Ay Chari

Cuando estás en páginas porno encuentras de todo. Por ejemplo, un tipo bastante desagradable y cansino que te pide constantemente un "tributo" a su mujer, quien, naturalmente, no tiene ni idea de que sus fotos se están utilizando para dichos fines. Mi respuesta fue este relato difícil de definir.

- Ay Chari, Chari, Chari… - mi nombre pronunciado en sus labios sonaba de pronto extraño, como lejano, como si no proviniese de esa boca ni estuviese siendo dicho en esta habitación. - ¿Ves cómo has sido capaz? Mujer de poca fe. Y era bien gorda, ¿eh? No te podrás quejar de las cosas que te busca tu maridito. Un pollón bien gordo, de los que no abundan, todo para ti, para que lo disfrutaras como una guarra. ¿Te has corrido, verdad?-. Mi mirada lo busca un instante, antes de perderse en el techo del cuarto. - Sí, lo he sentido, te has corrido como una perra, al menos dos veces, no lo puedes negar. -prosiguió- Mírate, si todavía tienes el chocho empapado. Aunque no me extraña, con la caña que le han dado y semejante rabo…

-¿Sabes? -. No sabía si se dirigía a mí o si eran meras palabras para romper lo incómodo de la situación, pero cubriendo mi desnudez con la sábana continué escuchándolo. - Antes siquiera de que la posibilidad de este polvo fuese real, antes, cuando coincidimos en Internet y lo comentamos la primera vez, imaginaba que sería exactamente como ha sido. Paso por paso. No tenía ninguna duda. Sabía que en cuanto vieras la polla la ibas a querer comer, ¿qué digo comer? Devorar, como una puta con hambre. Incluso peor, como un maricón con hambre. Imaginaba tu boca tragándose todo el rabo, hasta que los labios tocasen el vientre, tal cual ha sido. Y las manos reteniendo tu cabeza, hasta dejarte casi sin aliento. Me ha encantado Chari, y creo que a ti también - por un instante lo miro, ha acertado, en verdad ha sido un placer degustar sin prisas ese pene resplandeciente, hacerlo temblar cuando mis dientes rasgaban el glande, aunque sus palabras no se ajustan exactamente a mis sensaciones en ese instante, mucho más dulces de lo que él expresa, yo sonrío furtivamente y dejo que siga con su perorata: - esa sensación, tu boca llenándose de saliva, amenazando con explotar, y las arcadas y los ojos a punto de derramar lágrimas… ¿Eh, Chari? Como una actriz porno, una garganta profunda como la mejor actriz porno… Uff, es recordarlo y… casi te digo que me gustaría ser yo el que se tragara ese pollón.

-¿Y el coño Chari? Menuda comida de coño que te has llevado. Ahí te has corrido la primera vez, no me lo niegues. Chillabas como una cerda. Con la lengua aleteando, y ese par de dedos trabajándote la pipa… ¿Ves como tienes un chocho estupendo? No tienes que tener ningún complejo. Un coño abierto, estrías, la cicatriz de la cesárea, a muchos hombres nos encanta eso Chari, la sensación de follar con una mami caliente. Una mami que se vuelve loca cuando le meten un par de dedos en el coño y los hacen girar. Y los sacan y los meten, y aceleran el ritmo y vuelcan el peso sobre tu cuerpo y te hacen patalear. Y aún pedías más, me gustas así de zorra-. El monólogo que mantiene se queda suspendido en el aire, como unos puntos suspensivos.

- Claro que luego ha sido mejor si cabe, cuando has sentido ese pedazo de polla rellenándote, cuando ha entrado lento, decidido, ahí no podías parar de gemir y de gritar. Y no me extraña… Ese pollón entrando y saliendo sin parar, sólo para ti Chari, porque te lo mereces, este mereces esto y más, te mereces lo mejor. Aunque, no puedo negarlo, me han encantado los insultos. Escuchar puta, zorra, guarra, intercalados entre tus chillidos de placer, hubiese querido que no terminara nunca. Sentir esa polla colmándote, haciendo salpicar tus flujos, y verte alterada, llevándote las manos a las tetas, masajeándotelas, apretándotelas, y la cara colorada y el pelo enmarañándose cuando sacudías la cabeza de un lado a otro, como diciendo que no, que no podías aguantar tanto placer -.

- ¿Y cuando te has montado tú encima, ahí sí que lo has sentido bien, eh, Chari? - Se ha levantado y camina por la habitación sin parar de hablar mientras mis ojos se debaten entre seguir su deambular o encerrarse en mí misma. - Entonces no podía dejar de fijarme en tus tetazas, en cómo botaban y botaban mientras te insertabas en semejante pollón. Tienes unas tetas maravillosas, Chari; grandes, ¿qué digo grandes? ¡enormes!, algo caídas de acuerdo, pero todavía muy bien puestas y con esos pezones anchos y romos en los que uno podría quedarse mamando hasta saciar su hambre. Lo que yo te diga Chari, una maravilla. Aunque para maravilla el polvo que has echado, ¿eh? Cada vez que te dejabas caer por la polla y te abandonabas, se te volvían los ojitos. ¿Acaso creías que no me había fijado? Son más llamativas las palabras, un “córrete, zorra” o un “cabalga esa polla como una mala puta”, pero no he perdido detalle, me he fijado en todo. También cuando después del orgasmo te has derrumbado hasta aplastar las tetas; todavía seguía martilleándote, abrazándote el culo para separártelo bien… ¿Sabes Chari? La próxima vez me encantaría que dejaras que te rompiera el culo, y follar sin condón, claro, para oírte chillar como una cerda y ver la corrida escapándose pesadamente de tu ano destrozado por semejante polla. ¿Qué dices Chari, le dejarás?-.

Cuando mi marido calla, se detiene dejando ese ir y venir por el dormitorio que tan nerviosa me pone, siento la mano de aquel hombre, aquel que mi marido ha buscado para mí, aquel que me ha follado de tan deliciosa manera, aquel que me ha tratado como si mi cuerpo fuese realmente el cuerpo del deseo, deslizándose bajo la sábana, recorriendo mi vientre todavía agitado hasta deslizar sus dedos y rondar de nuevo mi coño. Entonces giro la cara, le miro y en su mirada encuentro la misma extrañeza que yo estoy sintiendo. Incluso diría que él también está avergonzado.