Ayúdame a recordar 5

No había manera humana para que mi cerebro aceptara que me había enamorado de mi mejor amiga.

Lo último que pude ver fue como Andrés empezaba a tocar a Alicia, un nudo en la garganta se formó. Subí a mi casa sin hacer mucho ruido ya que Antonio y Lucía ya dormían, me cambié y me tumbé en la cama. Su aroma se había incrustado en mi piel, aspiré hondamente para sentir su olor y la recordé, y también deduje que tal y como estaban en el coche en estos mismos instantes ella estaría entre las sábanas de ese imbécil. Entonces sentí algo que nunca había sentido, era como si me hubieran clavado una daga en el corazón. Una lágrima solitaria escapó de mis ojos al cerrarlos fuertemente para dormir. ¿Qué me estás haciendo Alicia? Fue lo último que pensé antes de dormirme entre lágrimas.


Voz: ¡No tiene gracia!

Voz: Quieta ahí, no te muevas.

Voz: Acaba con esto ya, te estás excediendo.

Voz: No pasará nada no os preocupéis, solo unos minutos más.

Voz: ¿Qué ha sido ese ruido?

Voz: Algo va mal.

(Pasos)

Voz: ¡Oh Dios mío!


Desperté con los ojos un poco adoloridos, supuse que sería por llorar. De nuevo soñaba con aquella conversación, por mucho que intentara averiguar de que se trataba no había manera de saberlo. Me senté, bostecé y miré la hora, eran las diez y cuarto. Me levanté y fui a la cocina con una idea en mente.

Yo: Buenos días- saludé.

Antonio: Buenos días hija- dijo dejando de leer el periódico que tenía en las manos.

Lucía: Hola Ainhoa- contestó ella mientras preparaba el desayuno.

Me senté en la mesa junto a Antonio, cogí un plato y dos tostadas.

Yo: Antonio ¿Puedes pasarme la mermelada?- le pregunté, a ellos les llamaba por su nombre ya que se me hacía incómodo llamarles de otra manera, a ellos no parecía importarles aunque en el fondo sabía que les dolía un poco.

Antonio: Claro.

Cogí un cuchillo, abrí el bote y restregué la mermelada por la tostada, de mientras Lucía me puso una taza de leche al lado mía.

Yo: Gracias.

Ella sonrió y se sentó junto a nosotros para desayunar.

Antonio: ¿Qué tal lo pasásteis ayer?- preguntó mientras cogía el café.

Yo: Pues muy bien, nos divertimos mucho. Son unos locos- respondí sonriendo.

Lucía: Y tanto, sobre todo Marta, esa chica es un remolino. Cuando erais pequeñas ella corría por todo el parque, te llevaba casi arrastras jajaja- comentó riendo.

Antonio: Uf como me hace reír esa chica, tiene cada ocurrencia jajaja. Es muy buena persona, me alegra que la tengas como amiga- afirmó.

Yo: La verdad es que si, me gustaría mucho poder recordar algo- dije desanimada.

Lucía: Bueno no pierdas la esperanza, puede ser que recuperes la memoria Ainhoa- me animó- Para que te hagas una idea, parecía que os habían pegado con pegamento, si tu ibas aquí ella iba contigo, si ella iba allá tu ibas con ella- me dijo.

Sonreí y seguimos comiendo.

Antonio: ¿Y con Sergio que tal?

Yo: Hemos roto- les comenté.

Lucía: Normal, es evidente- dijo haciendo un gesto con la cabeza.

Antonio: ¿Y cómo se lo ha tomado?

Yo: Pues bien, mientras se lo explicaba se le saltaron algunas lágrimas y me dijo que si recuperaba la memoria y sentía algo por el que se lo dijera- expliqué.

Antonio: A mi este chaval nunca me ha gustado- confesó el.

Lucía: A mi tampoco, nunca me ha dado buena espina- argumentó.

Yo: Parece ser que viene de familia...

Antonio: ¿Y eso por qué?- preguntó mirándome.

Yo: Porque a Natalia tampoco le cae bien- respondí.

Lucía: Creo que ha nadie le cae bien. Te lo digo yo, ese chico es muy raro.

Yo: Oye hablando de Natalia. Se me ha ocurrido ir a comer hoy a su casa pero no sé como ir ¿Podéis decirme si el metro te deja allí?- pregunté.

Antonio: Nada, te llevo yo- me dijo.

