Aventuras de verano - 10

Una noche de víspera muy movidita, con un invitado voyeur que nos pone a todas cuidando, todo lo que se puede, nuestras liberales costumbres de andar por casa.

El mirón

La víspera de la boda amaneció soleada y calurosa, como los anteriores. Ely tenía que hacer unas gestiones y se llevó a los niños para que no se aburrieran otro día y luego se llevaría a Maika para recoger a la otra hermana  que llegaba de Sevilla. Dejaríamos a su hermana y marido, con Juan, en su casa, y el marido de Maika y un hijo de los anteriores, poco mayor que Carlos, se vendrían con nosotros.

Esto trastocó un poco la distribución de dormitorios y al fin decidimos que Maika y su marido, dormirían en una habitación, la niña con Ely y los dos chicos dormirían en la mía, en una misma cama. Solo sería una noche, porque el día de la boda dormiríamos en el hotel, así que tampoco me importó demasiado.

Después de cenar, Juan se llevó a su hermana y al marido a casa, Maika y el suyo se fueron a acostar, llevaban muchos días sin verse, y Ely ayudada por los chicos, recogía todo y mientras yo fui a mi habitación para aprovechar que estaba sola para ducharme y luego ponerme algo de ropa cómoda. Cuando entró al cuarto le pregunté por su primo.

Salí a la terraza, donde me dijo que estaba, y ahí le vi, agachado detrás de la ventana, viendo como su tía Maika se desnudaba. Volví a la puerta, e hice como que volvía a salir, llamándole y haciendo un poco de ruido. Distinguí como se apoyaba rápidamente en la barandilla y le mandé a lavarse los dientes y a dormir.

El se me quedó mirando, y protestaba, sin convicción, retardando el momento de retirarse. Carlos salió entonces con nosotros y se acercó también a la barandilla. Cuando se dio la vuelta puso cara de sorpresa y embarazo y me pidió que fuera a su lado, para ver unas cosas.

Me acerqué y su primo, dejando de protestar, se metió en la habitación. Al verle acercarse a la puerta de entrada, me di cuenta del detalle: el crío de las narices no quería entrar porque se estaba poniendo ciego viendo mi cuerpo prácticamente al detalle, iluminado desde atrás por la luz de la habitación, haciendo que la leve camiseta casi desapareciera con la luz.

Pensé lo mismo que antes: menos mal que era solo un día, y se estaba acabando, porque con esa manía mía de ir de cualquier manera por la casa, ese chico se iba a poner las botas. Intentaría no ser tan despreocupada en lo que quedaba de noche y vigilar al chico, pero ya me daba apuro dormir en la misma habitación, solo faltaba que Carlos le contase algo y me organizasen una escena.

Conseguí que se metieran en la cama los dos y me fui a buscar a Ely, que ya había acostado a la niña. Estaba también en la terraza, que daba la vuelta a toda la casa, sentada en una hamaca, con solo una camisita por todo atuendo y pensativa. Me senté en otra hamaca a su lado.

  • ¿estás nerviosa?

  • no, a estas alturas no, pero es un paso muy importante.

  • sí, pero es lo normal; os queréis y cuando dos personas se quieren, se acaba en matrimonio.

  • no, si yo quiero a Juan. Me voy a volver seria y a empezar a tener hijos ya.

  • pero chica, que prisa tienes. Disfruta de la vida de casados primero y ya vendrán los hijos después.

  • tú y yo nos lo hemos pasado muy bien, hemos hecho muchas locuras y nos hemos corrido grandes juergas juntas, pero eso se ha acabado.

  • mira Ely, puede que tengas razón, pero no te calientes la cabeza, has hecho lo que tenías que hacer en cada momento. Disfruta todo lo que puedas junto a tu marido y no hagas más importante esos pocos casos aislados que pronto olvidaras.

  • ¿tú te has olvidado cuando hiciste el amor con Juan?

Presentía que más pronto o más tarde saldría ese tema. Juan y yo vivimos unos días de verano algo apasionados hace unos años y ella sabía que lo habíamos revivido unos días antes, cuando nos volvimos a ver después de tanto tiempo. No sabía qué contestarle y si le decía cualquier cosa no la iba a convencer, le dije que se fuera a dormir y solo pensase en el futuro con él.

