Aventuras incestuosas de Mauro - 8
Laura relata la manera en que se involucró sexualmente con sus padres
Aventuras incestuosas de Mauro
Laura y sus padres
Eso fue duro, mamá. ¿qué pasó?
Las cosas tomaron un rumbo insospechado para mí, que en principio pensé que el mundo se me venía encima. Imagina: mi madre pilla a su hijita follando con su padre. Realmente duro.
Pero por lo visto las cosas terminaron bien. Al menos eso parece.
Tienes razón, hijo. Salieron mucho mejor de lo esperado.
Mauro se había excitado con el relato de su madre su herramienta, completamente parada, apuntaba al techo mientras él reposaba de espaldas en la cama. Su madre decidió aprovechar la situación y se paró con una pierna a cada lado del cuerpo de su hijo y mirándolo directamente a los ojos, le pidió que no perdiera detalle y empezó a doblar sus rodillas, haciendo que su cuerpo bajara lentamente hasta que su chocho apuntó a la cabeza de la polla de su hijo, que levantaba la pelvis tratando de acelerar la penetración.
Siente como tu madre te folla, hijo.
Y su concha empezó a tragarse el gordo falo de su hijo, hasta que su ingle chocó con las bolas del muchacho, sin dejar nada fuera. Quedó ahí un rato, disfrutando del tronco de su hijo en sus entrañas y cerrando los ojos empezó a moverse con lentitud, sin dejar de mirar al muchacho para no perder detalle de su cara gozando con el tratamiento que le estaba dando.
Mirtha, entre tanto, descansaba a un lado de los dos, recuperándose de la mamada que su madre le había proporcionado recién. Se había convertido en adicta a las vulvas, ya fuera la suya o la de su madre. Le daba igual que la chuparan o ser ella la que chupaba.
¿Te gusta, hijito?
Eres increíble, mami. Sigue así, así.
Mmmmm, qué rico sentirte dentro
Mientras me follas, sigue contándome.
Mi madre salió corriendo, entre lagrimas. . .
Cuando logró reaccionar, Lucía salió de la habitación, su habitación, que ahora su esposo ocupaba con su hija, la que al parecer estaba feliz de ocupar su lugar en la cama matrimonial. Entre lágrimas, se dirigió al dormitorio de Lidia, su hija menor, que aún estaba en el colegio. Se echó en la cama y cubrió su rostro con las manos mientras su cuerpo se convulsionaba con el llanto que la embargaba.
Andrés y Laura se miraron. El pensaba que la situación podría usarla en su beneficio si lograba que su hija estuviera con su madre. Conocía muy bien el carácter ardiente de su mujer y las fantasías que habían vivido últimamente serían un aliciente si se encontraban las dos a solas. Sí, pues él sabía muy bien del deseo por su hija que se había larvado en Lucía cuando fantaseaban a que ella era Laura para que Andrés la follara con más deseos.
Las fantasías de Andrés y Lucía habían empezado cuando la rutina empezaba a apoderarse de su vida sexual. La primera vez, tal vez movida por algún recuerdo de la infancia o quizás producto de deseos insatisfechos, ella empezó a llamarle “ papi ” cuando estaba a punto de acabar. Y sintió que su esposo reaccionaba de manera increíble, aumentando sus embestidas y acabando copiosamente, como hacía tiempo que no lo hacía. Ella continuó llamándole “ papi ” cuando veía que estaba por acabar e invariablemente se producía una reacción en él, con lo que le proporcionaba nuevos bríos a sus relaciones. Pero no se conformó con decirle así al momento de acabar y una noche lo hizo cuando estaban empezando a follar y el efecto fue increíble, lo que le dio una follada de ensueño, lo que la envalentonó a seguir con ese tratamiento, sin imaginar que a Andrés le movía el deseo por su hija, a la espiaba constantemente para poder ver sus partes íntimas o bien cuando ésta se masturbaba en su dormitorio.
La siguiente vez, un sábado en que estaban solos en casa, después de tomarse un par de tragos que les envalentonó, cuando el apuntaba su herramienta sobre la vulva de Lucía, que se asomaba por entre sus nalgas, en una pose a lo perrito, las cosas empezaron precipitarse debido a la impetuosidad de ella, que no midió las consecuencias de sus palabras.
