Aventuras en un taxi

Mis inicios en el sexo no fueron convencionales

Cuando tenía 19 y 20 años lo normal es que utilizara mucho el taxi para ir a la facultad y demás. Subía al coche adaptado con mi bastón pero nunca nadie me miró con deseo. Era muy delgada y mi pecho era generoso, una D. Siempre con camisetas ajustadas. También pantalones ajustados que revelaban mi enorme culo. Me gustaba mostrar mis encantos, sentir que alguien miraba más allá de mi bastón y mis dificultades, pero parecía invisible, sólo seguía conquistando a través de internet, en chats .... Y aquella cita tan esperada.... Poco después dejé mi virginidad en un coche con el que era mi novio pero eso es otra historia. Virtualmente, seguía buscando emociones.

Por internet conocí a un taxista que se ofreció a llevarme a casa desde la facultad sin cobrarme, solo debía dejarle acompañarme a casa. Subimos y mis padres no estaban. Me sentía muy excitada con la idea de pagarle así. Fuimos a mi habitación y alli se bajó los pantalones y los boxers y vi la polla mas grande que he visto en mi vida. Se la chupé como pude y no me cabía en la boca, la recorría arriba y abajo con mi lengua. Me desnudó sin pausas y yo estaba ya muy excitada. él me folló en mi cama sin demasiados preámbulos. Me metió ese tronco por el coño y de verdad que llegó tan adentro que me hacía daño en sus embestidas. Creo que tocaba la entrada del útero. Estrujaba mis pechos mientras su polla me taladraba. Después quiso mi culo virgen y se lo ofrecí. Al poco de empezar a entrar con dolor, sangré y el tipo se asustó y se vistió corriendo acusándome de tener la regla cuando en realidad me había roto el culo. Quedamos otro día en su taxi para dar una vuelta a ver si caia algún cliente al que se la pudiera chupar. No es fácil encontrar clientes cuando el taxi va ocupado pero aparcamos en una parada de taxis y un señor trajeado entró sin mirar. Al verme, quiso salir pero el taxista le explicó que yo era un extra del viaje. Me miró. Yo llevaba un vestido ajustado de tirantes, era evidente que no llevaba sujetador, mis pezones se marcaban claramente. El vestido era tan corto que solo tuvo que levantarlo un poquito para comprobar que tampoco llevaba ropa interior y mi coño depilado quedaba expuesto. Aceptó el viaje y el taxi arrancó. Me bajó el vestido hasta la cintura para tantear mis pechos.. Se acercó y los mordió sin miramientos. Su lengua rodeaba mis pezones. El dolor y el placer se mezclaban mientras el taxi cruzaba la ciudad. En cada semáforo era muy posible que alguien me viera desnuda mientras mis pechos seguían siendo torturados. Pero quería mas. Me quitó el vestido de la cintura y pudo ver mi coño depilado. Me metió los dedos sin preámbulos, comentó con el taxista que era una buena puta. Entonces se desabrochó el pantalón y sacó una buena polla. Me cogió del cuello y su pene se perdió en mi boca. Intenté tomar el control. Rodearla con mis labios y lamerla con mi lengua. Le gustaba y aflojó la presión en mi cuello. Entonces pude recorrerla de arriba a abajo con mi lengua para después volver a chuparla con ganas. Meterla en mi boca y sacarla, volver a meterla, dejar que me follara la boca. Sentí que se iba a correr y paré. Pidió ir a un sitio tranquilo.

Acabamos en una pista forestal aparcados donde se bajó del todo los pantalones y me tumbó en el asiento. Me abrió de piernas. Apoyé una de ellas en el reposacabezas de mi amigo. El taxista no perdía detalle por el retrovisor. Estaba completamente desnuda y expuesta. Mi vestido enroscado en la cintura hacia rato que estaba en el suelo. Un corredor se paró a mirar por la ventana, y no dudó en pajearse. Estaba tan húmeda y tan abierta que su ariete entró hasta el fondo llenándome de placer. Ya no pude más y me corrí escandalosamente mientras bombeaba mi coño sin descanso, mientras el taxista se pajeaba en el asiento delantero y el corredor intentaba correrse en plena calle. Mis tetas subían y bajaban y mis gemidos acompañaban mi orgasmo. El cliente sacó su polla para correrse en mis tetas. Me sentí sucia pero aún deseaba más.... El corredor que seguía fuera me enseñó su polla. Ya estaba muy gorda por todo lo que había visto.... El cliente no se lo pensó. Abrió la puerta, necesitaba tomar el aire e invitó a pasar al corredor, asegurando al taxista que él pagaría el espectáculo. Tenia una nueva polla para mi coño hambriento. Lo que no esperaba es que este fuera un caballero que dedicara unos minutos a comerme. Su lengua experta intentaba secar mi coño, cosa imposible, ya que volvía a vibrar bajo sus atenciones. Sentí mi clítoris torturado y la electricidad recorrió mi cuerpo. En pleno orgasmo, su polla entró en mi coño y me sentí llena de nuevo. Volvía a ser follada por un completo desconocido mientras los otros dos se limitaban a comentar la jugada. Sólo sentía la gran polla del ciclista dentro de mí. Su ropa deportiva rodeaba su musculatura. Tampoco le podía ver la cara apenas con esas gafas deportivas. Sólo sentía sus jadeos mientras su polla crecía en mi interior. Sentí su leche en mi interior y me revolví intentando que acabara fuera pero fue imposible. Su leche inundaba mi coño. Salió del coche y habló con los otros dos. Intenté recomponerme un poco. Faltaba el viaje de vuelta. El cliente volvió a subir a mi lado y el taxista le llevó a su destino mientras yo se la chupaba de nuevo, arrodillada entre los asientos. Su polla parecía haber recuperado fuerzas bajo mi lengua que se aplicaba mientras me metía los dedos en mi culo y me daba palmadas que escocian en mis nalgas. De repente, su mano presionó mi cabeza y sentí todo su semen agrio en mi garganta. Os puedo asegurar que llegó a su trabajo muy relajado.

El taxista debía devolverme a casa, sabía que si quería una parte del dinero ganado, me quedaba una polla que tragar si no quería que me volviera a follar. Volvía a verme con su gran polla delante y mi lengua la recorrió lo mejor que pudo. Me desnudó. Introduje en mi boca su polla y mi lengua la volvió a rodear y a lamer. La metía y sacaba de mi boca para lamer su capullo. Esa polla era un peligro pero estaba muy rica. Cuando estaba a punto de correrse la sacó y su leche cayó en mis tetas. Por fin podía cobrar mi parte, meramente simbólica.