Ayudando a Claudia a pagarse los estudios

Que malas son las subidas de tasas universitarias y qué bien le vienen a Ernesto

Bien, por donde podría comenzar… Me llamo Ernesto y soy estudiante universitario. Llevo una vida normal, estudiando, suspendiendo, me voy de fiesta, vuelvo borracho, me intereso por alguna chica, esta no quiere cuentas conmigo, vuelvo a estudiar, y así. No es la vida que aparecería en una película, pero no está mal. No diría que soy atractivo, pero he mejorado bastante desde la adolescencia, así que supongo que eso es un plus.

Quien seguro que ha mejorado mucho desde la adolescencia, sin duda alguna, es Claudia. Nos conocimos el primer año de carrera, y desde entonces hemos sido amigos. Amigos, donde ella me cuenta sus tonterías, yo las mías, y nos reímos. Aunque yo le miro ese escote apretado en el que lleva siempre sus amplias tetas y el culo cuando se gira, un poco más grande de lo que debería, pero un señor culo. Por lo demás, es alta, tanto como yo, y tiene unas piernas largas.

Un día, volvíamos de dar un paseo con nuestros amigos sobre las dos de la madrugada. Acabábamos de dejar a nuestro grupo de amigos, e íbamos por el mismo camino hasta nuestra casa. Solía acompañarla por si había problemas. Veníamos hablando sobre la subida de tasas.

-Pues no sé-decía ella- si podré pagarme el año que viene la matrícula. Necesito dinero de donde sea, Ernesto.

-Coge un trabajo parcial- sugerí.

-¿Estás de broma? No cogen a nadie. Ya lo he intentado. Necesito sacar dinero de donde sea, Ernesto.

Nos despedimos en la puerta, y le deseé suerte con su dinero.

El día siguiente nadie salió; todo el mundo se quedó estudiando en su casa. Ya pasadas las doce de la noche, estaba todo el mundo chateando en Internet. Claudia se conectó, y comenzamos a hablar. Me comentó que ya tenía fuente de financiación. Le pregunté cual, y comenzó a decir que le guardase el secreto. Se lo aseguré, y me lo confesó: iba a rodar un vídeo porno amateur. Me quedé a cuadros cuando me lo dijo. Añadió un enlace con las bases del concurso: mayores de edad, no más de veinte minutos, el formato, la calidad, los datos a poner… y 6.000 euros el mejor vídeo, 3000 el segundo y 1000 el tercero. Además el primero incluía un casting para un rodaje de una auténtica película X.

Sabía que ella no era virgen, pero no me imaginaba a Claudia grabando un vídeo amateur… y menos ganándolo. Le dije lo que opinaba, que si ella quería no estaba mal, y que a fin de cuentas estábamos en el siglo XXI, que mucha gente hacía esto, y cuando seguía escribiendo, me preguntó si quería ser su pareja en el vídeo.

Aquello ya era demasiado. ¿Claudia pidiéndome acostarme con ella para grabarlo además? Decía que ella podría pedírselo a otros chicos, pero que yo le transmitía la confianza necesaria. Sabía que si cogía a otro tío, este podría comenzar a rular el vídeo o podría chantajearla. No veía motivos para que yo hiciese eso.

En ese momento, me metí en la red social y comencé a mirar fotos de Claudia. Un cuerpo apetecible, sin duda alguna. Encontré una foto de ella en bikini, en la playa. El pelo rubio le caía sobre los pechos, grandes. Tenía el vientre plano, y las piernas lucían perfectas, levemente torneadas por el hecho de usar mucho la bicicleta. Se me puso dura. Tendría ese cuerpo para mí, y solamente habría que ponerle “si” en el chat. No reflexioné sobre el hecho de tener que grabar un vídeo porno, ni los problemas que podría traerme esto con mi mejor amiga… sólo que podría metérsela, y meterla de una vez.

“Soy virgen, lo sabes” le escribí a Claudia. Me respondió que no me preocupase, que eso incluso sería una ventaja si poníamos en el vídeo que me estaba desvirgando. Le respondí que eso quedaba bien cuando se desvirgaba a la chica…

“Bueno, si no quieres, me da igual, enserio. No quiero presionarte. Solo espero que no me mires rara con esto” Ya estaba dudando. Era poner dos letras y echaría un polvo, aunque fuese grabado. Le puse sí. Sabía que si no lo hacía no me lo perdonaría en la vida.

