AVENTURAS DE UN ADULTERO. IV Carla

Seguimos con otra de mis juergas extramatrimoniales

IV. CARLA.

Conocí a carla con catorce años, de mi misma edad, era la típica chica altísima y desgarbada que pasaba desapercibida, coincidimos en una de mis primeras fiestas de nochevieja, éramos críos, con un poco de libertad, aunque solo fuera una noche, y muchas ganas de diversión, en el aspecto erótico festivo andábamos mas bien escasos, muchas ganas, muchas fantasías pero con catorce años no nos atrevíamos a dar ningún paso mas, de todos modos, Carla no era en aquel entonces nada atractiva, quizás su pelo, nada moderno, como en aquel entonces decíamos y su desgarbada figura la alejaban de cualquier punto de vista.

Aquella noche, aparte de una impresionante borrachera que cogimos todos, cuatro besos de piquitos y muchas insinuaciones, no paso nada interesante, solo que mi amigo el guapo, el que siempre triunfaba se llevo a la más deseable de la fiesta a un lugar apartado y tuvieron su rollete, yo por aquel entonces no sabía ni lo que era.

A Clara la volví a ver poco después, saludos secos, hola y adiós pero nada mas, siempre iba con su inseparable amiga, juntas a todos los lados, pero como he dicho antes ninguna de las dos llamaba excesivamente la atención, a no ser por los pechos de la amiga, que eran impresionantes.

Poco a poco la cosa iba cambiando, tanto Carla como su amiga se iban haciendo mujeres, con la edad iban mejorando, se moldeaban sus cuerpos, sus caras resultaban mucho mas agraciadas ahora, pero seguían sin interesarme, ya que el poco roce que teníamos tampoco daba margen a mas, yo soy de lo que piensan que el roce hace el cariño y en este caso la relación era inexistente.

Empezamos a coincidir en una cafetería a la que íbamos todos los días mis amigos y yo, la amiga de Carla comenzó una maniobra de acoso y derribo sobre un amigo mío, estaba coladísima por el, y por eso nos seguían a todas partes, la verdad no le dábamos demasiada importancia pero empecé a fijarme en ella.

Empezó a salir con chicos y tubo algunos rollos con amigos, no se por que pero de repente me sentí atraído por ella, cambió de estilo y la verdad que aquel cuerpo desgarbado se estaba moldeando con una figura que no estaba nada mal, su casi metro ochenta, sus cincuenta y pocos quilos.

Una vez terminada la carrera Carla encontró trabajo en la capital, seguíamos encontrándonos muy pocas veces, pero llegó el año de las bodas, primero fue la boda de su amiga inseparable con mi amigo, luego llegó la mía, y mas tarde la de otro amigo,

empezamos a coincidir mas a menudo, Clara llevaba casi tres años con su pareja pero ya se veía que no funcionaba muy bien. Empezamos a intimar poco a poco, nada raro, pero notaba como ella era muy especial, en el sentido de que tenía las cosas muy claras, cosas como no tener hijos, primero vivir sola y luego con pareja, divertirse, viajar, cosa que hacía siempre que se lo permitía su trabajo, no se, tenía algo especial.

Empezó a frecuentar los gimnasios, cosa que le encantaba según me contaba, se machacaba continuamente, poco a poco aquel desgarbado cuerpo se transformo en un cuerpazo increíble, lo único que le faltaba era tener unos labios mas gruesos y hubiera sido espectacular, morena de piel, alta delgada, pechos sugerentes, piernas largas y un espectacular trasero duro e increíble.

Llegaron unas fiestas en las que nos fuimos todos de cena y su correspondiente borrachera, empezamos a recordar viejos tiempos, como nos conocimos, borracheras anteriores, en esta cena fue cuando me contó que en aquella primera vez, con solo catorce años estaba loca por mi. No le di importancia, noñerías pensé yo, pero me hizo gracia y a mi mujer también, prosiguió la noche y acudimos a los locales de copas como hacíamos antaño, éramos unos dieciséis, la mayor parte parejas, pero poco a poco fueron desapareciendo. Mi mujer no se encontraba bien y se fue a casa, con lo cual me quedé solo, la pareja de Carla no era de nuestro circulo por lo que estaba por allí pero con otro grupo de personas. Fueron desapareciendo poco a poco todos y al final nos quedamos un amigo, una amiga que estaba soltera y desesperada, Carla y yo.

