Ayúdame a recordar 8
Estaba loca, perdida y irreprochablemente enamorada de Alicia.
Fue como si me echaran un gran cubo de agua fría encima. No bastaba con tener que aguantarlo por las tardes estando cariñoso con Alicia, si no que ahora tenía que soportarlo hasta en el instituto. 'Dios ¿Qué te he echo?' me dije a mi misma “Se supone que no debería importarte ya que Alicia es solo tú amiga...palabras tuyas” 'Te juro que te odio' “Yo también te quiero Ainhoa” ¿Podría tener más mala suerte?
Alicia: ¿Ainhoa estás bien?- me preguntó con el cejo fruncido.
Yo: ¿Eh?- pregunté.
Alicia: Que si estás bien, te estaba hablando y estás mirando a no sé dónde- me dijo.
Yo: Ah perdona ¿Qué decías?.
Alicia: Que si te importaría que al salir del instituto me pasara por tú casa a buscar mi camisa, que desde aquella vez que tuviste fiebre no la he vuelto a ver- me contestó.
Yo: Bueno por mi no hay problema, pero me he venido en coche con Marta- le contesté.
Alicia: No te preocupes yo he venido en moto. ¿Te va bien entonces?- volvió a preguntar.
Yo: Claro, solo que tendré que buscarla, soy un desastre- contesté sonriendo.
Alicia: Bueno no me importa esperar unos cuantos minutos- dijo riendo.
Me quedé absorta mirando su sonrisa, era realmente preciosa a mis ojos. El maldito timbre me sacó de mis pensamientos.
Andrés: Nos vemos esta tarde mi amor- le dijo acercándose ya que se había ido.
Alicia: De acuerdo, hasta luego- se despidieron con un beso.
Las siguientes horas hasta que sonó el timbre para ir a casa pasaron bastante rápido, casi ni me di cuenta.
Alicia: Cambio los libros y nos vamos ¿vale?- me dijo.
Yo: Vale, te espero afuera- le contesté saliendo.
En menos de dos minutos salió y me llevó hasta su moto.
Alicia: ¿Habías montado alguna vez en una?- me preguntó pasándome un casco.
La miré fijamente a los ojos hasta que la media sonrisa que tenía desapareció.
Alicia: Oh lo siento mucho de verdad, no me he dado cuenta- contestó avergonzada mientras se tapaba la boca con la mano.
Yo: No te preocupes, no pasa nada- respondí.
Alicia: De verdad lo siento mucho- se disculpó.
Yo: Tranquila, ya estoy acostumbrada- contesté con una sonrisa.
Alicia: Venga vamos- me dijo subiendo a la moto.
Yo todavía estaba intentando ponerme el casco ¡no había manera! Alicia al parecer se percató de eso y se levantó para ayudarme.
Alicia: Déjame a mi anda- contestó acercándose a mi.
Yo: ¡Está muy duro!- exclamé riendo.
Puso sus manos alrededor de mi cara cogiendo las tiras del casco y intentó abrocharlas.
Alicia: Vaya pues si que está fuerte- suspiró.
Yo: ¿Ves? No es culpa mía, es tú casco el rarito- le contesté mirándola.
Alicia: Ya, seguro- dijo sonriendo.
Acercó su cara a la mía lentamente, no podía ser ¡iba a besarme! Mi corazón empezó a latir desenfrenadamente haciendo que mi respiración también aumentara. Instintivamente cerré los ojos y esperé a que posara sus labios sobre los míos, con el tiempo me di cuenta de que no se acercaba a mi por lo que decidí abrir un ojo. La vi sonriendo mientras me miraba extrañada.
Alicia: ¿Por qué cierras los ojos?- me preguntó.
Yo: ¿Q-ué has e-echo?- le pregunté agitada.
Alicia: He cerrado el botón con la boca, estaba muy duro- me contestó.