Entré en el dormitorio sin encender la luz, hasta el baño, y ahí me lave los dientes y no me desnudé del todo, hoy había más público allí al lado. Con las primeras luces me fui despertando, aun no había amanecido pero el cuarto ya se encontraba en penumbra. Sentí algo que me rozaba la pierna, pero no estaba muy segura si aun dormía o era real.

Me confirmó que no eran figuraciones mías notar como mi braga iba bajando por mis muslos, me encontraba tumbada boca abajo, y como siempre, destapada casi del todo. Pensé que Carlos no era así, y me extrañaba y de pronto me acordé del otro chico, el mirón que ya no me acuerdo como se llamaba.

A ese chico habría que vigilarle, pero no iba a ser yo, y menos ese ultimo día que le iba a ver. Hice un extraño, como espantando algo y se retiró rápido. Decidí levantarme e irme a otro lado, si no me veía vigilándole todo el tiempo, tenía ya las bragas por lo pies casi.

Me dirigí al dormitorio de Ely, que estaba sola, la niña debió irse con sus padres al fin; me quité la camiseta de dormir y me tumbé a su lado, cada una en un extremo para no molestarnos y aprovechar el poco tiempo que quedaba. Todavía era muy temprano cuando sin apenas sin hacer ruido, para no despertarnos, se abrió la puerta despacito y apareció Maika, sin decidirse a entrar

  • ¿os molesto si paso?

  • pasa, pasa – contestó Ely

  • no quisiera ser inoportuna.

  • Échate un rato con nosotras, todavía queda mucho para ir a la peluquería.

Al vernos desnudas se quitó el camisón para estar como nosotras y se tumbó a nuestro lado.

  • ¿Qué hacíais, si no es indiscreción preguntar?

  • confidencias de hermanas. Nos contamos nuestras penas y nuestros deseos, y eso alivia mucho.

  • hace mucho tiempo, antes de casarme, mi hermana pequeña venia a mi habitación y hablábamos. Siempre he lamentado no haber estado más tiempo con ella y no hablar de tantas cosas que la tenía que haber dicho. Ahora, casadas las dos, no lo hemos vuelto a hacer.

Estas confidencias de Maika, dichas con un tono de pesar y tristeza, nos dejaron pensativas a las tres. Ni Ely ni yo teníamos hermanos y a lo mejor por eso estábamos tan unidas.

Permanecíamos las tres en silencio, absortas en nuestras ideas, y se oyeron unos golpes en la puerta.  Era el marido de Maika, Jesús.

  • ¿puedo pasar?

  • espera un momento.

Pero Ely nos sorprendió diciendo: pasa, pasa, como antes a Maika.

Jesús dio un paso hacia dentro y se quedó parado, tapándose la cara con una mano, para no ver, pero abriendo los dedos entre los ojos en plan de broma, para dejar el suficiente espacio y no perder detalle. Se echó al lado de su mujer.

El panorama debía ser tentador y digno de verse. Tres mujeres desnudas en la cama, quietas, con cara de sueño y enseñando todo sin ninguna señal de vergüenza, como si fuera lo más natural del mundo. Yo estaba en un lado, la más morenita, pero aun se notaban las marcas del bikini del verano y casi nada en el pecho, Ely, en el centro, con el pubis sin recortar, su pelito oscuro destacando entre sus muslos blancos y Maika, rotunda y llena.

Era una persona muy correcta. Estoy segura que mi marido, que para mí es demasiado serio, si llega a estar en su lugar, se hubiera quedado de pie mirando. Eso si no llega a salir corriendo a por la cámara de fotos antes de que nos arrepintiésemos.

  • ¿dormís siempre así?

  • solo los días de boda.

  • pues es un atentado contra un honrado padre de familia como yo. ¿Puedo mirar?

  • ni se te ocurra, ya has visto bastante.

Sí que había visto, todo lo que pudo, porque tanto Ely como yo no hicimos nada por taparnos. Ely me comentaría después que así desnuda no la había visto hasta ahora, pero que en topless en la playa si, mas de una vez.

