Ayúdame a recordar 3

Me quedé muda, una desconocida venía, se ponía a llorar y me abrazaba. ¿Había algún manual que te dijese qué hacer en esos casos? Chica: Si no has muerto ¿Por qué siento que he perdido a una hermana?- preguntó con la voz apagada.

Ella encogió los hombros indicándome que no tenía ni idea pero pude notar por su expresión que sabía algo, no quise darle mucha importancia. Miré la puerta y vi que no la habían cerrado del todo, había una pequeña obertura por la cual les observé. Me di cuenta de que estaban discutiendo, y vaya discusión. Alicia estaba completamente roja, enfurecida con los ojos aguados. Sergio la miraba amenazante, estaba muy agitado pero más tranquilo que ella. El la cogió del brazo y la acercó a el de manera que su boca quedaba en su oído. Sergio le susurró algo que hizo que se calmara un poco y observó la pared hasta que te topó con mi mirada. Mientras me miraba le dijo algo a Sergio y después se fue corriendo.


Todo era muy raro ¿Por qué se habrían peleado? ¿Tendría que ver algo la reacción que tuvo Alicia antes? Seguramente sería alguna cosa entre ellos pero ¿Era tan grave como para que Alicia se hubiera puesto de esa forma? En ese momento entró Sergio en la habitación, me miró, cogió el ramo y me las entregó sonriendo.

Sergio: Buenos días- saludó.

Yo: Gracias, déjalas en esa mesa- le dije señalando las flores, las dejó ahí y se sentó en un sillón.

Marta: Bueno yo me voy, cuídate Ainhoa- se despidió dándome dos besos.

Yo: Adiós.

Cuando cerró la puerta Sergio se levantó y se sentó junto a mi en la cama.

Yo: ¿Por qué habéis discutido tú y Alicia?- pregunté mirándolo.

Sergio: Por nada, es una tontería de ella, no tiene importancia- contestó tranquilamente.

Puesto que no había ninguna prueba o algo que contradijese su palabra decidí creerle ya que ¿Qué otra cosa podría ser? Algo sin importancia como bien había dicho el.

Sergio: Ainhoa ¿Qué va a pasar con nosotros?- preguntó al cabo de unos segundos de silencio, le miré y pude notar que estaba muy serio.

Yo: No sé, no me acuerdo absolutamente de nada de ti y sinceramente ahora no siento nada por ti, lo siento- contesté lentamente, pude ver como su expresión cambiaba a medida que le decía esas palabras.

Sergio: Está bien, creo que lo mejor será dejar un paréntesis en nuestra relación. Si llegas a recuperar la memoria y te embarga algún sentimiento sobre mi te ruego que vayas a verme, me da igual si es mañana, en un mes o en dos años, voy a seguir amándote igual- contestó el con lágrimas en los ojos que luchaban por salir.

Yo: De acuerdo, está bien.

No se quedó mucho rato más, hablamos de cosas sin importancia y después se marchó. No mucho después me trajeron la comida y después de comer vino Javi a verme. Me alegró mucho la tarde, ahora entendía por que me llevaba tan bien con el, era muy divertido. Se tuvo que ir cuando llegó mi doctor, mi madre ya había hablado con el y le contó ese nuevo problema que se me presentó con la escritura y la lectura. Ese mismo día empecé con las clases, era realmente duro y difícil, pensar que esas dos cosas tan básicas en la vida se me habían olvidado me deprimió mucho, el doctor muy amablemente me consoló.

Pasaron dos días y yo seguía con mi rehabilitación por así decirlo, todos venían a visitarme pero desde aquella vez en la que Alicia y Sergio discutieron no la volví a ver. Pregunté por ella a todos pero nadie supo darme una respuesta, me entristecí un poco ya que aunque la conociese de poco extrañaba su compañía. Una tarde estaba levantada enfrente de la ventana tomando un poco el aire cuando entró alguien que no conocía.

Yo: Buenos días, si viene a recoger mi ficha está ahí sobre la cama- le indiqué pensando que era una enfermera.

No se movió, estaba ahí de pie mirándome fijamente hasta tal punto que tuve que desviar la mirada por incomodidad. La chica era castaña, ojos azules muy parecidos a los míos, bronceada, alta y delgada.

