Aventuras de verano - 7

Como toda despedida de soltera no faltan los chicos y aquí los había muy buenos y en abundancia, por lo que no nos faltó diversión en toda la noche

DESPEDIDA DE SOLTERA

Al caer la tarde empezamos a arreglarnos para la fiesta. Me duché con tranquilidad y antes de vestirme empecé a aplicarme la crema hidratante por todo el cuerpo, aprovechando que no tenía la compañía de los niños, que estaban encima todo el tiempo. En una fiesta en la que solo irían mujeres, todas intentarían destacar sobre las demás y yo no iba a ser menos.

Oí las voces de Maika, echando a los niños de su cuarto y que la dejaran ducharse tranquila y pensé que no tardarían mucho en venir. Pero no. Me dio tiempo a aplicarme bien la crema pero cuando me estaba cepillando el pelo y peinándome, tocaron a la puerta. Estaba claro que ya empezaba a ser costumbre que me pillaran desnuda.

  • ¿Qué queréis?

  • te llaman al teléfono

  • ¿me lo podéis traer?

  • lo tenemos aquí

  • pasa, dámelo

Era mi marido. Los niños se sentaron en mi cama mientras hablaba y yo me metí en el cuarto de baño. Le empecé a contar lo de la fiesta, pero se oía muy mal, tuve que salir, me puse la toalla por delante y me senté a su lado. Le dije que posiblemente se desmadrara un poco y que yo no me iba a echar atrás, para ver que decía.

Lo que me esperaba: que no perdiera ni una oportunidad de pasarlo bien y que quería que le contase con todo detalle lo que pasara en la fiesta. Nosotros no tuvimos. En nuestra época y ambiente no se llevaba eso y no habíamos asistido a ninguna, pero él pensaba que sería una especie de orgía y desenfreno. Yo no opinaba así, pero no le dije nada, para no desencantarlo. Acabé de peinarme mientras los niños querían saber qué era eso de orgía y alguna que otra palabra rara que se me escapó.

Se me caía la toalla continuamente y al final la dejé en el suelo y pensé que mi hijo estaba conmigo muchas veces mientras me arreglaba y vestía y no me sentía molesta, así que me comportaría como si fueran mis hijos y sin preocuparme más empezamos a preparar que me iba a poner. Nos decidimos por unas braguitas, más bien pequeñas y caladas, en color verde pálido, y el sujetador a juego. Por delante se veían normales, tapaban todo, pero por detrás eran solo una tira estrecha. Les gustó mucho porque tenía flores y dibujos y algunos hilos brillantes. Luego busqué una blusa roja estampada en blanco, cerrada por delante con botones y un lazo, y una falda blanca muy ceñida y algo por encima de las rodillas.

A los chicos les gustó y la verdad es que me veía bien, iba sencilla pero provocativa. La blusa era amplia y dejando un par de botones sueltos dejaba ver parte del sujetador desde arriba, pero no era escandalosa. La falda en cambio era tan ajustada que si no me pongo esas bragas estrechas se hubieran marcado las costuras como en relieve. El culo sobresalía y oscilaba al andar como si fuera independiente de mi cuerpo.

Me estaba maquillando, mirándome al espejo y me sentía a gusto con mi figura, reflejada en él, cuando entró Maika.

  • ¿te están molestando los chicos?

  • no, ya estaba vestida

  • yo ya estoy lista, ¿qué te parece?

Con una camisa corta de tirantes, que resaltaban sus hermosas tetas, parte de las cuales asomaban apretadas por un sujetador de balcón y un pantalón tipo vaquero, de tela fina y muy ceñido, estaba realmente espectacular. Al ser más alta que yo, esa ropa le iba muy bien y además parecía más delgada.

  • hoy arrasamos.

  • venga, vamos a buscar a Ely y nos vamos. Chicos, portaos bien con vuestro tío.

Está noche le tocaba a Juan hacer de canguro, aunque Maika ya le había dejado la cena preparada y dado instrucciones a los niños. Ely se había arreglado también a conciencia y estábamos listas. Nos acercó en dos minutos al restaurante y luego volveríamos por nuestra cuenta.

En primer lugar teníamos una cena, en el mismo hotel donde iba a ser la boda, y luego la organización de la fiesta nos llevaba en una micro al local y nos devolvía al centro al acabar. A la cena iba un montón de gente, todas las amigas y familiares, sobre todo de ella, pero luego, al espectáculo, asistirían casi la mitad. Había mucha alegría y cachondeo, como en todas estas celebraciones, y brindaron por la novia una docena de veces.

