Ayúdame a recordar 4

Marta:¡Serás hija de perra!- dijo agachándose para darme un golpe en el hombro, se veía enfadada pero no podía evitar sonreír de la alegría que no fuese verdad, al igual que los demás excepto Alicia. Alicia: Imbécil- me susurró enfadada mientras se levantaba y se alejaba.

Nota: A partir de aquí intervendrá en algunos casos la conciencia de Ainhoa que será introducida por estas comitas: “ ”. Aclaro que es como una voz aparte, Ainhoa tendrá sus pensamientos (introducidos por apóstrofes ' ', aunque lo indicaré con una frase) y también aparte su conciencia. Vamos, lo que vendría a ser esa vocecita en nuestra cabeza que siempre nos vuelve locos y hace que nos peleemos con nosotros mismos jajaja.

Asentí sonriendo, ella me devolvió la sonrisa y volví a abrazarla, me encantaba hacerlo, me sentía reconfortada y protegida en sus brazos, cosa que me incomodó al tener esos sentimientos hacia ella, hacia mi amiga. Le agradecí que me hubiera escuchado y tras unos minutos se despidió de mi. Al poco rato cené, me aseé en el baño y me dispuse a dormir, sin saber por qué mi último pensamiento fue a parar a Alicia.


Poco menos de una semana después me dieron el alta y por fin pude ir a mi casa. Vivía en el centro de la ciudad y pude afirmar que era una isla preciosa, con unas playas maravillosas y lugares muy naturales con unas vistas hermosas (Autora: ¿Me estoy pasando explicando lo maravillosa, preciosa y perfecta que me parece mi isla? Jajaja) Sin lugar a dudas me encantaba Mallorca.

Dejando de lado la isla, mi casa también me gustaba mucho. Vivíamos en un apartamento amplio, iluminado y acogedor en el sexto piso. Tenía tres habitaciones, la de Antonio y Lucía, la mía y un despacho que antes había sido la habitación de Natalia, una cocina, dos baños, un salón y un pequeño balcón que estaba en mi cuarto.

Nada más llegar me metí en mi cuarto y cerré la puerta, me quedé observando la habitación. Enfrente de la puerta estaba la cama, tenía puesta ya el nórdico de invierno ya que el frío se presentaría en breve, era blanco con algunos detalles de lo que parecían ser algunas ramas de árbol y hojas cayendo de color lila. A la izquierda estaba el balcón, habían unas cortinas blancas con un bordado de hilo, no tenía forma. Al lado del balcón había una “cómoda estante”, habían dos cajones y más arriba estaban los estantes. Pegado estaba mi escritorio con algunos cuadernos y libros, una lámpara y un portátil.

Para finalizar en el hueco que dejaba mi escritorio y la pared había un gran armario. La pared era blanca y había una banda con líneas curvas de color lila a juego con el nórdico. En definitiva, mi habitación me gustaba. No sabía que hacer así que hice lo primero que se me vino a la mente: mirar mi ropa. Me acerqué a la cómoda y abrí un cajón, ya estaba puesta la ropa de invierno. Jerséis, sudaderas, jeans, pantalones...nada del otro mundo. “Evidentemente eres una chica normal y corriente ¿Qué esperabas encontrar Ainhoa? ¿Ropa de Gucci o Louis Vuitton?”

Me senté en la silla de enfrente del escritorio, abrí mi portátil y lo encendí, por suerte no tenía contraseña así que pude entrar directamente a mi usuario. La foto de fondo de pantalla era mía y de Sergio, enseguida la quité y la borré, con aquello se me ocurrió una idea. Entré en equipo, mis cosas y encontré la carpeta que buscaba. Cliqué en “Fotos” y me salieron unas cuantas carpetas, así que me puse a verlas.

