Ayúdame a recordar 1
Aparentemente el último capítulo no era el único que había desaparecido, el primero también, así que aquí lo vuelvo a subir.
Voz: ¡No tiene gracia!
Voz: Quieta ahí, no te muevas.
Voz: Acaba con esto ya, te estás excediendo.
Voz: No pasará nada no os preocupéis, solo unos minutos más.
Voz: ¿Qué ha sido ese ruido?
Voz: Algo va mal.
(Pasos)
Voz: ¡Oh Dios mío!
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La cabeza me dolía a rabiar, las voces se confundían entre si y acababan en un odioso eco para volver a repetirse. No veía nada, todo estaba en blanco y me veía a mi misma tumbada en el suelo llena de sangre. Poco a poco las voces se fueron calmando hasta no oír nada y todo se volvió negro, entonces un pequeño pitido agudo discontinuo se fue colando en mi cabeza y empecé a abrir los ojos lentamente.
Estaba desorientada, cuando mis ojos se adaptaron a la luz observé mi entorno. Estaba en una pequeña habitación blanca con una simple ventana y un pequeño armario de metal incrustado en la pared. A mi derecha había una maquina muy cercana a la cama en la que estaba de la cual supuse que salía aquel ruido tan molesto, unos cables me unían a ella. Después de un cierto tiempo noté que habían cuatro personas que no conocía en la habitación que enseguida que notaron que estaba despierta se pusieron alrededor mía hablando bastante fuerte, aquello me molestaba.
Chica: ¡Rápido llamad a un médico!- indicó al chico que estaba más cerca de la puerta.
Chico: Al fin despiertas ¿Cómo estás? ¿Te encuentras bien?- me preguntó.
La verdad es que de cada vez estaba más confundida. ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía ahí? ¿Quiénes eran aquellas personas?
Yo: ¿Quién eres tú?- pregunté desconcertada.
Sus caras cambiaron de inmediato y se empezaron a mirar entre ellos, nadie me contestó.
Yo: ¿Quiénes sois todos vosotros?- volví a preguntar.
Chico: Estás de coña ¿Verdad?- preguntó.
En ese momento entró un hombre con una bata blanca entrado en años, se podía apreciar como le estaban empezando a salir canas.
Yo: ¿Dónde estoy?- le pregunté a aquel señor empezando a desesperarme, nadie me daba respuestas y estaba asustada.
Señor: Estás en el hospital, yo soy el doctor Santiago Giménez y me han asignado para realizarte varias pruebas- contestó.
Chico: Doctor ella no nos reconoce- habló el mismo chico que llamó al doctor.
Doctor: Veamos- dijo acercándose a mi.
Me indicó que hiciese distintas cosas, como seguirle con la vista el dedo sin mover la cabeza, me puso una luz en los ojos bastante molesta, me tocó el cuello y la parte posterior de la cabeza.
Doctor: ¿Sabes cómo te llamas?- me preguntó.
Yo: Me llamo Ainhoa Salazar- contesté.
Doctor: ¿Cuántos años tienes?
Yo: Dieciocho.
Doctor: ¿Tienes hermanos o hermanas?
Me quedé pensando y intenté recordar algo pero no se me venía nada a la mente.
Yo: No lo sé.
Doctor: ¿Recuerdas el nombre de tus padres o de alguien de tu familia?
Yo: No- volví a contestar.
Doctor: ¿Y no reconoces a ninguno de estos chicos?- me preguntó señalándolos.
Me fijé fijamente en las caras de todos intentando que algún rasgo se me hiciera familiar o algo, pero me eran completamente desconocidos por más que intentase averiguar quienes eran no pude lograrlo.
Yo: No- susurré negando con la cabeza.