Cuando estábamos acabando, Maika se puso en pie y anunció el plan para la fiesta en el club. Al estar en las afueras no se podía ir solo a ver, porque no había medios para volver cuando una quisiera; esto se lo había remarcado Ely para dejar fuera a todas las tías viejas y curiosonas que se apuntaban a un bombardeo. A las cinco de la madrugada, la misma micro que nos llevaba, nos traería de vuelta.

Conseguimos lo que pretendíamos y, aparte de nosotras, solo se apuntaron casi todas sus amigas del trabajo y tres o cuatro primas segundas o terceras, que yo ni siquiera conocía, pero todas jóvenes y con ganas de juerga. Cuando llegamos al local, parecía muy grande, nosotras éramos poco más de veinte chicas, y solo estaban para recibirnos el guapo encargado, que nos saludó muy efusivo, y una chica muy espectacular, que sería la animadora y dirigiría el show.

Como ya veníamos alegres de la cena, en cuanto empezó la música salimos a bailar y a movernos un poco, y enseguida salieron dos o tres camareros mas, que pasaban por las mesas y tomaban nota de lo que queríamos. Maika se había encargado de todo y estaba hablando con los dos jefes, enterándose de cómo iba a ir la cosa y dando sus ideas. Nosotras estábamos en la pista meneándonos con la música. Mi falda ya estaba mas subida de lo que se podía considerar decente, a punto de quedar por encima de la línea del culo, pero era demasiado ajustada para moverme con comodidad.

La bebida empezó a circular, las conversaciones subieron de tono y el volumen de las voces y de la música aumentaba. La animadora, de pie en un pequeño estrado situado en el centro, jaleaba cada vez que salía un nuevo camarero y nos lo presentaba:

  • podeis pedir lo que querais a Jhonny. Es muy amaaaable. Y aquí está Peter. ¿A que está muy elegante?

  • ¿no creéis que van todos muy elegantes? Si, verdad… pero muy tapados para nuestro gusto.

  • ¿les decimos que se quiten algo?

Cada pregunta era jaleada por todas, silbidos, exclamaciones. Yo me considero bastante seria y no me gustan esos circos, pero allí, en confianza, y metida en el jaleo, me levantaba y gritaba como todas las demás.

La verdad es que estaba muy bien, parecía copiado de cualquier show americano, y la chica lo dirigía con gracia y picante, pero sin ser chabacana. No tardaron mucho los chicos en quitarse la camisa y enseñar sus espectaculares músculos y animaban a que tocásemos. Anunció un streptease y ahí apareció nuestro amigo, hasta entonces con un inmaculado smoking, subido en el estrado y quedándose casi totalmente en pelotas. Pidió una voluntaria, pero lógicamente ninguna quiso acercarse. Entonces llamó a la madrina. Ante el jaleo de todas, a Maika no le quedó mas remedio que subir.

Él lo hizo muy bien. Sabía que era extrovertida, con ganas de protagonismo y por la conversación que tuvo con ella, sin prejuicios excesivos.  Dijo que lógicamente no iba a pedir que ella le imitase, pero que una mujer tan guapa debería enseñar algo de sus secretos para que las demás aprendiésemos. Total, que la convenció para que se subiese la camisa y nos enseñase el sujetador. Ella se dio una vuelta, mientras nosotras aplaudíamos.

Pero él lo que quería era una ayudante, que le apoyase en lo siguiente. Pidió que subiese la novia, Ely se resistía, pero al final me cogió de la mano para armarse de valor y la ayudé a subir. Empezó a picarnos, que si el novio lo iba a ver mañana porque no lo podíamos ver nosotras, que si tenía que ir quitándose la vergüenza…hizo una encuesta a mano alzada: ¿Qué queríamos ver, las bragas o el sujetador? Salió las bragas, como es de suponer, pero él no sé cómo, le dio la vuelta y con la ayuda de Maika le quitó la camisa y ella se tuvo que dar la vuelta también para que la jaleáramos.

El se llevó la camisa a la nariz y la olía con grandes gestos, la acercó a su pene y este empezó a subir lentamente. Era un teatro graciosísimo y todas nos partíamos de risa.

