Aventuras en el camping (2)

Como buenas amigas lo comparten todo, incluso a mi.

El día de hoy ha sido completamente normal, solo la visita esta mañana de Laia y su amiga Sara, han roto la rutina. Bueno, además Laia ha vuelto a media tarde para quedar para después de cenar.

Nos vamos a una heladería cercana y encargamos dos buenos helados. Mientras nos los vamos comiendo charlamos como si fuésemos dos amigos de toda la vida, aunque no nos atrevemos a sacar el tema de nuestra apasionada relación de ayer.

Ambos nos sentimos muy a gusto con la compañía del otro. Casi no me atrevo a mencionar lo ocurrido por miedo a perderla. Sin embargo, también sería una pena que desaprovecharemos esta magnífica circunstancia.

Le propongo que me acompañe a un apartamento y Laia acepta con total naturalidad, y añade:

-        "Estaba dudando si me lo propondrías...si no hubiese hecho tú te lo habría pedido yo"

Al llegar al ascensor ya nos fundimos en un apasionado abrazo, y nada más llegar al apartamento nos desnudamos mutuamente. Con una cierta alegría y desenfado nos tiramos sobre la cama e intercambiamos algunas caricias.

Laia, con una cierta timidez, baja su mano y la pone sobre el bulto del calzoncillo. Le cojo la mano y se la acompaño para que busque debajo de la tela. Cuando ya la tiene cogida, me desprendo del calzoncillo y dejo que ella contemple y acaricie a su gusto mi polla que lleva ya un rato hinchada.

Por mi parte, jugueteo con mis dedos por encima y por debajo de las bragas. Hoy me he propuesto que solo la penetrare cuando resulte totalmente placentero para ella, es decir, cuando su chochete este bien calentito, dilatado y húmedo.

Laia esta ensimismada con mi pene erecto, no sé si porque le agrada la dimensión o por las buenas vibraciones que le supo transmitir ayer noche. Le ayudo a quitarse las bragas y a continuación le pongo la mano sobre el hueso de la cadera, la desplazo hacia su bajo vientre mientras Laia parece contener la respiración.

Mis dedos se enredan con sus pelitos, y finalmente mis dedos llegan a su rajita. Me chupo el dedo medio, lo unto de saliva, luego lo coloco sobre su rajita y hago que se hunda entre los labios mayores. Desplazo la mano lentamente arriba y abajo haciendo que mi dedo roce con sus labios menores y su perlita escondida.

Repito con mucha suavidad y delicadeza, haciendo un poco de presión. Esto le está gustando, Laia empieza a gemir casi continuamente. Doblo un poco el dedo por la falange, al desplazar la mano hacia abajo, la yema del dedo busca la entrada del chochete, que ya empieza a estar húmedo.

Al sentir que la punta de mi dedo la penetra, Laia deja escapar un suspiro y un largo gemido. Poco a poco su chochete se va acostumbrando a la presencia de mi dedo, adaptándose a él y acogiéndolo con agrado. Lo voy metiendo y sacando. Cuando lo noto bien empapado de sus flujos, lo saco y lo restriego con mucho cuidado sobre la perlita que ya se muestra dilatada.

Luego, lo vuelvo a meter y sacar varias veces mientras que Laia se retuerce de gusto. Llega un momento que mi dedo entra y sale con suma facilidad, lo doblo ligeramente para favorecer el roce con las paredes, dilatándose aún mas.

Me coloco encima de ella, la punta de mi polla enseguida encuentra el sitio por donde entrar, empujon un poco y el capullo entra con facilidad. Laia me coge de las nalgas y tira de mi haciendo que la penetre de una sola vez.

Cuando llego al final, ella grita satisfecha. Hacemos el amor durante unos minutos hasta que una descarga de placer nos recorre el cuerpo dejándonos exhaustos y casi sin aliento. Cuando mi polla ya se empieza a empequeñecer, la saco lentamente y me tumbo junto a Laia. Permanecemos abrazados largo rato, al principio en silencio y luego hablamos.

Entre otras cosas me habla de su amiga Sara. Por lo que me cuenta son inseparables y lo comparten casi todo, son más que hermanas, son dos amigas de "verdad".Estamos esperando recobrar unas pocas fuerzas para emprender una nueva aventura.

Segunda parte.