Sin saber como y con un nivel de alcohol en sangre alarmante empezamos a hablar, no recuerdo exactamente la conversación, pero mis manos iban por libre, toque en la cintura, roce en el brazo, bailábamos mientras cada vez nuestros labios estaban mas cerca de nuestras orejas, disimuladamente, yo ya no soltaba su cintura y ella se cebaba en tocar mis músculos, no es que sea un superdotado pero tengo que reconocer que los brazos y el pecho los tengo bien formados, todo iba así, yo estaba excitado, llevaba solo dos meses casado y ya estaba tonteando con otra mujer.

Descubrí que su amiga no nos quitaba ojo, así que intenté alejarme, me dio miedo que pudiera parecer lo que hasta ahora no era, intentó colarse su amiga en la conversación, yo incluso le di pie, pero Carla, no podía parar de tocarme hasta que no se que le ocurrió que me dijo:

  • Tio no sabes lo caliente que me has puesto, no puedo parar de tocarte

  • Pues no lo hagas – le contesté yo.

  • Pero es que Javi esta por aquí – era el nombre de su pareja

  • Y yo estoy casado – conteste yo.

Nos reímos, ella me miraba de un modo, que me ponía a mil, decidí alejarme un poco e incluso me dirigí a la barra, ya que se me había acabado el cubata, ella me siguió, yo no la vi llegar, noté que alguien me tocaba el trasera, pensé que sería algún amigo graciosillo, y no le di importancia, pero al instante note un roce en el brazo, era un pecho de Clara, seguía mirándome de una forma tan sensual que tuve una erección espontánea, entonces la dejé pasar delante de mi, y cuando la tenía aprisionada contra la barra, apoyé todo mi miembro erecto para que lo notara. No hizo ascos, incluso su expresión cambió, solo recordar su cara, con su media sonrisa, mirándome con la cabeza girada hace que tenga otra erección en estos momentos, bajó su mano hacia mi bragueta y empezó a acariciarme por encima del pantalón, le excitación era increíble, el pub estaba a rebosar de gente, todos conocidos por ambos y allí estábamos mas calientes que los neumáticos de un Ferrari. Mis manos en ese momento ya no me obedecían y fueron directamente a sus costilla, de forma que con la palma le acariciaba el lateral de un pecho, me acerqué a su oido y empecé a besarlo, ella encogió la cabeza pero me separó al instante.

-         Para que viene- me dijo asustada

  • ¿Quién? – pregunté

Era su amiga, la desesperada, me la robó unos minutos y no se lo que le dijo, pero me imagino que sería que no estaba bien esto, que yo estaba casado, que aunque inexistente, en ese momento mi mujer todavía no era muy amiga de ella, tenían un compromiso con mi mujer, que no podía ser, que se olvidara de mi. Supongo que también le hablaría de su pareja, de que no podía hacerle esto, el caso es que de repente, Clara me miró a los ojos, vino hacia mi, posó sus manos en mi cinturón y me dijo:

  • Me tengo que ir, esto no puede seguir, pero sigo muy cachonda

  • No te vayas, escápate y nos vemos después – supliqué yo.

No me hizo caso, pero yo insistí, fui a por mi coche, aceleré para llegar antes que ellas, lo conseguí, a lo lejos vi como se acercaban, los padres de Carla vivían a escasos cien metros de mi domicilio, yo me hice el despistado y me dejé que me vieran, disimulando me acerqué a ella, pero la amiga tenía claro que no iba dejar que pasara nada, así que estuve un rato intentando que se largara, pero no hubo forma, y yo me fui con un calentón a casa donde mi mujer dormía placidamente.

A partir de esos momentos Carla y yo nos convertimos en amigos como yo digo, o amigos de eventos, solo nos veíamos cuando había alguna celebración de amigos o en algunas fiestas, al principio no nos mirábamos ni a los ojos pero en cada fiesta cuando el alcohol hacía mella acabábamos siempre juntos, recordando aquel día y que hubiera pasado si no llega a estar su amiga, yo le repetía que ese día estaba dispuesto a todo, y ella me repetía que también. Al principio de la conversación siempre me decía que ya había pasado y que nunca volvería a pasar, pero siempre acabábamos la noche tonteando, no de una forma tan fuerte como la famosa noche pero si bailando y rozando nuestros cuerpos siempre ante las miradas de nuestras parejas. Creo que era eso lo que mas nos excitaba, que nos vieran nuestras parejas.

