Ayúdame a recordar 27

Ali: No te amo- dijo marcando cada sílaba, sin vacilar y a los ojos. Solté su cara, me di la vuelta para que no viera mis lágrimas caer. Ali: Confío en que seguirás con tu vida y que dejaremos esto atrás como un lejano recuerdo- dijo con voz fría detrás de mí.

Se metió en su coche y yo en el mío. Estaba muerta de sueño, agotada y un poco bebida, lo cual dificultó mucho mi llegada a casa de Natalia. Más lejos no podría vivir, pensé. Cuando finalmente llegué me quité los tacones y me tumbé reventada en la cama, concilié el sueño nada más tocar el colchón.


Cuando desperté al día siguiente parecía que un camión había pasado por encima de mi cuerpo. Me senté y me llevé las manos a la frente. ‘Si es que no aprendes, no será que no sabes que beber no te sienta para nada bien’ Calla ya anda, bastante tengo ya con el dolor como para soportarte a ti también ‘A ti, no puedes soportarte ni a ti misma’. Con dificultad me levanté de la cama y me dirigí a la cocina.

Natalia: Buenos días- me saludó antes de dar un sorbo a su café.

Yo: Explica, ¿qué tiene de buenos días?- pregunté con mala cara mientras me sentaba junto a ella.

Natalia: Que puedo observar la resaca que tienes después de advertirte que tuvieras cuidado- contestó riendo.

Yo: Como te odio- murmuré cruzando los brazos sobre la mesa y apoyando mi cabeza.

Natalia: Eh, levanta, para dormir te quedas en la cama. Hoy tenemos que hacer limpieza general, yo después salgo- me dijo terminándose el café y poniéndolo en el fregadero.

Yo: ¿Vuelves a salir?- le pregunté extrañada.

Natalia: Mi jefe quiere hablar conmigo- contestó, noté su preocupación.

Yo: ¿De qué?- le pregunté.

Natalia: No lo sé, tan solo me dijo que tenía que hacer unos arreglos conmigo- respondió poniéndose a fregar.

Yo: No te va a despedir, ¿no?- dije compartiendo su preocupación.

Natalia: Ruego porque no sea así- suspiró.

Me levanté, la abracé cariñosamente por la espalda y la besé en la mejilla.

Yo: Ya verás que no será nada- intenté animarla- Voy a ducharme para intentar despejar un poco la cabeza y empezamos con la limpieza.

En unos diez minutos salí de la ducha y comenzamos a dejar la casa como los chorros del oro, cosa que nos llevó toda la mañana. Comimos y yo me encargué de fregar ya que Natalia había quedado bastante pronto con su jefe. Cuando se fue cogí una tumbona que estaba en el patio, me puse el bikini y después de ponerme crema solar y asegurarme de poner un poco de música en la radio me dispuse a tomar el sol. El comentarista de la cadena de música empezó a ir poniendo las típicas canciones que la gente puede ir dedicando a quien quisiera, un comentario en especial me llamó la atención.

Comentarista: Allá vamos con otra nueva dedicatoria, se llama Alicia y la nota dice así: ‘Sé que te he fallado y que soy culpable, pero sé que te amo más que a nada. Espero que puedas escucharlo’.

Empezó a sonar la melodía de la canción, yo me había levantado para acercarme a la radio. ¿Era la misma Alicia que estaba pensando? (Link de la canción: http://www.youtube.com/watch?v=_By_L_Q_gXM )

Despertar sin tú calor lo hace todo gris.

La mañana no es de sol, un día más sin ti.

Soledad, sal de mí, ya no sé qué hacer.

No puedo olvidarme de ti, lo sé.

Lo intento y no puedo seguir.

Sin ti, sin fe.’

No podía creer lo que estaba escuchando, se me había formado un nudo en la garganta y mi corazón latía acelerado.

‘Aunque no haya luz, aún queda el calor.

El perderte a ti también, fue perderme yo.

Ayúdame, vuelve aquí, detén este dolor.

No puedo olvidarme de ti, lo sé.

Lo intento y no puedo seguir.

Sin ti, sin fe.

Cayendo al vacío, te siento tan lejos.

Y grito tú nombre, no puedes oírlo.

No puedo.

Lo intento y no puedo seguir.

Sin ti, sin fe’

Al acabar la canción sin poder contenerme mis lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. ¿Cómo decirle que yo sentía lo mismo, que me moría por volver a su lado? ¿Cómo explicarle que en mi interior se estaba disputando una guerra entre mi inseguridad y mi amor hacia ella? ¿Cómo decirle que la amaba, que estaba loca por ella, pero que tan solo por una mentira no sabía si volver a confiar en ella? Apagué la radio de mala gana y me tumbé en posición fetal en la tumbona. ¿Por qué nadie me dijo que se sufría tanto por amor?