Hoy encuentro a Laia un tanto alterada. Mientras charlamos en la terraza del bar, se le nota que quiere decirme algo pero no sabe como. No debe ser nada malo pues al mismo tiempo está de buen humor. Al final se decide y me lo cuenta.

-        “Le he contado a Sara lo nuestro…ya te dije que éramos muy buenas amigas…y no tenemos secretos entre nosotras”, me dice. “…y no se lo puede creer…no nos imagina a los dos juntos y menos a mi haciendo el amor con un… desconocido”.

-        “En fin, hemos estado hablando de ti un buen rato”, dice.

-        “Supongo que buenas cosas?”, pregunto con ironía. “Por supuesto”, afirma ella convencida.

Pasado un rato la invito de nuevo a mi apartamento. Incomprensiblemente para mi me dice que no. A continuación añade que hoy prefiere que nos quedemos en su tienda.

Laia abre la cremallera y me dice con la voz un poco fuerte de lo necesario:

-        “Pasa, ten cuidado de no tropezar con los vientos”. Me sorprende un poco pues estoy habituado al camping y se por dónde se debe pasar.

Nos desnudamos completamente e iniciamos nuestros juegos y caricias.

Parece que hoy estoy muy inspirado pues ante mis caricias, Laia responde jadeando y gimiendo con facilidad, y como delimitando cada una de nuestras acciones. En voz baja me pide que le acaricie en la entrepierna. Yo respondo diciendo:

-        ” Hoy te voy a dar gusto con la lengua…como nunca lo has sentido”.

-        “Si…si, cómetelo, así…así…”, añade ella.

Me concentro en su chochete y le proporciono todas clase de caricias. Con los dedos, con los labios, con la lengua. Todo está permitido si logro que sus estremecimientos y gemidos no se detengan.

Laia me anima y de vez en cuando me sujeta la cabeza con ambas manos para prolongar la caricia, mientras me dice que le gusta o que continúe haciendo esto o lo otro. Luego las levanta y pone los brazos por encima de la cabeza, dejándose hacer lo que a mi se me va ocurriendo.

Cuando siento que ya está todo lo suficientemente estimulado y húmedo, creo que ha llegado el momento de meterla. Levanto la cabeza y me incorporo un poco.

Laia, retira la mano que tenía debajo de una manta que tapa, supongo, las mochilas y otras cosas. Toma una actitud de niña sorprendida haciendo algo malo. Enseguida me abraza y me pide que la penetre… así lo hago de forma contundente.

Me tomo todo el tiempo del mundo, y poco a poco la voy metiendo y sacando. Con lentitud, suavemente, sintiendo el roce de cada uno de los pliegues de la piel. Luego durante unos instantes, incremento el ritmo y el ímpetu con que la meto.

Laia está disfrutando de lo lindo y no lo oculta, pues sus jadeos son continuos y no para de repetirme lo mucho que le gusta lo que le hago. Cgemidos me orienta diciéndome como lo quiere, más deprisa, más despacio, con fuerza, sin parar, ahora suavemente, etc.

Ha vuelto a sacar la mano de debajo de la manta rápidamente y esta vez hasta el bulto de las mochilas se ha movido. Trata de distraerme arañándome en el brazo, pero creo haber descubierto la trama.

Continuo con la agradable tarea que tengo como si nada hubiese ocurrido.

-        “¿Cómo le contarás a Sara lo de esta noche?”, le pregunto a Laia.

-        “¿crees que le gustará?, anda que si nos estuviese viendo… qué pensaría… se animaría a estar con nosotros?”

Ella me contesta con pocas palabras, primero porque está casi al borde de clímax y segundo porque no parece que quiera seguir por ahí. Yo continuo con mis movimientos y de vez en cuando intercalo alguna frase picante como:

-        “Sabes que Sara tiene un cuerpo muy apetitoso?”, “no me importaría nada que los tres formásemos una buena pareja?”, ó “Crees que esto también le gustaría?”.

Laia ya no está para atender a las preguntas y rueda cuesta abajo hacia su orgasmo. Este llega como una explosión y se le escapan cortos gritos de placer incontrolados e incontrolables, mientras sufre una larga serie de contracciones que provocan un masaje adicional a mi polla que también se deshace en un chorro de leche.

Uno junto al otro tratamos de recobrar el aliento y el ritmo del corazón.