Yo: ¿Se encuentra bien?- pregunté.

La chica empezó a llorar, no sabía que hacer, no la conocía y no sabía que quería. Entonces la chica se movió del lugar donde había estado tanto tiempo, se acercó a mi y antes de que pudiera hacer nada me abrazó estrechándome con fuerza entre sus brazos. Me quedé muda, una desconocida venía, se ponía a llorar y me abrazaba. ¿Había algún manual que te dijese qué hacer en esos casos?

Chica: Si no has muerto ¿Por qué siento que he perdido a una hermana?- preguntó con la voz apagada.

Entonces mi cabecita comprendió todo rápidamente. Me fijé mejor y la ropa que llevaba no era de una hospital, era la de una clínica dental (que por cierto son muy parecidas).

Yo: ¿Na-Natalia?- pregunté emocionada.

Por fin se separó de mi, la miré a los ojos y ella sonrió, la había detallado mejor y la verdad es que nos parecíamos mucho. No lo pensé más y esta vez la abracé yo, no recordaba nada de ella, al igual que todo el mundo, pero no sabía por qué nada más verla le había cogido cariño.

Natalia: Oh Dios siento todo esto mucho pequeña, lo siento mucho- me dijo cogiéndome las manos.

Encogí los hombros en señal de 'Qué se le va a hacer' y volvimos a abrazarnos. Estaba muy emocionada, ella era la última persona que me quedaba por conocer y me había estado haciendo mucha ilusión desde que me dijeron que existía, la acababa de conocer y ya me sentía unida a ella. Nos separamos y nos sentamos las dos en la cama.

Natalia: ¿Cómo ocurrió todo? ¿Te acuerdas de algo?- preguntó ansiosa.

Yo: No, no me acuerdo de nada, según dijeron mis amigos estaba en casa de Javi cuando tropecé y me di el golpe en la cabeza contra una mesa- conté.

Natalia: ¿Y ya está? ¿Seguro que solo fue eso?

Yo: Si ¿Por qué lo preguntas?- quise saber extrañada.

Natalia: No soy médico pero, para haber perdido la memoria de toda tu vida y incluso no saber ni escribir ni leer, un golpe con una mesa de madera no me parece suficiente- confesó ella.

Yo: Bueno ahora que lo dices mi doctor me preguntó algo parecido, no está del todo seguro que fuese esa la causa por la que perdí la memoria, el asegura que el golpe fue contundente y incluso con algo un poco afilado, características que no se encuentran en una mesa de madera- le expliqué.

Natalia: ¿Tendrían algún motivo para mentir tus amigos?- preguntó desconfiada.

Yo: No lo sé, no lo creo. Puede que con la confusión no hubieran visto exactamente con que me di el golpe y quizás al caer cerca de la mesa pensaran que me di contra ella- dije intentando sacar alguna conclusión.

Natalia: Puede ser, pero es todo muy raro.

Yo: No sé si tiene mucha importancia pero desde hace tiempo, incluso cuando estaba inconsciente, una conversación se repite en mi mente- conté.

Natalia: ¿Una conversación?

Yo: Si, no tiene sentido alguno, o al menos yo no se lo veo, las voces son muy confusas pero no las asocio con nadie- le expliqué.

Natalia: ¿Qué dicen esas voces?

Le expliqué el breve diálogo de esa conversación y tampoco supo darle sentido. Me dijo que quizás fuera algo que escuché antes de desmayarme o cualquier cosa por el estilo.

Natalia: ¿Y se lo has contado a tu doctor?

Yo: No, no le doy tampoco mucha importancia.

Natalia: Bueno, lo importante es que estás bien y que dentro de poco volverás a casa ¿Verdad?- dijo cogiéndome las manos mientras sonreía.

Yo: Si- respondí sonriendo también.

Natalia: Y bueno ¿Qué ha pasado con Sergio?

Yo: Nos hemos dado un tiempo, yo no le recuerdo y tampoco siento nada por el. Tendrías que haber visto la cara que puso cuando se lo dije, me sentó fatal- contesté.