Un mes después

Con tan solo un mes de descanso por delante antes de comenzar la universidad volví a mi casa. Por más que le agradeciese a Natalia su apoyo jamás podría haberle hecho saber la gran ayuda que me había ofrecido. Había estado mirando por mis estudios, tenía dos opciones a elegir: irme a la península por cuatro años y volver con un gran título o quedarme en Mallorca y tan solo hacer una pequeña preparación de sociología. Cualquiera escogería la primera opción, era una gran oportunidad y mi sueño estaba destinado allí, pero para mí no era tan fácil. Había una gran razón por la cual quedarme.

Tras muchas noches sin dormir y mucho pensar había llegado a la conclusión de que si pasaba un día más separada de Alicia me volvería loca. La extrañaba, la extrañaba con locura, necesitaba tenerla a mi lado. Ya me daba igual si volvía a decepcionarme, si volvía a romper mi corazón, la amaba como jamás pensé que amaría a nadie. ¿Volvería con ella? Lo haría, lo haría sin pensarlo ni una vez más, sin dejar que mi orgullo me lo impidiese. El no saber de ella durante casi un mes entero me había estado matando, imaginarme sin ella era impensable. Quería abrazarla, besarla, acariciarla, olerla, quería hacerle el amor y rogarle que jamás se separase de mí, que me hiciera sentir viva de nuevo y enseñarme a respirar con tranquilidad. La quería a ella. Por esa misma razón al llegar a mi casa a las diez y media de la noche, después dejar mis maletas y saludar a mis padres fui derecha a su casa. Conducía con velocidad y nerviosismo, no quería esperar un segundo más. Aparqué el coche, me acerqué y vi la puerta de su portal abierta, entré sin más. Me detuve ante su puerta y con un cierto temblor en mi cuerpo toqué el timbre, esperando ansiosa verla aparecer tras la puerta. Y esperando me quedé, seguí insistiendo pero nadie me abría la puerta.

Yo: ¿Alicia? Soy Ainhoa- decía en voz alta mientras tocaba con los nudillos.

Pero nadie me contestó. Probablemente habría salido, por lo tanto me senté en las escaleras esperando a que volviera. Se me ocurrió llamarla al móvil pero nada, estaba fuera de servicio. Pasaron, literalmente, horas, y yo me estaba empezando a preocupar de verdad. ¿Le habría pasado algo? Llamé a Marta, a Javi y a Sebas a ver si sabían algo de ella, pero nadie supo decirme dónde se encontraba. La idea de que quizás Andrés había tomado represalias contra ella me desesperó, traté de calmarme un poco. Me levanté con la intención de ir a casa de Andrés a hablar con él, no se me ocurría ninguna explicación lógica. ‘Sí que se te ocurre otra explicación Ainhoa…’ Calla, no quiero ni pensarlo. Ella está bien, tiene que estar bien. Entonces de repente oí la puerta del portal cerrarse y con gran alivio pude ver a Alicia. Caminaba dando tumbos y tropezando, ¿estaba borracha?

Yo: Ali- la llamé para que me mirase, todavía no se había dado cuenta de mi presencia.

Levantó la cabeza y se quedó mirándome fijamente, se rió y metió la llave en la cerradura.

Ali: Esto de beber no me sienta nada bien- se dijo a sí misma.

La cogí del brazo antes de que cerrara la puerta dejándome fuera, ella volvió a mirarme.

Yo: Estoy aquí- dije.

Se quedó anonadada, mirándome con asombro. Entré en su casa y cerré la puerta, ella no se movió.

Ali: Ainhoa…- susurró, yo le sonreí.

Ella me abrazó con fuerza, yo metí mi cabeza en su cuello e inspiré profundamente captando aquel olor que tanto me enloquecía, pero a pesar de todo no pude apreciarlo plenamente, ella apestaba a alcohol. Se separó de mí y me miró a los ojos, los suyos estaban aguados.

Ali: Ne…necesito tumbarme- dijo lentamente.

La llevé al sofá y la tumbé.

Yo: ¿Te traigo un poco de agua?- le pregunté.

Ella asintió con la cabeza, fui hasta la cocina, cogí un vaso y lo llené de agua. En la encimera vi un recipiente de decoración alargado y finito, con agua y la rosa que le regalé la primera vez que estuvimos juntas. La pude reconocer por el lazo. Ya estaba marchita, pero allí seguía. Una sonrisa apareció en mi cara. Salí de la cocina y me dirigí al salón.

Yo: Toma, aquí tienes- le dije.