Tenía mil fotos con Sergio, y mil fotos que se fueron a la papelera de reciclaje, no quería tener nada con el por el momento. Entré en otra carpeta y había un montón. Yo y Marta, yo y Alicia, yo con Marta y Alicia...En algunas ocasiones reí al ver las poses y caras que poníamos, éramos muy tontas. Me miraba en las fotos y me parecía una desconocida, sonriendo feliz con ellas dos como si las conociese de toda la vida “Es que las conoces de toda la vida, exceptuando a Alicia”

Entonces me encontré con una foto que me dejó muda. Era Alicia, tumbada boca abajo en el césped con el sol pegándole en media cara, me había quedado embobada mirándola ¡Estaba preciosa! “¿Pero qué estás diciendo Ainhoa?” Me di cuenta de lo que estaba pensando y cerré el portátil de un golpe seco. Me levanté y me llevé las manos a la nuca empezando a caminar por la habitación. “¿En qué estás pensando? Alicia es tú amiga, es tú amiga” Alarmada por esos pensamientos hacia ella me tumbé en la cama y me quedé dormida.

Abrí los ojos pero los tuve que cerrar enseguida por la luz. ¿Luz? Cuando me quedé dormida recordaba que aún había luz. ¿Había dormido tantas horas?

Marta: Buenos días dormilona- me saludó sonriendo.

Yo: ¡Joder!- exclamé asustada, estaba sentada en la silla al lado de mi cama- ¿Qué haces aquí?

Marta: Pues esperaba a que te despertases. ¿Tú sabes cuanto duermes? Estoy harta de verte en la misma posición, más bien estoy harta de verte- respondió sonriendo con la última frase.

Yo: ¿Y no has tenido la inteligencia de despertarme?- pregunté cerrando un poco los ojos.

Marta: Oh créeme que dejándote dormir he sido muy inteligente.

Yo: ¿Por qué?

Marta: Digamos que tienes mal despertar, la última vez que lo hice me dejaste un moratón en el ojo- dijo señalándoselo.

Yo: ¿Qué me dices?- dije incrédula.

Marta: Tranquila, si te sirve de consuelo estabas medio dormida, aunque me vengué de ti- contestó.

Yo: Miedo me da...

Marta: Te pegué durante 1 semana un papelito en la espalda que ponía “Estoy amargada y soy fea, culona y tengo las tetas como una tabla de planchar”- explicó intentando no reír ''intentando''.

Yo: ¡Serás perra!- exclamé tirándole un cojín.

Marta: Jajaja no sabes lo mucho que me reí esa semana.

Yo: Oye, que yo no soy fea- le reproché.

Marta: No no lo eres, de echo tienes una de las caras más bonitas que he visto en mucho tiempo, pero tienes que admitir que culona eres- me confesó sonriendo.

Yo: ¡No soy culona! Haber si, tengo bastante culo pero tampoco es para tanto.

Marta: Jajaja que no mujer tienes el pandero perfecto, tu culo les pierde a los hombres- dijo.

Yo: ¿Y eso de que tengo las tetas como una tabla de planchar? Eso es una mentira muy gorda- le dije señalándomelas.

Marta: Algo tenía que añadir para rellenar...- contestó encogiendo los hombros.

Yo: A todo esto ¿Qué haces aquí?

Marta: Ah si, casi se me olvidaba. Hoy vamos a ir a la playa, así que no puedes faltar- me dijo.

Yo: ¿A la playa?

Marta: Si, sabes lo que es ¿Verdad?- me preguntó.

Yo: He perdido la memoria pero no soy imbécil- contesté un poco ofendida.

Marta: Perdona, no pretendía molestarte- se disculpó avergonzada.

Yo: No pasa nada- respondí.

Marta: ¿Seguro?

Yo: Tranquila, estoy bien- aseguré levantándome- Voy a cambiarme.

Marta: De acuerdo.

Esperé unos segundos a que saliera del cuarto pero no lo hizo.

Marta: Ah perdona lo siento, es la costumbre. Antes nos cambiábamos juntas, ahora salgo- dijo levantándose rápidamente.

Salió y cerró la puerta. Suspiré, me froté los ojos y miré la hora ¡Eran las tres y media! Me había pasado casi un día entero durmiendo. Solté un sonido de sorpresa y busqué en los cajones algún bikini pero no encontré ninguno, no me quedó más remedio que buscar a Marta.

Yo: Marta no sabrás por casualidad...- no terminé cuando entré en la cocina.

Estaba Alicia apoyada en la mesa besando a un tio que no conocía. No sabía por qué pero de repente me había entrado un calor insoportable, y unas ganas insoportables de tirarme encima de aquel tio, si ya me había quedado sorprendida de verla fue mayor mi sorpresa al verla dándose el lote con ese. Alicia al notar mi presencia se separó rápidamente de el y me miró nerviosa.