Quedamos el domingo por la mañana en su casa, o sea, unas 9 horas más tarde, aunque me costó dormir.

Se escuchó un timbre en el silencioso edificio, y Claudia abrió la puerta. Allí estaba Ernesto con una mochila con su cámara de vídeo. Claudia invitó a pasar a su nervioso amigo.

Ella estaba en pijama. Pensó por un momento si esa habría sido una buena forma de recibirlo. Aunque el pijama marcaba sus formas, y era cortito, puesto que faltaba poco para verano, pensaba que quizás a Ernesto le hubiese gustado más verla con ropa interior de encaje o algo así… Necesitaba que estuviese genial, tenía que ganar aunque fuese el tercer premio para relajar su apretada economía.

Vamos a mi cuarto –el piso de estudiantes de Claudia era pequeño, aunque que sus compañeras no estuviesen ese fin de semana hacía posible eso y que hubiese otras dos habitaciones libres.

Ernesto montaba la cámara en el trípode, aunque Claudia lo veía realmente nervioso y confuso. Casi se le calló la cámara, y en aquel momento tenía la pinta de que en su interior había muchas cosas menos un rabo duro dispuesto a follarla.

Comenzó a desvestirse sola, pues si tenía que depender de Ernesto… Se quitó la camiseta, y dejó libre sus dos peras, grandes. Aún siendo un poco narcisista, reconocía que sus pechos eran perfectos, redondos, grandes, con un pezón pequeño, que se quedaban tersos y mirando al frente, en vez de caerse. No podía decir lo mismo de su culo, algo desproporcionado y algo alejado del perfecto 90 que marcaban todas las revistas de moda. Tampoco se había depilado el conejo –nunca lo hacía- y lucía rubio y rizado.

Cuando Ernesto terminó de colocar la cámara, se giró y vio Claudia desnuda. No se puso duro. Estaba de todo menos duro. Tenía que hacer algo que no había hecho nunca, y bien, para un vídeo de un prestigioso portal porno. Por si fuese poco, tenía que hacerlo bien si quería que su amiga siguiese estudiando la carrera. Aquello era demasiada presión.

Claudia se sentó, y animó a hacer lo mismo a Ernesto. Él balbuceó y se sentó a su lado. Se quedaron mirándose, con la cámara en el trípode con su lucecita roja. “Dios- pensó Claudia- ¿es que Ana no le enseñó nada?”. Ana había sido la exnovia de Ernesto, una chica gordita y tímida, y no habían pasado de besarse.

-Bueno, bésame- dijo Claudia, y Ernesto le dio algo más parecido a un cabezazo que a un beso, aunque sus labios chocaron, y él trató de meterle la lengua. Se lo quitó de encima.

-Así es imposible, Ernesto. Tiemblas. Relájate. Te aseguro que esto lo lleva haciendo la gente desde el principio de los tiempos.

-Lo siento, no ha sido buena idea, mejor lo dejamos –comenzó a decir, atorado. Estaba temblando.

“Solo falta que el imbécil este me pida de casarme. Parece que tiene catorce años”. Y de repente, Claudia reflexionó. El malo no era él. Él le hacía un favor –aunque en realidad era casi recíproco- y estaba siendo muy dura y exigente. Se acordó dos años atrás, cuando Paul, ese muchacho de intercambio, le rompió la virginidad en tres embestidas. Estaba tan asustada como Ernesto, o más.

-No, cielo, tranquilo. Vamos a hacer esto, pero sin cámara.- se levantó y apagó la cámara.- Cuando estés más experimentado, ya lo grabaremos. El plazo acaba en dos semanas; tenemos tiempo.

Ernesto no podía creérselo. Aún así iba a follar.

Claudia se sentó en el regazo de Ernesto. Él aún estaba vestido. Le pasó una mano por el cuello, rodeándolo y poniéndole uno de los pechos a la altura de la cara, a tan pocos centímetros que sentía la agitada respiración del muchacho.

-¿No te gusto, Ernesto?

-Yo…

-Se como me miras el escote cuando hablamos, cielo, y seguro que te has masturbado pensando en mí.