Yo: No hombre, no voy a hacer que me lleves hasta allí, está muy lejos- me negué.

Antonio: No es molestia, tengo que ir a trabajar cerca de allí así que me pilla de camino- contestó.

Yo: ¿Seguro?

Antonio: Que si Ainhoa, no pasa nada- dijo el sonriendo.

Yo: Bueno, si tu lo dices.

Antonio: Pues claro tonta- dijo acariciándome la mano cariñosamente.

Les sonreí, lavé mi plato y la taza y fui a mi cuarto. Me duché, elegí mi ropa, me arreglé y Antonio me llevó a casa de Natalia, fue poco más de una hora de trayecto. Cuando llegamos me dejó en la verja que había antes de entrar en la casa. La abrí un poco y empecé a caminar hasta el caserón, habían unos 100 metros desde la verja hasta la casa en los que habían todo tipo de árboles, arbustos y flores.

La casa tenía un porche aguantado por dos columnas, una a cada lado, era rústica judgando el exterior y tenía pinta de ser bastante antigua. Detrás de la casa habían unas cuantas hectáreas de terreno que no sabía si pertenecían a Natalia o no. Finalmente llegué a la puerta y toqué el timbre. La puerta se abrió al cabo de unos segundos dejándome a ver a una Natalia sorprendida.

Natalia: ¡Ainhoa!- exclamó.

Yo: Hola Natalia- la saludé.

Natalia: ¿Qué haces aquí?- preguntó sorprendida.

Yo: Te dije que una de las primeras cosas que haría al salir del hospital sería ir a verte- le recordé.

Ella sonrió y me abrazó fuertemente.

Natalia: Vamos pasa, pasa- me dijo separándose.

Entré en su casa y, todo lo que podía decir es que era completamente diferente al exterior. Todo era muy moderno, la idea que te podría haber dado el exterior no tenía nada que ver con lo que había dentro. Aún así todo encajaba a la perfección, los colores combinaban perfectamente.

Me llevó al comedor y nos sentamos en unos sofás de cuero negro.

Natalia: ¿Y te vas a quedar a comer?- preguntó.

Yo: Esa era mi idea, si no molesto claro- contesté.

Natalia: ¿Cómo me vas a molestar Ainhoa? No sabes lo feliz que me haces visitándome- me reprochó ella sonriendo.

Yo: ¿Segura?

Natalia: Por supuesto, siempre serás bienvenida en esta casa, si algún día tienes alguna duda, estás estresada o cualquier cosa puedes contar conmigo- me sonrió cogiéndome la mano.

Yo: Muchas gracias Natalia, de verdad- le agradecí cogiéndole las manos también.

Natalia: De nada mujer, no hace falta que lo agradezcas.

Hablamos un poco y después comimos una deliciosa paella que preparó ella en una fogata que hizo. Después de haber comido y haber echo la digestión me preguntó si quería bañarme en la piscina, acepté ya que hacía un calor insoportable, estuvimos alrededor de una hora y salimos para ducharnos.

Yo: Todo ese campo que hay detrás de la casa ¿Es tuyo?- pregunté mientras me secaba el pelo.

Natalia: Si ¿Ves donde están aquellos árboles más altos que los demás?- me preguntó intentando señalármelos.

Yo: Si.

Natalia: Pues hasta ahí llega, lo que hay detrás es un bosque. Todo lo que haya antes me pertenece- contestó sonriendo.

Yo: Vaya ¿Por qué los tios te dejaron todo esto a ti?- pregunté extrañada de que no hubiera sido de Antonio y Lucía.

Natalia: Porque ellos por esa época también estaban enfadados con papá y mamá y, como veían que no tenía donde quedarme ya que yo quería independizarme me la vendieron- contó- Aunque el tiempo que les perteneció a ellos hemos venido mucho por aquí, como ya te dije este lugar es tú segunda casa por así decirlo.

Yo: ¿Puedo ir a dar una vuelta?- pregunté.

Natalia: Claro, mientras no te pierdas- respondió sonriendo.

Caminé hacia toda esa extensión de terreno que se abría ante mis ojos, a mi izquierda vi un árbol que en seguida me llamó la atención así que fui allí. Cuando llegué vi que era un árbol normal como cualquier otro, pero a mis ojos era diferente. Me acerqué a el, me senté apoyando la espalda en el tronco y disfruté de la brisa, el solecito y las preciosas vistas que me daba el pequeño lago que había a menos de quince metros de mi. Me sentía tranquila y relajada, tenía en el pecho una extraña sensación para mi, la sensación de haber estado allí hace mucho tiempo. Ese lugar fue el primero en sentirlo familiar y cercano, como si le tuviera mucho aprecio.