-        “Tienes razón…es injusto que Sara no disfrute lo mismo que yo”, “debemos invitarla con nosotros, ¿qué te parece?, dice Laia.

-        “Si a ti no te importa, por mi encantado…siento deseos de acariciar su bonito culo y beber en sus labios”, contesto.

-        “Eres un sinvergüenza”, me dice en tono risueño, “Te gustaría estar con las dos al mismo tiempo, eh?”

-        “Cumpliría una de mis fantasías…pero no se si estaría a la altura”, le digo señalando mi polla bastante flácida.

-        “Bueno…eso se puede arreglar con unos toquecitos mágicos”, dice mientras me la coge con ternura y comienza a menearla.

Cuando consigue ponerla dura de nuevo, me anuncia:

-        “tengo una sorpresa para ti!”.

-        “Si?…Cual?”, haciéndome el sorprendido.

Laia tira de la manta y aparece Sara estirándose sonriente. Mientras Sara sale de su escondite y se estira, Laia y yo nos miramos con gesto de complicidad.

Como presentación, Sara dice:

-        "Tengo el chochete hirviendo... y necesito un remedio urgente".

Los dos nos quedamos parados y sorprendidos del súbito descaro de Sara. Nos reímos y con una cierta euforia nos lanzamos sobre ella a quitarle toda la ropa. Solo de dejamos las pequeñas braguitas blancas que lleva.

Su cuerpo está lleno de curvas que piden a gritos caricias sin demora. La colocamos entre los dos y me lanzo a recorrer cada centímetro de su cuerpo; unas veces con mis manos, otras con la lengua, con la rodilla todo vale.

Laia nos contempla recostada complacida. De pronto lo que parecía una lucha de dos contra una, se vuelve en dos contra uno. Su amistad puede más y se unen ellas dos contra mí.

Me hacen colocan en medio de ambas y Laia juguetea con los pelos de mi pecho. Poco a poco va bajando la mano, pecho, vientre...se entretiene un ratito con los pelos y finalmente me coge la polla con decisión, la rodea con su mano y empieza a menearla.

Lo hace como mostrando a Sara como lo ha de hacer; esta nos mira expectante y yo me dejo hacer. Laia se unta la mano de saliva y la reparte por mi capullo que se había quedado seco, a continuación, hace subir y bajar varias veces la piel.

La mano de Sara se coloca por encima de la de Laia y la acompaña en los movimientos, siguiendo su cadencia. Luego coge totalmente el relevo y me la menea ella sola. Lo hace con energía y a cada movimiento me da un golpecito en los huevos que está en la frontera del dolor y del placer.

Cuando ya estoy a punto de explotar, Laia me coge por los huevos y me los aprieta sin compasión. Me hace daño, me quejo y ella me libera... Con esto hemos robado unos minutos más de juego y ahora todavía tardare en correrme un poco más.

Sara ya se ha quitado las bragas y espera mi visita. Al principio me cuesta un poco, le meto solo el capullo y me doy un respiro. Luego voy empujando poco a poco hasta conseguir alojar en su húmedo chochete toda mi polla que la siento hinchada como nunca.

Cuando noto que su cuerpo ya se ha adaptado a tenerme dentro, empiezo un lento y suave mete y saca. Siento como mientras tanto, la mano de Laia me acaricia el culo y la entrepierna.

También pone las manos en la zona de contacto entre Sara y yo; por mis huevos que andan sueltos subiendo y bajando, por las nalgas de su amiga que quedan al aire o colocando sus dedos junto a mi polla y su chochete.

Sara parece disfrutar como una loca y no deja de jadear y gemir. Yo ya estoy a punto y Laia seguro que está contenta de poder compartir estos instantes con su gran amiga. Siento como un intenso chorro de leche recorre mi polla y se desparrama dentro de Sara.

Supongo que la sensación de sentirse inundada y experimentar junto a mi las contracciones que siento, así como sentir mi respiración alterada y mis gemidos junto a su oreja, provocan un bonito orgasmo a Sara.

Laia, también se une a nosotros pues llevaba un rato acariciándose su solitario chocho. Los tres, exhaustos y complacidos hasta el extremo, nos abrazamos y gozamos de la magia del momento. A partir de ahora, espero que estas dos buenas amigas me quieran compartir como hoy.

Deverano.