Alicia: Ho-hola- me saludó.

Yo: Buenos días- le respondí tensa.

Alicia: El es Andrés mi...

Andrés: Soy su novio, encantado- la cortó extendiéndome la mano.

En ese momento me di cuenta de que me había clavado las uñas en la palma de la mano al apretar los dedos, que los tenía blancos por la tensión. Abrí la mano y cogí la suya devolviéndole el saludo.

Yo: Un placer- mentí con una sonrisa hipócrita- No me habías dicho que tenías novio.

Alicia: No había salido el tema- contestó con la cabeza gacha.

Yo: Ya... Oye ¿Dónde están Antonio y Lucía?- caí en la cuenta.

Alicia: Se han ido, por eso decidimos ir a la playa, para no dejarte sola- dijo sonriendo.

Yo: Oh, gracias. ¿Y Marta?

Alicia: Ha ido a buscar a Javi y a Sergio, no tardará mucho en llegar- dijo.

Yo: Vaya ¿Puedo pedirte un favor?- pregunté.

Alicia: Claro.

Le hice un gesto y salimos de la cocina.

Yo: ¿Tienes idea de dónde tengo los bikinis?- susurré un poco avergonzada.

Pude notar como una sonrisa quería formarse en sus labios, lo que me faltaba, se morreaba con un chaval en mi casa y encima se reía de mi.

Alicia: Creo que sé donde están, pero no estoy del todo segura- dijo caminando hacia mi cuarto.

La seguí y entramos, miró en unos cuantos cajones y hizo un gesto con la mano, se agachó enfrente de la cama y buscó algo. Tenía que decir que su trasero quedaba en una posición muy sugerente, y sin darme cuenta me encontraba observándolo fijamente. “¡¿Pero qué coño haces?!”

Alicia: ¿Ainhoa?

Me exalté al ver que me estaba mirando y me sonrojé y avergoncé ante la posibilidad de que me hubiera pillado mirándola.

Yo: ¡¿Qué?!

Alicia: Los bikinis, estaban debajo de la cama- dijo enseñándomelos.

Yo: Ah, claro claro- dije cogiéndolos.

Alicia: ¿Estás bien?- preguntó mientras se levantaba.

Yo: Si si si, ya está, a-ahora me cambio- tartamudeé nerviosa mientras la empujaba fuera de la habitación.

Alicia: ¿Seguro que estás bien?- volvió a preguntar.

Yo: Que si que si, ahora salgo- concluí cerrando la puerta.

Me mordí el labio, cerré los ojos y me apoyé de espaldas contra la puerta. ¡Le estaba mirando el culo! ¿Qué me pasaba? ¿Por qué había reaccionado así al verla con aquel chico? Una respuesta apareció como un relámpago por mi mente pero me negué a aceptarla. Me quité la ropa y me vi en un espejo. Tenía los senos medianamente grandes, lo normal, bien subiditos. Mi vientre no era completamente plano, tenía un poco de barriguita pero era delgado al igual que mis caderas. Mi sexo tenía escaso bello púbico, algo normal después de todo ese tiempo en cama. Me giré y observé mi culo, como bien habíamos comentado Marta y yo era bastante grande pero no por eso desagradable. Para finalizar mis piernas no eran muy largas por mi estatura, también tenía bastante carne pero, como siempre, nada que se saliera de lo normal. En definitiva, tenía un cuerpo bonito pero no perfecto, y me alegraba por ello ya que no me hubiera gustado estar esquelética.

Me puse el bikini, me vestí y fui al salón donde supuse que estarían y, efectivamente allí estaban, besándose como si se fuera a acabar el mundo. De nuevo el calor y las ganas de apartarlo de ella me invadieron.

Yo: Un poco de respeto por favor- dije molesta.

Se separaron y ella me miró avergonzada.

Alicia: Perdón- se disculpó.

Yo: ¿Queréis algo de beber?- ofrecí cambiando de tema.

Me dijeron que no, así que me senté junto a ellos mientras esperábamos a que llegase Marta, deseaba con todas mis fuerzas que lo hiciera lo antes posible.

Yo: ¿Cuánto lleváis de relación?- pregunté para romper el hielo.