Ya anochecía cuando regresé a la casa. Natalia me esperaba en el salón mientras veía la tele, me ofreció para quedarme a dormir y yo no desaproveché la oportunidad de poder conocerla mejor.

Dos semanas después

Tan solo quedaba una semana para empezar el instituto y estaba bastante nerviosa, ya leía y escribía mucho mejor había echo un gran trabajo, pero todavía era muy duro. Por la tarde me quedé sola, aunque Antonio y Lucía intentaron convencerme para que saliera y no me quedara sola no lo consiguieron. Estaba practicando mi escritura cuando tocaron el timbre, abrí la puerta y vi que eran los chicos.

Javi: Hola Ainhoa- me saludó con dos besos.

Yo: Hola, pasad- les dije abriendo la puerta, con alivio pude comprobar que esta vez Andrés no estaba.

Después de servirles bebida nos sentamos en los sofás.

Marta: ¿Te pillamos ocupada?- preguntó al ver que cerraba el portátil.

Yo: Estaba escribiendo, nada que no pueda hacer después- contesté sentándome junto a ellos- ¿Qué hacéis aquí?

Alicia: Venimos a decirte que Lidia, una compañera de clase, hace mañana una fiesta a la cual estás invitada- me dijo sonriendo, era imposible ser más encantadora.

Yo: ¿Una fiesta?

Marta: Una fiesta- afirmó.

Yo: ¿Quién ha dicho que yo quiera ir a una fiesta?- pregunté mirándolos.

Javi: Yo.

Yo: Tú ¿Y si no quiero ir?- volví a preguntar.

Marta: No existe esa respuesta, vendrás si o si- contestó segura.

Yo: Oh vamos ¿Yo a una fiesta? No conoceré a nadie ¡Ni siquiera conozco a la organizadora!- contradecí.

Alicia: Ya, pero ellos a ti si. Es una gran oportunidad para conocer a todos tus compañeros, así el primer día en el instituto será mucho más agradable ¿No te parece?- preguntó.

Yo: No sé, no me hace mucha ilusión...- admití.

Javi: ¡Vamos Ainhoa no seas aguafiestas! Estarás con nosotros, no nos separaremos de ti, lo prometo- me dijo poniendo su mano en el corazón, sonreí ante el gesto.

Yo: Pero es que no me gustan las fiestas- me negué.

Marta: Te lo pasarás genial, ya verás- intentó convencerme.

Iba a reprochar cuando Alicia se acercó y me cogió de las manos.

Alicia: Por favor Ainhoa, vente con nosotros- me pidió con una media sonrisa.

Me estaba mirando de una manera en la que me fue imposible no quedarme estática ¡Era simplemente preciosa!

Yo: Claro...- susurré atontada.

Alicia: ¡Gracias gracias!- exclamó abrazándome con fuerza.

En ese instante me di cuenta de la respuesta que había salido de mis labios sin permiso. 'Mierda' pensé. “¿Te está gustando de cada vez más?” No me gusta “Es verdad, es poco para definir cuanto te gusta” Que no me “Calla que te están hablando”

Yo: ¿Eh?- dije desconcertada.

Javi: ¿Me has escuchado?- me preguntó mirándome.

Yo: No, perdona. ¿Qué decías?

Javi: La fiesta es mañana a las ocho, vendremos a por ti a las siete y media ¡Empanada!- dijo mientras me empujaba poniendo dos dedos en mi frente.

Yo: Vale vale ¿Pero y si Antonio y Lucía no me dejan ir?- les planteé.

Marta: Tranquila, que de eso me encargo yo- contestó sonriendo, con lo poco que la conocía ya sabía que significaba esa sonrisa, y era que sin duda alguna iba a ir a la fiesta.

Estuvimos un rato más hasta que se tuvieron que ir, les acompañé hasta la puerta.

Marta: Y ponte guapa, ya verás como te lo pasarás genial- me dijo después de despedirme de todos.

Yo: Más te vale- le amenacé señalándola con el dedo.

Marta: Que si tonta. Hasta mañana- se despidió.

