Ayudante en la veterinaria

Un chico que ama a los animales....

AYUDANTE EN LA VETERINARIA

Desde siempre me gustaron los animales. Mucho mas los perros. Y mucho, mucho más los perros grandes. No se porque y tampoco nunca me lo plantee demasiado. Tampoco creo que importara mucho.

Era una buena entrada. Tenía que estar allí lunes, miércoles y sábados. Mi trabajo era principalmente, el de ayudar anotando los perros y otros animales que iban a revisarse. Además de bañarlos, peinarlos. Y si eran vecino irlos a buscar y llevarlos nuevamente a su departamentos.

La veterinaria era conocida y tenía buena clientela. Quedaba en zona céntrica así que siempre, había que ir y llevar animales.

Una mañana de sábado de tantas, estaba cerca del mes de estar trabajando allí. Tuve que ir a retirar un animal grande me dijeron, cerca del teatro. Una casa antigua que se mantenía aún en el casco céntrico.

Llegué a y salió una señora mayor bien vestida y arreglada como si fuera a irse e paseo.

__¡Hola tu eres el chico de la veterinaria!__ dijo sonriendo

__¡Si señora, yo soy__ le conteste con cara sonriente.

__¡Te dijeron que "Tino" es un perro grande!__ aclaró de antemano

__¡Sí señora!__ contesté

__¡Bueno pasa, pasa…es un dogo de burdeos!!__ rápidamente pensé que era un dogo de burdeos, no tenía ni idea. De pronto apareció la señora con una correa y allí estaba el enorme perro de unos 65 cm de alto, un cabeza imponente, pecho ancho, pero de buenas formas.

__¡Lo ves asi pero es cariñoso, parece que te va a comer, pero no, es muy compañero y le gusta estar con gente!!__ dijo la señora tranquilamente.

Salimos a la calle con Tino y realmente era un animal dócil tranquilo, nos cruzamos varias veces con otros animales y el tipo ni bola. La verdad era imponente y daba miedo. Pero era muy entendido e inteligente.

Cuando llegamos a la veterinaria había poca gente. Pasé con Tino al la parte de atrás, donde se encontraban los lugares donde se bañaban los animales.

Solo como conociendo, se metió dentro de la fuente preparada para tal fin. Obviamente lo hablaba y el me miraba como entendiendo lo que le decía. Era muy amigable y dócil, tal cual lo había dicho la dueña.

Empecé a bañarlo, mojándolo por completo y colocándole el champú para perros que me había asignado la veterinaria a cargo. La cuestión es que el animal era un primor. Casi no se movía de su lugar. Lo enjugaba y lo iba jabonando nuevamente. Llegué a su entrepierna. Los huevos eran tremendos de gordos y el lápiz grueso que tenía me lleno de emoción y el perro dogo de burdeos, era tremendo, recién ahí corrió la cabezota, se puso dura en seguida, lo acaricié un par de veces pero lo deje porque no podía continuar en esa tarea. Mi culito se hizo agua, me mojé de inmediato. Estaba abierto y tan caliente. Me moría de ganas de probar aquella salchicha enorme, gorda, caliente.

Pensé como podía hacer par comerme aquella hermosa pija de aquel animal hermoso. Estaba tan caliente que terminé de bañarlo y luego lo empecé a secar, pensaba, soñaba, con tener aquella tremenda vergota en mi cola de putito ardiente. Tino quedó brillante, con su pelo corto sedoso y limpio.

Luego la veterinaria le dio una revisada general, yo babeaba, soñando con el garrote que tenía el animal. Una vez que la veterinaria dio el ockey tuve que salir nuevamente con al bello Tino para llevarlo a su hogar.

Mientras caminaba con el. seguía con mi cabeza hirviendo buscando como podía hacer para estar con el animal aquel que me estaba volviendo loco de calentura.

__¿Como se porto este animalito tan lindo de mami?__ preguntó la dueña sonriendo

__¡Muy bien señora!¡Es realmente muy educado!

__¡Así si vieras, es muy dócil y muy educado!

__¡Se nota!

__¡Yo misma le enseñe todo todo lo que sabe!¡Pasa, pasa!__ dijo ella corriéndose del marco de la puerta. Entre  la casa, a una especie de sala de estar, siempre con el perro Tino de la correa. Se la ofrecí a la dueña.

__¡Dime!__ dijo la dueña tomando la correa como distraída

__¡Si!__ dije a modo de contestación

__¿Qué tienes que hacer en la tarde?

__¡No se…ahora…muy bien!!

__¡No quiero comprometerme, la verdad es que necesitaría un favor!!

__¡Bueno si puedo!__ dije sorprendido.

__¡Sucede que los sábados en la tarde generalmente lo llevan a pasear a Tino… y justo hoy, el chico no puede, entonces pensé. si tu…!!!

__¡Por supuesto!__ no la deje terminar. Ella abrió la boca feliz, me di cuenta, que le saqué un peso de encima.

__¡Oh de veras querido, me encanta, ¿Cómo es tu nombre?

__¡Octavio!__ dije con una sonrisa de oreja a oreja.

__¡Puedes pasar a eso de las tres, si quieres!

__¡Acá estaré!__ dije y me di media vuelta.

Llegué a casa, mire alrededor, comí algo rápido. Llame a la veterinaria a ver si tenía que volver. Por suerte me liberaron.

Me metí al baño luego de comer, hice lo que hago siempre después de comer y luego lentamente me pegué un baño. Repasé mi cola no dejando un vello. Lo deje limpito, esperando a mi mejor amante. Me lo acaricié y me metí los dedos hasta el fondo gozando de una paja hermosa y largando los fluidos mientras terminaba de bañarme. Así baje un poco la ansiedad de tener a aquel animal a mi disposición.

