Ayer la vi pasar

Su sonrisa me obligó a correr detras de ella.

Ayer la vi pasar

Lo nuestro fue simple, y concreto, me miró de frente, sonrió y bajo la vista, caminé unos pasos mas, y al ver que no había podido quitarme esa sonrisa de mi mente,  corrí detrás de ella, hasta alcanzarla.

Gracias – Le dije con la mirada fija en sus ojos.

Me miró sorprendida por mi reacción, y nuevamente sonrió.

- ¿Por qué? – Me respondió, esperando alguna respuesta que explique mi agradecimiento

- Por tu sonrisa – le dije.

Luego, de mirarla unos instantes y ver que a cada instante sus pómulos se sonrojaban más, volví a mi camino, pensando en la gran estupidez que había cometido. No por correr hacia ella, sino por haber emprendido nuevamente mi camino, dejándola atrás.

Y al instante reprocharme con pensamientos mi extraña forma de actuar, sentí que suavemente me tocaban el hombro, y al girar la vi nuevamente delante mío, regalándome esa sonrisa que tanto me había atrapado.

Tengo que reconocer que lo que me conquista de una mujer es la forma de sonreír, quizás sea un loco de atar, o quizás logren entenderme, pero una sonrisa fresca, amplia y plena, significa un corazón limpio. No voy contarle sobre mis pensamientos, que mas que genialidades son reflexiones personales de la vida. Pero cuando vean a una mujer sonreír, y esa sonrisa muestre en plenitud, su rostro encendido, dejando tanto en su boca como sus ojos un fuego de simpleza, no duden en enamorarse de ella, podrán ser correspondidos o no, pero habrán amado a una mujer que sabe desnudar el alma.

- ¿Quién Sos? – Me dijo.

No puedo negar quedé atónito, y realmente a pesar de mi experiencia de mujeres, sentí que me temblaba el cuerpo, es extraño pensé, y fue entonces cuando me di cuenta que no era mi cuerpo el que temblaba, sino que este se estremecía a cada latido de mi corazón.

- Nadie, todavía – Contesté, dejando un interrogante en el aire.

Realmente, no puedo describirles su rostro, porque para hacerlo tendría que utilizar todas los adjetivos necesarios para describir la belleza misma, aunque en realidad esa belleza no estaba dentro de lo que comúnmente llamamos belleza. Ella sin ser hermosa lo era; quien pueda entenderlo logrará ver esa luz que entró en mi ojos, y también podrá entender porque no tenia intenciones de perderla, quien no entienda, en vano esta leyendo este relato.

Después de mirarnos unos instantes, le dije si podríamos caminar un rato en la misma dirección, simplemente con la intención de no tener que correr al encuentro del otro, una y otra vez. Le causo mucha gracia, y me dijo que le vendría bárbaro caminar en la dirección hacia la que ella iba, ya que tenia los horarios un tanto apretados.

Caminamos varias cuadras, no se cuantas porque mas que ocho no cuento, tendría que explicarles el porque, pero las causas no forman parte de mi relato. Así que les puedo asegurar que nuestra relación duro más de ocho cuadras de caminata.

La esperé un rato largo en la puerta del lugar donde ella tenía que realizar algunos tramites, y al salir la invite, a almorzar o a compartir la vida. Ella prefirió almorzar, no porque no quisiera compartir la vida conmigo, sino porque eran pasadas las dos de la tarde y el hambre se hacía sentir.

Luego de almorzar me dijo:

- ¿Cómo sería compartir la vida con vos?

- Es muy bueno, divertido, y simple – Le contesté.

Y ante su mirada descreída, le repliqué.

- Al menos yo hace muchos años que vivo con alguien como yo y la paso bárbaro.

Creo que las tonteras que decían le causaban mucha gracia.

Ese día durmió en mi cama, y la suavidad de su cuerpo lleno de rosas mis sabanas.

Al otro día, ya no estaba, me dejo una carta, con un beso y un mensaje de despedida.

Me hubiera gustado desayunar con ella. No la entendí, aunque tampoco puedo decirles que la culpe.

A partir de ese día, recorrí la misma calle por donde nos cruzamos, intentando verla en cada rostro, en cada esquina, pero los días se transformaron en meses y estos en años, y guardando el dolor en el rincón de mi corazón donde las penas se olvidan dejando paso a los recuerdos, desistí de la búsqueda.

De esto hace ya, unos años, y en ellos pasaron muchas historias. De pronto y ante mi asombro, ayer la vi pasar, y regalándome nuevamente su sonrisa me transporto a aquel instante en que corrí a buscarla, pero esta vez no corrí a ella.

Creo que muchas veces es mejor guardar un buen recuerdo, que intentar forzar un presente, que ya fue decidido.

Walter Dario Mega