-Yo no, Claudia…

-No lo ocultes, no me voy a enfadar contigo. Soy yo la que está desnuda sentaba en tus piernas, cariño. –Abrió la cremallera, le tocó el miembro con la mano, y se endureció- ¿Te gusta, verdad?- Comenzaba a hacerle una lenta paja- Es bastante grande –Claudia no miraba el miembro, pero lo notaba. Normalmente los diecisiete centímetros de la mayoría de los tíos con los que se acostaba (que tampoco eran tantos, desde Paul creía que no había llegado a diez) eran ideales para su mano, pero notaba aquello más grande. Miró y encontró algo bastante cercano a los veinticinco centímetros. –No conocía a este Ernesto- “Joder, con esta polla si que podemos grabar un buen vídeo. He de quitarle la timidez en dos semanas, sea como sea” – pero me gusta.

Dejó de masturbarle; no quería que se corriese tan rápido. Le besó, un beso apasionado, al que respondió de forma torpe- “Nada, Ana no le enseñó nada”- lo tumbó en la cama, aunque no iba a cabalgarlo. Ernesto tenía que aprender a dar con ritmo. Se separó, vio su nabo lubricado, y ella comenzó a excitarse.

-Levántate, Ernesto. –Se levantó, y ella le puso el culo. El perrito estaría bien; solamente tenía que empujar. Ya todas las medidas anticonceptivas puestas, Ernesto supo lo que hacer ya sin que le indicaran. Comenzó con un bombeo irregular, aunque fue cogiendo el ritmo, hasta que se corrió. Lo cierto es que esos embites, aunque torpes, la habían excitado. Ernesto se tumbó a su lado en la cara, sudoroso.

Al cabo de unos minutos, Claudia volvió a cógele la polla, y comenzó a masajear. Veía como se iba poniendo dura lentamente; no tan rápido como antes, pero de ser un colgajo pasó a ponerse morcillona, y luego dura y tiesa otra vez.

-¿A ti no te gusta tocar, Ernesto?

-Claro.

-Pues toca. Ernesto – Claudia dejó de hacerle la paja y se puso encima de él- quiero esto sin complejos, ¿vale? Toca, y propón hacerme cuanto quieras. Es estúpido que te invada la timidez. Hemos roto hace ya un buen rato la barrera de la intimidad.- Ernesto respondió a esto colocándole la mano en una teta.

-¿Así?

-No está mal. Estruja si quieres.

Volvieron a follar, esta vez cabalgándolo, mientras él le tocaba las telas y el culo cuanto quería. Lo cierto es que Claudia estaba excitaba y estaba disfrutando. Volvieron a tumbarse en la cama. Ernesto veía a Claudia entre las sábanas, con sus pechos perfectos, tumbada al lado suya. No podía creer lo que había ocurrido esa semana.

-¿Te ha gustado, Ernesto?- preguntó coqueta Claudia.

-Mucho- no podía decir otra cosa.

-Pues… a mi también –y le dio un beso en la mejilla. –Me pone bastante cachonda tu timidez y eso. Después de haberlo hecho con tantos otros…

-¿Qué pasaba con los otros?

-Pues ya sabes, chulos de discoteca, pijos idiotas… Quieren llevar ellos las cosas y no saben ni la mitad; con su arrogancia, sus tatuajes, sus coches… No me gusta eso de que piensen que me tienen. No se.

-¿También era así tu ex?- Claudia había tenido un novio, antes de conocer a Ernesto. Habían durado poco, y la relación había sido tormentosa. No hablaba demasiado de ello.

-Pues… sí, para que nos vamos a engañar. Aunque me enseñó un par de trucos. Te los tengo que enseñar, y desde luego los utilizaremos en el vídeo. Oye –dijo mirando el reloj de la mesita- son las cuatro de la tarde.

-Nos hemos pasado toda la mañana follando- rio Ernesto.

-¿Nos ponemos una pizza y nos duchamos?

Se ducharon juntos, aunque ya la polla de Ernesto había tenido suficiente. Comieron casi a las cinco de la tarde, viendo la televisión y hablando de otras cosas.

-Me voy, tengo que estudiar, y en mi casa estarán preguntando que estoy haciendo.

-No se lo imaginarían, Ernesto- y comenzaron a reírse.

