Ayudando a mi amigo

Mi amigo tiene un problema y me pide ayuda

Eran

las 5 de la mañana

cuando recibo un mensaje -Necesito tu ayuda en un asunto, voy para tu casa- mi mejor amigo me enviaba ese mensaje tan raro, dejándome muy preocupado. ¿Qué podía ser tan importante? Me levanté y me di una ducha para despejarme, pero al poco tiempo llamó al timbre. -Sube- le dije mientras dejaba abierto y me iba a la cocina a preparar café. Entró sin decir nada, y vino hacia la cocina. Estaba muy raro, llevaba una gabardina negra cuando él no llevaba nunca este tipo de ropa. -Espero que sea importante- Le dije sin muchas ganas. Él simplemente se abrió la gabardina y me dijo -Mira, no se que hacer- Me enseñó su miembro totalmente erecto, todas las venas se marcaban y estaba durísimo y un poco húmedo. -¿Es una broma? - le dije sonriendo. -No, no es una broma. Llevo dos horas así. Me he tomado un estimulante y no hay manera de hacerla bajar. -se le veía muy preocupado. -Has probado a...ya sabes, hacerte una paja?- me acerqué a examinarla, al tocarla estaba muy caliente, y a cada roce de mis dedos le provocaba un gemido ahogado. -Cuidado, está muy sensible. Si, me he hecho pajas pero nada, sigue así. He pensado que tu sabrías que hacer...- yo sin inmutarme le dije -Hay dos opciones, o hacer que baje, o ir de urgencias...tu eliges.- diciendo esto mi mente empezó a ir a mil por hora, mi amigo pidiendo que le trabaje la polla, un sueño hecho realidad! -No, ir de urgencias no, ayudame, por favor! - me dijo con cara de angustia. -Está bien, pasa a mi habitación y veo que puedo hacer. Le invité a desnudarse del todo y tumbarse en la cama. Decidí hacerle un leve masaje en la polla mientras me sentaba a su lado, podía ver como se estremecía. -No pienses en nada, intenta relajarte.- le dije mientras le quitaba las gafas y le cerraba los ojos. Pasé mis dedos suavemente por su rostro, acariciando su barba y sus labios y bajé por su cuello, su pecho peludo y su abdomen, hasta encontrarme con mi otra mano que acariciaba aquel glande mojado y duro. Me gustaba tenerlo así, relajado y erecto, dispuesto a dejarse llevar por el placer. Yo me empecé a esmerar más en mi masaje, acariciaba su polla una y otra vez, añadí un poco  de lubricante para que mis manos se deslizaran mejor por aquel miembro circuncidado, y prestaba especial atención a sus huevos y la zona del períneo, intentando descargar algo de tensión de su rabo, que por su dureza parecía de mármol.

Acerqué mis dedos lubricados a la entrada de su culo, y él gimió, seguramente nunca nadie le había hecho eso, y apretó las nalgas. -Relájate y déjame hacer, se lo que hago- introduje lentamente uno de mis dedos, moviéndolo en círculos, su esfínter rápido aceptó tenerme dentro y mis movimientos provocaban que cada vez su polla estuviera más y más dura. -Me va a estallar- dijo entre gemidos. -Tranquilo, tu relájate- Al ver la cantidad de líquido preseminal que brotaba de su polla me agaché y pasé la punta de mi lengua por su glande, probando aquél néctar que me encantaba. El suyo me supo muy dulce y empecé a mamar suavemente, metiendo y sacando su polla de mi boca. Me costaba abarcarla hasta el fondo por lo dura que estaba y decidí seguir dedeando su culo, introduciendo otro de mis dedos. Esta vez dos dedos giraban y entraban en su agujero, ahora dilatado y receptivo, y podía notar la esfera caliente de su próstata al fondo, deseando ser acariciada. Sabía que si masajeaba su punto G haría que se corriese y le bajaría la erección. Pero era demasiado fácil, ya que me había despertado tendría que aprovecharme. Sin decirle nada dejé de mamar y me metí los dedos llenos de lubricante, preparándome para cabalgarlo. Me senté sobre su polla, que parecía una barra de metal caliente, y con dificultad conseguí meterla toda, empezando a cabalgar sobre su cuerpo. Me agarraba a su pecho pellizcando sus pezones, viendo como seguía con los ojos cerrados y la boca abierta, jadeando y disfrutando de este accidente, mientras me follaba empezó a agarrarme las caderas con fuerza, notando todo mi peso moverse encima suyo, mientras yo volvía a explorar con mis dedos su culo, buscando su punto de placer. Él no esperaba eso, follar y ser   follado a la vez por mis dedos, y sus movimientos comenzaron a volverse más enérgicos, estaba claro que le gustaba notarme dentro tocando su próstata.

Yo sabía que si seguía jugando con los dedos se acabaría la fiesta, así que abrí el cajón de la mesilla y saqué un pequeño vibrador con mando a distancia, y se lo metí mientras yo cambiaba mi postura, poniéndome de espaldas a él. Él sin hablar se incorporó y me puso a cuatro patas, mientras sentía ese pequeño artilugio vibrando dentro, proporcionándole más placer del que jamás habría soñado. Cada vez gemía más y más, y sus embestidas eran cada vez más fuertes, tan duras como su polla entrando y saliendo de mi. Yo puse el vibrador al máximo, quería destrozarlo y que me destrozara y se volvió loco, empezó a gemir i follarme como un animal, yo estaba en el paraíso y si seguía así me correria, mi polla estaba completamente dura y mojada, moviéndose al vaivén de sus embestidas. La vibración era tan fuerte dentro de él que podía sentir como su polla vibraba también dentro de mi, y noté que se ponía algo más dura, si es que eso era posible. Él al notar las vibraciones a tope agarró mi polla y empezó a pajearla salvajemente, mientras que con la otra mano me agarraba fuertemente por la cadera. -Me corro! - dijo, y noté como me llenaba a chorros con su lefa caliente, mientras seguía follándome con fuerza. Yo empecé a correrme también, inundando su mano de leche y moviendo mi cadera al ritmo de sus embestidas para vaciarme completamente. Seguimos un buen rato, para comprobar que, efectivamente, el tratamiento había surtido efecto. Su polla fue bajando de tamaño dentro de mi, hasta que al sacarla pude comprobar que lo peor había pasado y no era necesario ir de urgencias. -Muchas gracias, sabía que tu eras el único que podía ayudarme, nunca más tomaré esa mierda- dijo aliviado. -Qué dices?- le contesté. -Ha sido el mejor polvo de mi vida. Si te vuelve a pasar ya sabes que estoy aquí para aliviarte.- y sin decir nada más nos dormimos abrazados, como dos buenos amigos que saben que pueden contar el uno con el otro.