Aventuras en la Noche Porteña
He tenido una aventura deliciosa que me ha devuelto a ciertos pasajes exaltados de mi adolescencia: junto a un amigo he protagonizado un robo.
Aventuras en la Noche Porteña
He tenido una aventura deliciosa que me ha devuelto a ciertos pasajes exaltados de mi adolescencia: junto a un amigo he protagonizado un robo. Hace muchísimos años que no sentía la emoción de robar, ya casi la había olvidado, pero esa noche la reviví en esplendor. Mi amigo es policía, detective de la policía de investigaciones para ser más exacta, así que proporcionó la información necesaria para salir impunes. Me contó que, tras muertos sus abuelos adorados, su familia había realizado una absurda repartija de sus bienes en la que su tía a todas luces había salido ganando. El decía saber perfectamente que su abuela la despreciaba por tonta y que hubiese deseado que sus pertenencias más queridas fuesen suyas. Había un cuadro que ella tenía, de Carlos Pedraza, que representaba un camino rural en otoño. No es el tipo de pintura que le gusta, pero ese cuadro en particular le trae recuerdos de infancia y le permite ver el rostro de su abuela si luego de mirarlo unos segundos cierra los ojos. Si, definitivamente, si es que existe un objeto que el quería para el, era ese. Para obtenerlo, tuvimos que robarnos un montón de cosas. No se trataba de que desconfiaran de el, aunque siendo, como es el, un "señor respetable", esto habría sido muy difícil. Nos llevamos platería, joyas, unas pinturas cuzqueñas, artefactos eléctricos y otros. Alimentamos al perro con paté de fois e hicimos el amor en la mesa de centro del recargado salón de su tía, escuchando sus villancicos. En ocasiones la música horrible ayuda, por contraste, a acentuar la belleza de una escena. Hace mucho tiempo que no me sentía tan feliz. Hace mucho tiempo que no me sentía amante, y de una manera tan radical, cómplice de alguien. Por emoción podría convertirme en ladrona. Tengo a mi Clyde, suficientes coartadas, sangre fría. Pero no. Sería una cosa muy irresponsable. Tarde o temprano me atraparía la ley y los buenos momentos de robar no valen lo que esta maravillosa libertad, aunque no sepa qué diablos hacer con ella.