Se despidieron, y Ernesto le dio un beso en los labios. “Espero que este tonto no se me enamore ahora”- pensó Claudia cuando Ernesto desapareció en el ascensor.

Lo cierto es que Ernesto la había dejado excitada. Y ella también tenía que estudiar, aunque no apuntes precisamente. Llevaba viendo vídeos porno amateur desde ayer para imaginarse qué podría hacer con Ernesto. La mayoría tenían una cámara fija, una iluminación malísima y una calidad pésima. Comenzaban con una mamada, follaban y el tío de turno le hacía un facial. No es que le asquease ese guión para follar, aunque tenía que ser más imaginativa si quería ganar aunque fuese el tercer premio. Los ganadores del año pasado eran muy videos muy buenos: el primero, una orgía de asiáticos en un todo a cien. Eso ni se le ocurriría a Claudia intentarlo. Quería que cuanta menos gente se enterase, mejor, y desde luego le iba a costar encontrar gente dispuesta a eso. El segundo vídeo era de una mujer de casi treinta años, una de las mujeres más exuberantes que Claudia podría imaginarse. Estaba incluso algo pasada de peso, pero lo compensaba embutida en un atuendo de enfermera tan ajustado que parecía una morcilla. Después, llegaban dos negros enormes y se le follaban de una forma brutal. Aquellos negros tenían más rabo que Ernesto, y la mujer acababa pringada y rezumando semen por todas partes. El tercer premio había sido para una pareja de lesbianas. Estaban delgadas y apenas tenían tetas, pero si unas nalgas redondas y carnosas, y los dildos y vibradores que usaban daban buena cuenta de ellas. A Claudia le costaba admitir que se excitaba un poco viendo aquel bollo.

Ernesto le habló por el chat, y le preguntó que cómo estaba. Ella le respondió que viendo vídeos y sacando ideas para el de ellos. Ernesto le respondió con una avalancha de vídeos e incluso relatos eróticos para sacar ideas. “Es un maldito pajero, mi Ernesto” pensó la chica.

Al día siguiente, volviendo del campus, Ernesto le pregunto si quería quedar para ver vídeos en su casa, ya que estaba sola, y así sacar ideas. Estaba bastante ilusionado con el proyecto, y Claudia tenía que decirle que bajase la voz para que nadie los oyese.

-Nos vendría genial un cámara, Claudia- dijo Ernesto.- Los vídeos con cámara fija no ganan nada.

-Ah no, me niego a que haya otra persona metida en esto. Solamente lo sabes tú.

-Oh, bueno, entonces ¿grabamos un POV?

-¿Un POV? (Claudia descubrió que era un POV ayer por la tarde) No tienes ni pulso ni experiencia. Un POV tuyo se movería más que la peli esa de la Bruja de Blair.

-Bueno, ahora sacaremos ideas. Al menos mi cámara tiene buena calidad, y podría hacer un montaje chulo.

-Tienes razón.- Claudia cambió de tema, y Ernesto no volvió a hablar del vídeo.

Comieron en la casa de Ernesto, y después Ernesto trajo su portátil y lo puso sobre la mesa. Abrió un portal porno extranjero, diferente al que ella miraba, y puso vídeos, mientras los iban comentando sentados en el sofá. Ernesto, a los cinco minutos se sacó la polla sin avisar.

-Duele dentro del pantalón- puso como excusa. Sin embargo, tardó poco en añadir- ¿Me haces una paja?

-Eres un caradura, Ernesto. –Sin embargo, cogió la polla y empezó a masturbarla. Él comenzó a sobarle una teta, aunque llevaba sujetador.

-Quítate el sujetador.

-Confórmate con la paja, Ernesto.

-Vale, vale. Sobaré por aquí debajo.- y le pellizcó el terso culito, embutido en unos leggins.

-¡Ernesto!- gritó Claudia.

-Dijiste que no me cortase. Y tienes un culo exquisito.

-Seguimos siendo amigos…

-Esto lo propusiste tú. Además, hay confianza, ¿no?-  y le dio otro pellizco. A todo esto, Claudia seguía masturbándolo mecánicamente. Dejó los pellizcos y metió la mano bajo el leggins y las bragas, y tocó con la palma la carne, blanda. –Mira cómo la chupa esa morena. Oye, tu en ese aspecto…

-Se chupar, alguna he hecho.

