpo. Cuando me quise dar cuenta estaba imaginándome que era Charly quien lo hacía. Traté como pude de controlarme y pasado el tiempo logre quedarme dormida.

El martes no hubiera tenido nada de particular si no fuera porque Celia tenía que salir muy pronto al trabajo y Charly hasta la tarde no entraba. Después de lo de la noche anterior, quedarme a solas con el me generaba cierta inquietud. De hecho pensé ponerme mis ropas de hombre pero no era lo que había quedado con Celia. Me puse lo mas normal y menos sexy que tenía y así salí de mi habitación.

Charly aún dormía cuando preparé el desayuno. En agradecimiento le preparé el suyo ya que al fin y al cabo estaba en su casa y era un muy buen amigo y al rato entró en la cocina frotándose los ojos. Iba solo vestido con unos bóxer y traía el pelo revuelto.

  • Buenos días, Luisa. Que tal has dormido?

  • Bien, gracias! Y tu? Te he preparado el desayuno. Bueno, no sé que desayunas pero he preparado lo mismo que desayuna Celia.

  • Ah, si, eso mismo. Gracias.

Durante el desayuno apenas nos dirigimos la palabra hasta que mientras yo me estaba tomando el café dijo Charly:

  • Oye... de lo de ayer...

  • Eso mejor olvidarlo -le interrumpí.

  • Pero, por que te pusiste esa ropa, ese perfume? Que buscabas?

  • Mira, déjalo -insistí-. Sólo quería hacer el ensayo lo mas real posible pero jamas imaginé que ibas a actuar así.

  • Escúchame -protestó Charly-, se supone que eras tú la que debías pararme.

Ahí me dejó descolocada. Realmente tenía razón. No pude pararle.

  • Lo que estábamos viendo era como no rechazar a un tío como si yo fuera un tío, no? -dije.

  • Pero no me rechazaste.

  • Ya lo sé -dije apenada-, y lo peor es que no sé por qué.

  • Pero vamos, que tu no eres... ya sabes?

  • No Charly, no... pero no sé que me pasó. Quizás la emoción de haberme transformado tan rápido, no sé, la verdad.

  • Eso tiene fácil solución -zanjó Charly-. Vístete como ayer y probamos a hacer lo mismo. Verás como ha sido eso que has dicho.

Yo, no muy segura de que fuera a funcionar me fui al dormitorio y tras un rato salí como el día anterior. Charly seguía con sus boxers pero esta vez parecía mas relajado y probamos a hacer como si quisiera propasarse conmigo.

Me cogió de la cintura y otra vez llevó su mano a mi culo. Yo traté de resistirme y le dije que me dejase.

Desgraciadamente las mismas sensaciones del día anterior se me volvían a repetir y volvía a ser incapaz de huir de sus brazos. Él cada vez se apretaba mas contra mi y sus manos recorrían mi espalda y culo. De nuevo volvió a besarme en el cuello y tal y como me había pasado el día anterior, en ese momento caí rendida, pero contrariamente al día anterior no tuve fuerzas para decirle que parara.

Mis manos que hasta ahora se apoyaban en su duro abdomen intentando separarse fueron recorriendo su cuerpo hasta tenerle abrazado. Y el no paraba de trabajarme el cuello con suaves escapadas al lóbulo de mi oreja.

Empecé en ese momento a sentirme realmente una mujer. El estar tan en poder de un hombre era una sensación maravillosa y no la iba a parar por nada en el mundo.

Charly me giró un poco para con una mano llevarla a mis pechos los cuales manoseaba por encima de la ropa. Instintivamente llevé mi mano a su entrepierna y lo que me encontré ahí me encendió aún mas. Su pene estaba completamente erecto y yo lo estaba sobando y disfrutando de ello. Otra mano la metí entre la goma del bóxer y su abdomen y pude por fin coger su polla sin nada de por medio.

  • Joder Luisa, como me estas poniendo -dijo.

Me dí la vuelta y lo besé. Lo besé en los labios, lo necesitaba. Al poco él me hundía su lengua en mi boca mientras yo seguía amarrada a mi trofeo. Pasé a besarle el cuello y poco a poco fui repasando sus pectorales, su firme abdomen hasta arrodillarme y tras sacar su polla del bóxer comenzar a besarla.

Nunca hasta este momento había ni siquiera tocado otra polla que no fuera la mía, pero ahora estaba disfrutando y lamiendo cada milímetro de su pene.

Los gemidos de Charly eran cada vez mas audibles hasta que dijo:

  • Vamos, cómetela toda.

No lo dudé. Abrí mis labios y metí ese trozo de carne todo lo que pude en mi boca. Salía y volvía a comérmela de nuevo. Que delicia!!! Intenté tragármela toda pero hubo momentos en los que me asfixiaba. Y es que Charly gasta una buena polla, de al menos 22cm. y yo la estaba saboreando, eso era lo mejor.

Calculo que llevábamos 10 minutos de mamada cuando noté cambios en la forma de jadear de Charly y supuse que se iba a correr.