Pero ella no se movió, di un par de pasos y pude observar que se había quedado dormida. Suspiré y dejé el vaso en la mesa. Aquello no me gustó, no quería esperar más a decirle que la amaba y que la perdonaba pero al parecer Dios no estaba a mi favor. Me acerqué a ella y con cuidado le quité los tacones, levanté sus piernas, me senté y las dejé encima de las mías. Me quedé observándola, detallando su rostro, contemplando su acompasada y tranquila respiración hasta que el sueño me venció a mí también.

Sentí algo moverse encima de mí, abrí los ojos. Alicia se había despertado, tenía una mueca extraña en la cara, probablemente estaría sintiendo las consecuencias del alcohol. En el reloj del salón pude comprobar que eran las cuatro y media de la madrugada. Ella me miró, enseguida abrió los ojos como platos.

Ali: Ai…Ainhoa- dijo sorprendida.

Yo: ¿Pensabas que iba a volver a irme?- le pregunté sonriendo tiernamente.

Ali: ¿Qué haces aquí?- preguntó extrañada.

Yo: ¿Por qué será que no me sorprende que no te acuerdes?- pregunté en voz alta.

Ella estaba desconcertada, me miraba como si no creyese que estuviera ahí.

Yo: Quiero hablar contigo- le dije acercándome un poco a ella.

Replegó sus piernas de manera que quedamos sentadas frente a frente.

Yo: Te mentiría si te dijese que ya no me duele lo que me hiciste, lo que ocurrió aquella noche. Aún me cuesta creer que hubieras sido capaz de traicionarme de esa manera. Cuando Javi y Marta contaron la causa de mi accidente y te pedí explicaciones no sabes con cuanta fuerza deseé que me dieras una razón válida, alguna buena excusa que hubiera justificado tus actos. Se me congeló el corazón al escucharte decir tus motivos. No pude creer que me dejaras expuesta ante el peligro por mantenerte dentro del armario- empecé a contar.

Ali: Ainhoa…- intentó detenerme, pero la ignoré.

Yo: En todo este tiempo no he podido dejar de pensar, de llorar, de recordar momentos juntas, de extrañarte. No he dejado de preguntarme a mí misma, ¿cómo saber que no va a volver a hacerme lo mismo? ¿Cómo estar segura de que no va a defraudarme de nuevo? Todavía ni siquiera tengo claro eso. Pero tengo bien claro que te amo, que no quiero estar más separada de ti, que eres la mujer que quiero ver cada día al despertar,  que quiero tus besos y tus caricias, que quiero amarte hasta desgastar mi corazón. Quiero estar a tú lado- expliqué con voz suave acariciándole la mejilla.

Ella bajó la mirada, sus ojos empezaron a aguarse.

Yo: No me importa volver a salir herida, no me importa que vuelvas a mentirme, no me importa que rompas mi corazón. Lo único que me importa ahora es no separarme de ti- confesé.

No pude aguantar más y la besé. Al entrar en contacto con su piel la mía reaccionó haciendo que se me erizara todo el vello del cuerpo. ¿Cómo conseguía hacerme sentir esto a pesar del tiempo que habíamos pasado juntas? Intenté profundizar un poco más el beso pero ella me lo impidió.

Ali. Ainhoa- me detuvo separándose.

Yo: ¿Qué ocurre?- le pregunté mirándola extrañada.

Ella se levantó del sofá indecisa, se apoyó en la mesa y me miró.

Ali: No puedo hacer esto- me dijo.

Me giré hacia ella y la miré.

Yo: No te entiendo- contesté desconcertada.

Ella resopló y se llevó las manos a la cabeza.

Ali: No quiero estar contigo- aclaró mirándome fijamente.

Escuchar aquellas palabras me dejó sin aire en mis pulmones, no lo creía.

Ali: Este mes que te has ido me ha servido para comprobar lo que venía sospechando desde hacía tiempo, Sergio y Andrés tenían razón. Tan solo quería saber qué se sentía al estar con una mujer, tenía curiosidad. Ha sido un capricho tonto, en el fondo sé que para ti ha sido lo mismo- me explicó ella.

Me levanté del sofá y me puse enfrente de ella.

Yo: ¿Qué estás diciendo?- dije con un hilo de voz.

Ali: Amo a Andrés, sé que mi destino está con él. Soy feliz así. Siento haberte hecho creer que sentía algo por ti- dijo apartando la mirada.

Yo: No te creo- murmuré seria.

Me miró penetrantemente con aquellos ojos que me transportaban a otro mundo en milésimas de segundo.

Ali: No te amo- murmuró volviendo a apartar la mirada.

Yo: Mírame, mírame a los ojos y dímelo- inquirí con rabia y cogiéndole la cara con mi mano, de manera que no tenía más lugares donde mirar.