-¿Al Paul ese?

-No, a mi ex. Solamente a él.

-¿Solamente?- y miró con los ojos apenados. Ernesto volvía a ser el tímido de ayer. Se debatía entre si había llegado demasiado lejos o pedirle una mamada allí, mientras él veía porno en el sofá de su casa.

-Bueno, hay que hacer un buen vídeo- y sonrió pícaramente. Tenía que admitirlo: no era guapo, pero aquella actitud le ponía mucho. Y tenía un buen rabo- Vamos a practicar.

Claudia empezó a mamar la polla de Ernesto, primero con pequeños lengüetazos, luego tragándola. Aquello era lo peor, mantener la mandíbula abierta tanto tiempo, y más con semejante pollón en la boca. Así pues, la tenía dentro de la boca un rato un rato y volvía a dar lengüetazos. –Si vas a correrte, avisa. -Advirtió Claudia. Ernesto solamente pudo asentir con la cabeza. Claudia, de repente, sintió un dedo en el coño húmedo. Se había agachado al lado de Ernesto y para ello había dejado el culo en pompa, con la mano de Ernesto pellizcando. El muchacho urgaba en el coño de Claudia sin mucho tino, pero era agradable tener ahí el dedo ahí. Le habría gustado que Ernesto le mantuviese bajada la cabeza con la mano que tenía libre y la obligase a chupar; eso se lo hacía su exnovio y la ponía a mil. Pero Ernesto estaba en otro lado, en un mundo mejor, donde los lengüetazos de Claudia se mezclaban con los gemidos del vídeo porno. Tan en otro mundo que se le iba a olvidar avisar a Claudia de que se corría….

Y se corrió. Afortunadamente fue cuando Claudia lamía, y no cuando engullía. Toda la lefa, caliente y espesa, le cayó en la cara y el pelo, y parte de las tetas. Cerró los ojos y sintió como le cubrían de caliente esperma. Ernesto solamente gimió y echó hacia atrás la cabeza.

Se levantó, algo sorprendida, y miró su reflejo en el espejo: tenía la cara llena de semen. Gotas caían por sus labios, mejillas y pelo, y tenía varias manchas en la camiseta.

-Voy a lavarme, atontado.- Tendría que lavar también la camiseta. Ernesto volvió a gemir como forma de asentimiento.

Lavó la camiseta con agua, y la colgó de la ventana del cuarto de baño. Volvió en sujetador al salón. Ernesto se había quedado dormido, con la pegastosa polla fuera. Se enfadó, se quitó el zapato y le pisó. Dio un grito de dolor.

-No se duerme- Dijo a Ernesto, que se llevaba las manos a sus partes. Ella comenzó a reir.- Vamos a estudiar; ya se nos ocurrirá algo. Es lunes y vamos a empezar a grabar el viernes.- Ernesto asintió aún echo un ovillo en el sofá.

-No puedo creer que te tenga estudiando en sujetador, Claudia. Así no me concentro- dijo al cabo de un rato.- Enserio, estás muy buena.

-Vaya, gracias –Al fin se lo había reconocido.- Siento distraerte, pero me has manchado la camiseta y no me las puedo quitar- dijo señalándose las tetas.

-Tampoco hace falta. Pero yo me voy a quitar los pantalones; me tienes empalmado…

-…y duele. De acuerdo.- Ernesto tardó poco en quitarse los pantalones y los calzoncillos.- ¿Piensas estudiar con el glande rozando el borde de la mesa? – el rabo de Ernesto se alzaba hacia arriba y tocaba la mesa.

-¿La verdad? Si no te molesta, voy a echarme una paja.

-¿Te dejo solo?

-Que va, viendo esas tetas acabo antes y puedo volver a los apuntes.