Cerré la puerta y suspiré, no tenía muchas ganas de ir pero tuve que resignarme. Me senté en la silla y reanudé mis clases. Antonio y Lucía llegaron al cabo de poco y me dijeron que se habían encontrado con los chicos y que me dejaban ir a la fiesta, Marta ya había cumplido con su parte. Cené, me cambié y me fui a dormir.

Desperté temprano a causa del despertador que había dejado preparado la noche anterior, lo apagué muerta de sueño. De nuevo, como cada noche, aquella conversación se reproducía en sueños, había soñado tantas veces con ella que ya me la sabía de memoria. Me levanté perezosamente y fui a la cocina a desayunar.

Yo: Me da vergüenza pediros esto pero como tengo la fiesta ¿Podéis darme dinero para comprar algún vestido bonito?- pregunté avergonzada una vez hube terminado de desayunar.

Lucía: ¿Cómo que te da vergüenza? Ya sabemos de sobra que no nos recuerdas pero nosotros somos tus padres y tú eres nuestra hija, y eso no va a cambiar nunca. No tendría que darte vergüenza- me dijo agachándose y poniéndome la mano en la rodilla.

Yo: Ya lo sé, pero es algo que no puedo evitar- respondí mirándola.

Antonio: Pues es algo que tendrás que evitar con el tiempo, porque como sigas así menuda la que nos espera- contestó riendo- ¿Cuánto necesitas?

Yo: Pues no lo sé.

Lucía: Dale cincuenta euros, con eso puedes comprarte un vestido, unos zapatos y hasta una colonia si quieres- contestó sonriendo.

Antonio cogió la cartera, la abrió y sacó el billete.

Antonio: Toma.

Yo: Muchas gracias- sonreí.

Antonio: De nada- miró el reloj y se levantó- Me voy ya que llego tarde, adiós mi amor- dijo besando a Lucía- Adiós cariño- me besó en la cabeza y salió.

Lucía: ¿Tienes idea de qué vestido te comprarás?- me preguntó sentándose.

Yo: Me gustaría comprarme uno que vi el otro día, era un palabra de honor rojo precioso- le conté.

Lucía: ¿Te fijaste en el precio?

Yo: Si, tranquila que el dinero me sobra- contesté anticipándome.

Lucía: Si quieres puedes comprarte unos zapatos o cualquier tontería- me dijo.

Yo: No sé, ya veré.

Pasaron dos horas y cuando terminé de comer fui a comprar. Cogí el vestido, me decidí a comprarme una colonia que olía de maravilla y unos pendientes, aún así me sobraron 20 euros. Llegué a casa y empecé a prepararme. Me duché, cuando salí me sequé el pelo y lo ricé. Me puse el vestido, unas medias, unos zapatos de tacón negros que tenía yo y finalmente los pendientes que me había comprado esa tarde. Me miré en el espejo y casi no me reconocí ¡Estaba preciosa! Después de haberme elogiado durante unos minutos mentalmente me senté en el escritorio, saqué mi neceser y empecé a maquillarme, lo que me llevó su tiempo. Estaba repasando un poco el rímel de mis ojos cuando el timbre sonó indicando que Marta había llegado, supuse que le abrió Lucía.

Marta: ¡¿Quién está preparada para la fiesta?!- gritó entrando por la puerta, vi por el espejo como levantaba los brazos mientras posaba, no pude evitar reír.

Enseguida después de haberme cercionado de que mi maquillaje estaba perfecto me levanté y me giré.

Yo: ¿Quién está preparada para la fiesta?- la imité posando yo también, al final me había echo ilusión y todo asistir a la fiesta.

Marta: ¡Madre del amor hermoso, estás preciosa!- exclamó abriendo la boca al verme.

Yo: Gracias, gracias- contesté sonriendo mientras me acercaba a abrazarla- Tú también estás guapísima.

Ella llevaba también un vestido solo que el suyo era de leopardo, el pelo un poco alborotado que le quedaba genial y unos tacones marrones a juego con el vestido.

Marta: Ya verás, esta noche ligamos- me aseguró ella sonriendo perversamente.

Yo: Jajaja No me apetece mucho ligar la verdad, menos con Sergio por ahí- respondí.

Marta: ¿No? Bueno, más para mi, tú te lo pierdes- respondió mientras se tocaba el pelo enfrente del espejo

Yo: Si si, te los dejo todos para ti- contesté cogiendo un bolso pequeño y metiendo mis cosas.

