Aventuras en la India 2

Un hombre conoce una chica transexual y, luego de su indecisión inicial, se anima a más llevándola a la habitación de su hotel

Cuando llegamos a mi habitación, ya estaba tan excitado como lleno de dudas. El viaje en auto había sido en silencio, como si hubiera algo de lo que no nos atrevíamos a hablar. Para mí todo se resumía en una mezcla de temor y vergüenza, pero no hablaba pues estaba excitado con la idea y temía estropearlo todo. Claro que no imaginaba que para Evelyn esto era moneda corriente y no pensaba presionarme con palabras, ella solo pensaba en la acción, como lo había manifestado, seducción y persuasión, las armas de toda mujer hermosa y segura de si misma.

Abrí la puerta y las luces se encendieron, Evelyn entró y yo la seguí, cerrando la puerta a nuestras espaldas. La miré mientras ella me daba la espalda al echar una rápida mirada a la habitación. Su cuerpo era perfecto, unas piernas femeninas, firmes, largas, de atleta, como me gustaban, unas nalgas redonditas y paradas que bajo el vestido mostraban la separación producto de la tanga metida profundamente en aquel culo divino. Su espalda era una invitación a lamerla toda, y su cuello largo y delicado me hacía generar saliva en mi boca. La visión de ese cuerpazo de hembra me hacía olvidar momentáneamente aquel detalle, la sorpresa que había tenido oportunidad de sopesar con mi mano.

Ella giró y sonrió, se acercó a mí y tomándome con ambas manos por la cintura, aproximó sus labios a los míos, me sentí tonto, la iniciativa era de ella, la abracé y correspondí en el beso. Mi lengua encontró la de ella y liberamos la tensión, al menos la mía. Me mordía los labios mientras me succionaba la lengua y me chupeteaba la boca, era un demonio besando, me excité al instante, y le seguí el juego, besándola con desesperación, mi polla era como una barra de hierro.

Evelyn desabrochó mis pantalones, mientras una de sus manos invadía mi trasero, acariciando sin pudor mis nalgas, la otra se apoderaba de mi miembro y lo acariciaba con delicadeza, logrando estremecerme, sus dedos parecían darme descargas eléctricas, no sabía como lo hacía, pero me encantaba.

Su boca se prendió de mi oreja, la mordió y chupó el lóbulo, su lengua invadió mi oído mientras me decía cuanto se calentaba conmigo y lo bien que íbamos a pasar aquella noche. Traté de hacer algo al nivel de lo que ella hacía, me sentía como un tonto, había perdido la iniciativa y no dejaba de disfrutar, lo que no me permitía recuperarla.

Me sacó la T-shirt y me empujó sobre la cama, yo no podía reaccionar, la vi deshacerse de mis zapatos y pantalones, luego se desprendió el cierre del vestido y lo dejó caer con gran simpleza, casi como si le molestara para sus planes. Así le vi por primera vez sus senos desnudos, redondos, sólidos, con aureolas grandes y muy oscuras, tanto como sus grandes y duros pezones, que puntaban desafiantes al frente. Su vientre era liso y firme, su cintura exquisitamente delicada y pequeña, destacando sus hermosas caderas.

Miré su entrepierna en busca de su … bulto, pero no pude distinguirlo bajo la tanga negra, hasta que separó las piernas y vi la curva que descendía hacia atrás y no me quedó dudas de que allí estaba "aquello". Evelyn sonreía al notar mi curiosidad, sus ojos parecían decirme que lo había estado esperando

Evelyn se tendió sobre mí, al sentir su delicioso cuerpo sobre el mío se me esfumaron los pensamientos y disfruté de su suavidad y tibieza, nuestros cuerpos se fundieron producto de las caricias y la desesperación que sentíamos. Nos revolvíamos el uno sobre el otro, tratando de hacer el máximo contacto posible, recorriéndonos y explorándonos mutuamente con manos, brazos, piernas y todo lo que nos dejara sentir. La besaba en el cuello mientras sentía sus labios y dientes en el mío.

Giramos y quedamos de costado, una de sus manos se apoderó de mi polla, mientras mi pierna abrazaba su cuerpo por encima de su cadera. Una de mis manos buscaba sus nalgas y la otra acariciaba sus senos, pellizcando sus pezones. Sentí como su otra mano se encargó de sacarme el slip, y sentí como su boca se apoderaba de uno de mis tetillas, lo succionó tan fuerte que no pude evitar un grito apagado, un poco por el dolor, otro por la sorpresa.

