Ayuda a domicilio II

A la mañana siguiente llego a la hora acordada en su contrato y realizo sus tareas, no se digno a dirigirme la palabra. Tan pronto como termino sus tareas se despidió y salió por puerta.

AYUDA A DOMICILIO II

A la mañana siguiente llego a la hora acordada en su contrato y realizo sus tareas, no se digno a dirigirme la palabra. Tan pronto como termino sus tareas se despidió  y salió por puerta.

Durante una semana siguió en ese plan de solamente dirigirme la palabra para preguntar si debía de realizar algún trabajo en particular.

El lunes volvió a aparecer en mi dormitorio al llegar y me levanto apremiándome para que fuera  ducharme.  Nada más entrar en el baño me  encontré una sorpresa “Pe me esperaba en la ducha totalmente desnuda”. Mi reacción no se hizo esperar, mi polla se puso firme nada mas atravesar la puerta. Le pregunte qué era lo que ocurría, cual era la causa de ese cambio de actitud, su respuesta fue rara:

La semana pasada lo pase muy mal al tratarte así y  aguantaste mi mal humor sin echarme a la calle ni llamar a la empresa para quejarte.

Esta mañana me llamo mi jefa y me dijo que no fuese a trabajar a una de las casas que tenía asignadas ya que el cliente la había llamado solicitando  a otra persona o de lo contrario rescindía el contrato.

Todo esto paso por mi mala cabeza y no dejar los problemas personales fuera del trabajo.

Como conozco tu problema matutino hoy voy a ayudarte a solucionarlo, te voy a masturbar como nunca nadie te lo habrá hecho, vas a disfrutar.

Me situé bajo la ducha y comencé a lavarme, cuando ya me había quitado el jabón Pe me pidió que me colocase dándole la espalda y le diera el bote de aceite hidratante. Se metió conmigo en la ducha y vertió aceite en sus manos, con ellas llenas de aceite agarro mi pene y comenzó a frotarlo a lo largo de su tronco. Mientras una de sus delicadas manos me masajeaba la polla la otra la llevo a mis testículos los cuales tan pronto masajeaba como les daba pequeños tirones.

Pe sabía lo que hacía y cómo hacerlo. Mi excitación era tal que si seguía así están seria la corrida más rápida que yo recordase, había caído en las manos de una maestra. En el momento de la eyaculación Pe me apretó los testículos tan fuerte que di un grito al mismo tiempo que le llamaba de todo gritando. Pe me decía que todo formaba parte del método, que dejase de ser un niño y comenzase a ser un hombre.

Después de esta primera corrida estás listo para lo más excitante, te voy a contar lo que hare porque necesito que confíes en mi  y te atrevas con nuevas experiencias. ¿Te arriesgas o no?

Bueno, no sé. Tendría que pensarlo.

Mientras me escuchaba una de sus manos seguía masajeando mi polla y la otra comenzaba a introducirse entre mis muslos. Esta segunda mano iba buscando mi ano,  en cuanto dio con el comenzó a masajearlo en círculos para estimularlo y provocar su dilatación. Pe sabía muy bien lo que hacía, para tenerme excitado y sumiso seguía con su mano en mi miembro por una parte y con sus pechos apoyados en mi espalda clavándome sus duros pezones.

Me tenía tan excitado que me iba a correr en cualquier momento, ella lo notaba y cuando pensaba que llegaría mi liberación me apretaba los testículos hasta dejarme la polla morcillona.

Ese era su juego y en él era el ama.

Cuando el dolor de mis testículos fue a menos me di cuenta de que en mi ano ya había tres dedos dentro, su método había logrado lo que pretendía, había estrenado mi culo sin apenas resistencia. A partir de ese momento comenzó mi placer, dio inicio a un masaje de mi próstata con dos de sus dedos. El gusto era tal que por momentos no era capaz de respirar,  me limitaba a jadear y emitir suspiros.

Estaba en un climax jamás experimentado, era increíble. Al  fin Pe dejo que me corriera como nunca antes lo había hecho, la cantidad de semen y la fuerza con la que salió de mi polla superaban lo que yo conocía. Pe me había dejado satisfecho y agotado físicamente.

Me ordeno que me diese la vuelta y me colocara cara a cara con ella, me  pregunto que como había sido la experiencia y si no estaba demasiado enfadado por el trato recibido por su parte. A modo de disculpa se arrodillo, me agarro el pene flácido y beso la punta, tras el beso me dijo: “no sabes mal, los he probado peores”. Dicho esto salió de la ducha dejándome terminar de ducharme.

