Ayúdame a recordar 14

Se quedó un poco sorprendida y confusa ante mis palabras, parecía que iba a rechazarme pero se acercó a mí y rodeó fuertemente mi cuello con sus brazos, yo puse mis brazos alrededor de su cintura y la estreché contra mí. Dios, ¿cómo aguantaría sin tenerla a mi lado?

A partir de ahí no hablamos más. Supe que se durmió a los pocos minutos ya que su respiración se hizo más lenta y un poco más profunda, pero yo no pude conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en Ainhoa, era una maldita masoquista y además era consciente de ello, pero no podía sacármela de la cabeza. Pensar que de nuevo caía en los brazos de Sergio me enfurecía mucho, pero, ¿quién era yo para impedírselo? Tan solo era una cobarde incapaz de admitir públicamente que mataría por ella, por tan solo poder abrazarla, por tan solo poder besarla...por tan solo poder ser correspondida por ella. ¿Qué estaría haciendo ella? ¿Pensaría en mí?  ¿Me echaría tanto de menos como yo a ella? O, lo que más me aterraba de todo, ¿estaría ella con Sergio? Ese pensamiento me sentó como una patada en el estómago, no quería ni imaginármelo, las manos de ella recorriendo su espalda, las manos de él acariciando su abdomen… Suspiré fuertemente intentando sacarme de la cabeza aquellas imágenes que no hacían más que oprimirme el pecho y traté de concentrarme para dormirme, al cabo de un par de horas lo conseguí.


Cuando desperté un rayo de luz se había colado por las cortinas, estaba sola. Me estiré y bostecé, al instante solté un grito de dolor, no me acordaba de mis costillas. Cuando el dolor amainó me reincorporé y me senté. ¿Qué hora sería? Me levanté lentamente, cogí mi móvil y lo encendí, eran las diez y media. Cogí unas zapatillas y salí del cuarto arrastrando los pies, me dirigí a la cocina.

Yo: Buenos días- saludé bostezando.

Marta y Elena me saludaron normalmente, Laura se levantó de la silla, fue corriendo hacia mí y me abrazó por la cintura.

Laura: ¡Buenos días!- gritó, que energía que tenían los niños por Dios.

Yo: Buenos días- dije agachándome y abrazándola tiernamente.

Laura: ¿Has dormido bien?- me preguntó levantando la cabeza sin dejar de abrazarme.

Yo: Muy bien, ¿y tú?- le pregunté sonriendo.

Laura: Yo también- me devolvió la sonrisa.

Le besé la cabeza, me levanté y me senté en la mesa, ya había preparado en la mesa para mí dos tostadas con un café con leche, sonreí ante lo evidente que eran mis gustos.

Yo: Gracias por las molestias, podría habérmelo preparado yo- le dije a Elena mientras mantenía el calor de la taza de café en sus manos.

Elena: Eres una invitada, ¿crees que voy a dejar que te prepares tú el desayuno?- me preguntó con una ceja levantada.

Yo: Es verdad, olvidaba lo cabezona que eres con estas cosas, a pesar de que me has dicho miles de veces que era casi de la familia. Yo creo que eso me da el derecho de prepararme el desayuno- le contesté esparciendo la mermelada que había cogido con el cuchillo en la tostada.

Marta: Ahí tienes razón- comentó ella levantando el dedo en señal de aprobación.

Elena: ¡Tienes dos costillas rotas! Se supone que no tendrías que salir ni de la cama- me reprochó.

Yo: Y que voy a estar, ¿una semana entera tumbada en la cama, sin ducharme, sin poder ir al baño ni cambiarme de ropa?- pregunté.

Marta: Tampoco es eso, pero recuerda lo que te dijo el médico, por poco te tocan los pulmones. ¿Sabes el peligro que correrías si una costilla se te clavara en el pulmón?- me comentó preocupada.

Laura: Yo no quiero que te pase nada- dijo mirándome con cara de tristeza desde la otra punta de la mesa.

Yo: Sé muy bien el riesgo que correría si eso pasara, para algo quiero ser doctora, pero yo me siento bien. Levantarme, caminar y hacer cuatro cosas no van a hacer que las costillas se terminen de romper y que me alcancen los pulmones- contesté dando un mordisco a la tostada.