Ali: No te amo- dijo marcando cada sílaba, sin vacilar y a los ojos.

Solté su cara, me di la vuelta para que no viera mis lágrimas caer.

Ali: Confío en que seguirás con tu vida y que dejaremos esto atrás como un lejano recuerdo- dijo con voz fría detrás de mí.

Me giré enfadada y la miré furiosa.

Yo: ¿Crees que me vas a hacer creer que no me amas después de todo lo que hemos pasado juntas? ¿Qué pasa con todos los detalles, con todos los te amo, con las veces que hemos hecho el amor?- le pregunté con rabia.

Ali: Quería saber qué se sentía al hacerlo con una mujer- repitió sin inmutarse.

Parpadeé haciendo que más lágrimas cayeran. Lloraba, pero de rabia.

Yo: ¿Y todo ese rollo que me soltaste aquel día en la discoteca cuando me viste con ese tío? Estabas celosa Alicia, no podrás negármelo- le reproché

Ali: Es cierto que estaba celosa, pero no porque te ame. Después de los días que habíamos pasado juntas me molestó el hecho de que te liaras con alguien tan pronto, pero ya está, no era más que eso- me contestó encogiéndose de hombros.

Yo: ¿Y el abrazo que me has dado nada más verme? ¿Las lágrimas en tus ojos al decirte lo que siento por ti?- volví a preguntar con rabia.

Ali: Estaba borracha, ni siquiera me acuerdo de lo que ha pasado. Y lo de las lágrimas es porque me ha emocionado tú discurso, nada más- mintió, se le notaba en la cara que todo lo que estaba diciendo no era verdad.

Yo: ¡Eres una maldita cobarde! ¿De verdad tanto daño te van a hacer tus padres por tener una hija lesbiana? ¿Tan poca mujer eres que no puedes decirles la verdad?- le grité.

Ali: ¡No es eso!- inquirió.

Yo: No he conocido persona tan cobarde y miserable como tú, incapaz de afrontar cualquier obstáculo que se te ponga por delante. Dos veces Alicia, dos veces me has hecho lo mismo. Eres una inmadura- le dije seria.

Ali: Siento mucho haber dejado que esto se me fuera de las manos, de haber sabido que esto acabaría así no lo habría empezado- dijo lamentándose.

Me di la vuelta para que no me mirara y me llevé las manos a la cara intentando ahogar un sollozo.

Ali: Por favor, márchate, no quiero que me causes más problemas- me pidió abriendo la puerta.

Me giré y la miré con odio, pasé por delante de ella y me paré.

Yo: Eres cobarde Alicia, cobarde y débil por no luchar por lo que realmente quieres.

Reanudé mi camino, al escuchar la puerta cerrarse empecé a llorar con fuerza, salí a la calle. Tanta era mi rabia que grité hasta que no me salió la voz. No me lo podía creer, lo había vuelto a hacer, y tenía la cara de mentirme poniendo como excusa que no me amaba. Me metí en el coche, puse el motor en marcha y empecé a conducir con gran velocidad. Por el camino cogí el móvil y llamé a un número.

Marta: ¿Sí?- preguntó su voz adormilada.

Yo: Mar-ta, ¿pue-do ir a tú ca-sa?- le pregunté entre sollozos.

Marta: ¿Qué pasa Ainhoa?- preguntó alarmada.

Yo: Te ne-cesito-  dije.

Marta: Ven, aquí te espero. ¿Qué ha pasado?- volvió a preguntar.

Ignoré su pregunta y colgué. Llegué en menos de cinco minutos, fui a la puerta y toqué el timbre.

Marta: Ainhoa, ¿qué ha pasado?- me preguntó al verme.

Me tiré a sus brazos y exploté a llorar, ella me abrazó mostrándome su apoyo.

Yo: Ali-cia, eso es lo que ha pasa-do. Es lo que siem-pre me ha pasa-do- sollocé con dificultad.


¡Buenas! ¿Qué tal estáis? Bueno, aquí os dejo la continuación, espero que os haya gustado. Muchas gracias a todos por vuestras valoraciones y comentarios, os lo agradezco muchísimo. Hoy no puedo contestar a vuestros comentarios, me sabe mal. Si lo hiciera tendría que usar un tiempo del que ahora mismo no dispongo, y entonces tendría que publicar otro día, y lo atrasaría, cosa que no me quiero, por lo tanto hoy os dejo sin comentario. Aun así espero impaciente a que vosotros lo hagáis, quien quiera comentar lo que sea de la historia, cualquier pregunta, duda, o tan solo para dejar vuestra opinión. ¡Besos desde España!