Ely en cuanto pudo se bajó, renunciando a recuperar la camisa. Los camareros iban perdiendo ropa cada vez que aparecían con una bandeja, hasta quedar en unos breves slips, se sentaban con nosotras y se acercaban para que sintiéramos sus cuerpos desnudos.

Poco a poco nos fuimos desinhibiendo, el alcohol y los chicos lo estaban consiguiendo rápidamente. Cuando iba a recolocarme la falda, que ya casi ni se veía en el asiento, me di cuenta que unas cuantas chicas se la habían quitado ya y andaban acosando a los camareros, casi desnudas y dejándose tocar por ellos sin ningún problema.

La animadora estaba paseaba por las mesas y se acercó a nosotras para ver si todo iba bien. Las otras dos habían conseguido recuperar su ropa pero las tres teníamos la camisa  desabrochada.

Mientras hablábamos, alguien me cogió de la mano y me sacó a bailar. Era Peter, el jefe. Intenté resistirme, pero no había manera, y me vi en el escenario, sentada en una silla, y con un tío casi en pelotas frente a mí. Las chicas se fueron acercando cuando él se colocó casi encima y hacía como que se me restregaba. Yo me reía con esa risa tonta que te da en las situaciones embarazosas; pero él tenía muchas tablas, cuando pasó su cara por mi oído me dijo:

  • relájate, no te voy a comer. Imagina que estamos solos tú y yo. Déjate llevar.

Le hice caso, miré su cuerpo y me olvidé de las chicas que estaban abajo, animándole a que siguiera. Sentí sus muslos sobre los míos cuando se apoyó un poco para desprenderme la camisa. Me desabrochó la falda y tiró un poco hacia fuera, luego poniéndome en el borde, me la quitó.

Le dije que parase, pero él me llevó las manos a su tanga para que se lo bajase. Se veía un bulto enorme, que casi me impedía tirar hacia abajo. Cuando salvó el obstáculo, su pene quedó delante de mis narices, oscilando en horizontal y apuntando directamente a mi cara.

El hacía todo esto con una gran lentitud, saboreando cada momento, atento a su público. Me había ido quitando el sujetador y me acariciaba el pecho mientras yo veía oscilar su miembro ante mis ojos.

Hice lo que pensaba que se esperaba de mí: lo agarré con las dos manos y le di un beso en la punta. Todas aplaudieron, y me animaban a voces para que siguiera, pero él ya había conseguido animar a su público y no quería ponerme en mas compromisos. Me levantó como a una pluma, horizontalmente, hasta la altura de su cara, que pegó a mi culo y se dio una vuelta, girando, para mostrarme a todo el mundo.

Cuando me bajó, me dio las gracias y un beso, y cogiendo dos copas que uno de sus compañeros le ofrecía, me entregó una y pidió un aplauso para mí.

Ya no volví a mi sitio, todas estaban de pie, bebiendo champán con los chicos y bajándoles el slip o tocándoles el culito. A Maika me pareció verla todavía vestida, pero Ely estaba siendo sobada a conciencia por un boy que le había desabrochado el sujetador subiéndole la camisa, y tenía las dos manos en sus tetas.

Peter volvió y esta vez me pidió permiso para que le acompañase en la siguiente actuación, advirtiéndome que si me sentía incomoda se lo dijese y él paraba inmediatamente, pero que habíamos ido allí a divertirnos y que me olvidase de las demás y me divirtiera.

¿Qué iba a hacer? Le seguí hasta el escenario y me sentó en el borde.

Otra vez me pareció todo preparado: Ely estaba allí, igual que yo, apoyada con los codos hacia atrás, mientras su chico le sobaba las tetas y le pasaba la lengua por sus muslos, que colgaban por el borde del escenario.

Algunas chicas miraban, no sabía si con envidia o con miedo de que las tocase después a ellas, pero hice caso de lo que me pidió un momento antes y me dediqué a lo mío. Me vi, al igual que mi prima, recostada hacia atrás por sus manos que me acariciaban el pecho. Pellizcó mis pezones hasta que los puso de punta y luego las fue bajando hasta mis bragas, separó un poco el elástico por abajo  y metió su lengua en mi chochito.

Me dejé caer hacia atrás, cerré los ojos y empecé a sentir el cosquilleo que me advertía mi excitación. Me dio miedo, porque si conseguía llevarme al punto de que me abandonase al deseo, era capaz de follar allí mismo delante de todo el mundo y me moriría de vergüenza. Menos mal que justo en ese momento lo dejó, pero fue para quitarme las bragas.

