Aventuras de una mujer madura (2)
Las cosas que se hacen cuando falta sexo.
Aventuras de una mujer madura II
Era un tipo de hombre totalmente distinto a los que me gustan, pero era tanta mi falta de sexo que decidí hacer caso omiso al aspecto e intentar a ver que pasaba. Era robusto, más bien gorod, espaldas muy anchas y grandote. Según mi amiga además de tener una gran verga, el hombre cogía muy bien, así que valía la pena probar, lo difícil era superar la barrera física. pero a medida que charlabamos me fui relajando, era muy agradable e inteligente y daba gusto hablar con el.
En un momento, mientras conversábamos, se me acercó y me dijo al oido "no puedo dejar de imaginarme esa boca tan linda y chiquita chupándome la pija". Lo miré sorprendida, pero a la vez halagada y mientras que le sonreía provocativamente sentía el calor subiendo desde mi rajita. Ya había notado sus insistentes miradas a mis pechos, y eso ya me excitaba, pero que fuera tan lanzado me excitó más aún.
Empezó a acariciarme las piernas por debajo de la mesa, y lentamente me subía la pollera hasta llegar muy cerca de mi humedad, sin dejar de mimarme lascivamente a los ojos. Inmediatamente llamó al mozo, pagó la cuenta y nos fuimos directo a un hotel.
Durante el trayecto en auto no dejaba de acariciarme como podía los pechos, que ya estaban duros de tanta excitación y yo lo retribuí primero acariciando sus muslos y frotando su bulto que crecía más y más.
Estabamos ardiendo y en cuanto entramos al cuarto de hotel, me sentó al borde de la cama, me desabrochó por completo la camisa dejando mis tetas al aire, se arrodilló y empezó a chupármelas desesperado mientras que se abría la bragueta y sacaba a la luz esa maravillosa pija dura y gruesaa, ya brillante de semen. Mientras su boca mordisqueaba mis pezones con sus mano se la meneaba ¡era todo un espectáculo! ¡cómo me gusta ver un hombre masturbándose! yo ya bramaba de gusto, así que me saqué la bombacha como pude y deslizándome le ofrecí mi concha jugosa para que me la pusiera. El estaba recaliente, terminó de desnudarse y siempre en la misma posición empezó a frotarme la vagina con la cabeza de su pija, era el delirio, ¡cómo me la hacía desear! hasta que en medio de gemidos, sin dejar de restregármela me dijo
-¿qué querés para empezar? ¿que te la coma o te haga una linda paja?
- cogeme con los dedos, así me acabo que no puedo más....
Me recostó sobre la cama, de costado, el siempre de rodillas, y mientras seguía con mis tetas me metíó un dedo. No le fue nada dificil metérmelo todo, estaba empapada, y empezó a masturbarme. Los dedos eran proporcionales a esas manazas así que al ponerme el segundo era como tener una pija adentro. Me le acabé en la mano, mojándolo todo y al sacarme los dedos me desparramó mi propio jugo por los labios y el culo.
Pero no me dejó reaccionar del orgasmo, porque me agarró de las caderas, como si yo fuera liviana como un papel, me puso en cuatro y me la clavó hasta el fondo sacándome un grito de placer. "que lindo que es montarte, yegüa, que concha caliente que tenés" y bombeaba cada vez más rápido mientras con una mano me apretujaba los pezones y con la otra me tocaba el clítoris. Tuve un orgasmo tan fuerte que al apretarle tanto la pija le saqué toda la leche mientras él me sacudía bien fuerte, gritábamos como locos, yo sentía los chorros de su leche dentro mío y el los latidos finales de mi orgasmo. Realmente cogía como los dioses y me importó poco su aspecto porque desde ese momento quedé entregada a él para lo que quisiera hacerme.
Mientras descansábamos me contó la historia repetida de que su mujer no lo satisfacía sexualmente, que no le hacía ni caso y el necesitaba mucho sexo porque era un calentón, así que se desahogaba con pajas y putas.
Empezó a acariciarme de vuelta, con sus manos me abarcaba todo el cuerpo y yo ya estaba calentita así que empecé a restregarme por todas partes hasta que terminé montada encima de esa pija que me tenía perdida. ahhh, qué placer, más que antes todavía, sentía que me llenaba toda mientras que me frotaba el clítoris contra su vello, era una sensación doble maravillosa. El casi babeante, tironéandome los pezones me décía "con vos voy a ahorrar plata en putas porque vas a ser mi puta gratis"... y yo le contestaba con la cabeza que sí, casi sin voz " si....quiero ser tu puta.....que bien que me cogés..." "después me la vas a chupar bien...si?" ahhhh si,quiero que me acabes en las tetas...."
Después descubrí que las mamadas eran su obsesión, terminé chupándosela en cualquier parte. A veces venía a buscarme al trabajo sólo para que se la mamara en el coche y después de enchastrarme de leche, me dejaba en casa tan caliente que terminó regalándome un consolador para mis pajas.