Aventuras incestuosas de Mauro - 7

Laura le cuenta a sus hijos como fue que tuvo sexo con su propio padre

Mauro y sus mujeres

Laura y su padre

Ese sábado Mauro parecía distante, como si algo le perturbara según pensaban su madre y su hermana. Pero ellas se encargaron de hacerle olvidar sus preocupaciones con sus cuidados, alentándolo a experimentar nuevas sensaciones. Al cabo de un par de horas, ambas respiraron aliviadas cuando comprobaron que el hombre de la casa había recuperado su habitual dedicación a ellas, aportando su energía habitual en este ambiente de morbo y perversión que eran sus reuniones de fin de semana.

Después de cenar, bebiendo copiosamente, los ánimos estaban dispuestos a iniciar otra sesión de sexo sin límites, para lo cual madre e hija se dedicaron a brindar a Mauro un espectáculo de lesbianismo que levantó todos sus deseos, olvidándose de sus preocupaciones respecto a Claudia.

Cuando estaban descansando, Mauro decidió retomar la conversación que quedara suspendida la semana anterior.

Entonces, ¿tu y la tía se acostaron con mi abuelo?

Laura calló y bajó la vista, avergonzada de tener que admitir a sus hijos sus relaciones con su padre, las que se prolongaron durante muchos años. Mauro estaba sorprendido de enterarse de esas intimidades de las hermanas a las que había supuesto tan normales en  su vida sexual y que estaba descubriendo ahora en toda su magnitud.

Mami, no te sientas mal. Piensa que yo me estoy cogiendo a mi madre, a mi hermana y a mi tía y lo mismo hace tu hija, así que no hay razón para que te avergüences de que tu lo hayas hecho con tu padre cuando eras jovencita. Así como los hombres cuando somos jóvenes tenemos fantasías con nuestras madres, imagino que lo mismo pasa con las mujeres y sus padres. El hecho de que tu y yo follemos significa que yo he hecho realidad mis mayores fantasías y supongo que lo mismo pasó contigo entonces, ¿no crees?

Mientras le hablaba, la mano de su hijo recorría sus muslos arriba y abajo, posándose en su sexo donde se topó con el rostro de Mirtha que estaba pasando su lengua por los labios vaginales de su madre. Laura estaba sensible después de la reciente follada y el recuerdo de su primera experiencia con Lidia cuando eran niñas aumentó su excitación, por lo que empezó a sentir que sus jugos se agolpaban dentro suyo, pugnando por salir. Era exquisita la sensación que la lengua de su hija le proporcionaba, subiendo y bajando sobre sus labios y que cada cierto rato se hundía en el canal materno.

Mmmmm, ricooooooo

¿Lo que te hago o el recuerdo de tus folladas con el abuelo?

Ella comprendió que los muchachos quería que les contara más de su vida incestuosa, que se excitaban con las escenas que imaginaban entre ella y su abuelo y se prestó de buen grado a ello, ya que  ella sería la principal beneficiada. Y ya habían roto tantos tabúes que hasta le parecía ridículo callar su experiencia con su padre.

Las dos cosas, mi niña

Anda, cuéntanos

Todo empezó en un bus.

¿Cómo así?

El asunto es que veníamos a casa y tomamos un bus que iba repleto. Intentamos acomodarnos por la mitad del vehículo y quedamos muy juntos, el tras mío. Yo tenía como quince  años en ese entonces y andaba con las hormonas revolucionadas pues mi actividad sexual hasta entonces se había limitado a tocar mis partes íntimas a escondidas o con una compañera de colegio, pero hasta esa oportunidad no había tenido nada contundente como lo que el cuerpo me pedía. Y esa vez mi padre andaba particularmente ardiente, tal vez porque su actividad sexual había sido escasa en esas semanas,

En pocas palabras, los dos andaban calientes, mami

S, Y en mi caso, muy caliente.

Ninguno de los dos lo buscó, pero las cosas se dieron así, sin ellos buscarlo. Apretados en el bus que se desplazaba a una velocidad asombrosamente lenta debido a un taco en la ruta, Laura sintió que la proximidad de su padre la alteraba en demasía. Y el no era indiferente al cuerpo juvenil que tenía delante, tan apretado al suyo. Guardaron silencio sin poder hacer nada por separarse, ya que la aglomeración dentro del vehículo hacía imposible cualquier intento en ese sentido. Continuaron  así, con sus cuerpos peligrosamente pegados, en medio de la gente que no se percataba de nada de lo que pudiera suceder a su alrededor. Y la faldita de Laura no ayudaba mucho a mantener la compostura pues le llegaba a medio muslo y se apretaba sobre su culito haciendo resaltar sus nalgas que de por sí eran muy generosas y un hombre detrás de ella no podría resistir la tentación de tocarlos o poner su pelvis contra él.