Pude notar como mi cara se calentaba dándome a entender que me había sonrojado mientras la vergüenza se apoderaba de mi. ¿Cómo pude pensar que iba a besarme? Lo que más me molestaba de todo es que si así hubiera sido no hubiera echo nada para impedirlo. “Ainhoa Ainhoa ¿no es mejor dejarte de tonterías y aceptar de una vez lo que sientes?” Lo haría, si sintiese algo. “Eres un caso perdido...”
Yo: ¿Nos vamos?- apremié para despejarme un poco.
Alicia: Claro, vamos siéntate- me dijo mientras lo hacía ella.
Me senté y encendió el motor creando un poco de ruido.
Alicia: A partir de ahora tan solo tienes que agarrarte suavemente a mi ¿de acuerdo?- me indicó.
Yo: Entendido- contesté todavía atontada por lo reciente ocurrido.
Le hice caso y posé mis manos alrededor de su cintura, cuando la moto empezó a moverse clavé un poco mis uñas. El trayecto que en el coche fueron unos 15 minutos en moto se me pasaron volando, apenas me di cuenta cuando apagó el motor.
Alicia: Bueno ya estamos- dijo levantándose.
Yo la imité y me desabroché el casco sin problemas.
Alicia: ¿Puedo llevarme los cascos? Si los dejo aquí me los pueden quitar- me pidió.
Yo: Claro- contesté sonriendo.
Abrí la puerta con mis llaves y subimos en el ascensor, en menos de un minuto ya me encontraba en casa. Cerré la puerta y me dirigí a la cocina donde estaba ya la comida casi lista.
Yo: Ha venido Alicia a por unas cosas suyas- les informé.
Lucía: Buenos días, hacía tiempo que no nos veíamos- dijo ella mientras la saludaba con dos besos al igual que Antonio.
Alicia: Si, me he perdido un poco- admitió llevándose las manos a la nuca.
Antonio: ¿Qué tal el primer día de clase?- nos preguntó.
Yo: No ha estado mal, pensaba que sería algo peor- contesté sinceramente.
Lucía: ¿Te puedes creer que antes de salir de aquí estaba como un flan? Se pensaba que se la iban a comer- le comentó a Alicia riendo, ella también lo hizo.
Yo: Bueno si dejáis de meteros conmigo podré buscar la ropa de Alicia, gracias- bromeé yendo hacia mi habitación, sentí como Alicia me seguía.
Entramos en mi cuarto y suspiré al ver los montones de ropa que había por todos lados, no sabía ni por donde comenzar.
Alicia: Madre mía. ¿Esto es una jaula de leones o tú cuarto?- me preguntó al ver el gran desorden que había.
Yo: Ja-ja-ja muy graciosa- le dije mirándola.
Alicia: Bueno ahora enserio. ¿Quieres que te ayude a buscar?- me ofreció.
Yo: Sí por favor.
Así pues comenzamos a buscar. Revolvimos toda mi ropa, la tiramos de un lado para otro, la apartamos, la chutamos etc... Después de veinte minutos no habíamos encontrado nada.
Yo: ¿Pero dónde coño se ha metido la puñetera camisa?- exclamé un poco cabreada mientras me sentaba en el suelo.
Alicia abrió un armario mío (no habíamos abierto ninguno ya que la ropa se suponía que estaba por el suelo) y se quedó mirando algo fijamente, después me miró y levantó una ceja.
Yo: ¿Qué pasa?- le pregunté.
Alicia: Pasa que eres la persona más desordenada y olvidadiza que he conocido en mi vida. ¡Esto es lo que pasa!- exclamó cogiendo su camisa y enseñándomela.
Yo: ¡No jodas!- exclamé también mientras me acercaba a ella.
Efectivamente era su camisa, su pantalón estaba en el cajón de mi armario.
Yo: No puede ser- susurré cerrando los ojos y sentándome en el suelo.
Alicia empezó a reírse, al cabo de poco me encontraba riendo también.
Alicia: “No si la ropa está en el suelo, tiene que estar”- me imitó poniendo una voz de burla mientras intentaba no reír.