No era un hombre que se le fuera la vista detrás de otras mujeres. Su otro cuñado sí, era más mujeriego y aprovechado, y la miraba de otra manera que a ella no le gustaba. Ya sabía yo a quien había salido su hijo.

En fin, aquello ya era una multitud y no había ocasión para seguir con las confidencias y consejos, de modo que decidí retirarme a dormir a mi habitación, esperando que ya los chicos estuvieran dormidos.

Estaba todo oscuro al entrar, y nada se movía, la luna iluminaba la habitación lo suficiente para ver donde dejaba la ropa y poder acostarme sin molestar ni encender luces. Me desnudé lo más silenciosamente posible, y según me estaba bajando las bragas, me acordé del nuevo durmiente que estaba junto a Carlos, y de lo que pasó en la tarde y me las volví a colocar, por si acaso se despertaban antes que yo.

Era ya muy tarde y estaba cansada, me dormí casi al instante y no volví a sentir nada hasta que unos cuchicheos cerca de mi me desvelaron ligeramente.

Sentí a Carlos a mi lado, como las otras noches, bien pegadito a mí, y me volví a dormir, no tenía ni ganas ni animo de abrir la boca siquiera para decirle que volviera a su cama. Hacía calor, y supongo que las sabanas ya estaban por los pies, como siempre, una escasa claridad iba entrando por la ventana, y la verdad es que pensaba que podría dormir hasta mediodía, la noche iba a ser muy larga.

Debía estar tan dormida que no me enteré que unas manos me bajaban las bragas de nuevo, hasta que desaparecían enroscadas en los tobillos, Carlos entonces se pegó mas a mí, sentía algo o alguien muy cerca, y todo era como un fantasía, seguía totalmente inconsciente y feliz en una especie de ensueño erótico tan agradable que cerraba mas los ojos para que la luz no me despertase antes de que el sueño acabase.

Sentí de pronto unas caricias en mi espalda, que continuaban despacio recorriendo todo mi culo, una mano que se introducía entre mis muslos y tocaba la piel sensible del interior y unas voces bajito que era como una discusión tan cerca de mí, que al final sentí que era de verdad, que no formaban parte del sueño y que algo pasaba por allí cerca.

Mi mente se fue aclarando, abrí los ojos y vi a Carlitos con cara de enfado y susurrando algo, a la niña a su lado con solo sus braguitas y los ojos muy abiertos y sentí al otro chico que se retiraba apresuradamente de mi lado y se dejaba caer al suelo despacio para que no le viera.

Ya no me acordaba que éramos cuatro aquella noche, pero me di perfecta cuenta de la situación al instante, mientras intentaba despejarme inútilmente. Me subí las bragas como pude y la niña se acercó a mí, dándome un beso, algo azorada.

  • venir aquí los dos, meteros conmigo un rato, todavía es muy pronto.

Lo hicieron apresuradamente, realmente estaba casi amaneciendo todavía y tenía sueño, y fue lo único que se me ocurrió para que nadie me molestase durante un rato más si conseguía volver a dormirme. Abracé a los dos acercándolos hacia mí, con sus caras sobre mi pecho se volvieron a quedar dormidos mientras yo entraba en esa especie de somnolencia medio inconsciente en la que solo sentía su calor.

Cuando fui despertando observé que estábamos los tres destapados, la sabana en el suelo  y ellos se habían separado, supongo que huyendo precisamente de ese calor, aunque Carlos tenía puesta su mano en mi cadera y respiraba acompasadamente. Todavía era pronto pero ya no podía dormir, de modo que me levanté con cuidado de no molestarles y me fui a la ducha.

Abrí la ventana del exterior para que entrase un poco de aire, el día era magnifico, el sol ya calentaba y la luz iba aumentando de intensidad iluminando poco a poco toda la casa y cegándome cuando dirigí la mirada hacia fuera.

