Aventuras en la India 3
La aventura llega aus fin, de como el calor de la excitación doblega cualquier prejuicio.
Era la segunda vez que tocaba una polla que no fuera la mía, y las dos en la misma noche. No sabía a donde me conducía esto, pero era claro que Evelyn aun necesitaba alcanzar su clímax. Me había dicho que follándola en esa posición de cuatro patas no alcanzaba el orgasmo. En otras circunstancias me habría parecido sospechoso, sin dudas habría desconfiado, pero todo me parecía nuevo y me sentía como una virgen en su noche de bodas después de la fiesta Pronto descubriría que Evelyn era capaz de cualquier cosa con tal de lograr sus deseos, así lo había dicho, "no me odies por desearte", claro que nunca imaginé a qué se refería a abusar en cierta forma de mi estupidez.
Su polla era más larga que la mía, quizás hasta más ancha, mi mano lo sentía claramente, una vida meneándomela era suficiente como para sentir la diferencia. Ella me susurraba al oído, mientras me besaba y acariciaba, "Piensa que es tu polla, que estás caliente, que te la quieres menear. Haz lo que sabes te gusta más, con paciencia, disfruta de tu polla, que tu mano se sienta a gusto, que acaricie, que juegue, que apriete, que la sienta suya".
Con tan sensillos consejos, no me quedaron dudas, empecé a acariciarla a lo largo, haciendo que mi palma acariciara la piel desnuda de su glande mientas que mi pulgar e índice se cerraban en su tronco y le jalaba el prepucio arriba y abajo. Evelyn suspiraba, mientras, luego de avisarme, giraba su torso apuntando su cabeza a mi entre pierna y sacándome el condón empezaba a chuparme la polla, limpiando el semen producto de la follada que le había propinado. Si bien la tenía flácida, debo aceptar que era placentero sentir su boca tibia y húmeda sobre mi polla.
Me gustaba tocar su polla, era bien suave, tibia y esponjosa, si bien erecta, permitía jugar con ella, apretarla, estrujarla entre mis dedos. Jugué con el glande, haciéndole caricias circulares con la yema de mis dedos y ella se revolvió inquieta. Cada acierto en mi trabajo me incentivaba a seguir experimentando de aquella hermosa polla. Cuanto más la acariciaba más me gustaba, era como jugar con un "amansa-locos", aquellos tiernos muñequitos de tela rellenos de arroz, que los niños apretaban y apretaban.
Ella acariciaba mis testículos, mientras me continuaba mamando mi ya limpia polla, por lo que acomodando mi cuerpo en el colchón, me puse cómodo y con una mano le amasaba sus testículos y con la otra jugaba con su polla. Debo admitir que me estaba haciendo adicto, era divino jugar con una polla así, y sentir que cuando más me esmeraba ella más disfrutaba, sus suspiros y gemidos eran un deleite a mis oídos.
Sus dedos atacaron mi perineo por enésima vez y sentí como mi polla revivía, apenas, pero camino a una nueva erección. Nunca imaginé que ese pequeño espacio entre mis testículos y ano era tan sensible. Hice lo mismo, y ella se tragó mi polla a fondo, mientras con un sonido nasal aprobaba mi avance.
Sus testículos eran muy grandes, eso me sorprendía, nunca había visto unos así. Me gustaron al tacto, depilados, flácidos, tibios, manejables, los dejaba moverse entre mis dedos, los jalaba estirándolos al máximo, los amasaba, jugaba como un niño, experimentándolo todo, y sentí la necesidad de besarlos.
Mientras más los miraba, con una mano amasaba su polla, la otra hacía lo propio con los testículos, y se me hacía agua la boca. No pensaba en su polla, eran sus testículos los que quería besar. No se si ella leyó mis pensamientos, o si fue casualidad, pero sentí como su boca se adueñaba de mis testículos, y esa fue como una señal para mí. Sin pensarlo aproximé mis labios a sus enormes testículos y los besé suavemente. Eso pareció sorprenderla, pues se detuvo una fracción de segundo, y cuando mi lengua se extendió sobre su escroto, ella succionó el mío con ganas.