Elena: En cualquier caso, estás bajo mi responsabilidad, y no pienso dejarte hacer nada que te pueda perjudicar, así que no repliques más- contestó tajante.

Yo: Está bien, pero sigo diciendo que no me pasará nada, hace falta algo más para acabar conmigo- dije sonriendo.

Marta: Confías demasiado en que todo va a ir bien, no todo es de color de rosa, las cosas muchas veces fallan- me dijo mirándome.

En ese momento bajé la mirada y suspiré.

Yo: Sé muy bien que las cosas no son siempre de color de rosa- dije, no había podido evitar pensar en Ainhoa.

Marta: ¿Pasa algo?- me preguntó.

Yo: No, no pasa nada- contesté fría.

Terminamos de desayunar, Elena y Marta fregaron (no me dejaron hacer nada) mientras yo hablaba con Laura en el sofá. Cuando terminé Laura fue a su cuarto a hacer los deberes que le había mandado el colegio, Elena se fue a trabajar y Marta se sentó a mi lado.

Yo: Me parece muy injusto que en época de fiestas le pongan deberes- dije refiriéndome a Laura.

Marta: Ya, a mí también, se supone que las fiestas son para descansar y para estar en familia- coincidió conmigo.

Yo: ¿Y tú madre cuando tiene fiesta?- le pregunté.

Marta: Hoy acaba, no volverá hasta después de reyes- me informó.

Yo: Como nosotras- dije a modo de afirmación.

Marta: Sí, más o menos.

Yo: Bueno, ¿vamos a hacer algo de provecho hoy?- pregunté después de unos minutos de silencio.

Marta: Javi y yo teníamos pensado en reunirnos todos, queremos contar lo nuestro- me respondió sonriendo.

Yo: ¿En serio?

Marta: Sí, cuando nos descubriste pensamos que era una tontería seguir ocultándolo, tampoco es justo hacerlo- me dijo.

Yo: ¿A quiénes te refieres cuando dices ‘todos’?- le pregunté.

Marta: Cuando digo a todos me refiero a todos. Sebas, Andrés, Sergio, Ainhoa y tú- me contestó, yo hice una mueca- No quieres venir por ellos, ¿verdad?

Yo: ¿Qué quieres decir?- me hice la desentendida.

Marta: Por Sergio y Ainhoa, no quieres venir por ellos- volvió a decirme. Por Dios, ¿tanto se notaba?

Yo: No, no, es solo que no creo que Ainhoa quiera ir si yo estoy- contesté desanimada.

Marta: Sí que lo hará, ya verás- me aseguró.

Yo: Si tú lo dices…- me encogí de hombros.

Pasamos la mañana viendo la tele, en poco rato se nos unió Laura, la pobre estaba aburridísima. El tiempo se nos pasó volando, hicimos la comida y la degustamos, como siempre la comida de Marta volvía a sorprenderme. Cuando terminamos de fregar hicimos tiempo hasta que llegó Elena de trabajar, entonces nos empezamos a vestir. Me estaba poniendo la camiseta cuando tocaron al timbre.

Marta: Debe de ser Javi- me avisó saliendo del cuarto.

Me senté en la cama con los zapatos en la mano, pude escuchar como abría la puerta y como Javi saludaba a Laura que había salido seguramente disparada al escucharle. Cuando me eché para delante para ponerme los zapatos sentí una pequeña molestia en las costillas. ‘Menudas navidades me esperan’ pensé. Con dificultad me los puse, solté el aire y empecé a jadear. Había contenido el aire ya que en esa posición inspirar me era extremadamente doloroso. Me puse mi chaqueta de cuero y fui al comedor donde estaban Javi y Marta abrazados en el sofá.

Yo: ¿Oléis eso? Es el olor del amor en su estado puro- bromeé pasando por delante del sofá y saludando a Javi con dos besos.

Javi: Podrías cambiar la broma, ya la has repetido demasiadas veces- me dijo sonriendo.

Yo: No puedo, le he cogido cariño, ya forma parte de mí.

Marta: No puedes quitársela, sin ella Alicia no sería Alicia- le dijo a Javi, ella estaba recostada sobre su pecho.

Yo: Marta, tienes unos sofás preciosos y grandes, creo que son más cómodos que el cuerpo de Javi- le dije.