Andrés: 9 meses- contestó cogiéndole la mano y besándosela, miré con recelo como lo hacía.

Pasaron los minutos en los que ellos no cesaban de darse muestras de afecto haciendo que una mitad de mi no parase de enfurecerse con cada gesto, beso y caricia que le daba a Alicia, mientras que la otra mitad se enfurecía por enfurecerme de sus mimos (irónico ¿Verdad?) Por un milagro de Dios Marta tocó el timbre.

Yo: Por fin- exclamé levantándome.

Me acerqué al telefonillo y me dijo que ya podíamos bajar.

Yo: Vamos, ya están aquí- dije cogiendo algunas cosas, entre ellas una bolsa con toallas y crema y una neverita portátil que contenía cervezas y demás.

Ellos también cogieron las últimas bolsas y bajamos. Estaban Marta, Javi y Sergio. Nos subimos al todo terreno de Marta y arrancamos, para mi mala suerte me tocó al lado de 'los tortolitos'.

Yo: ¿Y a qué playa vamos?- pregunté.

Marta: Realmente no es una playa, es una pequeña cala, se llama Cala Falcó, llegaremos de aquí a unos veinte minutos- me contestó.

El tiempo se me pasó muy lentamente, mientras miraba por la ventana el ruido de los besos de Alicia y Andrés no dejaba de martirizarme. Cuando se me hizo insoportable saqué mi MP3 y puse la música a toda pastilla casi dejándome sorda, prefería eso que escuchar sus besos “¿Estás celosa Ainhoa?” ¿Yo? ¿Celosa? ¡Ni de coña!. El coche se paró, así que supuse que habíamos llegado, apagué, enrollé, guardé mi MP3 y salí.

Estábamos rodeados de árboles y arbustos pero a lo lejos se podía ver el mar. Cogimos las cosas y empezamos a caminar, a los pocos minutos llegamos a la cala ¡Y qué cala! No era muy grande pero era preciosa y, para nuestra suerte, no había nadie. La arena era blanca y fina, el agua cristalina y además estábamos rodeados de árboles y dos grandes paredes de piedra que se adentraban en el agua.

Yo: Es preciosa- comenté maravillada.

Marta: A que si ¿Eh? Cuando la vi me enamoré de ella- contestó sonriendo.

Dejamos las cosas y pusimos las toallas en la arena. El calor era abrasador, así que empezamos a quitarnos la ropa. Los chicos fueron los que antes se quitaron todo y nada más hacerlo fueron corriendo al agua. Fui la última en desvestirme ya que se me había quedado enganchada la camiseta con el pelo y, cuando iba a meterme en el agua me quedé con la boca abierta.

Alicia estaba al lado mía esperándome con la mano extendida, aunque eso fue lo último en lo que me fijé. Era blanca, muy blanca y el bikini negro que llevaba hacía que lo pareciese más. Tenía muchos lunares y pecas por todo el cuerpo que le quedaban de maravilla. No tenía mucho pecho, el vientre plano y unas piernas largas y delgadas y, cuando se giró, me quedé observando su trasero. En definitiva, era muy distinta a mi. “¿Te das cuenta de lo que piensas? Como sigas mirándola así te denunciará por acoso sexual visual” Salí de mi ensoñación para ver como seguía con la mano extendida y con una sonrisa preciosa.

Alicia: ¿Vamos?- preguntó señalándome el mar con la cabeza.

Si antes había estado enfadada con esa sonrisa ya no quedaba ni rastro del sentimiento que antes me embargaba.

Yo: Vamos- contesté sonriendo y cogiéndole la mano.

Caminamos hasta el agua, la rocé con el dedo gordo del pie y me paré inmediatamente.

Alicia: ¿Qué pasa?- preguntó extrañada al haberla parado tan de sopetón.

Yo: ¡Está helada!- dije abriendo los ojos.

Alicia: Jajaja mejor ¿No?- dijo sonriendo.

Yo: ¡Pues no!

Alicia: Venga no seas cobarde, es solo un poco de agua nada más- dijo pasando su pie por el agua.

Yo: Bueno venga- me resigné.

Fuimos entrando poco a poco al agua hasta que me llegó hasta las caderas y me paré.

Yo: Espera unos segunditos a que me acostumbre- le pedí.

Alicia: Vale.