Ella me obligó a ponerme boca arriba, una de sus piernas apretó uno de mis muslos, su boca succionaba mi otra tetilla y su mano apretaba mi miembro con ganas. Su mano siguió y agarró mis testículos con firmeza, me sacó el aliento, luego me los manoseó sin pudor, mientras su boca mordía mi vientre. Al bajar rumbo a mi ombligo.

Me tenía sobre excitado, apenas podía coordinar, en determinado memento sentí como algo duro hacía contacto con mi pierna, la que estaba apretada por uno de sus muslos. Supe que era su polla, no me había percatado que se había sacado las bragas; traté de imaginar el tamaño, pero era difícil de esa forma, y menos cuando alguien te empieza a mamar y sus manos se dedican a con tus testículos.

Instintivamente abrí mis piernas, para disfrutar al máximo de aquella mamada fantástica. Fue una sorpresa, pero de las gratas, cuando Evelyn maniobró y, sin dejar de darme un excelente tratamiento con su boca, puso mi pié entre sus piernas. Sentí como apoyaba su verga y testículos sobre mi empeine y pie. La sensación es difícil de describir, sus bolas depiladas tan suaves y tibias sobre los dedos de mis pies, y su polla endurecida palpitando contra mi pierna, que a su vez estaba atrapada entre aquellos poderosos muslos… Guau! Estaba tan caliente que no sabía que hacer.

Sentí como se refregaba contra mi pie y pierna, sin dejar de mamarme, su boca era una máquina, como antes en la playa, la chupaba y se la tragaba dejando solo los testículos afuera. Su mano jugaba con mi perineo, caricias suaves, dedos que dibujaban círculos apenas, llegando esporádicamente a mi ano, haciéndome desear. Evelyn sabía lo que yo sentía, me enloquecía de placer, me desesperaba con sus manos, boca, y debo confesarlo que su entrepierna refregándose en mi pié era un detalle que me llenaba de morbo y me hacía desear más, quería más, no sabía qué, pero sabía que ella podía darme más. Yo era su instrumento, y la lujuria despertaba al son de los acordes que ella ejecutaba.

Me pidió que la follara, la vi manejar un tubo de gel, mientras me daba la espalda. Yo trataba de ver su polla, pero ella no parecía interesada en mostrármela. Luego me colocó un condón, y aplicó bastante gel en la polla enfundada, y poniéndose en cuatro patas me la guió hacia su ano. Apoyé la punta y presioné despacio, su esfínter se abrió como una flor y no puso gran resistencia, vi como la cabeza se metía despacio en aquel culo rosadito. Cuando entró la escuché respirar, y se afirmó mejor. Esperé un poco y empecé a empujar nuevamente, muy despacio, su ano se abría maravillosamente a mi verga, me deslizaba sin dificultad.

Evelyn suspiraba, la visión de su cola erguida, su espalda y cuello apuntando hacia abajo, su cabeza clavada en el colchón, mientras mi polla se ensartaba en su intestino, era un deleite, un regalo a mis ojos.

Casi enseguida la tenía toda adentro, me encantó aquel culo apretadito, pero generoso. Sentí como me apretaba el tronco del miembro con su esfínter, solo faltaba que su culo hablara pensé, y casi me quedo corto… Me entré a mover despacio, y de inmediato experimenté el placer de follarla, ella empujaba coordinadamente, para recibir a fondo mi polla. Parecía una serpiente, su cuerpo se movía endiabladamente, no imaginaba como lo hacía, sus caderas parecía tener vida propia, y su torso se inflaba con los movimientos.

Evelyn parecía concentrada y la oía resoplar por su nariz cada vez que le llenaba con mi pedazo de carne. Sus intestinos eran un guante para mi polla, sentía la caricia suave y tibia que me dispensaba en cada embestida, cada vez que la llenaba y cada vez que la vaciaba. Me encantaba follarla así, verla moverse, oírla resoplar, era una hembra lujuriosa, una puta bien puta, la sentía hervir como la lava de un volcán. La oí susurrar "Así, así… sí, sí, vamos, más a fondo… sí", y removía su culo en círculos, enloqueciéndome de placer.

La mantenía agarrada de la cadera, como previendo que se quisiera escapar, pero sus movimientos, susurros y palabras indicaban que lo último que haría sería irse. Me alentaba, me llegaba a insultar "Dale más duro. Vamos cabrón hijo ‘e puta. Vamos maricón, que acaso no sabes follar" Me excitaba tanto que le daba más y más duro, mi polla iba y venía, entraba y salía con fuerza, mis ingles golpeaba sus nalgas y el ruido sordo marcaba el compás.