Marta: Para mí mi novio es el sofá más precioso, grande y cómodo del mundo- sonrió abrazándolo.

Javi: Ehhmm, ¿gracias?- dijo levantando una ceja. Marta se sentó, le miró y le besó, el pasó su mano y la colocó en la nuca de ella, me sentía feliz de saber que estaban así de bien.

Yo: Todos sabemos lo bonito y precioso que es estar enamorados, pero será mejor que nos vayamos si no queremos llegar tarde- dije mirando mi reloj.

Ellos se miraron, volvieron a besarse y se levantaron. Marta metió en su bolso sus llaves y su móvil, nos despedimos y salimos por la puerta, subimos a su coche y condujo hasta el parque donde habíamos quedado, llegamos en menos de quince minutos.

Javi: ¿Qué tal llevas lo de las costillas?- me preguntó apoyado en una barandilla.

Yo: Me van a dar mucha guerra, apenas me he podido poner los zapatos, he tenido que aguantar la respiración porque no había manera de ponérmelos- suspiré.

Javi: Intenta no ser muy brusca y para mediados de enero ya estarás casi curada- me dijo.

Marta: Si bueno pero ya sabes que Alicia no puede quedarse quieta ni un segundo, puede ser muchas cosas, pero jamás será una persona sedentaria. Simplemente no puede- añadió riéndose.

Yo: Me encanta que me conozcas tanto- dije sonriendo.

Javi: No me hubiera gustado conocerte de pequeña- admitió.

Yo: No, no te hubiera gustado- reconocí- Pero era un encanto.

Marta: Bueno, eso tendremos que preguntárselo a tú madre- volvió a reír.

Ainhoa: ¿Qué hace ella aquí?- nos interrumpió su voz, yo me giré ya que ella estaba a mis espaldas, Sergio venía cogido de su mano.

Yo: Ho-hola- la saludé nerviosa.

Ainhoa: ¿Qué hace ella aquí?- volvió a preguntar a Marta con el cejo fruncido.

Yo: Espera, ¿ella no sabía que yo venía?- le pregunté confundida, entonces lo entendí todo- Claro, ella no sabía que yo venía- susurré de manera que todos pudieron oírlo.

Ainhoa: Si llego a saberlo no vengo- escuché que dijo mirando el suelo, no pude evitar sentir un doloroso pinchazo en mi corazón.

Marta: Ainhoa…- la llamó a modo de reproche.

En ese instante unos brazos me abrazaron por la cintura provocándome un pequeño brinco por el susto.

Andrés: ¿Qué te ha pasado estos días? Te he estado llamando y no me cogías el teléfono- me dijo al oído.

Me giré y lo miré, después me separé.

Yo: No hagas esto nunca más, ¿entendido? Casi me da algo- le regañé, odiaba que me asustaran.

Andrés: Perdona mi amor, es que te echaba de menos. ¿Qué te ha pasado?- me preguntó cogiéndome de las manos.

Marta: Pues ha teni…-la interrumpí.

Yo: He tenido que hacer la maleta, voy a pasar las navidades con Marta- dije rápidamente mirándola, ella entendió que no quería que se enterase de mi accidente.

Andrés: ¿Sí? Me alegro por ti- contestó agarrándome por la cintura y besándome.

Ainhoa: Bueno, ¿para qué nos has hecho venir aquí?- preguntó a Marta visiblemente molesta mientras no despegaba ojo de nosotros.

Marta: Tenemos que esperar a Sebas, el también viene- nos indicó.

Al poco rato Marta recibió un mensaje al móvil, precisamente, de él.

Marta: Dice que se ha quedado sin gasolina, hay que ir a buscarle- nos informó resoplando.

Ainhoa y yo: Yo me quedo- dijimos al unísono, nos quedamos mirando.

Ainhoa: Entonces yo voy- informó, yo bajé la cabeza.

Marta: ¿Sabes? Mejor os quedáis las dos, solas- dijo empezando a marcharse.

Ainhoa: Ah no, ni de coña- dijo abriendo los ojos y siguiéndoles.

Marta: ¡Lo siento pero no hay sitio!- le gritó, ya estaba bastante lejos.

Ainhoa: ¡Pues que alguien se quede por mí!- pidió echando a correr, pero ellos se metieron en el coche rápidamente y se fueron, ella no tuvo más remedio que volver.