Pasaron unos años, nacieron hijos, bautizos, mas bodas ect, etc. Al ser un grupo grande de amigos planteamos la posibilidad de hacer un viaje juntos, todos, al final y tras dos años atando cabos, cuadrando vacaciones y sorteando penurias económicas lo conseguimos. Ibamos a irnos a un viaje al caribe, al final solo fuimos dieciséis e los veintidós que en un principio lo intentamos. Convencimos a Carla para que se apuntará ya que en un principio no le hizo gracia ya que todo éramos parejas, lo intentamos también con Julia pero su pésima situación económica se lo impidió, al final se apuntaron tres mas.

La verdad que el viaje fue una pasada, mucho alcohol, mucha playa, mucha comida y caminatas larguísimas. Todos juntos a todas partes, muchas risas, muchos recuerdos, no faltaron tampoco los sustos y las salvajadas pero lo mejor iba a pasar en una de esas noches locas.

El primer día nada mas llegar, me quedé alucinado, ver a Carla en bikini era toda una pasada, el cuerpazo impresionante, además verla nada era asombroso, me quedé embobado tanto que mi mujer no dudó en llamarme la atención. Lo de tener alcohol a todas horas y en todas partes era un puntazo ya que en todo momento estábamos la mar de contentos y habladores. Yo intenté acercarme a Clara en un par de ocasiones pero no pude sacarle nada que no fueran bromas o charlas banales, por la noche todo cambiaba, intentábamos todos que los solteros que habían venido encontraran algo, pero la verdad el mercado era mas bien escaso y clara no estaba por la labor, se le veía un poco recatada cuando era ella la que atacaba a quien le gustaba y no dudaba en llevárselo a su casa y destrozarlo en la cama.

La cuarta noche mi mujer bajó a cenar pero al poco se fue a su habitación, no se encontraba bien, la acompañé y me quedé con ella hasta que se durmió, entonces decidí ir a buscar a mis amigos, tenía ganas de divertirme, cuando llegué solo estaban Clara y un amigo soltero, que no dudó en dejarnos cuando encontró a una yanki famélica algo borracha, desapareció con ella y nos quedamos Clara y yo solos.

En un primer momento Clara hizo la intención de retirarse a su habitación pero la pude convencer a base de Mojitos, una vez y otra vez acudíamos a la barra hasta que nuestros ojos ya no fijaban su objetivo, empecé a lanzarle indirectas y como siempre acabamos hablando de aquella noche.

  • ¿Sabes Clara? , aquella noche me habría acostado contigo.

  • Si, lo se, si no llega a estar mi amiga, habría pasado.

  • ¿Tengo alguna posibilidad hoy?- pregunté arriesgándome.

  • Te lo digo dentro de diez mojitos- contestó riéndose.

Seguimos bebiendo y cada vez nos acercábamos mas el uno al otro, rodeados de gente que no conocíamos fuimos perdiendo la vergüenza, cada vez mas cerca el uno del otro, no dudé en colocar mi rodilla entre sus piernas, gesto que ella agradeció rozando su sexo contra ella, las cartas estaban echadas, la excitación volvía a ser la de aquel día, pero hoy no teníamos a nadie que nos cortara las alas.

Al rato de estar bailando mis manos ya recorrían todo su cuerpo en una especie de “Dirty Dancing”, a su hermosos trasero no le quedaba ni un solo centímetro que mis dedos no hubieran cubierto, sus pechos ese día estaban fabulosos, los notaba en mi pecho y los rozaba con mis manos, fue cuando la apreté con fuerza hacia mi cuando se dio cuenta del estado de mi miembro y me dijo que la acompañara fuera, que quería descansar.

Allí mismo en la puerta de la discoteca nos dimos el primer beso, esto no era amor, era lujuria, nuestras lenguas peleaban para saber quien era la superior, en ese momento yo no podía mas, baje mis labios por su cuello e intenté besar sus pechos, no me había dado cuenta de que estaba a la vista de todos.

  • Para, aquí nos pueden ver, vamos a un lugar mas tranquilo.

  • De acuerdo – contesté yo.

Caminamos durante diez minutos, hasta llegar a un puesto en la playa, como era muy tarde estaba vacio, decidimos coger unas tumbonas cercanas y meterlas dentro para estar tranquilos, una vez todo preparado, empezamos a besarnos ya sin miedo a que nadie nos viera.