Yo: ¡Vete por ahí anda!- le contesté riendo.
Salimos de mi cuarto y me asomé por la cocina.
Alicia: Misión cumplida, ya me voy- se despidió de Antonio y Lucía.
Antonio: ¿Por qué no te quedas a comer? Ya son las tres y vives bastante lejos- propuso.
Alicia: No es necesario- declinó ella amablemente.
Lucía: Que si mujer, no seas tonta- continuó.
Alicia: No quiero ser molestia- respondió sonriendo.
Antonio: ¿Cómo vas a ser molestia? Anda anda, deja ahí los cascos y siéntate, a Ainhoa seguro que también le hace ilusión- dijo.
Alicia: ¿Te hace ilusión que me quede?- me preguntó con un tono de voz bajo mientras me miraba fijamente.
Me puse nerviosa al instante de que me mirase así, junté mis manos, las miré y contesté.
Yo: C-claro que s-sí- tartamudeé.
Ella sonrió, noté que no para mi si no más bien se sonrió a si misma, dejó los cascos y volvió a mirarme.
Alicia: Entones si no es molestia, por mi no hay ningún problema- concluyó ella.
Le sonreí y nos sentamos a comer, no tardamos en dejar limpios los platos ya que estábamos muy hambrientas.
Alicia: Estaba buenísimo- elogió a Lucía.
Lucía: ¿Quieres más?- le preguntó.
Alicia: Uff no no, que va que va, estoy a reventar ahora mismo- contestó sonriendo.
Lucía: Y tú Ainhoa ¿quieres más?- se dirigió a mi.
Yo: ¿No ves mi barriga? Si parece que tengo a un crío y todo- respondí tocándome el vientre.
Antonio: Mira que eres bruta- dijo riendo.
Charlamos un rato más y después de que Antonio se fuera ayudamos a mi madre a limpiar los platos, después nos dirigimos a mi cuarto y nos tumbamos en mi cama.
Yo: Que bien que me sentaría ahora mismo una siestecita- dije tumbada boca abajo y con los ojos cerrados.
Alicia: No, que dormir después de comer engorda- me reprochó.
Yo: Da igual yo soy especial, no engordo- susurré empezando a quedarme sobada.
Estaba muy tranquila, de repente me había entrado el sueño. Estaba muy relajada cuando de repente sentí un peso encima mío.
Alicia: ¡Qué no te duermas!- exclamó tumbándose encima de mi.
Yo: Aii no, para por favor baja- pedí al sentir su peso reposar en todo mi vientre, tenía ganas de vomitar.
Pero no, ella siguió encima mía, no sé como me dio la vuelta y empezó a hacerme cosquillas.
Yo: Jajaja ai no para jajaja- rogaba mientras reía a más no poder.
Alicia: Eso por querer dormir- dijo, yo intenté con mis brazos apartarla de mi haciendo que ella tuviera que poner su cara en mi hombro como si me estuviera abrazando.
Yo: Jajaja calabaza por favor para- pedí clemencia, el estómago me dolía de tanto reír.
En ese preciso instante Alicia paró de hacerme cosquillas, se quedó unos instantes en la misma posición y después poco a poco se fue enderezando hasta mirarme con los ojos muy abiertos, yo me había quedado igual. Entonces una masa de voces y imágenes pasaron por mi cabeza, era tal el lío que tenía que tuve que cerrar los ojos a causa del dolor que me estaba causando.
Veía imágenes, escenas, voces, conversaciones... Todo relacionado con Alicia, por desgracia algunas cosas también eran de Andrés. Cuando mi mente se hubo calmado un poco un cúmulo de sentimientos me azotó de arriba a abajo erizándome la piel. Abrí los ojos y vi a Alicia mirándome sorprendida, había sido tan fuerte las emociones sentidas que me encontraba llorando.
Alicia: ¿Cómo me has llamado?- preguntó con un hilo de voz.