Se apoyó en la barandilla a mi lado tal y como yo estaba, la tensión del ambiente en ese momento se hubiera podido cortar con un cuchillo.

Yo: Si hubieras sabido que yo estaba aquí, ¿hubieras venido?- le pregunté rompiendo el silencio aun habiéndolo escuchado segundos antes.

Ainhoa: No, no hubiera venido- me contestó resoplando.

Bajé la mirada y cerré los ojos.

Yo: Cada día que pasa entiendo menos cual es la maldita razón por la cual estás así conmigo- susurré lo suficientemente alto como para que me oyera.

Ainhoa: Creo que habíamos dejado claro que no ibas a volver a sacar el tema- dijo girándose hacia mí.

Yo: Pero entiéndeme, tan solo te pido una explicación, una maldita explicación- contesté girándome yo también.

Ainhoa: ¡No puedo decirte la razón! No puedo decírtela, simplemente no puedo- respondió mirándome fijamente.

Yo: ¿Por qué? ¿Qué es eso tan malo que has hecho, Ainhoa? ¿Te están amenazando, es eso?- le pregunté.

Ainhoa: ¡No, no es nada de eso!- respondió impaciente.

Yo: ¡¿Y entonces qué es?!- inquirí desesperada.

Ainhoa: Mira, no hay nada, absolutamente nada que puedas hacer para remediar el error que he cometido contigo. Bueno…- se quedó dubitativa.

Yo: ¿Hay alguna?- pregunté esperanzada.

Ainhoa: No no, es imposible- restó importancia.

Yo: ¡Dime cual es!- exigí.

Ainhoa: Jamás podría ocurrir Alicia, no sé ni para que hablo- dijo esto último para sí misma.

Yo: ¿No ves el daño que me estás causando Ainhoa? ¿No lo ves?- le pregunté con la voz temblando.

Ainhoa: ¿Te piensas que eres la única que sufre? ¡Posiblemente yo sufro más que tú con esta situación! Cada vez que te veo con…- se calló en ese instante, estuvo a punto de decir algo.

Yo: ¿Cada vez que me ves…?- quise saber.

Ainhoa: Nada, olvídalo- se volvió a apoyar en la barandilla y fijó su mirada en un punto lejano.

Yo: ¿Qué sentirías si Javi te hiciese lo mismo que tú me estás haciendo a mí?- le pregunté calmada.

Ella se quedó callada, me miró a los ojos, los tenía cristalinos.

Ainhoa: Lo siento, pero es mejor así, es mejor para las dos, hazme caso- suspiró.

Yo: ¿Existe la posibilidad de que algún día podamos volver a ser amigas?- pregunté con un nudo en la garganta.

Ainhoa: No lo sé, no es algo que yo pueda elegir. Ojalá fuera así- se lamentó- No por ahora.

No pude contener más mi llanto, ella se giró y me miró tristemente, como si quisiera hacer cualquier cosa para calmar mi dolor, pero algo se lo impedía y eso me frustraba todavía más.

Ainhoa: Por favor Alicia, no llores- me pidió con la voz rota.

Se secó rápidamente la lágrima que había conseguido huir de sus ojos, ella también se estaba conteniendo para no acabar de la misma manera que yo.

Yo: ¿Puedo pedirte una última cosa antes de que vengan los demás y sigas evitándome?- le pregunté.

Ella se quedó pensativa, intentando averiguar cuál sería mi petición.

Ainhoa: Sí- contestó finalmente asintiendo.

Yo: Abrázame- le pedí.

Se quedó un poco sorprendida y confusa ante mis palabras, parecía que iba a rechazarme pero se acercó a mí y rodeó fuertemente mi cuello con sus brazos, yo puse mis brazos alrededor de su cintura y la estreché contra mí. Dios, ¿cómo aguantaría sin tenerla a mi lado?


¡Hola a todos! Aquí os dejo este capítulo, he tardado menos, ¿eh?, ya de cada vez estamos más cerca del capítulo 16. Muchas gracias por leer, comentar y valorar, me alegra mucho saber vuestra opinión. Hoy no puedo dedicar un comentario especial a cada uno ya que estoy haciendo esto deprisa y no quería tardar más en publicar, pero os lo agradezco muchísimo. Espero que os haya gustado.

¡Besos desde España!