¿Te gusta hacérmelo así, papi?
Sintió que la verga de Andrés aumentaba de grosor con solo decirle papi.
Si, mijita, eres rica
Sigue papito, dame fuerte.
¿Te gusta que papi te lo meta?
Me encanta, papito. Eres rico
Papito desea a su niña y le gusta follarla
Dame duro, papito
Siiiiiii, ricooooooooooo, mijitaaaaa
Aghhhhhh, papiiiiiiiiiiii, ricoooooooooo
Todo tuyo. Asiiiiiiiiiiiii, Lau…………..
Mientras sus cuerpos botaban los fluidos producto de una acabada impresionante debido a lo morboso del diálogo, a Lucía no le pasó desapercibido que Andrés casi nombra a su hija. Ella había tomado el papel de una niña que follaba con su padre, pero su marido había interpretado todo de muy diferente manera, personificando a Lucía en su hija y mientras ella gozaba pensando que follaba con su padre, su marido lo hacía con su hija.
Las copas que habían tomado antes de acostarse ayudaron a que se sinceraran.
Nombraste a Laura
Y tu creías que follabas con tu padre, ¿o no?
Calló. Nada podía argumentar al respecto.
Pero es tu hija. . .
Y el tu padre.
¿Realmente la deseas?
Tal como tu deseas a tu padre
Estamos en las mismas condiciones, parece.
Sí, pero creo que en tu caso es diferente, pues creo que ya te acostaste con tu padre.
El silencio de ella fue toda una respuesta.
¿Cuándo sucedió?
Yo era niña aún.
Y parece que te gustó
No puedo negarlo, me produce morbo recordarlo.
Bueno, a mi me pasa lo mismo con Laura.
Por eso se notaba que te excitaba que te dijera papi
Si, pensaba que era ella la que estaba en la cama
Entonces no te diré más así
No, por favor. Sigue llamándome así. Me encanta, como te has dado cuenta
¿Quieres que te siga llamando papi?
Por favor
Pero papi, yo soy una nena aún
Mi niña, papito te tratará con mucho cuidado
¿Le comerías el chocho a tu niña, papi?
Abre tus piernas, amor
Espera, papito
Se levantó y al rato apareció vestida con una falda de colegio de su hija. Se movía seductoramente, aunque sus pasos eran vacilantes debido al alcohol.
Andrés se precipitó sobre ella, la tiró a la cama y le subió la falda, clavándole su tranca en el culo, que le sacó un grito de dolor y sorpresa a Lucía, pero estaba feliz con el resultado de esta jugarreta.
Papito, por favor, que esa es mi colita. La colita de tu nena.
Toma, mi niña rica, toma
Fue una follada corta pues el erotismo fue demasiado para ambos, que acabaron demasiado pronto, pero abundantemente.
De esto hacía más de un mes. Y desde ese día Lucía temía el momento en que su esposo terminara por hacer realidad su sueño de follar a su hija.
Andrés besó a su hija y acarició su rostro mientras intentaba convencerla de que fuera a ver a su madre.
Cariñito, anda donde tu mami e intenta hacerla comprender.
Pero papi….
Tranquila, confía en tu padre, ¿ya?
¿Tu crees?
Si, cariño. Yo la conozco bien. Te escuchará y comprenderá, te lo aseguro. Pero ve de inmediato.
Espera, voy a vestirme
No, cariñito, anda así. Confía en mí.
Algo reticente, Laura bajó de la cama y fue a la pieza de su hermana donde estaba su madre. Iba completamente desnuda.
Se acercó al lecho donde su madre, algo más calmada, seguía con el rostro oculto por sus manos y estirada, con sus piernas algo abiertas, las que su falda tapaba en parte, mostrando buena parte de sus muslos. No pudo evitar apreciar las bellas formas de las extremidades maternas. Se acostó a un costado de su madre, la abrazó y le pidió perdón, pero esta nada dijo, sumida en un mutismo desalentador para la muchacha.