En ese momento volvió mi lado mas racional. Charly no podía correrse sobre mi, no sabría como explicar a Celia porque se habían manchado mis ropitas nuevas.

Saqué su polla de mi boca y aunque Charly no entendía nada le dije que quería desnudarme para el. Caliente como estaba dijo que si. Me desnudé de inmediato y Charly, agarrándome por detrás me dijo al oído:

  • Quiero follarte, mi amor.

Como negarme a esta que me estaba haciendo una mujercita? En mi interior, si os soy sincera, lo estaba deseando.

  • Vamos a mi habitación, le dije.

Fuimos de la mano a mi habitación, yo delante y el detrás absorto en mi figura... tacones muy altos, un tanga negro y un sujetador a juego.

Me puse de rodillas en la cama dándole la espalda y dejé caer mis manos, de ese modo me puse a cuatro preparada para él.

  • Hazme tuya -le dije.

Él apartó la tira del tanga y puso su polla en la entrada de mi ano. Muy suavemente fue empujando y aunque al principio me costaba abrirme por primera vez en mi vida estaba dispuesta a que en ese mismo momento me penetrase. Quería sentir la fuerza de ese hombre en mis entrañas, así, cuando sentía algo de dolor trataba de acallarlo y por contra pedirle mas.

Charly se daba perfecta cuenta de que me estaba callando el dolor por lo que era muy delicado con cada embestida que daba. Se echaba sobre mi y me acariciaba mis falsos pechos y la tripita.

Siguió embistiendo, y yo resistiendo el dolor, hasta que buena parte de su hombría estaba dentro de mi. Permaneció quieto lo que estimo que serían 4 o 5 minutos hasta que, supongo, vio que en mi cara ya no había muecas de dolor. Entonces sacó lentamente parte de su polla para volver a introducirla también lentamente. Con cada embestida iba profundizando mas en mi ano y por mi parte las sensaciones de dolor era casi nulas, sin embargo me venían ráfagas de placer.

Minutos mas tarde yo celebraba cada embestida suya con un gemido de puro placer.

  • Ahhh, como me gusta tu polla, Charly. Vamos, hazme mujer, cabrón!

  • Si? Te voy a dar mucha polla. Toda la que quieras!

Que cuarto de hora mas delicioso! Charly me había hecho suya y deseaba que fuera para siempre. Sus cada vez mas fuertes empujones me llevaban al cielo.

Quería ser mujer! Lo había decidido! Nunca hasta entonces había sentido nada tan placentero. Quería que a partir de ahora riquísimas pollas me follaran y me dieran placer.

Charly me avisó de que se iba a correr.

  • Si, cariño... córrete dentro de mi, préñame.

Con grandes estertores Charly derramó varios chorros de leche calentita en mi interior y de verdad me sentí plena. Yo no me había tocado, ni me había corrido pero creedme que no lo necesitaba. Estaba en la gloria así ensartada por mi macho.

Poco a poco Charly fue sacando su polla de mi. Me volteé para rendir honores a ese falo que me había dado tanto y me hinqué de rodillas y lamí su polla hasta dejarla reluciente.

Tras esto me incorporé un poco y caí rendida en la cama. Y la cruda realidad se me vino encima.

  • Joder... ¿que hemos hecho? La pobre Celia... -dije.

  • No podemos decir nada -dijo Charly.

  • Lo sé, pero, como disimular. Como no tocar y mamar tu polla teniéndola tan cerca.

  • Pero Luis, tío, que te pasa? -me preguntó Charly recordándome mi condición de hombre.

  • Olvida a Luis... Tu has creado a Luisa -dije-, Sólo quiero ser Luisa, tu Luisa.

  • A ver... no te confundas. Yo quiero a Celia, lo sabes. Sólo que, no sé, -titubeó Charly al decir lo siguiente-, joder, que eres muy sexy.

  • De verdad me ves sexy? -dije poniendo un acento de gatita mimosa.

  • Si. Tienes un algo que te hace tremendamente sexy, y mira que sé quien eres, pero no lo puedo evitar.

En ese momento me sentí una mujer feliz. Encima era sexy!!!. Sólo había un problema. No sabía como iba a funcionar la convivencia con Charly y Celia.

El resto del día hasta la hora de llegada de Celia permanecimos sin hablarnos. Nadie me aseguraba que no me hubiera lanzado a besarle o lo hubiera hecho él. Mejor no tentar a la suerte.

Al llegar Celia me contó que si me veía preparada al día siguiente tenían entrevistas de selección de chicas para una campaña. Yo salté de alegría y abrazaba a Celia agradeciéndola todo y por supuesto la dije que si que estaba preparada y que quería que vieran la mujer que soy.

El día siguiente, a las 10 estaba en la puerta de la empresa de Celia, vestida con el traje mas elegante y a la vez formal que tenía, una blusa de la que solté un par de botones, unos zapatos negros con un tacón de 10cm y bien perfumada y maquillada. Nada exagerado, discreta y elegante, pero eso, creo que es mejor contarlo en otro relato.