Me quedé bloqueada unos cuantos segundos, no hizo falta mucho tiempo para darme cuenta de que algo en mi había cambiado.
Yo: Te recuerdo... Ali te recuerdo...- murmuré pasmada.
En cuestión de segundos sus ojos se llenaron de lágrimas junto a los míos, me senté bien y la abracé fuertemente mientras llorábamos las dos.
Yo: Te recuerdo, te recuerdo, te recuerdo...- susurraba todo el rato incrédula.
No podía creerlo ¡la había recordado! Hice un repaso mental, me acordaba de la primera vez que la vi, la primera vez que hablé con ella, salidas por la tarde, secretos, sentimientos...¡La recordaba como si no hubiera pasado nada!
Ali: Dime por favor que no me estás gastando una broma- me pidió ella con voz suplicante.
Yo: ¿Cómo podría mentirte yo con eso, calabaza? ¿O tendría que decir zanahoria?- dije sonriendo, ella al escuchar esas palabras volvió a abrazarme.
Calabaza y zanahoria eran unos motes que le puse por su pelo, era realmente rojizo. Podía sentir como su corazón palpitaba rápidamente, y no era para menos, yo también me encontraba igual que ella.
Yo: ¿Cómo ha ocurrido?- pregunté perpleja.
Ali: Creo que he sido yo- me contestó mirándome.
Yo: ¿Tú?
Ali: Si, antes siempre que te pillaba tumbada te hacía cosquillas, quizás haya sido eso- me contestó.
Yo: Haya sido por la razón que haya sido, te he recordado- afirmé sonriendo.
Ali: ¡Vamos a decírselo a tú madre!- exclamó de repente.
Nos levantamos y fuimos al comedor donde estaba ella.
Lucía: ¿Qué ocurre?- preguntó al vernos de pie.
Guardé unos segundos de silencio mientras mantenía mi sonrisa, ella de cada vez levantaba más las cejas en señal de que esperaba a que dijera algo.
Yo: La he recordado- murmuré mirándola.
Ella se quedó petrificada en su sitio, esbozó una sonrisa que casi no le cupo en la cara mientras sus lágrimas acudían a sus ojos.
Lucía: ¿Cómo?- dijo perpleja.
Yo: He recordado a Alicia- volví a decir acercándome a ella para abrazarla.
Cuando llegué a ella ya me esperaban sus brazos abiertos, sin dudarlo la abracé sabiendo que también significaba mucho para ella.
Lucía: ¿Cómo ha ocurrido?- preguntó con la voz un poco rota.
Entre Alicia y yo le contamos más o menos lo que hicimos y todas las sensaciones que me embargaron en ese momento.
Lucía: No puedo creerlo. Mañana mismo pido cita para ver al doctor- anunció emocionada.
Yo: De acuerdo- respondí sonriéndole.
Lucía: No puedes imaginarte la alegría que me has dado Ainhoa- dijo volviendo a abrazarme.
Yo: Yo también estoy muy feliz.
Nos quedamos hablando un rato más, después Lucía se fue ya que había quedado, no sin antes haberme dado otro gran abrazo.
Ali: ¿Cómo te sientes?- me preguntó.
Yo: Estoy... Uff, no puedo describir lo que siento. Estoy emocionada, alegre, contenta, feliz, ilusionada- enumeré mordiéndome el labio inconscientemente.
Ali: No sabes cuanto me alegro- contestó mirándome los labios.
¿Mirándome los labios? Pff Que estaría mirándome los labios, Ainhoa no alucines. “Chica soñar es gratis” ¿Soñar? ¿Qué tiene que ver eso? “Estás deseando que lo que te estuviera mirando fueran los labios, más bien es una realidad. Te los estaba mirando.” Que no me estaba mirando los labios ¿por qué me los iba a estar mirando? “¿Sabes? Sé muy bien el por qué te los estaba mirando, pero como nunca me haces caso me lo ahorraré” Venga dímelo. “Que no” Que sí “Que no” Que sí “No” Sí “¡No!” ¡Sí!