Me quedé expectante y me hizo un gesto para que mirase al lado. Ely tenía las piernas hacia arriba y el chico le estaba metiendo la punta del pene, sin entrar del todo, como amagando o esperando que ella le pidiese que lo introdujera por fin. Sin volver la cabeza sentí que abría mi sexo con una mano y guiaba su pene con la otra, metiéndolo también un poco.

Aguanté a ver, pero no en vano era un profesional. Pegué un bote y un gritito ahogado: no lo metía mas porque lo que hacía era rozar con la punta el clítoris, como si fuera un dedo, y me estaba llevando a un orgasmo a toda velocidad sin que pareciese que a él le afectase.

No aguanté mas, le agarré de la cabeza y solo le dije:

  • por favor…

Se inclinó hasta besar mi cara y me dijo bajito: - gracias por ayudarme.- Ahora entendía porque me advirtió que le avisase cuando quisiera parar.

Yo me considero una experta y ya soy veterana en esto del sexo, pero nunca había estado con alguien que se dedicara a eso y era tremendo lo que podían hacer con una.  Me levanté temblorosa. Ely todavía estaba agitándose sobre la tarima y me cogió de la mano para levantarse.

  • madre mía! Me parece que esto va a terminar mal.

  • si hubieran querido ya habría terminado mal hace no mucho.

  • pues yo casi lo estaba deseando.

  • No te preocupes, todavía queda mucha noche.

Anduvimos medio desnudas por la sala mirando donde podía estar nuestra ropa. Según avanzamos, vimos que era innecesario cubrirnos. Por fin el ambiente estaba ardiendo. Algunas estaban agrupadas en torno a un pene, chupando y besándolo entre tres o cuatro. Otras estaban en la misma posición que nosotras hace un momento, pero me daba la impresión de que ya estaban en plena faena y estas no iban a parar.

La más tímida del grupo, que no había permitido que le quitasen la ropa, estaba inclinada hacia delante, dos amigas le sujetaban los brazos mientras dos chicos le bajaban el pantalón, hasta enseñar su hermoso y blanco culo. Uno se dedicó a echar chorritos de champaña por la raja, intentando separar un poco la braga, que para entonces era solo un hilo metido entre sus cachetes por el estiramiento a que era sometida, ya que ella la sujetaba como podía con una mano por delante.

No se libró de un buen magreo a las dos redondeces, que ya brillaban por el liquido que la iban echando y uno se agachó para beber lo que caía entre su coñito.

No tenían mala idea, la soltaron enseguida, incluso la subieron el pantalón, con un besito y una caricia en su cara, totalmente roja. La separamos y la llevamos con nosotras, para que no siguieran embromándola. Apenas nos habíamos sentado y ya estaba un chico con una botella sirviéndonos. La chica se quedó con nosotras, se sentía segura en compañía mientras Ely se daba una vuelta para ver si encontraba a Maika.

Me permití aconsejar a la chica, era muy jovencita, que hiciese un poco de teatro, aunque al día siguiente se riesen de ella en el trabajo, que disimulase un poco y aparentase ser mas lanzada, porque la gente tiende a meterse con el más débil y con el que resulta más fácil, aunque sea cruel. También le dije que no se preocupase con los chicos, vivían de eso y no podían hacer a una cliente nada que ella no deseara  o que solo vieran que la desagradaba.

Casi todas las chicas prácticamente habían perdido ya la vergüenza a esas horas y el ambiente era de cachondeo total. Maika apareció de pronto, desde detrás de unos biombos que dividían la sala para que no pareciera tan grande. Iba a medio vestir, con las hermosas tetas al aire y las bragas a mitad del culo, y el sujetador, la camisa y el pantalón de la mano. Unos segundos después apareció también uno de los boys. Ella se volvió, le dio un beso antes de que se fuese y le dijo:

  • ha sido el mejor polvo que me he echado en mi vida.

  • pero Maika, ¿te lo has follado?

  • ¡y cómo me lo he follado! ¿Hemos venido a eso, no?

Allí mismo se puso el sujetador y la camisa, pero cuando vio como estaba el resto de la gente, dejó el pantalón en una silla y nos acompañó, como buscando algo. Seguimos paseando un poco por las mesas para ir avisando que se iba a hacer un primer viaje para llevar a las que quisieran retirarse y la verdad es que algunas ya se caían de sueño.