Natalia: Pues sinceramente a mi no me da ninguna pena, ese chico no me gusta para nada. Evidentemente no lo recuerdas pero te aviso de que el y yo nos llevamos muy mal- me dijo.

Yo: ¿Por qué? Parece un chico muy majo.

Natalia: No sé no me gusta para ti, me da mala espina- respondió.

Yo: Bueno dejemos ese tema. ¿Y a ti como te van los hombres?- pregunté sonriendo.

Su expresión cambió en seguida y supe que había tocado un tema delicado para ella, pronto las lágrimas acudieron a sus ojos.

Yo: Hey ¿Qué te pasa?- pregunté con voz cariñosa.

Natalia: Mi novio me dejó la semana pasada- contestó sollozando.

Me acerqué a ella y la abracé demostrándole mi apoyo, no me gustaba verla así después de haber estado toda la tarde riendo, hacía un par de horas que la conocía y ya me sentía muy cercana a ella.

Yo: ¿Qué ha pasado?- pregunté una vez se hubo calmado.

Natalia: Como ya te conté en la carta estaba en Valencia en un viaje del trabajo, Óscar que así se llama el se empeñó en comprarse un billete para acompañarme, aún sabiendo que le podría ver poco ya que yo tendría que dormir en el hotel que mi jefe había pagado- hizo una pausa para coger un poco de aire.

Yo: ¿Y qué ocurrió?

Natalia: Mi jefe me dio un día libre ya que había estado trabajando mucho, y decidí ir a ver a Óscar a su hotel para darle una sorpresa. Cuando entré en su habitación se estaba tirando a otra tía, el está completamente seguro de que yo me acosté con mi jefe- volvió a llorar.

Yo: ¿Y es verdad?

Natalia: ¡Por supuesto que no! Yo a el le amo, jamás se me ocurriría hacerle algo así- contestó con la voz ronca.

Volví a abrazarla y le dije:

Yo: Qué gilipollas, es un imbécil. ¿Llegué a conocerle?- pregunté.

Natalia: Si, y la verdad es que os llevabais estupendamente- contestó.

Yo: Bueno, pues ahora no- respondí, ella rió.

Natalia: Gracias por escucharme, ya sé que apenas me conoces y que posiblemente te haya resultado raro, pero me hacía falta- dijo ella agradecida.

Yo: Tonterías, eres mi hermana te recuerde o no y creo que ha sido eso lo que ha echo que esté tan a gusto contigo, puedes venir todas las veces que quieras si necesitas a alguien con quien hablar, estaré encantada de recibirte- le dije con una gran sonrisa.

Natalia: Gracias, me alegra saber que sigues siendo una gran persona- dijo abrazándome.

Yo: De nada, no hace falta que me lo agradezcas- contesté separándome.

Natalia: Me temo que tengo que irme ya. Cuando salgas de aquí ven a visitarme, me alegrará verte y quizás a ti también, casi toda tu infancia te la has pasado allí- me ofreció.

Yo: Por supuesto, me encantaría ir. Ten por seguro que una de las primeras cosas que haga nada más volver a casa será visitarte- respondí sonriendo.

Natalia: Eso espero. Bueno me voy ya, cuídate Ainhoa. Adiós.

Yo: Hasta luego- me despedí.

Salió y cerró la puerta dejándome sola de nuevo, un vacío se apoderó de mi. No era algo nuevo la verdad, cada vez que me quedaba sola sin motivo alguno me deprimía y de vez en cuando soltaba alguna lágrima, esa vez no fue la excepción. Sentí como alguien abría la puerta lentamente, me enjugué las lágrimas antes de que entrara a la habitación y cuando vi quien era me sorprendí.

Alicia: Hola Ainhoa- me saludó tímidamente.

Yo: Hola. ¿Qué te ha pasado estos días? ¿Por qué no has venido a verme?- pregunté rápidamente.

Alicia: ¿Puedo?- preguntó señalando la cama.

Yo: Claro, siéntate- contesté haciéndole un hueco.

Se acercó, se sentó, me miró y sonrió.

Alicia: ¿Qué tal estás?- preguntó.

Yo: Bien, bueno, todo lo bien que se podría estar en mi situación- respondí mirándola.