Cerré la puerta para que el ruido del agua no les molestase y me lavé la cara rápidamente, intentando hacer el más mínimo ruido. Unos tímidos  rayos de sol iluminaron mi cuerpo y sentí el gustito de su calor sobre mi piel, me fui peinando lentamente, tenía el pelo revuelto de tanto trajín y además me relajaba, hasta que algo se interpuso en ese momento: una sombra me cubrió de pronto y tapó la parte de ventana que dejaba entrar el sol, con lo cual mi figura ante el espejo se diluyó momentáneamente.

Seguro que era ese maldito chico otra vez, pero cuando fui a ver no se apreciaba a nadie en el exterior, de modo que cerré la cortina un poco y seguí con lo mío dando la espalda a la ventana para que no viera demasiado si volvía.

Al entrar en el dormitorio estaban los dos despiertos, cosa que no me esperaba, y así, desnuda delante de ellos me dio de pronto un poco de corte.

No quería darles otra vez el espectáculo de vestirme ante ellos, así que les pedí que me hicieran un hueco y me metí de nuevo en la cama con ellos, tapándome hasta los ojos y luego les envié a ducharse a su vez, para que me dejasen tranquila un rato.

Entró primero la niña, y ya todo más tranquilo me levanté yo también, para evitarle la tentación de tenerme desnuda a su lado y que volviese a ocurrir lo de anoche. Me vestí una bata lo más rápido que pude y me fui a desayunar.

La casa estaba en un silencio total, no se oía nada, supongo que todos dormían a esa hora tan temprana y de pronto, según paso por una de las ventanas, veo movimiento por detrás de los visillos y casi sabiendo quien era me acerco a ver que estaba tramando ahora ese chico.

Como siempre, mirando por una ventana, pero esta la novedad era que tenía los pantalones bajados y una mano se movía imparable junto a su vientre. Me acerqué despacio, no daba con quien era la victima de su acecho, y me sorprendió ver el tamaño de lo que tenía entre manos. Separé ligeramente la cortina para ver con más detalle, y sí, era más grande de lo que se podía esperar en un chico de su edad, y desde luego parecía tener mucha practica en eso de meneársela, porque estaba como hipnotizado por lo que fuera que estuviera viendo, casi pegado a la ventana y sin hacer el más mínimo ruido.

Una figura apareció entonces, Maika, con sus grandes tetas bamboleándolas delante del chico sin tener conocimiento de su presencia y bajándose las bragas junto a la ducha, supongo que después de haberle ofrecido antes el espectáculo de quitarse el camisón de dormir, para meterse a continuación bajo el agua.

Al cerrar las cortinas para que no se escapara el agua se acabó el espectáculo, y yo cerré también rápidamente para que no se diese cuenta de que había visto todo. Supongo que ahora se dirigiría al dormitorio de Ely, de modo que empecé a llamar a los chicos para que acudieran a desayunar, mientras iba poniendo la mesa, pensando que ella estaría aun acostada y bien tapada y que no daría ninguna oportunidad al estúpido chaval.

Desayunamos en silencio, algo dormidos todavía, Maika no aparecía, ni Ely, pero en algún sitio se oía caer el agua de la ducha, así que pensé que una de las dos aparecería en cualquier momento, y les metí prisa para que acabaran cuanto antes y dejar sitio para los siguientes.

Estábamos acabando de desayunar cuando aparece el mirón todo acalorado, coge un par de bollos y desaparece de nuevo, y los dos chicos corriendo detrás, siguiéndole como autómatas por todos lados. Un buen rato después aparece Ely, apretándose la bata contra el cuerpo, con pinta de dormida aún y cara de fastidio.

  • ¿te puedes creer que según salgo de la ducha me veo a ese estúpido mirando tan tranquilo detrás de los cristales?

  • sí, claro que me lo puedo creer, eras la ultima que le faltaba por ver.

Y le cuento con el mínimo detalle posible lo que ocurrió desde anoche hasta que me di cuenta de cómo era y de su afición voyeur.

  • menos mal que no les vuelvo a ver, con lo a gusto que estábamos en esta casa a nuestro aire.

Bueno, aun quedaba todo el día, seguro que el mirón encontraría más ocasiones de ver algo todavía, yo ya lo daba por imposible al pobre.