Y sin que Andrés pudiera evitarlo, la cercanía del cuerpo de su hija (más bien el culito de ella) hizo efecto en él y sintió que se excitaba, con las consecuencias obvias en tales casos. Ella sintió la presión detrás suyo y quedó muda de asombro: su padre estaba empalmado y su calentura se hacía evidente en la presión de ese bulto que sentía contra sus nalgas.

Por unos momentos quedó desconcertada, sin atinar a hacer nada. Pero su naturaleza excitable y una cierta cuota de morbo le hizo acentuar el vaivén que producía en su  cuerpo el movimiento del bus, de manera que sin que su padre se percatara de ello su culito empezó a presionar la polla paterna, lo que aumentó la excitación de Andrés y con ello el grosor de su herramienta, que se apretó más aún a la muchacha, la que no hacía nada para que cambiara la situación. Al contrario.

Es que Laura deseaba desde hace tiempo a su padre y sabía que éste la deseaba, aunque se resistiera a admitirlo. Durante meses había paseado su cuerpo insinuante delante suyo, mostrándole sus formas a contraluz o agachándose a recoger algo “que se le había caído” al suelo o sentándose “descuidadamente” en el sillón frente a él. Eran muchas las oportunidades que ella intentó aumentar el deseo de su padre, al que empezó a desear cuando lo vio hacerse una paja en el baño.

Laura era una niña precoz en materia sexual y cuando empezó a indagar a qué se debían los ruidos que en las noches salían de la pieza de sus padres llegó al extremo de espiarlos por la cerradura de la puerta y lo que vio despertó su naturaleza erótica.

La visión de su madre con las piernas levantadas y a su padre metiendo y sacando su polla del chocho materno le revolucionó las hormonas y alimentó sus fantasías sexuales. A partir de entonces intentaba espiar a su padre cuando podía para ver su herramienta. Fue así como logró verlo cuando se masturbaba en el baño, momento en el cual pudo apreciar la verga paterna en todo su esplendor.

Pero ver a su madre desnuda, con las piernas levantadas, moviendo su cuerpo agitadamente, mientras con frases ardientes alentaba a su padre a que la penetrara, era una imagen que también la perturbó. Y fue en manos de su madre que tuvo su primera incursión en el sexo, cuando ella se dio cuenta de que su hijo la espiaba mientras follaba con Andrés y le conversó de las cosas que la pasarían ahora que había entrado en la pubertad. Pero la conversación con su madre y la experiencia que tuvieron ambas esa tarde no hizo más que alentar sus deseos recién nacidos por su padre.

Laura inició una campaña de seducción que deseaba la llevara a la cama con su progenitor. Sus compañeras de colegio le habían confidenciado que tener sexo con el padre era una de las primeras cosas que como mujer debían hacer, ya que no habría peligro de ningún tipo pues ellos cuidaban de que nada les sucediera. Con ellos se aprendía lo esencial en materia de sexo y no tenían el peligro de quedar embarazadas ya que ellos se cuidaban mucho de ello.

Laura había despertado al sexo y quería que su padre fuera el primero. Estaba decidida a ello.

En un movimiento brusco del vehículo, él perdió el equilibrio y para no caer se apoyó en la cintura de la joven, aprovechando con ello de apretar más aún se verga contra el juvenil culito, sin ningún recato. Laura dio vuelta su cabeza y la regaló una sonrisa de comprensión, dándole a entender que se daba cuenta que lo sucedido había sido casual y no había podido evitar apoyarse en ella, lo que había sido inevitable. No había maldad en esa sonrisa, solamente comprensión, aunque su culito se apegó suavemente al bulto de su padre. Andrés ya estaba desatado y sentía que estaba completamente caliente, así que no soltó la cintura de su hija y siguió pegado a ella, apretándose de manera que su verga se apretara más aún contra el culito de la muchacha.

Al cabo de un rato, Laura aprovechó un bache en el camino y echó su trasero hacia atrás, proporcionándole a su padre una sensación que casi le hace acabar. Ella se dio vuelta y volvió a sonreírle, pero ahora su padre advirtió en su mirada una picardía que no había visto la vez anterior. Su niña había entrado en su juego, lo que sólo podía significar una cosa: que ella también estaba caliente.