“Es un pervertido, pero es que yo le doy cancha. Menudos amigos me busco”. Claudia trató de concentrarse; pero en sujetador y el palmeteo de su amigo era difícil. “Los derechos personalísimos…” leía, pero sus pensamientos no podían competir con el “PLAS PLAS PLAS” de Ernesto. Esperaba que se controlase mejor y no se corriese contra los apuntes. “…son inherentes a la persona, por lo que no pueden ser vendidos, cedidos…” PLAS PLAS PLAS “El jodido tiene aguante, hay que admitirlo. Ayer me duró poco la primera vez, pero cada vez va a más” PLAS PLAS PLAS “Tenemos un parcial en dos semanas y este finde voy a hacer de pornostar. Podría dejarme estudiar” PLAS PLAS PLAS “Es divertido, tengo que admitirlo.” Comenzó a mojarse los labios con la lengua para que Ernesto viese la insinuación. Quizás así terminase antes. Ernesto siguió masturbándose. Ella se recostó en la silla, y mordió el boli de forma sugerente. “Lo tengo loco” pensaba. Aunque ella se estaba excitando mucho con la situación, y tenía los pezones duros, aunque el sujetador que llevaba apenas los marcaba. Se metió la mano en el leggins y comenzó a masturbarse “¿Qué estoy haciendo?” se preguntó. Sabía que eso ya no era porque Ernesto acabase antes; era que estaba cachonda.

-Claudia- dijo Ernesto- tengo un condón. Ponte en la mesa, que acabo pronto.

-Joder, sí. Que pajas ni pajas. Móntame- dijo desatada

Los bolis y lápices cayeron de la mesa, y los apuntes se mezclaron. La mesa se movió casi un metro con las embestidas, y Claudia gemía como una loca. Ernesto trataba de callarla, pero ella gemía. Y seguía dándole, hasta que se vino, y volvió a sentarse en la silla.

“Ernestito ya ha ligado. Me pregunto con quién” pensó la vecina de abajo, una chica de dieciocho años que tomaba a Ernesto por un pringado, mientras chateaba en el ordenador.

-Ernesto- dijo resoplando Claudia- me has dejado al borde del orgasmo, cabrón. Aguanta un poco más.

-Llevaba un rato masturbándome. Joder Claudia, eres la leche. Pero te ha oído todo el bloque.

-Me da igual, me da igual. No echaba un polvo tan bueno desde… joder, dos años o así.

“Desde que estuvo con su ex. Por mucho que diga, sigue pensando en él.”

Al día siguiente, los dos corrían por los pasillos de la Facultad.

-No llegamos, Ernesto. Nos vamos a perder la clase.

-Que si, mujer, corre.- Aunque llegaban diez minutos tarde. La puerta estaba cerrada.

-El cabrón del profesor no deja entrar tarde a clase. Si aparecemos, nos va a echar.

-Si- dijo Claudia sentándose en el banco, poniendo la carpeta al lado.- Habrá que esperar dos horas hasta que sea la siguiente clase.

-¿Sentados? Por Dios, el campus tiene jardines, una cafetería… Vamos a dar una vuelta, no pienso quedarme sentado. Hace un sol espléndido.

-Vale.

Comenzaron a dar un paseo, hablando de banalidades. Ana seguía hablando con Ernesto a veces. A Claudia le sorprendía lo zorra que podía ser esa mujer para ser virgen e ir de tímida. Continuaron la conversación, y sacaron el tema del vídeo:

-¿Qué te parece una buena iluminación? Usamos un foco, y así no se ve en penumbra.

-Es buena idea, sí- pensó Claudia.

-Tenemos que resaltar ese culito tuyo jeje- y le dio una palmada.

-¡Ernesto!- estaba enfadada- ¡Estamos en público, en el campus! ¡Y no voy a permitir que me trates así…!

-Calla, mujer, que ha sido una palmada, y aquí no hay nadie.- Estaban detrás del campus, donde había más sombra. El césped estaba más húmedo, verde y descuidado que los jardines principales.

-A ver Ernesto…

-A ver Claudia, dijiste sin cortes y sin timidez. Tenemos que parecer buenos en el vídeo, no que somos unos quinceañeros que se empujan en un descampado después de un botellón. Me la has chupado, me has pajeado y ayer medio bloque se enteró de que estuviste en mi casa. ¿Y te molestas por una palmada y un piropo?

-Bueno…- ahora descubrió porqué Ernesto siempre ganaba cualquier discusión.

-¿Sabes? Desde la mesa de ayer, no... ¿Te apetece uno ahora?

-¿Ahora, en el campus?- preguntó desconcertada.

-¿Sabes lo bien que le sientan a tus piernas esa falda vaquera? –llevaba una falda vaquera por encima de la rodilla que le resaltaba además el culo.- Vamos al cobertizo.