Trataba de repetir lo que Evelyn me hacía, pero no resistí más mi excitación, mi lengua parecía ajena a mí, y lamía descontrolada, mis labios besaban sin mi consentimiento, y en conjunto succionaban, llegando a la osadía de meterse un hermoso testículo de aquellos en mi boca, y ella resopló de placer.
Nunca lo había hecho, ya lo dije, pero nadie lo podría creer si me hubiera visto chupando sus bolas, lamiendo, succionando, mordiendo, besando con aquel descaro y con tanta pasión. Evelyn me volvió a mamar la polla al verme tan excitado, y sus manos hacían dibujos en mis testículos, sus dedos seguían por el perineo y acariciaban furtivamente mis ano, lo que reconozco era un inmenso placer.
Luego de lamer sus bolas, mi instinto me guió camino arriba, por el tronco de su miembro, lo lamí despacio, con paciencia, y lo mordisqueé como me gustaba me lo hicieran a mí. Ese era el secreto, me dije para mí, hacerle lo que a mí me gustaba, siempre estaría más cerca de darle placer, pues de una polla era una polla, si era bueno para una lo sería sin dudas para la otra, o no era acaso esa la razón por que dicen que estas chicas son las que mejor conocen nuestras necesidades sexuales.
No demoré mucho en saborear la primera tranca de mi vida, y me enamore de ella, enseguida supe que ya no podría dejar de mamar pollas. Tanto me encantó que me prodigué en estímulos, recordando mil mamadas recibidas, los juegos más gratos, los mimos más placenteros. La lamí en extensión, la succioné por el glande, entre dientes, lengüeteándole sin pudor su agujerito. Mi lengua la envolvió con lamidas circulares, mientras me la introducía groseramente en mi boca, que resultó magnífica para tragarla.
Cuando la sentía casi en mi garganta, controlaba mi instinto de hacer arcadas y con paciencia trataba de disfrutarla y hacer de mi boca la más cálida morada para aquella hermosa polla, que palpitaba entre tantos y cuidadosos estímulos. Evelyn me alentaba, me decía que era el mejor mamador, que era un amor, que nunca se la habían mamado así. Poco me importaba si me decía la verdad o no, estaba enamorado de su polla, y no dejaba de disfrutar de aquella belleza de la naturaleza, que con una suavidad soñada, una tibieza embriagante, y una firmeza esponjosa hacía el deleite de mi boca, tacto gusto olfato, vista y oído, la mamaba con la vida y la disfrutaba al 100%.
Sentí como su boca se comía mis bolas y perineo, para hacerme un espléndido beso negro, que me hizo fruncir hasta el alma. Evelyn sacaba ventajas de mi insospechada pasión y lujuria, recién descubiertas, y se ensañaba con mis debilidades, también desconocidas por mí. Me succionaba el ano y casi me paralizaba de placer, su lengua entraba en mi esfínter y lo humedecía inflamando mi pasión más allá de lo imaginable.
Yo no pensaba, solo disfrutaba de aquel formidable 69, con más besos, caricias, lamidas y osadía que lo que las palabras me permiten expresarles. La muy puta me metió un dedo en el culo, estaba tan caliente que ni me resistí, lo hizo con maestría, hizo cuna en mi esfínter y en un espasmo de placer entre tantos estímulos, mandó una falange adentro, como quien no se da cuenta. Estaba tan excitado, tan caliente, que era maleable como un metal al rojo vivo, y Evelyn lo sabía.
