Ay María, María (2)

La vida de María continua. Esta vez, descubrimos a sus amigas. Se puede disfrutar mucho después de un día de compras.

Ay María, María (II)

Los años pasaron y María creció. Se echó unas nuevas amigas, de su misma edad. Una de ellas, Lucía, a la que apodaban Lu, era rubia, guapa, con una talla 105 de pecho. Le encantaba llevar escotes y pantalones ajustados: siempre se le veía su minúsculo tanga. La otra, Carmen, era una chica morena, con una talla 95. Aunque también llevaba escotes, era más recatada. Por su parte, María, con aún 18 años, se sentía incómoda con escotes. Aunque eso iba a cambiar.

Lucía y Carmen siempre hablaban de sus aventuras en la cama. María, simplemente escuchaba, no participaba, no tenía qué contar… era feliz con su ‘modo de vida’. Cada tarde, cogía su portátil, y buscaba en la red buen material… Pensó para sí misma "¿Qué página elijo hoy?" Se decidió por su favorita. Contenía muchos vídeos, de todas las categorías imaginables. Pinchó en las novedades y vio uno que la atrajo. Una chica rubia, de grandes pechos era cabalgada por un chico fuerte, y una gran polla. Sin pensarlo dos veces, pinchó en él. Estaba desnuda, tumbada en la cama, con los pezones duros. Le encantaba ver como esa gran polla entraba y salía de esa despampanante rubia. Sacó de un cajón su vibrador, y se lo introdujo de golpe. Ya estaba muy cachonda. Estaba gozando, y mucho. Cerró los ojos.

Sus gemidos se hacían más y más fuertes, estaba sola en casa, no corría riesgo. En un momento determinado, abrió los ojos. Entre orgasmo y orgasmo, se dio cuenta de quién era aquella rubia… ¡Era su amiga Lucía! El saber quién era, la excitó todavía más. Pensar que tenía a esa rubia tan cerca todos los días… La empezó a mirar de otra manera, aunque disimulaba.

Al día siguiente, Carmen tenía que ir al médico y Lucía le pidió que la acompañara al centro comercial… tenía que comprar algo de ropa, un biquini… y ropa interior. Lucía se metía al probador, se ponía una prenda, y abría la cortina para enseñárselo a María. Así lo hizo con un top ajustado, un vestido, dos camisetas de tirantes, una falda y unos shorts muy muy cortos. También se probó varios biquinis y María tuvo que elegir el que mejor le quedaba. Lo estaba pasando bien, claro que sí. Tenía a su amiga, atenta con ella, moviendo sus curvas ante ella con diferentes prendas. Sin embargo, al llegar a la otra tienda, donde iba a comprarse la ropa interior, se dio cuenta de que no había sillón fuera del probador, como en las anteriores tiendas. María entonces dijo de quedarse en la tienda, pero Lucía la hizo entrar al probador. La idea la puso a tono, pero luego le aterró que pudiera descubrirla. Mientras ella daba vueltas en su cabeza, Lucía se desabrochó el sujetador, dejando al aire sus grandes pechos. Sus pezones se endurecieron, por el aire acondicionado de la tienda. María se quedó atónita, y su coñito comenzó a mojarse mucho. Se sentó en el sillón del probador. Lucía ya bajaba su pantalón. Dejó al aire su tanga. Después, deslizó el fino tanga por sus largas piernas.

María estaba muerta de placer. Lucía se agachó para probarse un nuevo tanga y dejó su culo casi a la altura de la cara de María. Se fundió en un nuevo orgasmo. No podía más. Lucía se compró un bonito conjunto negro con transparencias. Mientras terminaba de pagar, María fue corriendo al baño. Lucía le sujetaba la puerta, que no tenía pestillo. María tenía sus manos ocupadas. Sacó su mini-vibrador que siempre llevaba en su bolso, y se empezó a masturbar. Lu, que vio que nadie entraba a ese baño, cerró la puerta, puso una silla y entró a la cabina de al lado. Mientras supuestamente orinaba, se lo dijo a María, que no la escuchaba. Lu sabía perfectamente que estaba haciendo María. Ella también lo necesitaba. Se asomó por encima, la vio masturbándose y esa escena le encantó. Decidió ponerse su nuevo conjunto, y abrió la puerta del baño. María casi se muere del susto. Cuando iba a decir algo, Lu puso su dedo en la boca. Sacó de detrás de su espalda un vibrador, grande, y se lo metió a su amiga. Su cara describía el inmenso placer que sentía, pero a su vez tenía miedo. Lu, mirando a su amiga, sometida a ella, añadió:

-Este te gustará más, es mucho más grande.

María no sabía qué hacer, pero le estaba encantando. No dejaba de correrse. Lu, disfrutaba de la situación. Ella también estaba mojada. Se sacó el tanga, y se lo lanzó a la cara a María, que lo cogió y lo olió, fundiéndose en un nuevo y húmedo orgasmo. Lu, siguió hablando:

-Sí que tenías ganas ¿Eh? Lo estás pasando en grande… mmm.-dijo comenzando a acariciar su sexo.-No pensaba que fueras a ser tan puta.

María disfrutó oyendo cómo la llamaba puta. Dejo de gemir un momento:

-Te vi en el vídeo. Lo pasaste bien, ¿eh zorra?

Lu se corrió de golpe.

-¿Además ves porno? Mmmm… Entonces, putita mía, sabrás que me gusta que me lo coman- Dijo mientras andaba hacia ella.- Ahora debes de pagarme... Placer por placer.