Ella en ningún momento me soltó la mano y para mi desgracia se aprovechó de ello, se tiró al agua y me arrastró con ella. El agua, tal y como había comprobado antes, estaba helada.

Alicia: ¡Qué buena está!- dijo retirándose el pelo de la cara.

Yo: ¿Buena? ¡Está gélida!- me quejé temblando.

Alicia: No exageres, ya verás como en unos segundos te acostumbras- me dijo.

Y, efectivamente, en unos segundos el agua dejó de ser fría para estar a la temperatura ideal. Nos unimos con los demás y jugamos un rato con un balón que los chicos habían traído, después nosotras salimos, nos tumbamos en las toallas a tomar el sol y empezamos a charlar.

Marta: ¿Te molesta que Sergio haya venido?- me preguntó.

Yo: No, para nada.

Alicia: ¿Por qué debería importarte?- preguntó confusa.

Yo: Ya no estoy saliendo con el- le anuncié.

Alicia: ¡¿No?! ¡¿Y eso?!- preguntó sorprendida.

Yo: Pues porque no le recuerdo, no le amo y yo no iba a seguir con el así- respondí.

Alicia: No me lo habías contado...- dijo con un tono de reproche en su voz.

Yo: No había salido el tema- contesté devolviéndole de su propia medicina.

La miré y vi como había cambiado su expresión, tenía los ojos brillantes ¿Estaba emocionada? Que iba a estar emocionada, no hice caso a mis pensamientos, en esos días había estado pensando en tonterías “Tonterías no tan tontas Ainhoa” Decidí ignorar esa voz interior y cerré los ojos mientras sentía como el sol secaba mi cuerpo, cuando ya lo hubo echo empecé a notar como me quemaba la piel de la espalda.

Yo: Por favor que alguien me ponga crema, me estoy achicharrando- pedí.

Alicia: Te la pondré yo, Marta se ha ido al agua- me informó.

Cogió el bote de crema y se sentó a mi lado, yo me desabroché el bikini para que no me quedaran marcas de manera que mi espalda quedó totalmente descubierta. Alicia no se acababa de decidir a expandirme la crema, la notaba indecisa.

Yo: ¿Pasa algo?- pregunté girándome un poco.

Alicia: No no, tan solo estaba leyendo la etiqueta- contestó enseñándome el bote.

Asentí y volví a girarme, entonces noté la fría crema en mi espalda. Empezó a repartirla por toda mi espalda, lo hacía suave y lentamente, parecía que me estuviera dando un masaje, cabe añadir que sus manos temblaban. Tan relajada estaba que casi me quedé dormida, tan solo volví a prestar atención cuando se levantó.

Alicia: Ya está- dijo suspirando.

Yo: Gracias.

Ella se alejó y se tumbó de nuevo para tomar el sol. Al cabo de unos minutos me até la parte de atrás del bikini y me levanté.

Yo: ¿Vamos al agua?- pregunté esta vez yo sonriendo.

Alicia me miró, sonrió y me cogió la mano que usó para poder levantarse.

Alicia: Vamos que me muero de calor.

Entramos al agua y de nuevo estaba congelada, esta vez me metí directamente al saber que después desaparecería. Nos acercamos a los demás y estuvimos jugando un rato, nos salpicábamos, nos hundíamos en el agua, hacíamos carreras etc... En un momento en el que me encontraba más al mar abierto se me ocurrió hacer una broma, de mal gusto pero una broma al fin y al cabo. Me sumergí y empecé a agitar los brazos simulando que me ahogaba.

Yo: ¡So-corro! ¡Ayu-da!- empecé a gritar.

Tardaron un poco en darse cuenta, pero cuando lo hicieron todos fueron nadando hacia mi. Antes de que llegaran fingí haberme desmayado, cogí aire y me puse boca abajo. La primera persona que llegó fue una de las chicas, no supe diferenciar cuál de las dos. Me puso boca arriba y volví a respirar aunque disimuladamente. Me llevaron a la arena y me tumbaron.

Alicia: ¡Dios Ainhoa despierta!- gritaba desesperada.

Me sentí un poco mal, así que decidí acabar con la broma empezando a reír y abriendo los ojos. Todos me estaban observando con una cara de preocupación increíble, Alicia que era la que me había llevado tenía incluso hasta lágrimas.