Ali: ¿Sí qué?- preguntó curiosa.
Yo: ¿El qué?
Ali: A pues no sé, de repente has gritado : '¡Sí!'
'¡Mierda! Tengo que empezar a no decir las cosas en alto' pensé.
Yo: Que sí, que me he...- le enviaron un mensaje al móvil por lo tanto tuve que parar.
“
Salvada por la campana” ¡Calla! ¡Mira después lo que montas! “ No, lo montas tú solita. ¿Qué no recuerdas que yo en verdad soy tú?”
Yo: ¿Quién es?- pregunté al ver su cara, no era muy agradable.
Ali: Es Andrés, no me acordaba que había quedado con el- dijo tocándose el pelo.
Mi cara cambió por completo al escuchar su nombre. ¿Por qué tenías que aparecer, Andrés? Con lo bien que estaba yo sin ti.
Yo: ¿Adónde iréis?- le pregunté desanimada.
Ali: A ninguna parte, no voy a quedar con el- concluyó guardando su móvil y brindándome una sonrisa.
Yo: ¿No?- dije emocionada sintiendo como me cambiaba la cara.
Ali: No. Me acabas de recordar ¿piensas que me voy a ir? De ninguna manera, yo me quedo contigo- afirmó volviendo a sonreír- Además estoy un poco cansada de el, por un día que no quedemos no pasará nada.
Cinco minutos estuvimos nada más para organizar qué haríamos esa tarde, ir a alquilar varias películas y pasar la tarde viéndolas fue la predilecta. Así pues cogí algo de dinero que junto con el que llevaba Ali suponíamos que nos bastaría y me llevó al vídeo club más cercano que había.
Ali: Con lo que llevamos podemos alquilar dos películas- me informó mientras nos parábamos enfrente de la estantería.
Si antes tan solo habíamos tardado cinco minutos para saber que haríamos, estuvimos unos quince delante de la estantería como pasmarotes discutiendo sobre cual sería nuestra elección. Finalmente yo elegí Moulin Rouge (una película preciosa y triste que se la recomendaría a cualquiera que le gustaran los musicales dramáticos). Ali tardó un poco más pero acabó decidiéndose por Pearl Harbor (otra película que es muy buena). Pagamos las dos películas y unas palomitas y volvimos a mi casa mientras ella me contaba lo que había oído de las películas ya que ni ella ni yo la había visto, al menos que yo supiera.
Yo: ¿Cuál vemos primero?- le pregunté
Ali: Me da igual. ¿Pearl Harbor?- dijo.
Yo: De acuerdo. Ve poniéndola mientras yo hago las palomitas- le indiqué entrando en la cocina.
Abrí el microondas y puse las palomitas a cuatro minutos. Entonces escuché un ruido y a Ali exclamar: Mierda.
Yo: ¿Qué pasa?- pregunté entrando al comedor.
Cuando lo hice mi vista se fue directamente a una parte de su cuerpo, se me hizo imposible no hacerlo.
Ali: Se me ha caído el mando al suelo y la pila se ha metido debajo de la mesa- me contestó agachada de rodillas exponiendo su trasero a mi inquisitiva mirada.
“
¿Te das cuenta que esta es la segunda vez que le miras el trasero? Luego dirás que tan solo es una amiga”
Ali: ¿Ainhoa?- me llamó.
“
Y esta es la segunda vez que te pilla mirándole el pandero jajaja. Como me encantaría ver tú cara”
Ali: ¿Qué miras?- me preguntó.
Salí corriendo de ahí al escuchar el ruido del microondas. Madre mía ¡lo había vuelto a hacer! ¿Qué haces Ainhoa por Dios? ¡Contente! “¿De qué tienes que contenerte? Si se supone que no te tendría que haber afectado en absoluto esta escena, es más, tendrías que haber pasado de ella completamente, cosa que no has echo” ¡¿Quieres callarte ya?! “Lo haría Ainhoa, lo haría. Pero mi trabajo es hacerte la existencia lo más llevadera posible, y mira que te gusta complicarte tú sola. ¿Qué harías sin mi?” ¿Vivir tranquila? “¡Volverte loca!”
