Aventuras de verano - 8

Mi joven y enamorado compañero de habitación me ve al natural y yo no me doy cuenta de que se está enganchando a mí.

VÍSPERA DE BODA - 1

Bajamos del coche las tres medio mareadas por la bebida y la hora tan tardía y fue Maika la que nos llevó hasta nuestras habitaciones, dejándonos cuando vio que éramos capaces de llegar hasta la cama.

Entré en el baño y me eché un poco de agua por la cara, y luego caí sentada en el lecho. Una voz salió próxima a mí.

  • ¿te encuentras mal? ¿Te ayudo?

  • sí, Carlitos por favor. Ayúdame a quitarme esto, no acierto.

Me cogió de la mano y la puso sobre su hombro, para que me apoyase mientras deslizaba la falda hacia abajo. Quedé sentada en la cama, intentando desabrocharme los botones de la camisa. El retiró mis manos y me fue desnudando, colocando la ropa sobre la silla. Notaba las bragas húmedas y sucias, había sido una noche muy intensa así que me las bajé yo y las tiré lejos, donde no me llegase su olor, sin fijarme en donde.

  • Ahora acompáñame hasta el baño, necesito enjuagarme un poco la boca

Me sujetó para que no cayera de golpe, pasando su mano por mis caderas, estuvo a mi lado mientras me quitaba en lo posible ese mal sabor de boca y luego me condujo hasta la cama

  • gracias. Dame un beso.

Me besó en la mejilla y se quedó un rato junto a mí, con su cara pegada a la mía. Le abracé contra mi pecho y nos quedamos así, yo dormida inmediatamente y él muy quieto para no despertarme.

Le sentí de nuevo bien pegado a mí cuando la luz empezó a iluminar la habitación, o fue por sus movimientos casi encima de mí. Tenía una mano acariciando mi pecho, y la pierna encima de mi muslo, justo encima de mi vientre. Le miré a la cara, sus ojos entreabiertos me hacían dudar de si estaba dormido o no, así que le susurré bajito:

  • ¿nos duchamos y vamos a desayunar?

Afirmó con la cabeza, pero no se movió, así que me fui despegando de su cuerpo y quedé sentada en la cama medio mareada aun. Solo entonces me di cuenta de que estaba totalmente desnuda y recordé que me ayudó a desvestirme anoche. Sentí remordimientos por haberle despertado a esas horas, pero luego pensé que no creo que le hubiera importado demasiado después de todo.

  • espera, no te vayas a caer como anoche, yo te llevo.

La verdad es que no me venía mal una ayuda, no recordaba ni donde estaba la puerta, y así, con sus manos en mis caderas como anoche avanzamos, el abrió las cortinas para que entrase la luz y casi me metió dentro de la ducha, incluso antes de irse, abrió el agua.

Que delicia sentir el agua calentita caer sobre un cuerpo cansado, reanima y te deja nueva, pensaba después de la primera sensación de purificación bajo el chorro. Salí fresca y ya mas despierta, me esperaba con la toalla en la mano como un mayordomo, me ayudó a envolverme en ella y luego se metió él dentro; ni me di cuenta si había entrado con el pijama puesto, esperaba que no.

Me peiné mientras él se duchaba, y se secaba y luego entramos a vestirnos a la habitación, y buscamos la cocina siguiendo el olorcillo del café recién preparado.

Ely seguía en la cama y Maika había madrugado para atender a los niños. Me senté a la mesa de la cocina y ella me acercó un tazón de café con leche.

  • ¿Qué tal la noche?

  • estoy muerta. Creo que después de comer me echaré otra vez.

  • es que os corristeis una buena juerga al final.

Nos reímos las dos y fuimos a despertar a Ely, que nos recibió muy mal, pero conseguimos que se despejara un poco. Tumbadas en su cama las tres repasamos un poco la noche y decidimos que había sido una buena fiesta y un buen final y que había que repetirlo en cuanto tuviéramos otra ocasión.

Cuando bajó Juan, propuso ir a cenar fuera esa noche los seis y darles una fiesta a los chicos. Nos pareció una magnífica idea y a los pequeños más todavía, pero nos fuimos las tres a dormir la siesta, porque si no, no nos veíamos capaces de estar despiertas a la noche.