Marta: ¡Serás hija de perra!- dijo agachándose para darme un golpe en el hombro, se veía enfadada pero no podía evitar sonreír de la alegría que no fuese verdad, al igual que los demás, excepto Alicia.

Alicia: Imbécil- me susurró enfadada mientras se levantaba y se alejaba.

Me quedé desconcertada ante su reacción, miré a los demás en busca de alguna explicación pero ellos me miraron igual que yo. Se fue hasta las rocas, subió algunas y se sentó ahí. Iba a ir a pedirle disculpas cuando el brazo de Marta me detuvo.

Marta: Déjala que se le pase un poco, después si eso te acercas -me aconsejó.

Al poco tiempo empezó a oscurecer, nos secamos, nos cambiamos (incluida Alicia aunque lo hizo en el mismo lugar de antes), nos sentamos en las toallas y sacamos las cervezas. Nos lo estábamos pasando muy bien pero aún había una duda que me corroía ¿Por qué se había molestado tanto? Si, había sido una broma muy pesada pero ninguno de los chcis se lo había tomado tan mal. En un momento en el que Javi y Marta se habían puesto a bailar (no porque estuvieran borrachos, si no porque así eran ellos) me escaqueé y me acerqué al lugar donde estaba Alicia. Fui y me senté justo detrás suya, hacía bastante brisa por lo tanto la carne se me puso de gallina. Ella ya había notado mi presencia y no hizo nada para moverse y en un acto que me salió desde lo más profundo de mi ser la abracé por el cuello.

Yo: Hey perdóname, tan solo era una broma, no te pongas así- le susurré cariñosamente.

Ella giró su cuello y vi como tenía los ojos mojados de llorar, en ese mismo instante me sentí fatal.

Alicia: ¿Solo era una broma? Eso no era una broma Ainhoa- me reprochó con la voz temblándole.

Yo: Lo siento- me disculpé.

Alicia: No vuelvas a hacerme eso nunca más ¿Entendido? Pensaba que volvía a perderte- sollozó.

Yo: Lo siento mucho de verdad, no volveré a hacerlo, no te pongas así- le pedí.

Ella me cogió las manos que estaban debajo de su cuello y yo apoyé mi barbilla en su cabeza, antes de que pudiera pensar le deposité un beso en su rojizo cabello y nos mantuvimos en esa posición unos minutos. Cuando el frío se me hizo insoportable me levanté, le ayudé a hacer lo mismo y fuimos junto a los demás abrazadas.

Javi: ¿Ya se te ha ido la mosca de detrás de la oreja?- le preguntó animado.

Alicia: Si- asintió sonriendo.

Las siguientes horas nos las pasamos riendo, bailando y bebiendo. Después Marta que era la única que tan solo se había tomado dos cervezas nos fue llevando cada uno a su casa. En el camino de vuelta Andrés y Alicia no se cortaron ni un pelo, incluso el empezaba a tocarla poniendo su mano en su rodilla y muslo, la ira no se hizo esperar. Finalmente llegamos a mi casa, me bajé y me despedí.

Yo: Muchas gracias por todo- le agradecí.

Marta: De nada guapa, buenas noches- se despidió acelerando.

Lo último que pude ver fue como Andrés empezaba a tocar a Alicia y un nudo en la garganta se formó. Subí a mi casa sin hacer mucho ruido ya que Lucía y Antonio ya dormían, me cambié y me tumbé en la cama. Su aroma se había incrustado en mi piel, aspiré hondamente para sentir su olor y la recordé, y también deduje que tal y como estaban en el coche en esos mismos instantes ella estaría entre las sábanas de ese imbécil. Entonces sentí algo que nunca había sentido, era como si me hubieran clavado una daga en el corazón. Una lágrima solitaria escapó de mis ojos al cerrarlos fuertemente para dormir. ¿Qué me estás haciendo Alicia? Fue lo último que pensé antes de dormirme entre lágrimas.


Os dejo aquí el capítulo. Estoy un poco ocupada, así que no puedo subir muy rápido pero hago lo que puedo, al menos me esfuerzo en hacerlos lo más largos posible. Espero que os haya gustado, comentad y valorad. Gracias a todos por tomaros la molestia de leerme

¡Saludos desde España!