Se apretó más aún a la cintura de ella, apretó su pelvis contra el juvenil culito de Laura y acercándose a su oído, le susurró “¿estás bien?” y ella volvió por tercera vez y con la misma mirada pícara le respondió también en susurro “muy bien ”. Esta respuesta fue como un permiso de seguir adelante para el y sus manos la apretaron de manera que tomó parte de su estómago y la atrajo hacia sí, apretándose sin tapujo contra los globos parados de la muchacha, que nada hizo por rehuirlo. Siguieron así y el volvió a acercarse al oído de Laura y le susurró tocando su oreja con sus labios “¿seguro?”.E lla sintió que las fuerzas le abandonaban y casi pierde pie. El aliento de su padre en su oído le había hecho el efecto de una inyección de morbosidad y casi acaba ahí mismo, pero se repuso y echando su cabeza hacia atrás, casi como ofreciéndole los labios, le sonrió y musitó “si, segura ”.

El no dijo nada. Nada había que decir. Bajaron del bus y caminaron a la casa en silencio, no atreviéndose a decir nada ahora que habían abandonado la complicidad del apretujamiento en el bus. Ya en casa, ella se dirigió a la cocina.

¿Quieres un café, papi?

La muchacha empezó a buscar las tazas en el mueble colgante mientras su padre no dejaba de verle el culo, que se veía tan estupendamente parado. Se acercó como para ayudarla, buscando en el cajón más alto del mueble, con lo que quedó pegado a la muchacha, apretando su paquete contra las nalgas de su hija.

“Estamos como en el bus ”, dijo ella riendo pero con evidente intención.

En el bus te tenía tomada así ” repuso él al oído de Laura y tomó su cintura, apretándola contra sí, ejerciendo presión de su bulto contra el culo de su hija en forma descarada, sin que esta hiciera nada para acabar con la situación.

Ella dejó de buscar las tazas y se apoyó en el mueble.

“Sí, ahora sí estamos como en el bus ” le dijo echando la cabeza hacia atrás, sin dejar de sonreír. Su padre la miró a los ojos y sus manos empezaron a avanzar hacia el estómago de Laura y después, lentamente, empezaron a subir. Ella dejó de sonreír y su expresión ahora era de expectación. Cuando sus manos se acercaban a la parte baja de los senos de la muchacha, el le susurró al oído “¿sigo? ” y ella, cerrando los ojos y apretando los labios en una clara señal de estar saboreando el momento, dijo “ mmmm, papiiii

Andrés no había imaginado que su hija fuera tan excitable y jamás pensó que el seducirla le resultara tan fácil como estaba siendo. Era evidente que había sacado las hormonas de su madre. Sintió que había llegado el momento de que la muchacha se soltara y participara más activamente.

“Levanta tu blusa ”, le dijo siempre al oído, de manera que su aliento transmitiera a la  niña la calentura que él sentía. Ella dudó un momento pero luego subió sus manos y tomó la blusa, que empezó a enrollar hacia arriba, dejando liberado el sostén donde se escondían sus senos. El miró los globos de su niña y quedó maravillado con el espectáculo de sus pezones duros, que sobresalían como desafiantes indicios de la calentura de su hija. “ Sácalos ”, dijo y ella liberó sus senos de la prisión, dejándolos expuestos a la vista de su padre. “¿Así ?” preguntó la muchacha, como esperando que su padre dijera algo y él, que comprendió que ella deseaba un elogio, le dijo “son maravillosos, mi niña. Deseo besarlos”.”Hazlo”, dijo ella en un hilo de voz, ofreciéndoselos. El se agachó y empezó a apretar con sus labios los pezones juveniles y a besarlos con delicadeza, para aumentar la excitación de la muchacha, que a estas alturas no necesitaba más incentivos pues estaba completamente entregada al juego que estaban jugando.

Entre chupada y chupada, él le pidió “súbete la falda ” y ella levantó su faldita de manera de dejar expuesto su precioso culito. “ Bájate el bikinn i”, ordenó él y ella no se hizo de rogar, bajándolos hasta su rodilla. Y mientras seguía chupando los senos de su hija, Andrés metió su verga entre las nalgas de la niña, rozando su vagina pero sin penetrarla. Era la primera vez que ella tenía una polla tan cerca de su chochito. Era casi una follada y no pudo resistir más tanta excitación, soltando sus primeros jugos en medio de espasmos y grititos de placer.

“Papiiiiiiiii, papiiiiiiiii. Aghhhhhhhhhhhhh”

Andrés, feliz por haberla hecho acabar, siguió chupando lentamente sus senos y pezones, en tanto su verga seguía paseándose por encima de los labios vaginales de Laura, que volvió a sentir nuevos bríos y que otro torrente de fluidos seminales la inundaba para volver a caer por sus muslos hacia el suelo.