Su experimentado dedo hurgó mi culo con suavidad, acompasando sus estímulos se las ingenió para girarlo y meterlo a gusto, follándome despacio. Yo ingenuamente trataba de expulsarlo, haciendo el esfuerzo como cuando cago, y ella aprovechaba a metérmelo más adentro valiéndose de la apertura de mi culo. Mientras tanto la mamaba como una diosa y yo me tragaba su daga como un poseso. Quise quejarme cuando sacando un dedo me metió dos, pero la dinámica del 69 no me dejó, solo gemí largamente, sin llegar al dolor, antes de quejarme, me llenó de placer, sus dedos acariciaban el interior de mi ser, y algo encontraron que inundó mi cuerpo con una descarga eléctrica. Apenas un roce, sutil, medido, suficiente para tensar mi cuerpo como las cuerdas de una guitarra. Ya aprendería que esa era mi próstata.
Evelyn supo de inmediato que me tenía dominado, y yo en medio de un placer tan intenso no me interesaba otra cosa que no fuera disfrutarlo. Esa era su ventaja, sabía lo que hacía y lo que buscaba, mientras que el placer bloqueaba mi mente, reduciendo mi voluntad a nada. No pude seguir mamándola, ni siquiera acariciarla coordinadamente, solo podía disfrutar, cada caricia en mi próstata me paralizaba, una descarga de placer recorría mi cuerpo y yo tensaba mi cuerpo.
Evelyn maniobró una vez más y pronto sentí que sus dedos eran remplazados por otros, que mi culo era el centro de su atención, y que cada vez entraban con mayor facilidad, los iba lubricando uno a uno, y me hacía revolver de placer. Mi polla era como un hierro, palpitante, sus caricias habían congelado mi testículos, endureciéndolos de excitación. La oía hablarme, elogiando lo lindo de mi culo, lo caliente que era, lo divino que me portaba con mi mamita, y me prometía más y más placer, que me daría con solo pedírselo.
Yo le decía a todo que sí, cada pregunta de si me gustaba esto o aquello, tenía una respuesta afirmativa de mi parte, en medio de aquel torbellino de placer que me envolvía. Aunque ella aseguró hasta el cansancio que sí, yo no recuerdo haber respondido afirmativamente a la pregunta si quería que me follara.
La cuestión que en cuestión de segundos, sentí como Evelyn me levantaba las piernas y colocando los tobillos sobre sus hombros, se abalanzó sobre mí. Dudé. No creía que me fuera a pasar algo así, pensé que se trataba de un cambio de posiciones más, entre tantos que había tenido la noche. Pero cuando mis ojos se encontraron con los míos, vi sus manos manteniendo en alto mis piernas, sus hermosos senos apretados contra mis pantorrillas, y sentí que algo hacía una presión más que fuerte en mi esfínter anal, se encendió una luz de alerta en mi cerebro.
Intente, empujar con mis piernas para sacármela de arriba, pero como las tenía extendidas empujé hacia arriba al no conseguí afirmarme, y sentí como su torso se abalanzaba sobre el mío haciendo fuerza ayudada con el peso de su cuerpo, venciendo mi ineficaz resistencia. Para colmo de males pretendí cagar lo que presionaba en mi ano, y conseguí una penetración instantánea y sumamente dolorosa. Su polla se introdujo en mí como un cuchillo caliente en la manteca.
Intenté manotearla, empujarla, pero sus manos agarraron mis muñecas con una fuerza insospechada. Me sentí violado, mientras trataba de pensar en algo, mis movimientos instintivos solo servían para que Evelyn se afirmara más y más; y su polla se enterrara un poco más, al punto que sentí sus grandes testículos contra mis nalgas. Mi ano palpitaba, mientras el ardor se volvía insoportable. Su voz me susurró que eso era lo que yo había querido, que ella estaba dentro de mí por que yo había aceptado, que me tranquilizara, que todo estaba bien, que no me pusiera así.
Me estaba desesperando, pero no tenía voluntad, ahora creía entender qué era que alguien se aprovechara de otra persona. Evelyn me preguntó por que sería que mi polla aun estaba dura, allí tomé conciencia que algo estaba mal. Ella contestó la pregunta, asegurándome de que la tenía tan tiesa por que estaba excitado, que apenas dejara de resistirme tontamente empezaría a disfrutar. Para luego agregar con un dejo de malicia, que teniendo en cuenta mi tamaño, si ella todavía dominaba la situación era por que yo no había opuesto una resistencia sería.