Pronto sentí la necesidad de mandársela a fondo, por lo que apuré mis movimientos, haciéndolos más cortos pero veloces. Sentí su mano que acariciaba mis testículos, mientras me pedía que le diera la leche, que no aguantaba más.

Su mano en mis testículos fue como un toque de gracia a mi follada. Sentí como me iba a correr, se me erizó hasta el culo, me desesperé follándola con tanta fuerza que la oí gemir. Empujé y empujé como enloquecido, mientras sentía el hormigueo previo al orgasmo, mi cuerpo se tensó, empujé como podía mientras sentía la explosión dentro de mí y los espasmos se sucedían empujando mi semen con violencia fuera de mi polla.

Fue tremendo, fortísimo, no solo resoplé, lo acompañé con un grito espontáneo "aaaaaaahhhhhhhh…", el placer no parecía tener fin, los espasmos se sucedían, parecían interminables, me corría como un perro, estaba fuera de mí. Empujaba como queriendo metérsela más adentro, como para partirla al medio. Evelyn resistía mis embates, afirmándose como podía contra el colchón, gemía, casi sollozaba, su trasero estaba afirmado sobre sus talones, contra viento y marea, y aguantaba mi follada con gran habilidad.

Cuando el trance cedió lugar al raciocinio, sentí como escurría lo último de mi semen y mi fuego se fue apagando tan rápidamente como se encendió, unas contracciones aisladas me dieron un placer tardío, acotado, y ya no tuve ganas de empujar, no sentí más necesidad de revolverle la polla en si interior. La abracé por detrás, sin sacársela, ella se restregó contra mí cuerpo, como disfrutando del abrazo, su ano se cerró repetidamente sobre mi miembro que perdía firmeza, y yo la ensarté hasta el fondo.

Giramos quedando de costado, nos besamos sin desconectarnos, le acaricié los senos y su lengua se revolvió furiosa en mi boca. Mi codo tocó algo duro y miré en esa dirección… Vi una polla unos centímetros más larga que la mía, dura, con la cabeza al aire, apuntando hacia mí. No entendía mucho lo que pasaba, se suponía que ella había disfrutado la follada, como era posible… Claro que yo aun no conocía mucho de cómo funcionaba esto, era nuevo en el barrio, ya aprendería me dijo una vocecita burlona en el fondo de mi mente.

Disculpa, Linda. No entiendo muy bien lo que pasa. – Dije tratando de no parecer muy tonto, mientras miraba su tremenda polla.

Discúlpame tú a mí. Es que en esta posición, si bien disfruto como loca, no logro correrme. – Respondió ella con timidez algo fingida a mi entender.

¿Y cómo te correrás? – Pregunté estúpidamente, cosa que entendería de inmediato, muy a mi pesar.

Pues, me deberé masturbar, salvo que… - Contestó Evelyn, dejando la frase inconclusa, como con un dejo de amargura.

¿Salvo qué? – Dije, haciendo mi segunda pregunta estúpida consecutiva.

Salvo que tú quieras ayudarme… – Dijo mirándome con esa sensualidad que invita a sumergirse en ella.

Evelyn no esperó por más preguntas o respuestas, no le interesó lo que yo pensara o deseara, quizás lo intuyó, lo leyó en mi cara, o decidió que era el momento, tomando mi mano, la que le acarició los senos, la dirigió a su polla, y la posó en ella. Cuando mis dedos se cerraron en su tibio y firme pedazo de carne, su mano guió la mía en movimientos ascendentes y descendentes, suaves, largos. Cuando vio que mi mano se sentía a gusto, la dejo libre y tomando mi rostro con sus dos manos me entro a besar con delicadeza.

Me excitas, y me encanta como te excitas conmigo, eres el tipo de hombre que me calienta de verdad, el que siempre quiero en mi cama. – Dijo, y sus dientes mordieron con fuerza mis labios.

Y tú a mí. – Susurré entre dientes, mientas le jalaba el prepucio arriba y abajo y mi otra mano amasaba sus grandes testículos.

¿Te gusto? ¿Te gusta todo de mí? Te gusta lo que tienes entre tus manos? – Preguntó Evelyn con voz agitada por la excitación.

Sí, mucho. – Contesté sin pensarlo mucho, apremiado por la situación. Allí acababa de firmar mi primer cheque en blanco de la noche, no sospechaba lo que se venía.

Lo que venía, es material para otra historia.