Alicia: ¿Ya has empezado con las clases de la lectura y escritura?- quiso saber.

Yo: Si, empecé hará unos dos días, es muy difícil y duro- admití.

Alicia: Supongo que si, si yo fuera tú no sé que hubiera echo.

Yo: ¿Por qué has evadido la primera pregunta que te he echo?- pregunté cogiéndola por sorpresa.

Alicia: No te he evadido ninguna pregunta.

Yo: Si que lo has echo. ¿Por qué no has venido a verme estos dos días? ¿Tiene algo que ver la discusión con Sergio?- acribillé.

Alicia: No, no ha sido por la discusión. Y sobre lo que no he venido a verte era porque necesitaba desconectar- contestó rápidamente.

Yo: ¿Desconectar de qué?

Alicia: Veo que sigues siendo igual de curiosa y cotilla ¿Eh?- dijo ella riendo.

Yo: ¡No soy cotilla!- sonreí- Tan solo quiero saber por qué has desaparecido estos días, he preguntado a todo el mundo y nadie sabía donde estabas.

Alicia: ¿Tanto me has echado de menos?- preguntó bromeando, aunque noté que no lo decía tan en broma ya que después de haberlo dicho puso una expresión de vergüenza.

Yo también me avergoncé al pensar la respuesta y comprobar que, en efecto, la había echado más de menos de lo normal.

Yo: Pues si, si te he echado de menos- contesté apenada.

Ella se ruborizó y se puso un poco nerviosa.

Yo: ¿Por qué discutísteis Sergio y tú?- pregunté para cambiar de tema.

Alicia: ¿Y tú dices que no eres cotilla?

Yo: ¿Y tú dices que no evades preguntas?- me defendí.

Ella se vio acorralada, ya que no tenía ninguna otra escapatoria, y finalmente se dignó a darme una respuesta.

Alicia: Son cosas entre el y yo, no es nada grave. Teníamos un problema que ya hemos arreglado, nada más- contestó poco segura.

Yo: Desde hace unos días tengo la sensación de que todos me ocultáis algo y todavía no encuentro la razón- dije un poco irritada.

Alicia: Aquí nadie te oculta nada, no te hagas paranoias- disuadió- Ahora cuéntame tú ¿Por qué llorabas antes?

Yo: No lloraba, acababa de bostezar y se me habrá escapado alguna lagrimilla- mentí, por la cara que puso supe inmediatamente que no me había creído.

Alicia: Ainhoa te conozco mejor de lo que te piensas y sé que estabas llorando, venga va cuéntamelo- insistió.

Yo: Realmente no lo sé, siempre que me quedo sola me deprimo- contesté triste.

Alicia: ¿Y eso por qué?- preguntó extrañada.

Yo: No tengo ni idea. Supongo que es por eso, por quedarme sola, con todo lo que ha pasado últimamente estoy muy sensible y cuando me quedo sola pues, lloro- respondí empezando a llorar.

Alicia: No nena, no llores, no me gusta verte así- dijo abrazándome.

La rodeé con mis brazos y me desahogué con ella. Le dije todo lo que me preocupaba, mis penas, mis miedos, absolutamente todo lo que me hacía sentir mal.

Alicia: Pero no seas tonta Ainhoa, no estás sola. Estás rodeada de gente que te quiere, tu hermana, tus padres, tus amigos... Nadie te va a dejar sola, y si los demás lo hacen ten por seguro que yo estaré siempre para ti ¿Entendido?- me animó.

Asentí sonriendo, ella me devolvió la sonrisa y volví a abrazarla, me encantaba hacerlo, me sentía reconfortada y protegida en sus brazos, cosa que me incomodó al tener esos sentimientos hacia ella, hacia mi amiga. Le agradecí que me hubiera escuchado y tras unos minutos se despidió de mi. Al poco rato cené, me aseé en el baño y me dispuse a dormir, sin saber por qué mi último pensamiento fue a parar a Alicia.


Bueno bueno, aquí dejo la cosa. He tardado un poquito, lo sé, intentaré no tardar tanto la próxima vez. Gracias a todos por dejarme saber vuestra opinión, es muy importante, espero que lo sigáis haciendo.

¡Saludos desde España!