Me levanté con el cuerpo dolorido de tanta cama, me duché de nuevo, y envuelta en la toalla llamé a Carlos para que se duchara y arreglara también. Fueron muy buenos los dos, no dieron ni una voz en toda la tarde, pero en cuanto vieron que estábamos despiertas les entró la alegría de la fiesta y empezaron a armar follón.

Carlos entró a ducharse, Maika ya le había dejado preparada la ropa que tenía que ponerse y se fue a arreglar también. Yo me metí en el cuarto de baño para peinarme y maquillarme, y veía que Carlos seguía y seguía en la ducha.

  • venga niño, sal que vas a encoger.

  • es que estas tu ahí y no puedo salir.

  • ¿te da vergüenza que te vea?

  • sí, es que estoy desnudo.

Le acerqué la toalla por el hueco de la cortina y él  por fin cerró el agua y me la cogió apresuradamente. Salió bien envuelto y se secó de espaldas.

  • o sea que tú si me puedes ver mientras yo me ducho, pero yo a ti no.

  • no es lo mismo

  • claro que no, tu eres un niño, como mi hijo y a él le ayudo y no le importa cómo le vea. Ven que te seco el pelo.

  • yo no soy un niño. Ya soy mayor.

Protestó pero se acercó y se dejó hacer. Le peiné y le mandé a vestirse al dormitorio y le dije que me avisase cuando acabara,  para entrar yo. Cuando entré, él ya estaba listo, le coloqué un poco la ropa y le volví a peinar, supongo que son manías de madre, pero es que siempre hay que dar el último toque para que todo quede perfecto.

Salió para pasar la inspección de su madre y me acabé de vestir. Yo me puse una falda un poco más corta que la de la otra noche, con hebillas a los lados para abrochar y una camisa roja  con topitos blancos.

Partimos los seis muy elegantes, Ely y yo en el asiento de atrás con los niños. En cuanto que me senté se subió la falda hasta la cintura  y así apretujados no podía bajarla para evitar que no se vieran las bragas totalmente. Durante todo el viaje veía la mirada de Carlos en mis muslos, y su repaso no parecía tan infantil. Era una tontería, a poco que lo pensase dos veces. Me había visto desnuda, me había tocado al darme la crema y ahora me daba apuro si me veía algo al sentarme.

Supongo que son reacciones sin ninguna lógica pero menos mal que en cinco minutos llegamos al centro, y pude bajarme y colocar bien la falda.  Nos dimos una vuelta antes de ir al restaurante. La ciudad es muy bonita y los niños estaban encantados, pero pronto anocheció y nos fuimos a cenar.

Mientras cenábamos discutíamos los planes para el día siguiente. Juan trabajaba y Ely tenía que recoger el vestido de novia por la tarde. Maika dijo que la acompañaría y que tenía que llamar a su otra hermana que no sabía cuando iba a llegar.

Yo vi que estábamos dejando a los niños fuera de todo y me dio pena, porque además les habíamos dicho que esta era su fiesta, así que anuncié que después de comer nosotros tres haríamos juerga toda la tarde. Se les alegró la cara inmediatamente y les dije que fueran haciendo planes ellos solos, porque no íbamos a invitar a nadie más.

Nos estábamos lavando los dientes antes de acostarnos y me acosaba a preguntas sobre la fiesta…  le tuve que mandar que se pusiera el pijama mientras me desmaquillaba y entonces me preguntó porque yo no usaba pijama

  • pues no sé. Me estorba, se me enreda en las piernas y me da calor.

  • a mi también, pero me obligan.

  • pero tú te desarropas y puedes coger frío y el pijama te abriga.

  • tú también te desarropas por las noches y también puedes coger frío.

  • ¿y tú que sabes? Yo cuando siento frío me despierto y me arropo.

  • bueno, esta mañana cuando me levanté estabas desnuda en la cama y ayer también.

  • eso es solo en verano. Oye ¿y tú me viste desnuda?

  • sí. ¿Puedo dormir yo también sin pijama hasta que haga frío?

  • puedes hacer lo que quieras, a mi me da igual como duermas.

Nos desnudamos a la vez y cuando vio que yo me quité las bragas, él se dio la vuelta, se quitó el calzoncillo y se metió en la cama corriendo. Siguió preguntando, hasta que le dije que se durmiera, que iba a despertar a todo el mundo.

  • es que no tengo sueño. Puedo ir a tu cama como anoche.

  • venga, ven, pero a dormir inmediatamente.