Miré mi cara en un espejo que había en el pasillo notándose mucho el color rojizo en mis mejillas. Abrí el microondas, cogí la bolsa y me dispuse a abrirla. “¡Ainhoa cuidado con...”
Yo: ¡Ostias!- grité adolorida apartando mi mano de la bolsa de palomitas.
“
...cuidado con el vapor” 'Ah ah ah ¡mierda cómo duele!' me decía a mi misma “Mira que he intentando avisarte”
Ali: ¿Qué pasa?- preguntó preocupada entrando en la cocina.
Yo: Me he quemado con el vapor de las palomitas- le dije.
Se acercó a mi, me cogió la mano y echó un vistazo a la quemadura, me cubría en centro de la parte de arriba de la mano.
Ali: ¿Pero qué has echo para que el vapor te queme ahí arriba?- me preguntó un poco sorprendida.
Yo: Ahh no sé, solo sé que me duele mucho- me quejé.
Me acercó al grifo y me puso agua un poco fría aunque no demasiado. Iba a ponerla más fría cuando me detuvo.
Ali: No lo hagas, te aliviará más pero solo conseguirás herir la piel- me advirtió.
Me resigné y la dejé tal y como estaba, al poco rato empezó a dolerme menos.
Ali: ¿Tienes alguna crema con aloe vera?- me preguntó mirándome.
Yo: Creo que si, mira en el baño- le indiqué.
Se fue al baño, no tardó casi nada en volver con una crema, el bote era transparente y la crema verde y gelatinosa. Apretó dos veces en el dispersador y después de pedirme que me secara la mano con pequeños toquecitos me la puso.
Yo: No aprietes tanto, me duele- le pedí.
Ali: Perdón- se disculpó.
Yo: ¿Cómo sabías que si ponía agua fría sería peor?- le pregunté curiosa.
Ali: Quiero ser doctora, es algo que me gusta mucho- me contestó con una sonrisa.
Cuando mi piel absorbió la crema Alicia me puso una especie de venda con una servilleta.
Ali: Intenta que no se caiga pero no la aprietes más, tiene que poder pasar el aire- me indicó.
Yo: Gracias- le dije con una gran sonrisa.
Ali: Ves al comedor, yo me ocupo de las palomitas. Espero no quemarme con vapor en un lugar de mi mano que es casi imposible hacerlo- bromeó sonriendo.
Yo: Ja-ja-ja que graciosa. ¿Te tengo que recordar tu reacción en cadena?- le dije.
Ali: ¿Qué reacción en cadena? Estás loca- me dijo intentando evitar que lo dijese.
Yo: Sí sí, aquella vez que pisaste una chincheta, del dolor levantaste la mano bruscamente rompiéndote la muñeca al darle a una puerta que a su vez empujó a un chico y este tiró sus libros en la cabeza de Nerea- le recordé empezando a reírme.
Ali: Ya ya ya, vale, que no me río más- contestó un poco avergonzada.
Me fui al comedor partiéndome de risa, aquel día fue muy bueno. Puse una manta en el suelo enfrente del sofá, dos cojines encima y me senté en uno de ellos apoyando mi espalda en el sofá. Al poco rato entró Alicia y se quedó un poco sorprendida al verme.
Yo: ¿Qué ocurre?- le pregunté al verla ahí de pie.
Ali: Es que así nos poníamos siempre tú y yo en nuestras tardes de películas. Me parece increíble que hayas recordado lo de mi accidente y esto- me contestó con los ojos brillantes.
Le sonreí complacida, ella me dio el bol con las palomitas y se sentó junto a mi. Cogió el mando, encendió la tele y puso en marcha la película. Fueron tres horas de película, las dos acabamos con lágrimas en la cara. Era devastador la gran guerra y los muertos que aparecían, era realmente desalentador.