Puntual recogí a Tino que me movía la cola conociéndome ya. Pregunté por la hora de regreso y la mujer muy confiada lo dejó a mi libre albedrío. Me relamí por dentro.

Salimos por las calles del centro. Rápido me dirigí a mi casa. Entramos, estaba a solo unas cuadras del domicilio de Tino.

Dejé que Tino reconociera el lugar. Anduvo un rato husmeando, mientras yo lo observaba desde el sillón. Me fui quitando la ropa. El perro se acercó olfateando, quizá, mi cola perfumada y ya encremada, el solo hecho de acercarse a mi me levanto la verga, poniéndola muy dura, el acercó su chato hico, y la baba, empezó a salir de su boca. La lengua acarició mi pija alzada y caliente, gemí, y su lengua se corrió hacia abajo, levanté mis piernas, dejando mi agujero a su disposición, allí, metió su larga lengua, áspera, ardiente, babosa.

Me quejé y el siguió lamiendo y escarbando de forma profunda y aviesa, como si supiera lo que hacía, como si supiera que me estaba dando placer. Yo me acariciaba las tetillas y apretaba los pezones duros y levantaditos. Masajeaba mi verga dura, con suavidad, despacio, sin apuro, quería que aquel perrazo me demoliera el ojete antes de acabar.

Me giré lento y puse mi cola paradita a la espera de su reacción, por supuesto, se subió encima sin pensarlo dos veces, trató de ensartarme, apuntó, mojándome, las nalgas ya con sus primeras acabadas, su transparente líquido. No me acertaba. Se inflamaba cada vez más y yo estaba más caliente que un volcán.

Seguía tocando mi verga. Su baba pesada caía al suelo. A veces con la lengua enorme me llenaba la cola de su pegajosa baba perruna. Agitado bufaba. Por fin en una de sus embestidas metió su gran pijota en mi ojete que bufaba de calentura.

Enseguida la bola creció pero no pudo entrar, quedo del lado de afuera, igual me lleno de su leche enseguida, me rebalso, y mi propia calentura hizo que saltaran mis jugos por todo el sillón y el piso. La vara de Tino era gorda, inflamada, larga. Fue y vino varias veces hasta que quedó quieto, con la lengua afuera, sobre mi cuello, sentía caer gotas de su saliva, la pijota del perro latiendo dentro de mi, la sacó de un tirón, pero estaba casi arrastrando al piso de tan dura y larga. La tome en mis manos y la llevé rápido a mi boca, era un mar de líquidos largando sin cesar, mi boca prontamente se llenó tuve que tragar y escupir. Chupé bravamente unos cuantos minutos, los jadeos del animal me electrizaban, no se le bajaba la dureza. Entonces la coloqué hacia atrás del cuerpo del macho alzado, y la lleve a mi agujero, la metí prontamente. Me cogía deliciosamente, los agitados jadeos de Tino se hacían cada vez mas y mas violentos, el seguía llenándome el culito de sus jugos. Los chorros eran interminables, mi verga se había vuelto a poner dura y yo gemía, diciéndole que era su hembrita, su perrita.

Volví a dejar suelto su pedazo que se movía latiendo, y seguía chorreando, volví a comerlo, el apenas se movía gozando de mis chupadas, y mamadas. Lo sacaba de mi boca y me regaba en la cara. Lo dejé, finalmente se acostó y se empezó a lamer su chota que poco a  poco se desinflaba. Yo metía mis dedos en la cola y le decía cosas como "me gusta tu pijota""te gusta tu hembrita" Tino me miraba y movía la cola larga y fuerte. Su vergota se fue escondiendo.

Le acerque agua para beber, y el bebió unos cuantos sorbos, yo me tomé un jugo refrescante, me paseaba desnudo y chorreando semen de aquel bello animal, el empezó a andar nuevamente por la casa. Abrí la puerta al patio y salió levantando la pata en varios lados meando cada rincón en señal de marcar el territorio. Era el macho de la casa. Me lo hacía saber. Lo deje andar. Mientras me comía una fruta. Me sentía muy caliente aún. Deseaba que aquel macho esplendido me volviera a penetrar. Pasado un rato me tiré al suelo y andaba la cuatro patas para ver si volvía a descubrirme.

Cuando entró del patio vino directo a mi, me olfateó, paso su lengua por toda la raja de mi culo hambriento. Pasado unos momentos me volvió a montar, busco ensartarme un par de veces hasta que por fin lo logró, metiendo su bola de una, la sentí agrandándose y grite de dolor, el enseguida giró su cuerpo y su cola quedó sobre mis nalgas. Agarré sus patas para que no se moviera, mientras aullaba  de placer y dolor, me saltaron las lágrimas, sentí un fuego quemando mi ojete, sacando llamas de el,  placer y dolor. Sentí como me llenaba el ojete, rebalsando por todos lados. El jadeaba fuerte, su lengua afuera parecía que iba a colapsar en cualquier momento.

Mi pija sola endurecida empezó a largar la leche llenando el piso, haciendo un charco pegajosos y abundante. Tino tiraba de vez en cuando para zafarse. Yo lo sostenía, mientras mi verga no se ablandaba y permanecía dura, gozando como una putita.

"Oh eres mi machito", gemía yo, "Soy tu putita, ahhh, me haces gozar", a la media hora ya no aguantaba aquella posición, a pesar de que mi ojete bailaba de placer.

La bola por fin salió arrastrando todo lo que había dentro de recto. El como  buen macho se comió todo mis jugos y los suyos mezclados. Quedamos los dos tirados un rato más.

Luego me fui a bañar. Me acomodé un poco. Y salimos nuevamente a la calle, Tino y yo íbamos felices y satisfechos.-