Me estaba esperando en la cocina con el desayuno en la mesa. Como ropa únicamente vestía un tanga hilo. Cuando me  senté  me quede mirándola fijamente, su cuerpo solo cubierto con el mini tanga era una belleza que merecía ser admirado. Me miro fijamente a los ojos y me pregunto si me gustaba lo que veía a lo que conteste con un gesto afirmativo con la cabeza sin dejar de mirarla, tras lo cual dijo que no me acostumbrara que la razón era que se había olvidado el uniforme y no podía mancharse la ropa puesto que al salir tenía una cita a la que debía acudir con buena presencia.

El  desayuno transcurrió con total normalidad “mi polla estaba relajada tras la sesión a la que PE la había sometido”.

Al  terminar yo me fui a vestir mientras  Pe recogía la mesa y realizaba las tareas de la casa, era un placer ver como se movía durante su trabajo, sería capaz de resucitar a los muertos.

Finalizadas sus tareas se vistió y despidió hasta el día siguiente saliendo por la puerta luciendo una sonrisa  de satisfacción la cara.

Las siguientes dos semanas Pe se dedico a realizar sus tareas de modo profesional sin desviarse lo más  mínimo de sus obligaciones. Que habría hecho para este cambio, no lo sabía y no esperaba que ella me lo aclarase.

Al presentarse a trabajar en la mañana al observar su rostro lo pude ver congestionado como si hubiese estado llorando toda la noche. Para empeorarlo más no se había maquillado y mostraba unas ojeras terribles y su cara llena de rojeces seguramente causadas al frotarse los ojos y secar las lagrimas.

Le pregunte si estaba enferma o se encontraba mal. Pe me contesto que no, su único problema era que su casero necesitaba el piso y debía de irse, se lo había dicho hacia tres semanas  y llevaba todo ese tiempo buscando uno nuevo y no encontrara ninguno.

Su situación no era agradable, justo cuando empezaba a rehacer su vida se encontraba con un nuevo problema. Decidí que era el momento de pensar un poco en alguien que no fuera yo mismo y le ofrecí una habitación en alquiler en  mi propia casa. Pe tomo el ofrecimiento como una broma de mal gusto, tanto le insistí en que no era así que al final me dijo que se lo pensaría a pesar de tener reticencias y dudar acerca de mis verdaderas intenciones. Lo había hecho sin segundas intenciones pero tras su contestación debería de pensarlo bajo otro punto de vista.

Ese día tras la contestación dada por Pe mi cabeza comenzó a dar por hecho ciertas cosas como que Pe era mi sirvienta  para todo y que debería mandarle hacer, como vestiría en casa o como debería de dirigirse a mí. La que pensaba era mi cabeza calenturienta y se inspiraba en relatos que había leído poniendo a Pe en lugar de la protagonista. Las imágenes que visualizaba en mi cabeza me habían excitado y mi polla estaba a punto de reventar necesitaba atención urgente y no había nadie más, tocarían trabajos manuales, una paja en toda regla.

Esa semana transcurrió sin ninguna novedad salientable. El lunes siguiente se presento Pe en mi casa a la hora habitual, su cara denotaba cansancio y preocupación. Cuando me dirigí hacia ella para preguntarle qué había sucedido se echo a mis brazos comenzando a llorar. A mis preguntas respondía balbuceando con palabras entrecortadas las cuales no era capaz de entender. La conduje al salón y nos sentamos en  el sofá, ella seguía aferrándome fuertemente como si buscara mi protección. Al fin se calmo y fue capaz de hablar con claridad, me explico que no había sido capaz de encontrar piso, o eran muy caros o se encontraban demasiado lejos de su zona de trabajo, le planteo a su jefa un cambio de zona de trabajo y esta le contesto que no era posible, lo cual había echado por tierra seguir con ese trabajo, debería buscarse otro en la zona donde encontrara vivienda excepto que mi propuesta siguiera en pie.

Le respondí que si seguía en pie y que solo quedaba formalizar los términos del acuerdo tales como precio y derechos que tendría.

A ella le pareció bien y comenzamos con el estudio de los términos del contrato, el primero fue el precio, ese fue fácil puesto que solo le pedí lo mismo que pagaba a su anterior arrendador pero iban incluidos los gastos de los servicios tales como agua, luz, comunidad y gas. Esto le pareció estupendo ya que suponía un alivio a su precaria economía. El resto del acuerdo fue aun más sencillo, no tenía problemas con la habitación ni con el uso compartido del resto de los locales ni con su uso y disfrute. En menos de una hora se cerró el acuerdo. Tras cerrar el trato me pregunto cuándo se podría trasladar a lo cual le respondí que tan pronto como ella adecentase el cuarto puesto que esa sería la siguiente tarea que debería de cumplir dentro de sus obligaciones como asistente domiciliario.