Yo: Aish, no puedo ver estás películas, mira como acabo- le dije sonriendo un poco.
Ali: Yo tampoco, soy muy sensible con estás cosas- contestó.
La miré y vi como una lágrima se deslizaba sobre su mejilla, no me gustó verla así.
Yo: Venga vamos, no nos podemos tirar toda la vida aquí llorando- le dije levantándome.
Ella se levantó también y empezamos a recoger, cuando estuvo todo ordenado Alicia me pidió la hora.
Yo: Son las nueve y media- le contesté.
Ali: Creo que me tengo que ir ya, se me va a hacer tarde- me dijo.
Yo: Está bien.
La acompañé a la puerta y nos abrazamos fuertemente.
Ali: Cuídate esa mano ¿vale?- me dijo.
Yo: Sí, no te preocupes- le sonreí.
Me dio dos besos como despedida y se fue en el ascensor. Cerré la puerta sintiendo un gran vacío. 'Creo que voy a tener que ir acostumbrándome a esto' pensé. Me dirigí hacia mi cuarto cuando en el pasillo vi los cascos de Alicia. Los cogí y me fui corriendo a la puerta, no quería que se fuera sin casco. Abrí la puerta rápidamente y eché a correr arrollando a Alicia que estaba apunto de tocar el timbre.
Había caído sobre ella, levanté la cabeza y nuestros labios quedaron a escasos centímetros. La cercanía con ella hizo que mi cuerpo se agitara, me descontrolaba los cinco sentidos. Nos quedamos así un buen rato, mirándonos a los ojos, yo de cada vez más agitada y nerviosa hasta incluso empezando a sudar frío. Estábamos en una posición muy sugerente, y ella estaba extremadamente sexy, su aliento un poco mentolado chocaba contra mi cara poniéndome los pelos de punta. Mis ojos se desviaron hacia sus labios, de repente una fuerza brutal hizo que quisiera besarla, no sé como logré controlarme y no cometer una locura. Finalmente reaccioné y me fui alejando de ella poco a poco.
Yo: ¿Es-estás bien?- le pregunté ayudándola a levantarse.
Ella tardó un poco más en reaccionar pero agarró mi mano y se levantó.
Ali: Sí, sí, estoy bien- contestó un poco aturdida.
Me agaché, recogí los cascos y se los entregué.
Yo: Se te habían olvidado- le dije.
Ali: Ya lo sé. Había vuelto a subir a buscarlos- contestó mirándome fijamente.
Su mirada me inquietó mucho y me puso más nerviosa si cabía.
Ali: Adiós- se despidió aún desconcertada.
Yo: Adiós- dije al ver cerrarse la puerta del ascensor.
Entré en casa, cerré la puerta y me puse contra ella, deslicé mi espalda sobre ella lentamente quedándome sentada en el suelo. No había sido consciente hasta ese momento que al recordarla habían acudido a mi nuevos sentimientos. Estaba temblando, sudando y con el corazón a mil por hora. Ella me descontrolaba y no había manera alguna de desmentirlo.
“
¿Por qué no dejas de mentirte a ti misma Ainhoa? ¿Es tan malo reconocerlo? No eres un monstruo sigues siendo la misma persona, no sigas ocultándote lo que es obvio” Por una vez decidí hacer caso a mi consciencia y decidí dejar de fingir ya que ¿qué ganaba con eso? Estaba loca, perdida y irreprochablemente enamorada de Alicia.
¡Hola a todos! Aquí os dejo este cap, más largo que los demás tal y como os prometí. Me alegro de que os guste como va yendo la historia y me consta deciros que lo mejor está aún por llegar. Gracias a todos los que comentáis, leéis y valoráis, no tenéis ni idea de lo que me reconforta y me ayuda. Espero que os guste y, como siempre, espero impaciente vuestras opiniones.
¡Besos y abrazos desde España!