“Papitoooooooo, siiiiiiiiiiiiiii, siiiiiiiiii”

El la dejó descansar para que se recuperara y soltándola le preguntó:

“¿Te gustó?”

“Síiii, papiii. Fue increíble”

“Acabaste dos veces, mi niña”

“Guauuuuuu”

“Mucho mejor que tus pajitas en solitario, ¿verdad?”

Ella quedó en silencio, dudando de si habría escuchado bien.

“Si, mi niña, te he visto más de una vez pajeándote en tu pieza”

“No puedo creerlo”

“Por la ventana del patio, entre las cortinas, te espiaba cuando te tocabas hasta acabar”

“Papito”

“Tranquila, mi cielo, que papito se pajeaba también mientras te espiaba”

“¿En serio?”

“Si, mijita. Hace tiempo que me tenías caliente”

“Y yo contigo, desde que escuchaba cuando follabas con mami”

“¿Desde cuándo que escuchabas?”

“Hace varios meses”

“¿Y eso te calentó con papito?”

“Si, pues oía cómo mami gozaba cuando la follabas y te decía “papi”, lo que me hacía pensar en que ella era yo.

“Yo la incitaba a que me llamara papi cuando se lo estaba haciendo, pues me imaginaba que eras tú a la que follaba”

“Y yo me tocaba mi cosita pensando en ti, papi”

Las cosas estaban claras ahora. No habrían recriminaciones ni arrepentimientos. Los dos se deseaban y los dos querían follar.

“Mi niña, ¿en tu pieza o en la mía?”

“La tuya”

El la tomó en brazos y la subió al segundo piso. Entraron al dormitorio matrimonial y la depositó en la cama, donde ella aprovechó de desprenderse del resto de su ropa y el se desnudó completamente, mostrándole su herramienta en todo su esplendor.

Ella miró el monstruo que muy pronto se alojaría dentro suyo y sonrió al pensar que finalmente sus sueños eróticos se harían verdad. Abrió sus piernas y mirando a su padre a los ojos una sonrisa se dibujó en sus labios, esperando el ataque de su primer macho.

Andrés puso su polla a la entrada de la vulva de la muchacha y empezó a empujar para intentar penetrarla, pero era evidente que las cosas no serían fáciles, ya que para ella era su primera vez y la verga paterna era de dimensiones respetables. Pero Laura no estaba para perder el tiempo en nimiedades y tomando a su padre de la cadera, lo empujó hacia ella, de manera que sus cuerpos se juntaron completamente y la herramienta de su padre se alojó totalmente dentro de ella, en tanto un grito de dolor salía de la garganta de Laura mientras le regalaba su virginidad a su progenitor.

El empezó a moverse sobre el cuerpo de su hija, metiendo y sacando su polla del chochito recién estrenado mientras la muchacha, con lágrimas en los ojos, aguantaba estoicamente a la espera de que el dolor diera paso al placer. Y poco a poco este fue llegando, inundando su cuerpo de un calor que casi la abrazaba.

“Yaaaaa, papitoooo, yaaaaa”

“¿Te gusta?”

“Siiiiiiiiii. Sigueeeeeeeee”

“Papito está follando con su niña”

“Siiiiiii, papitooooooooo”

“Eres rica, mijita”

“Y tu, papitoooooooo”

Los grititos dieron paso a unos cuerpos descontrolados en que la energía era tanta que impedía las palabras, moviéndose alocadamente en busca del éxtasis que les llegó a los dos al mismo tiempo.

“Aghhhhhhhhhhhh, papiiiiiiiiiii”

“Mijitaaaaaaaaaaaa”

“Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaa”

“Aghhhhhhhhhhhh”

Sus cuerpos estaban completamente descontrolados, como poseídos, mientras sus jugos se juntaban y caían por los muslos de la muchacha. Sus gritos se fueron apaciguando y solo entonces, cuando la calma les empezaba a alcanzar, se percataron de la presencia de Lucía, que apoyada en la puerta del dormitorio miraba con ojos desorbitados los últimos estertores de la follada de su marido con su  hija.

Mirtha y Mauro se miraron sorprendidos. Nunca imaginaron el nivel de perversión que su madre había alcanzado cuando era soltera. Y al parecer ahora venía la parte más interesante de la historia de Laura.

Mirtha esperaba expectante la continuación de las revelaciones maternas, en tanto que Mauro, el artífice de esta secuela incestuosa, se mantenía serio. Por una parte esperaba ansioso lo que su madre le contara pero todo el ambiente de perversión y morbo que se había formado entre los tres se le nublaba por el recuerdo de Claudia, que no dejaba de mortificarle y acudía a su mente en todo momento.