Ay hermanita!
Tomando su falda entre sus manos procedió a romperla.
Ay hermanita!
Tomando su falda entre sus manos procedió a romperla, solo pudo emitir un pequeño jadeo a ella también se le hacía urgente, su culo estaba ahora a la vista y el se regodeó en la mirada y la sensación de separar las mejillas con sus manos, el pequeño agujero se apretaba y fruncía cunado comenzó a chuparlo, no paró hasta que pudo desliar su lengua dentro del oscuro calor, con su manos hacía magia en su coño, dos dedos, tres dedos dentro buscando y encontrado su punto g, ella no pudo más que gritar cuando sintió su mundo fragmentarse en pedazos al mismo tiempo que su dedos apretaban con fuera su clítoris y un orgasmo venía a revolcarla en su lugar. Ahora eran dedos no lengua los que horadaban su culo, dos dedos entraron fácilmente y a ella le encantó, tres más estiraron y ella los cabalgó gustosa, el supo que estaba lista.
Ay hermanita!
Todavía temblaba cuando la punta de su miembro atacó el mismo punto que su lengua hacía un momento, con firmeza fue empalándola lentamente, ella gimiendo y sufriendo el calor casi insoportable que la estiba y disfrutando cada segundo y cada caricia tierna sobre su clítoris.
Cuando su pelota chocaron contra su trasero ella gemía descontrolada y la respiración de el era pesada, cada una de su control puesta en no romperle el culo a embates; la acarició esperando que se relajara,
ay hermanita!
Era lo único que alcanzaba a decir, ella comenzó a moverse en busca de esa deliciosa fricción y él le dio lo que pedía y un poco más, sus lentos empujes se fueron tornando cada vez más duros, hasta que los dos ardieron en un impaciente frenesí donde ella buscaba sus embates y él la bombea enloquecido. Se detuvo un segundo a pesar de las protestas de ella solo para darle la vuelta y empalarla de nuevo por el culo, esta vez de frente sentada sobre sus regazos.
La sostuvo firmemente con una mano sin dejar de moverse e introdujo dos dedos de su mano libre en su coño y con el pulgar masajeó su clítoris, eso lo hizo, ella comenzó a correrse de nuevo en medio de quejidos desmadejados y sollozos entrecortaos suplicando por clemencia, ordeñándole. El no pudo más y se corrió en su culo con duros y potentes embates dejando chorro tras chorro de su semilla, los dos mojados en sus jugos en su sudor y muertos de cansancio.
La colocó lentamente sobre la cama y la besó tiernamente sobre la frente antes de descender entre sus piernas y chupar los remanentes de su cogida
ay hermanita!
Ella no se podía mover, solo podía disfrutar, hipersensible como estaba de las caricias consoladoras de su hermano, fue quedándose dormida de a pocos, con la fija idea en su mente de que por ahora todavía era virgen.