-¿Cobertizo? Pero…

Ernesto la cogió del brazo y la llevó al cobertizo, donde empezó a besarla y a magrearla. El chico ya sabía lo que había que hacer para mojar con ella, y lo aprovechaba cuando quería.

Se besaron, le tocó el coño y luego le metió la polla, contra la pared de la caseta, levantándola con sus brazos. Sentía su pecho contra el de Claudia, esas tetas grandes con pezones erectos, y el aliento de la muchacha, que gemía con grititos agudos; él daba resoplidos con cada embite, claramente excitado. El sujetador estaba tirado entre unas herramientas, como la camiseta. Las bragas estaban a los pies de Claudia, y la falda subida, dejando el agujero listo para que Ernesto se lo ensartara.

El cobertizo era grande y tenía dos puertas; ellos estaban junto a una, y había otra en la otra cara, que se abrió y entró el jardinero.

-¿Quién hay ahí?

-Joder- susurró Ernesto. Cogió la camiseta y se la tendió a Claudia.- Cuando te diga, salimos.

El hombre miraba entre los aparatos, preguntando dónde estaría la alimaña que gemía de esa forma. Cuando se agachó a buscar en el cortacésped, abrieron la puerta y salieron corriendo.

El jardín seguía tan solitario como siempre, y no pararon hasta llegar a un lugar donde fuese normal verlos.

Claudia se había dejado el sujetador y las bragas en el cobertizo. Se le notaban los pechos y los pezones tras la simple camiseta de algodón, pensada además para ajustarse al cuerpo. Lo de las bragas no se notaba, pero Ernesto lo sabía, y lo excitaba.

-Imbécil, casi nos pillan.

-No lo han hecho, piénsalo así.

-Ahora hay que esperar a que el jardinero salga para recuperar mi ropa interior- y entonces salió el jardinero con el sujetador y las bragas de Claudia en la mano, quejándose de vándalos y depravados

-Así estás muy bien.

Claudia no tuvo más remedio que ir a clase sin ropa interior. Maldijo a Ernesto por su idea y al profesor por ocurrírsele realizar una práctica de “suma importancia a la que no iba a tolerar que se faltase a clase. Los chicos se bebían literalmente a Claudia con los ojos, con sus grandes pechos en todo su esplendor sobre la camiseta. Ernesto no atendió a la importante Claudia, sino que en cuanto se quedaron a oscuras al poner el cañón de diapositivas comenzó a pellizcarle el culo, y los pezones volvieron a notarse en la ajustada camiseta.

-Ernesto, no voy a tolerar otro día como hoy.- dijo cuando estuvieron solos.

-Creo que no te das cuenta de lo que has descubierto…

-¿Que eres un completo imbécil y que creo que el vídeo lo voy a hacer yo solita con una banana?

-No, tonta. Has descubierto lo que te pone el riesgo. Estabas más cachonda que nunca; de no ser por el jardinero, hoy si que te llevo al orgasmo.

Claudia reflexionó sobre esto. Tenía razón, había estado completamente desatada.

-Vale, si. ¿Y qué?

-Muéstrate así en el vídeo y lo ganas.

-No soy una máquina; así llego según las circunstancias.- dijo molesta.

-Pues grabemos el vídeo en un lugar público.

-¿Estas loco no?

-No. Por la mañana temprano ahora mismo hay buena luz y poca gente en un parque, por ejemplo. O podemos hacerlo en la calle de madrugada. Nadie se va a dar cuenta, y desde luego le gustará a los del vídeo.

Claudia se mordió el labio. Lo que decía Ernesto tenia lógica, y necesitaba el dinero.

-¿No supondrá ningún problema, no?

-Para mi, no. Me excita bastante a mi también.

-De acuerdo…

-Y hay una cosa más: necesitamos un cámara.

-No, te he dicho que no. No quiero más gente en esto.

-Hace falta un tío que grave esa carita de gusto que pones cuando te follo. Esos planos no se sacan con cámara fija, Claudia.

-¿Y a quién llamas? ¿A algún amigote tuyo?

-No, no, a un profesional. Mira, conozco un muchacho que está metido en cosas de audiovisuales y dice que nos graba por el diez por ciento del premio.

-¿Y si no ganamos?