Es embarazoso contarles como siguió la historia, ella era tan astuta como experimentada, luego de un par de minutos de empate técnico, donde ninguno de los dos nos movíamos, me miró con sensualidad, y lamiéndose los labios, me acarició las piernas hasta llegar a mis nalgas y me las presionó con firmeza, como preámbulo a la primera follada que me darían, una follada formidable.
Sentí como su polla se movía, saliendo despacio, retrocediendo con una caricia extraña y placentera por mis intestinos, mientras ese alivio me alentaba a liberar parte del aire que retenía en mis pulmones. De inmediato comprendí como se sentía cuando te follaban, sentí como el breve recorrido en retroceso por mi recto era para tomar impulso antes de insertarse en lo profundo de mi ser. Sentí como su carne llenaba nuevamente mi recto, despacio, suavemente, con estudiada paciencia.
Yo estaba muy tenso, apenas respiraba, no me animaba a liberar el aire de mis pulmones. Evelyn haciendo gala de su experiencia se tomaba su tiempo y se movía con lentitud y paciencia dentro de mí. Por cada entrada había unos segundos de reposo y a cada salida le seguía otra lenta y suave entrada. A veces parecía que me la iba a sacar del todo, pero era una pausa para ponérmela, ese era el juego, ya estaba dilatado, pero mi tensión no ayudaba.
Evelyn me hablaba mucho, me decía que debía relajarme, que disfrutara de lo fantástico que era la penetración, que eso era lo que realmente hacía la diferencia, que mi culo era otra fuente de placer tan poderosa como mi polla. De a poco sentí como volvía a respirar, me fui tranquilizando con sus palabras, con su suavidad, con su delicadeza, al ver que el dolor disminuía y su polla frotaba mi interior produciendo un tibio placer.
Sin dudas Evelyn presionaba el ángulo de entrada para acariciar mi próstata con su gran miembro. Mi ano se había dilatado correctamente, mi cuerpo se relajaba de a poco y por primera vez disfrutaba la penetración, me animé a mirarla a los ojos y vi que estaba muy excitada, se mordía el labio inferior y sus dedos jugueteaban con sus grandes pezones por encima de mis piernas que estaban apretadas contra su cuerpo por sus brazos. Era una visión excitante. Ella sabía lo que hacía, sus caderas se movían con un ritmo suave y encantador, fallándome casi con dulzura.
No se cuando, pero noté que mi caderas se querían mover y acompañar sus movimientos, cada vez que ella empujaba su verga dentro de mi recto yo quería recibirla moviendo mi cadera hacia delante. Evelyn lo notó y la vi sonreír, mientras me seguía el juego. Empezamos despacio, con marcados movimientos, sus estocadas me llenaban de placer, sacándome tímidos gemidos y suspiros. Ella se enderezaba, y presionando mis piernas hacia abajo, contra mi torso, se posicionaba mejor sobre mi, al tener mi culo totalmente a su disposición, penetrándome más profundamente, con calculada lentitud, buscando acariciar mi próstata.
Yo me estremecía de placer y agarraba mis piernas, tratándolas de mantener bien en alto, dándole espacio y autoridad. Sentía como su glande quedaba apenas apretado por mi esfínter, lo movía en corto, para hacerme desear, antes de metérmela a fondo, siempre con lentitud, haciendo que me desesperara por tenerla adentro. Evelyn sabía lo que hacía, me estaba follando como para que pidiera más, como para que me gustara. Ella sabía que estaba cambiando mi vida para siempre con su experto repertorio de folladas, y que después de esto ya no miraría el sexo con los mismos ojos.
Su largo miembro disfrutaba de mi más preciado tesoro, el que había mantenido virgen por tantos años, y ahora se lo entregaba de esa forma, revolviéndome de placer, empujando mi cadera para que me penetrara mejor, suspirando, gimiendo de placer. Su polla me penetraba con un perfecto contacto, experimentaba esa hermosa tibieza de la carne caliente rellenando mis entrañas y acariciando mi ano en una sinfonía de placer. Estaba a su merced, gozaba con los cinco sentidos, ella al notar mi excitación y adaptación se animó más y empezó a dejarse llevar por su instinto, apurando sus estocadas, perdiendo el respeto por mi virginidad y follándome como a una puta.