Le pasé la mano por el pelo, él puso su brazo sobre mi cintura y nos dormimos.

Cuando abrí los ojos le vi mirándome, esperando que me despertase para seguir la conversación. Era todavía muy temprano y yo contestaba con gruñidos.

Estaba inquieto así que le agarré por los hombros y le junté a mí, diciéndole que siguiera durmiendo. Como la otra noche, colocó su pierna sobre la mía, hasta que sentí su muslo en mi pubis y pasó la mano sobre mi pecho, colocándola por debajo de la teta izquierda, la subió un poco sobre mi redondez y se calló.

Yo dormí un rato más y cuando me desperté de nuevo, él apenas se había movido, pero tenía metida la otra pierna entre mis muslos y sentía su pene, duro, pegado contra mí. No sabía si echarle a un lado y regañarle o decirle que no hiciera esas cosas o qué. Opté por aparentar naturalidad; cogí su cara con mi mano y le pregunté qué tal había dormido.

  • muy bien. No he sentido frío en toda la noche, estas muy calentita.

  • tú también estas calentito. Ven, dame un beso de buenos días.

Me abrazó muy fuerte y me besó en la cara. Estaba encima de mí y me pareció que su pene ya no era tan pequeño, lo notaba entre mis muslos claramente y no parecía el de un crío. Tenía que preguntarle a Maika por su edad. De todas maneras tampoco yo tenía muy claro como sería el pito de un niño de catorce años, que me parecía que era los que tenía; creo que hacía ya tiempo que no veía a mi hijo desnudo, ya no me dejaba que le ayudase a bañar y no me fijaba tampoco en como lo pudiera tener, la verdad.

Tampoco era tan raro que a esa edad empezara a sentir algo, y dormir toda la noche pegado a una mujer desnuda hacia inevitable alguna reacción de su cuerpo. Nos levantamos para desayunar y en cuanto hicimos un poco de ruido apareció su prima, igual de nerviosa y preguntona. Armaron tanto jaleo que poco después aparecieron Maika y Ely a desayunar con nosotros.

Salimos al jardín a charlar un rato y hacer planes como siempre, hasta la hora de comer. Yo les di unos cuantos folletos turísticos a los niños para que se entretuvieran, y nos tumbamos al sol un rato.

Ely y yo nos quedamos en bragas encima de las toallas, y  Maika se quedó vestida.

  • oye que están los niños delante, creo que deberíais taparos un poco.

  • pero si ellos están a lo suyo, ni siquiera miran para acá

  • pero si miran, a ver que van a pensar si os ven con el culo al aire.

  • ¿tú te escondes para vestirte o desnudarte cuando está delante la niña?

  • no, pero es una chica, y muy pequeña. ¿No me digas que tú te desvistes delante del niño?

  • no exactamente, pero supongo  que alguna vez me habrá visto. ¿Cómo sé que está dormido cuando llego a la cama por la noche?

  • además, Maika –intervino Ely – es muy pequeño. Yo creo que para él las mujeres todavía no le ponen. Míralos, están a sus juegos y ni siquiera han vuelto la cabeza para acá.

  • ¿a ti tu hijo te ha visto en bragas? – me preguntó

  • y desnuda, en la piscina. Y a Ely también. Normalmente no voy exhibiéndome, pero si me pilla en bolas no me pongo a dar gritos, corriendo a vestirme.

Se fue quitando la ropa, mirando a su hijo y tapándose el pecho hasta que se tumbó boca abajo. Los niños venían de vez en cuando a preguntarnos cosas y no vimos ninguna mirada extraña, por lo que Maika se relajó.

Fue cuando nos metimos en el agua que se organizó. Mis bragas negras apenas se notaban al mojarse y el vello escasamente se percibía, pero Ely mostraba casi nítidamente su peladito monte de Venus, y en el caso de Maika, que se había puesto una camisita para no enseñar las tetas fue aun peor porque el vello oscuro de su pubis se mostraba casi pelillo a pelillo, y los pezones de punta atraían más, así remarcados sobre la tela, que al natural.

Me alegré de que no se dieran cuenta de esos detalles, y de que los chicos apenas mirasen, pero enseguida nos envolvimos con las toallas y el apuro desapareció, hasta que me volví a mirar a los chicos y vi a Carlos observándome con atención, como absorto, sin reparar en las traslucidas desnudeces de las otras dos.

Me halagaba comprobar que había conseguido otro admirador.