Laura quedó acostada al lado de su madre, sin decir nada, limitándose a abrazarla, esperando alguna reacción de parte de esta, lo que fuera pero que no siguiera con ese silencio que la ignoraba. Se acercó más a ella, apretando su abrazo y repitiéndole quedamente “ ya, pues, mami, dí algo ”
Andrés apareció en la pieza y se sentó al lado de Lucía. Venía completamente desnudo, tal como Laura. Le tocó el hombro a su esposa y le habló.
Lucía, sabías que esto pasaría tarde o temprano. Y pasó finalmente. Pero esto no significa que no te desee como siempre. Sigues siendo mi niña, la de nuestras fantasías. Solo que ahora seremos tres para jugar.
Laura comprendió inmediatamente lo que su padre pretendía y se prestó gustosa a la posibilidad de formar un trío con sus padres, acariciando el cuello de su madre y susurrándole “ya, pues, mami ”
Lucía comprendió que era tonto seguir en esa actitud y que lo que había pasado entre su marido y su hija de alguna manera ella lo había propiciado, así que tenía una gran cuota de responsabilidad. Es más, si fuera sincera consigo misma, en el fondo de ella había una buena cuota de deseo hacia su hija cuando jugó a ser la muchacha en la cama. No lo había querido admitir, pero era evidente que su deseo por su hija nació cuando Andrés le confesó que la deseaba. Ella se prestó a hacer el papel de su hija en la cama y gozó como una ramera cuando Andrés la penetraba creyéndola Laura.
Se dio vuelta y miró a su hija a los ojos.
No, si está bien. Ya estoy bien. Fue la impresión de verlos a los dos, pero ya estoy bien.
Laura rió aliviada y pasó su mano sobre el rostro de su madre, acariciándola. Solo entonces Lucía se dio cuenta de que su hija y su esposo seguían desnudos.
Andrés le tomó el rostro y abriendo su boca la besó apasionadamente.
Todo bien, cariño. Todo bien.
Lucía sonrió algo cohibida por la desnudez de ellos dos. Andrés comprendió que debía hacer algo.
Creo que debemos romper el hielo, mi cielo.
Al tiempo que le hablaba a su esposa, se acercó a su hija con la verga completamente parada y la puso de espaldas, abriendo sus piernas y llevando su instrumento a la entrada de la vulva de la muchacha, que se prestó de buen grado a lo que su padre pretendía hacer con ella delante de su madre.
Ahora haremos realidad nuestras fantasías, Lucía.
Y empezó a penetrar a su hija, que levantó las piernas y las puso sobre la espalda de Andrés, que la empezó a espolear sin dejar de dirigirse a su esposa.
Cariño, aquí estás, bajo mío, recibiendo mi polla. Acércate y toca a tu hija. Ven.
Lucía estaba como hipnotizada viendo como Andres hundía su apéndice viril en la intimidad de su hija y cómo esta gozaba sintiendo la penetración paterna. Alargó su mano y acarició uno de los senos de Laura, que la miró con una sonrisa en los labios y le devolvía el gesto apretando el seno materno con una de sus manos. Madre e hija se estaban acariciando.
Mami, bésame .
Lucía se acercó a su hija y abriendo su boca la besó con pasión, en tanto sus lenguas se mezclaban en una lucha erótica que rompió las últimas reservas de Lucía, que a partir de ese momento se entregó por completo a la lujuria incestuosa. Le pidieron que se desnudara y ella lo hizo sin ninguna resistencia, más bien encantada de estar en las mismas condiciones que los amantes.
Andrés sacó su polla de la chucha de su hija y le pidió que se pusiera encima de su madre, lo que la muchacha hizo inmediatamente, apretando sus senos a los de Lucía, que empezaron a refregarse hasta que sus pezones se endurecieron de excitación.
Niñas, ahora bésense la vulva, ambas .
Y madre e hija iniciaron un 69 desenfrenado, que Andrés miraba con deleite, mientras iniciaba una paja gozando del espectáculo de su esposa y su hija comiéndose el chocho mutuamente. Era tanta la carga erótica que las dos mujeres terminaron acabando y completamente exhaustas. Andrés, por su parte, terminó su paja lanzando el semen sobre las dos mujeres, que rieron divertidas por la ocurrencia.
Ahora sí que somos una familia unida, ¿no les parece?
