Ayudando a un amigo

Cuando tienes un amigo casado te puede regalar un poco de lo que le sobra.

Un amigo me ha pedido que vaya a ayudarle con un programa del ordenador que se le resiste. En el camino hacia su casa me viene a la mente la imagen de su novia, bueno ya es la de su mujer, ya hace un año escaso que se casaron.

Maria, que así se llama ella, tiene unos pechos impresionantes y siempre han sido motivo de admiración y de deseo reprimidos de toda la panda de amiguetes.

Me abre la puerta ella, se ha cortado el pelo a lo chico. Me da un par de besos en la mejilla a modo de saludo, sus pechos son enormes, redondos e inflados como pelotas y se aplastan contra el mío.

Viste una amplia sudadera y un pantalón tipo chándal que le hacen marcar mucho el culo. Ha engordado un poco y también le ha aumentado un poco más el pecho. A pesar de todo sigue estando muy buena y apetitosa.

Tras los saludos de rigor, Niko me conduce a la habitación donde está el ordenador que le causa los problemas . Por suerte, en pocos minutos el problema queda resuelto y volvemos al salón. Alli esta Maria, sentada en un sillón con un bebe en el regazo dándole de mamar. Me siento un poco incomodo al estar presente en una actividad tan intima. La pareja por el contrario lo encuentran muy natural.

Nos sentamos cerca de María mientras le sigue dando de mamar. Niko me relata uno por uno los innumerables cambios que han experimentado durante este año y pico que llevan como pareja. Entre tanto, Maria le pide que le sujete el niño mientras cambia de teta. La miro con curiosidad y una pizca lujuria. Yo ya le había visto las tetas antes, en la playa y en alguna fiesta, pero tan hermosas como ahora nunca.

Las tiene bien gordotas, aparecen bien prietas, rebosantes de leche. La roseta del pezón es grande y está bien salido, como un garbancito. Tras limpiarse con un pañuelito, se la guarda en el sostén y se baja la camiseta. A continuación se la levanta por el otro lado y desata la otra copa del sostén para que salga una teta como no os podéis imaginar, rezumando una gota de leche y plena, a punto de explotar.

Termina de darle de mamar y se arregla para salir. En cuanto se va, Niko me pregunta si me ha gustado verle las tetas a Maria. Él está supercontento. Siempre le gusto que ella tuviese un buen par de melones, y que los demás la mirasen con deseo. Ahora la satisfacción viene por partida doble. Seguro que a muchos se les caerá la baba cuando vean esas tetazas tan bien plantadas.

Yo le digo que me ha encantado y le alabo la suerte que ha tenido al tener a María como pareja. Me confiesa que disfruta mucho tocándoselas y que en ocasiones se la casca excitado cuando ve la cara de deseo de los demás hombres. Me enseña fotos de la boda, de cuando eran novios y más recientes haciendo hincapié en la evolución de los pechos de su esposa.

Como dije antes siempre los ha tenido muy hermosos y ahora está que se sale.

— Ven, mira…mira— me dice acompañándome hasta su habitación.

Abre un cajón y empieza a enseñarme la ropa íntima de Maria. Sus sujetadores enormes, sus braguitas, sus tangas, el picardías. Me insiste en que vea la diferencia del sujetador de hace unos meses y el actual…

— Tienes suerte — le digo — A mi me gustaría tocárselas, y chupetearlas un poco…me estoy poniendo como un burro nada mas pensarlo—

— ¿te gustaría hacerte un paja mientras los tocas? — me pregunta para mi sorpresa.

— Por mi te la puedes cascar todo lo que quieras… sin ensuciar, claro! —

— Si a ti no te importa… déjame unas braguitas suyas… me hare una especie de nudo alrededor de la polla y déjame un sostén usado… me cojo este retrato para verle la cara —

Tras esto, me siento en el sofá y me la saco delante de Niko y me empiezo a pajear lentamente pensando en su mujer, en su cuerpazo y sobre todo en sus bonitas tetas. El también hace lo propio con los ojos cerrados aunque de ver en cuando los abre un poco para mirarme.

Inesperadamente oímos el ruido del llavín en la cerradura. Apresuradamente encondemos las pruebas de nuestro delito y nos abrochamos la bragueta. Niko sale al encuentro de Maria y después van directamente hacia la cocina. Allí se oyen unas risas y un murmullo.

— Mira que eres tonto, no sé qué te pasa últimamente…— dice ella.

Yo me he levantado del sofá y con sigilo me asomo. Niko le ha quitado la blusa, y está detrás de ella abrazándola, diciéndole cosas al oído, mordisqueándole el cuello y sobre todo sobándole las tetas por encima del sujetador. Ella se resiste y trata de seguir colocando en los armarios lo que ha comprado, pero el insiste hasta que finalmente consigue desabrocharlo.

Los dos melones saltan hacia delante al sentirse libres. A mí me da un vuelco el corazón al ver desnudas las dos tetas. Niko se la toca con gracia y las hace brincar alegres. Maria se ríe divertida hasta que un instante después me descubre boquiabierto junto a la puerta.

— ¿pero tu no te habías ido? — pregunta sonrojada.

— Que va…le he invitado a cenar— dice Niko con prontitud.

Ella trata de tapar lo que no se puede. Niko la contiene y le coge las manos al tiempo que dice:

— Cariño, déjalo mirar… total antes te las ha visto y no ha pasado nada, verdad cariño? —

— Eso era distinto— dice ella con un poco de desagrado.

Niko le sigue haciendo cosquillas en el cuello y a continuación ella se olvida de que yo la estoy mirando. En el forcejeo del juego posterior, veo como sus tetas enormes parecen tener vida propia y se balancean de aquí para allá. ¡menuda delicia!. Niko se las sigue tocando y yo me echo mano al paquete.

— Mira Maria, parece que se le está poniendo dura viéndote las tetas — dice Niko con descaro.

Ella me mira con insistencia tratando de descubrir lo que quiero, yo contesto bajándome la cremallera y metiendo la mano en busca de mi duro pene.

— ¿Así que te gusta mirar? — dice mientras se detiene un instante, el suficiente para que Niko le coja una teta y se la sobe bien.

Vistas las circunstancias me bajo el pantalón y dejo al aire mis atributos. Ellos dos deciden que también es buen momento para echar un polvete teniéndome a mí como mirón.

Le levanta la falda mientras ella se apoya sobre la mesa dándole la espalda a él y mirando hacia mi. Pronto Niko empieza a bombear con fuerza sobre las nalgas de Maria. Ella empieza a suspirar y gemir disfrutando de las embestidas de su esposo.

Las tetas van y vienen a cada empujón, entrando en una extraña resonancia con los movimientos de él. ¡Vaya par de melones! Me acerco para tocarlos con una mano. La otra la tengo ocupada haciéndome una paja de lo más delicioso.

Deverano.