Su polla entraba y salía como un pistón en mi culo, arrancándome suspiros y gemidos. La alentaba diciéndole cuanto me gustaba y pidiéndole más, mientras ella me llamaba puta y me decía que mi culo le pertenecía y yo le respondía que sí.
Si su polla no hubiese sido tan larga sin dudas se le habría salido de mi culo varias veces, pues era tanto su afán de follarme duro, y lo hacía tan rápido, que a veces estuvo a punto de salirse. Adoraba su potencia, me llenaba de placer cada vez que su carne invadía mis intestinos retrocediendo solo lo necesario para volver a hacerlo. Me sentí en el cielo, excitado con mi morbosa visión de aquella hermosa criatura con forma de mujer follándome salvajemente por el culo. La paradoja, la contradicción, de la naturaleza me llenaba de placer por el culo y de excitación por los ojos.
Cuando el hormigueo me asaltó en mi bajo vientre, solo atiné a agarrar mi polla y sentí como me corría sin siquiera jalarla. Un chorro de semen empapó mi mano y corrió hasta mi vientre, con cada nueva estocada de la polla de Evelyn me sacó otros chorros de leche, más cortos, menos abundantes, pero igual de placenteros que el primero. Las palpitaciones en mi próstata me atenazaban paralizando mi cuerpo. El orgasmo fue tremendo, explosivo, espontáneo como jamás había experimentado y quizás jamás lo volvería sentir. Grité de placer, me retorcí ensartado en aquella polla que me frotaba culo, intestinos y el alma, arrancándome placer como si fuera notas musicales de un instrumento.
La oí jadear de excitación y redoblar en esfuerzo, golpeteando mis nalgas con su cuerpo, en feroces embestidas, desesperada en la obtención del placer final. Su cuerpo se estremeció y gimió corriéndose como loca. Me ensartó con violencia, como un animal descontrolado, como si en ello le fuera la vida. Mi culo palpitaba con las últimas contracciones de mi orgasmo, cuando su polla enloquecida me taladraba. Me sentí realizado, soy de los tontos que desean disfrutar tanto como hacen disfrutar a su pareja, y el hecho de que Evelyn se corriera tan aparatosamente, era un regalo a mis sentidos que ya estaban resumiendo mi propio placer luego de mi orgasmo.
Ella dejo caer su torso sobre mí, y me entró a besar el cuello, besos suaves, cortitos. De a momentos se estremecía, quizás victima de una tardía contracción, y yo apretaba mi culo, y hacía fuerza como para cagar su polla, y ella me ensartaba hasta el fondo. La abracé con ganas, con pasión, casi ternura.
Aquella chica me había regalado algo inesperado, insospechado; algo que iba a cambiar mi vida radicalmente. Cuando ella sacó su hermosa polla de mi culo, más que sentirme liberado, sentí un enorme vació dentro de mí. Me indicó que se iba a duchar. Yo no podía moverme, estaba aun disfrutando de aquel cúmulo de sensaciones que ya solo se amontonaban en mi mente, dado que mi miembro se distendía y mi culo palpitaba cada vez menos.
La vi bajar ágil de la cama, su femenina, atractiva y sudorosa figura llenó mis ojos una vez más, antes de entrar al baño, se detuvo en la puerta y giró para mirarme. Antes de desaparecer su polla se recortó en su perfil apuntando hacia el suelo, erecta aun, pero ya derrotada por el placer, claro que su sonrisa era promesa de que ya volvería por más.
Luego de aquella noche de locura, lujuria y placer, no volví a ver más a Evelyn, pero jamás la olvidaré. De hecho, cada vez que elijo salir con alguna chica transexual la busco parecidas a ella, quizás por que la extraño tanto.