Sí, tienes razón, dijo Lucía mientras besaba el semen que se escurría por el rostro de Laura, que a su vez pasaba su mano por el chocho materno y la empapaba de sus jugos que después chupaba con deleite.
Muchachas, ahora compartan la verga de papi
Las dos mujeres se miraron sonriendo y Lucía le propuso a su hija:
Ahora me toca a mí, ¿no crees?
Sí, mamita, es tu turno.
Y Lucía se subió sobre Andrés tragando con su chucha toda la verga que este mostraba parada mientras él estaba de espaldas en la cama.
Soy tu niña, no lo olvides.
Si, mi niña linda. Sigue moviéndote, así, así, arriba abajo. Asiii, cariñito
Lucía se tomaba los senos, se los acariciaba y seguía subiendo y bajando, tomada de las caderas por Andrés. Laura, por su parte, empezó a masturbarse viendo a sus padres gozar tan plenamente.
Papito, ricoooooo. Asíiiiiiiiiiiiiiii
Mijitaaaaaa, ricaaaaaaaaaaaa
Ayyyyyyy, papiiiiiiiiiiiiii
Tomaaaaaaaaa, mi niñaaaaaaaaaaaa
Me gusta tanto tu verga, papitooooo, ricoooooooooo
Gozalaaaaaa, asiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Ambos miraban a Laura que estaba desenfrenada acariciando su vulva mientras lanzaba grititos de placer viendo a su madre tragarse la polla de su padre-amante.
Finalmente los tres acabaron en medio de gritos que denotaban el gozo que les había invadido por la escena tan cargada de erotismo.
A partir de entonces seguimos teniendo sexo por varios años.
Mamita caliente, eres increible
Es que la calentura viene de la parte materna, al parecer.
¿Por qué lo dices?
Bueno, sólo piensa en las mujeres de tu familia con las que has follado ; yo, tu tía, tu hermana. ¿Te parece poco?
Cierto, pero el record de calentura lo tienes tú, mami.
¿Por qué lo dices?
Te comiste a tu mami, a tu papi, a tu hermana, a tu hijo y a tu hija.
Los tres rieron divertidos. El fin de semana continuó tranquilamente, como si los deseos sexuales se hubieran aplacado con el desenfreno del sábado.
Pero la verdad era que Mauro, hasta ahora un inagotable animal sexual estaba perdiendo el interés por estar con su madre y su hermana.
Es que la relación entre madre e hijos empezó a cansar a Mauro, que en el fondo hubiera deseado que las cosas no llegaran a los límites que habían alcanzado. Tenía el dilema de Claudia, con quien su relación se había puesto seria y sentía que la necesitaba en su vida. Pero para formalizar las cosas suponía que tendría que presentarle su familia a la muchacha, y ahí radicaba el gran problema. ¿Cómo reaccionarían su madre y su hermana, a las que había seducido para cometer incesto y ahora pretendía dejarlas en la estacada? El las había convencido de involucrarse con él y ahora intentaba hacerse a un lado, dejándolas libradas a sus deseos sexuales que él había alentado.
La posibilidad de incorporar a Claudia a sus juegos incestuosos no se le pasaba por la mente, estaba fuera de toda posibilidad. Es que sus sentimientos hacia su compañera de trabajo estaban en un plano diametralmente opuesto que el que sentía por su madre y su hermana, sus compañeras sexuales.
Esta situación empezó a sumirlo en un pésimo estado de ánimo, el que se fue notando en su falta de interés en seguir participando en los encuentros de fin de semana, para lo cual empezó a inventarse compromisos y excusas diversas que le impedían estar con sus compañeras de juego. Este distanciamiento fue paulatino, por lo que en principio no preocupó mayormente a las mujeres, a quienes le parecieron naturales las explicaciones de Mauro. Pero en los meses siguientes los encuentros sexuales empezaron a distanciarse de manera alarmante.
Madre e hija empezaron a sospechar que Mauro tenía otros intereses fuera de casa.
Ambas decidieron no hacer ni decir nada por el momento, con la esperanza de que pronto las cosas volvieran a la normalidad.
Pero no sospechaban que muy pronto todo cambiaría radicalmente, aunque de la manera más insospechada.