Cuando por fin acabé de arreglarme nos metimos en su coche y me llevó hasta la fiesta.

Yo: ¿Y los demás como irán?- pregunté al ver que tan solo estaba yo.

Marta: Ellos vendrán con otros medio, pero nos esperan en la puerta, ya están allí- me dijo cogiendo el móvil y moviéndolo.

Asentí y esperé a que llegáramos, de cada vez la calle estaba más llena de coches y de gente, le costó horrores aparcar, lo hizo muy lejos de la casa, caminamos y a los pocos minutos llegamos.

Marta: ¡Allí están!- gritó después de estar buscándolos un buen rato, apenas la oí ya que la música estaba muy fuerte.

Javi: ¡Madre mía vaya dos bombones que estoy viendo!- exclamó haciéndonos reír.

Yo: Hola Javi- le saludé con dos besos al igual que Marta.

Javi: Hey Alicia ¿No saludas?- preguntó mirando detrás mía.

Me giré para verla y pude jurar que sentí como mi corazón se paraba en ese mismo instante. ¿La perfección no existe dicen? Eso es que no la han visto a ella. No existían palabras para definir como estaba Alicia. ¿Preciosa, maravillosa, espléndida, hermosa, bellísima, perfecta? Ni siquiera esa última palabra abarcaba todo lo que era Alicia. En ese momento el tiempo se paró. Si, podréis decir oh ¿Cuántas veces han dicho esa frase, cinco mil veces? Pero no, realmente el tiempo se congeló a mi alrededor y todo tipo de sonido desapareció, todo sonido excepto el acelerado batir de mi corazón.

No sé si estuve segundos, minutos, horas, días o semanas mirándola, realmente no lo sé, pero no me habría cansado jamás de haberlo echo. Su pelo pelirrojo estaba suelto y ligeramente rizado, su piel parecía de porcelana, creía que si la tocaba se resquebrajaría y partiría en mil pedazos. Su cuerpo estaba enfundado en un vestido azul marino con unas perlitas en un costado, unos tacones de un azul parecido y unos pendientes negros.

Después de haber examinado su vestuario me atreví mirarla a los ojos y me perdí en ellos por lo que me parecieron años. En ese momento un escalofrío me recorrió toda la columna vertebral poniéndome la piel de gallina. Entonces, después de que todo el mundo desapareciera un brazo entró en mi campo visual agarrando la cintura de aquel ángel en forma humana que tenía enfrente mía. Enseguida supe de quien era ese brazo y toda la emoción y éxtasis que había sentido enseguida se derrumbó al ver la cara de ese imbécil.

De repente todo volvió a la normalidad, la música se coló por mis oídos y el barullo de gente que antes había desaparecido se mostró a nuestro alrededor de nuevo agobiándome.

Andrés: Mi vida ya te había perdido ¿Te he dicho lo preciosa que estás esta noche?- le dijo besándola- Hola Ainhoa, tú también estás muy guapa.

Yo: Hola, muchas gracias- respondí con la más falsa sonrisa que haya podido poner nunca.

Marta: ¿Y vosotras dos que, no os saludáis?- preguntó Marta que estaba a mi lado.

Yo: Claro...claro- contesté aturdida mientras la abrazaba tan solo con un corto y tímido abrazo.

Me di cuenta de lo que para mi habían sido siglos tan solo habían sido apenas dos segundos en realidad. Sergio llegó y nos saludó a todos, pude notar como me miraba en especial a mi incomodándome un poco. Finalmente entramos en la casa. Si la música afuera era fuerte, dentro lo era más aún. Los chicos fueron saludando a algunos chavales que se encontraban, algunos también me saludaban a mi y yo no tenía más remedio que responderles. Llegamos a una barra y pedimos algo para beber.

Marta: ¡Lidia!- gritó para llamar su atención, estaba a menos de 5 metros y aún así no la había oído, volvió a probar con otro grito y esta vez si que lo consiguió.

Lidia: ¡Hola chicos!- dijo saludándonos a cada uno- ¡Ainhoa cuanto tiempo si verte! Menos mal que ya has salido del hospital, menudo susto nos diste a todos.

Yo: Si, ya me imagino- contesté un poco cortada.

Lidia: ¿Qué te pasa? Te veo muy tímida- notó ella.

Marta me miró como pidiendo permiso para contar lo que me pasaba, yo asentí.