Se hizo el silencio hasta que el llanto de una de las chicas se hizo presente. La verdad es que era muy guapa, pelirroja de alta estatura con unos ojos color verdes preciosos, esbelta y con un rostro libre de imperfecciones, sin granos ni espinillas ni pecas, piel bastante pálida. La otra chica se acercó a consolarla, también era bastante guapa, rubia de estatura media, bastante morena con ojos castaños y delgada, ni le faltaba ni le sobraba de nada. Pude notar como a esta también se le escapaba alguna que otra lágrima, las dos salieron de la habitación.
Miré a los chicos, ambos estaban sentados en un pequeño banquito con la mirada perdida, parecía que les había afectado mucho el no haberlos reconocido. ¿Quiénes eran? Intenté recordar lo que había pasado, pero tan solo me llegaban los hechos que habían transcurrido desde que desperté. El doctor me seguía realizando pruebas y apuntaba en una hoja suponía lo que serían mis reacciones. Entraron las dos chicas que antes habían salido y se sentaron junto a los chicos, ya estaban bastante más calmadas. El doctor acabó con las pruebas, suspiró, se quitó las gafas para acariciarse los ojos con un gesto de cansancio, volvió a ponerse las gafas y habló:
Doctor: Parece ser que la señorita Salazar tiene una laguna mental provocada por la contusión cerebral que le diagnosticamos nada más ingresar. No es capaz de recordar nada a lo anterior del golpe, tan solo conserva la información de si misma tales como su nombre y edad- explicó.
Las caras de aquellos chicos eran bastante deprimentes, las chicas luchaban por no llorar mientras que los chicos simplemente apretaban con fuerza sus manos en un claro gesto de rabia.
Yo: ¿Qué me ha sucedido doctor? ¿Por qué estoy aquí?- quise saber.
Doctor: Lleva en coma varias semanas, usted y sus compañeros estaban en la casa de uno de ellos cuando tropezó y se dio un fuerte golpe en la cabeza provocándole un gran traumatismo cerebral. Su situación parece normal y estable, si no hay más alteraciones podrá volver a casa en poco tiempo- dijo - y a ustedes les recomiendo que se presenten y expliquen quienes son, eso podría ayudarla a recordar.
Chico: Doctor ¿Hay alguna posibilidad de que recupere la memoria?- preguntó preocupado.
Era un chico bastante normal en cuanto a aspecto, cabello castaño alborotado aunque le quedaba bien, no estaba despeinado, ojos café, piel morena, muy alto y flacucho, no tenía ni un rastro de barba en su rostro.
El doctor se quitó las gafas, se las metió en un bolsillo de la bata y nos miró a todos fijamente, su expresión era realmente seria.
Doctor: Voy a serles sincero. No podemos saber si su pérdida de memoria será permanente o tan solo temporal. Hemos tenido casos en los que recuperaron la memoria en tan solo unos minutos, otros en unos cuantos meses y otros que no lo han hecho nunca, es imposible saberlo- contestó.
Chico: ¿Y hablarle sobre su pasado podría hacer que recuperase la memoria?- preguntó esperanzado.
Este era último era muy guapo, cabello negro, ojos verdes esmeralda, más bien bajo aunque no mucho, musculoso y a diferencia del otro chaval este tenía una perillita muy bien cuidada que le hacía aún más atractivo.
Doctor: No prometo nada, pero podría ayudarle a agilizar un poco para poder explorar su mente y acordarse de algo- finalizó
Salió por la puerta mientras que dos personas más entraban, estos eran esta vez un hombre y una mujer que, para mi desgracia, me eran igual de desconocidos.
Señora: Ainhoa por Dios ¡Al fin despiertas!- exclamó visiblemente alegre mientras me abrazaba con fuerza al igual que aquel hombre.
Chica: Antonio, Lucía, tenemos algo que deciros- dijo, por fin alguien decía algún nombre.
Aquellos dos nuevos extraños se miraron desconcertados y después miraron a la chica que habló en busca de alguna respuesta. En breves minutos les contaron todo lo que el médico había dicho y sus lágrimas no se hicieron esperar. Así pues empezaron a presentarse de uno en uno.