-Pues que se jode. Como yo monto el vídeo y la cámara la pongo yo, al muchacho no le importa. Hace esto por al arte; pero si puede sacar algo de tajada…

-Bueno…- 5.400 euros sería suficiente si le daba 600, y quizás podría regatear- ¿el cámara no me conoce, no?

-¿Conoces a algún Rafael Buendía Arellán?- dijo Ernesto.

-Que va.

-Pues entonces él tampoco te conoce a ti. No tienes ni que decirle tu nombre, y ya ha hecho otros vídeos de estos. Para él serás otra rubia más buscando dinero fácil

Esa frase hizo sentir a Claudia algo sucia.

La mañana del viernes quedaron temprano con el cámara en el parque.

-Necesitaremos unos pseudónimos para el video.- dijo Claudia, mientras se dirigían al parque. Iba todo lo provocativa que podía, con una camiseta blanca que enseñaba hombros, escote y el ombligo, y unos pantaloncitos vaqueros que casi no cubrían sus nalgas, y sandalias que se amarraban a sus esbeltas y torneadas piernas.

-Ned Stark y Lady Catelyn- dijo riendo Ernesto. Claudia también reía. Eran unos viciados a Canción de Hielo y Fuego.

-Oye, no lo veo mal. Pero Catelyn es la esposa de Ned; ¿no te pondría mas que el rígido Ned se dejase llevar por Cersei? Además es rubia, como yo- dijo sonriendo.

-Quizás- y la atrajo hacia sí.

-Somos unos malditos frikis.- reía ella mientras Ernesto le besaba el cuello.


El cámara hizo su trabajo de forma profesional, y ya en la tercera toma, Claudia ni lo notaba. Follaron en el parque, frente a la estatua de un músico local. De madrugada Claudia le hizo una mamada a Ernesto bajo una farola que había en la fachada trasera de la Catedral. El sábado, que no había casi nadie en el campus, grabaron en una de las aulas auxiliares un polvo completo. Claudia llegó al orgasmo en los tres, o al menos lo fingió bastante bien.

“Las tomas de este muchacho son fenomenales.” En una se veía la cara descompuesta de placer de Claudia, con algo de semen de la mamada anterior; en otra sus tetas botando arriba y abajo mientras lo cabalgaba en la mesa del profesor del aula auxiliar. Pero la preferida de Ernesto era en la que se veía el culo de Claudia, en pompa, chorreando de su semen sin sacarle la polla, y reluciente por lo rayos del sol que se alzaba en el parque.

“Es una zorra. Espero que sigamos haciéndolo.” Dijo mientras lo montaba.

Le pasó el vídeo a Claudia. “Hola, soy Cersei y mi amigo es Ned. Quiero el dinero para pagarme los estudios. Para ello, vamos a haceros una ruta turística por nuestra ciudad, esperemos que os guste.” Ernesto salía sonriendo de fondo, con una cara de vicioso impresionante.

“No sé en qué `pensaba para mamársela frente a la Catedral.” Aunque reconocía que la escena era impactante. El vídeo eran veinte minutos completos; incluso sobraba metraje. Envió el vídeo junto con los datos, y esperó ganar algo. El voto del espectador contaba un 30%, pero el voto de los dueños de la página era decisivo. Ya habían subido varios vídeos; algunos eran una pareja con una cámara fija follando en la cama, pero había tríos con tías impresionantes en piscinas o yates, o orgías de estudiantes borrachas que merecían la pena.

Aquella noche, tras estudiar, habló con Ernesto por el chat. Le proponía quedar mañana en su casa. “Ernesto, si es para estudiar o ver una película, genial.” “¿Estudiar sin sujetador o ver alguna porno?” le respondió Ernesto. “No, Ernesto. Somos amigos, y me siento mal haciéndolo contigo. Podemos confundirnos. Te agradezco la ayuda, eres un gran amigo, pero me siento mal follando por follar, y más contigo.”

Ernesto tardó un rato en responder. En su casa, a Ernesto le dolía algo más que la polla por la erección que tenía, o el hecho de perder una follamiga. Le dolía algo más.

Aunque, al menos, ganaron el primer premio. Claudia respiró aliviada y Ernesto la felicitó, aunque no todo lo sinceramente que hubiese querido hacerlo.