Marta: Te lo voy a resumir, en estos instantes ella se está preguntando quien eres, al igual que todo el mundo que está aquí- respondió.

Lidia: ¿Cómo?- se quedó unos instantes extrañada hasta que lo pillo- No me digas ¿Has perdido la memoria?- preguntó exaltada.

Asentí y pude notar como se entristecía bastante.

Yo: Hey no te pongas así, se supone que esto es una fiesta, y las fiestas están para divertirse. ¡Venga a bailar!- grité cogiéndola de la mano y llevándola al centro de la pista.

No tenía ni idea del por qué la había sacado a bailar, lo único que tenía claro es que yo había ido allí para divertirme y no tenía la intención de arruinar la noche de los demás. Después de bailar cinco canciones seguidas paramos y, tras despedirme de ella y agradecerle que me hubiera invitado me uní a los chicos.

Javi: Vaya vaya, habrás perdido la memoria pero no cómo bailar- me elogió.

Yo: Gracias- contesté con la voz agitada, la verdad es que me había cansado.

Marta se fue de 'caza' como había dicho ella y Javi se fue a bailar, quedándonos así Sergio, Alicia, el imbécil de Andrés y yo. Minutos después sonó una canción lenta y Alicia y Andés salieron a bailarla.

Sergio: ¿Me concede este baile preciosa dama?- preguntó haciendo un gesto de reverencia.

Yo: Está bien- acepté sonriendo.

Me cogió de la mano y me llevó a la pista, puso su mano en mi cintura y con la otra cogió mi mano. Bailábamos muy pegados y muy lentamente, poco a poco y sin darme cuenta Sergio empezó a acercarse hasta que me robó un beso, cuando acabé me separé de el, no tenía intención de montar ningún escándalo.

Yo: Sergio no confundas las cosas por favor, no te quiero como tú me quieres a mi- contesté suavemente.

Sergio: Perdona, me he dejado llevar- se disculpó avergonzado.

Yo: Tranquilo no pasa nada, pero no lo vuelvas a hacer- le advertí.

La música volvió a ser electrónica haciendo que la gente empezara a gritar y cosas por el estilo. 'Bueno, aquí se acaba la tranquilidad' pensé. Sergio no se adonde se fue, tampoco me importó, yo fui a la barra y me pedí un whisky. En toda la noche no había visto más a Alicia y a Andrés, así que casi sin querer empecé a buscarlos hasta que los encontré besándose agresivamente, en ese momento se me formó un nudo en la garganta. Inconscientemente empecé a pedir y a pedir bebida a medida que la fogosidad de sus besos aumentaba. Andrés acariciaba su pierna, subía su mano y la bajaba hasta la rodilla. En una de esas pasadas no se detuvo y directamente le cogió un pecho.

No sé como detuve las ganas de ir hasta ahí y matarlo en medio de todo el mundo, para ese momento yo ya estaba completamente furiosa y bastante pasadita de copas. Andrés se separó de Alicia y al fin pude verle la cara. Dios que preciosa que era... ¿Qué había echo semejante imbécil para merecer a esa Diosa? Ellos empezaron a moverse y yo me acerqué un poco a ellos para no perderles de vista. Fueron hasta Lidia y Andrés le preguntó algo, ella asintió y señaló arriba, entonces volvieron a caminar. Fueron hasta unas escaleras y en el trayecto ya se habían vuelto a poner a tono.

Cuando me di cuenta de lo que iba a suceder en un instante u otro no pude soportarlo más y me metí en el baño. Apoyé mis manos en el lavabo extendiendo mis brazos y agachando la cabeza. Empecé a llorar y a jadear fuertemente al intentar coger aire. ¿Por qué? ¿Por qué a mi? ¿Por qué me dolía tanto? ¿Por qué me dolía que se besara con su novio? Levanté la cabeza y me miré en el espejo, tenía las mejillas manchadas de negro ya que las lágrimas habían echo que se me corriera el maquillaje. Estaba completamente roja por las partes en las que el maquillaje no había llegado. No podía ser, no podía aceptarlo era imposible. No había manera humana para que en aquel momento mi cerebro aceptara que me había enamorado de mi mejor amiga.


¡Hola amigos! Espero que os haya gustado este cap, sé que tardo un poco pero hago lo que puedo, apenas tengo tiempo. Agradeceros como siempre a todos los que seguis mi relato, a los que comentáis y dáis a saber vuestra opinión, es muy importante.

¡Besos desde España!