En eso uno de los chicos me agarra por los brazos, se sentó en una silla y me puso encima de él. Después de más de media botella de champán estaba deseando que alguien me hiciera eso, de modo que me pegué a él y le di un buen morreo. Me levantó un poco sobre sus piernas y me colocó encima de su pene, vertical como un poste, y luego me dejó caer poco a poco.

Quedé perfectamente encajada y bien repleta. Que gusto…no me moví, solo quería sentirlo. El me acariciaba la espalda y me besaba, pero no movía el resto del cuerpo. No me importaba, prefería saborear el momento, sentir mi vagina repleta por ese enorme pedazo de carne rígida y caliente.

Levanté un poquito el culo y lo volví a bajar con calma. Mis nervios dieron una sacudida a todo mi cuerpo. Lo volví a repetir y ahí supe que esa noche lo volvería a hacer. Uno de los camareros se acercó y le hizo una señal. Me abrazó y soltándose me pidió perdón, pero tenía que seguir trabajando, dejándome apoyada en el respaldo de la silla. No sabía si ponerme a llorar o hacérmelo yo sola.

Cuando me iba a incorporar, dos manos me sujetan por las caderas y siento la presión de un miembro entrando desde atrás en mi concha, totalmente expuesta por mi postura. Por fin, esa noche tendría sexo. Él apenas se movía, parecía que solo se colocaba, lo sentía dentro pero yo quería que se moviese, necesitaba sentirlo. Saqué el culo hacía atrás y él aguantaba mi presión. Lo sacó un poquito y se agachó para darme besitos en la nuca, pasando la lengua por detrás de mis orejas y poniéndome como un ascua. Todo mi cuerpo palpitaba y mi cara se iba encendiendo.

Entonces lo sacó de mi interior y dijo que perdonase, pero que no lo podían hacer sin preservativo, y que se lo colocaba en un momento.

  • si, por favoooor…

Estaba ardiendo y ese metérmela y largarse a continuación me tenía frenética. Quería sexo y pronto y me daba igual con quien, todos estaban muy buenos, pero lo único que hacían era calentarme, ponerme a punto y desaparecer. Se acababa de retirar y noto a mi lado a otro chico.

  • ¿Quieres un poco de acción, guapa?

  • Peter… ¿esto lo has montado tú?

  • si, estaba esperándote ¿Quieres que esta noche la cerremos tu y yo?

  • lo estoy deseando. ¿Por qué has tardado tanto?

  • no quería que me dijeras que no. Necesitaba estar contigo esta noche. Ven conmigo.

Me llevó a la tarima, sentándome de nuevo en el borde.

  • ¿Quieres que vayamos a otro sitio, o ya no te da vergüenza que te vean?

  • No, no me da vergüenza, quiero hacerlo contigo aquí y ahora, no puedo esperar mas ¿pero…ese nos va a hacer fotos?

  • Seguro que querrás tener un recuerdo de esta noche. Él te la dará luego.

Se acercó y me empezó a besar desde la cara hasta las ingles, recorriendo todo mi cuerpo. Antes de cerrar los ojos vi que Ely estaba a mi lado, igual que antes, con otro chico, que ya la estaba penetrando.

Peter se puso un preservativo, me incorporó para decirme al oído:

  • He esperado toda la noche para este momento.

Y me la metió de golpe. Solté un grito y me agarré a su pelo. No me tocaba con las manos, solo entraba y salía de mi interior, moviendo todo su cuerpo. No había nada que me distrajese, toda la acción se desarrollaba en mi vagina y ahí es donde llegaban todas las sensaciones de su pene que trabajaba dándome gusto por fin.

Muy pronto sentí el primer orgasmo, que llevaba tanto tiempo esperando; él lo sintió también, notó como me estremecía y mis gritos, ahogados por mi mano que mordía con desesperación no cesaban, al igual que sus embestidas, cada vez más dentro y más fuertes. No noté que se derramara en mi interior, lo tenía dormido y supe que él también había llegado cuando se fue moviendo más lento, después de sentir su cuerpo rígido apretado al mío.

Nos fueron dejando en nuestra casa a las que quedábamos en la segunda vuelta. Cuando bajé del coche me di cuenta de lo mucho que había bebido y lo mareada que estaba. Ely estaba igual y fue Maika la que abrió la puerta de casa y nos llevó hasta nuestras habitaciones, dejándonos cuando vio que éramos capaces de llegar hasta la cama.