La cosa prometía, era la chica mas grande con la que había estado nunca, era casi igual de alta que yo, sobre el metro ochenta y poco, con un cuerpo espectacular y unas piernas que cuando las acaricié por primera vez me parecían interminables. No se anduvo con tapujos y me dijo:

  • Mira para que no te pille desprevenido, me corro con mucho flujo.

  • No pasa nada, no importa – le tranquilicé yo.

Después de mi episódio con Celia, lo había buscado en internet y sabía que era mas habitual de lo que la gente creía y a mi eso me encantaba.

Empecé a desnudarla poco a poco, y ella se dejaba hacer, cuando intenté llegar hasta su sexo con mi boca me paro en seco y me dijo que me relajara, yo asentí con la cabeza y me dejé hacer. Ella empezó a desnudarme y no paraba de besarme y babarme todo el cuerpo, la espalda, los brazos, empezó a besarme las rodillas y fue subiendo hasta que se encontró con mi pene, lo lamió con fuerza, era una maestra, pero en algún momento me hizo hasta daño, pero me encantaba verla trabajar, no me dejó que la cogiera de la cabeza de repente paro en seco, me miró mientras no dejaba de acariciarme el miembro con sus manos y me amenazó.

  • No se te ocurra correrte sin mi permiso – me dijo amenazadora

  • Ok, ok, - respondí asustado.

Siguió durante un buen rato hasta que fui yo el que le dije que parara si no quería que acabara antes de hora, intenté levantarme pero no me dejó, fue ella la que se sentó sobre mi miembro y empezó a cabalgar como una loca, el ritmo era muy fuerte y yo tuve que empezar a pensar en cosas raras para evitar estallar, se movía de una forma increíble, y era excitante ver los músculos marcados de su abdomen, la verdad es que llegué a pensar que tenía abdomen de hombre, pero es que literalmente me estaba follando ella a mi, seguía con el ritmo y yo intentaba llegar a sus pechos, pero no me dejaba al cabo de unos minutos vi como su rostro cambiaba y como empezaba a apretar los labios, en ese momento alargué mi mano derecha y con el dedo pulgar empecé a masajear su clítoris mientras ella no paraba de entrar y salir de mí, de repente se levantó y pude sentir un chorro caliente encima de mi abdomen, se estaba corriendo como una loca, la cantidad

de flujo era bestial, comenzó a moverse de forma que su flujo llego hasta mi cara, no me importó me puso mucho mas cachondo, cuando se recuperó al cabo de pocos segundo me miró y me dijo:

  • Quiero que me des por el culo, ¿sabras?

  • Por supuesto- le conteste.

Ella misma se colocó a cuatro patas mientras con los restos de su flujo se lubricaba el ano, ella misma insertaba uno de sus dedos mientras jadeaba mirándome, yo en ese momento estaba acariciándome el miembro mirándola, el alcohol hacía que mi erección no fuera todo lo potente que es habitualmente, pero aun así me dirigí hacia ella, que al notar el roce de mi glande decidió sacar sus dedos de su oscuro agujero, no me costó nada insertarla por detrás, ella dio un respinguito seguido de un gemido placentero, le gustaba y no dudó en decirlo, yo sabía que su actividad sexual era mucho mas ajetreada que la mía, que el echo de vivir sola le permitía salir de caza las veces que quería y era rara la noche que dormía sola, yo seguía penetrándola poco a poco, para evitar hacerle daño, pero ella seguía queriendo imponer su ritmo:

  • Mas rápido cabrón – me decía

Yo aumente el ritmo mientras le acariciaba la espalda, ella mas que gemir sollozaba de placer, no se lo que me ocurrió, miento, si lo se, que no pude resistir su ritmo y acabé explotando en su culo, gemía como un loco cuando ella lo notó inmediatamente se giró y me dijo:

  • Por que te has corrído, yo no había terminado

  • ¿Cómo que no?, ¿y lo de antes?.

  • Lo de antes era el principio, ya estas recuperándote.

La verdad, me asustó un poco pero poco a poco pude recuperar la erección, el problema era que me dolía horrores, había ido sin demasiado cuidado y debido a la fricción con su ano me hacía mucho daño, cuando ella vio que me recuperaba se tranquilizó un poco, no dejó de tocarse durante todo el rato en el que yo me recuperaba, con una mano se acariciaba el clítoris y con la otra no dejaba tranquila su ano.

Me abalancé sobre ella y empecé a penetrarla, esta vez mas despacito, pero dejando caer todo el peso de mi cuerpo sobre ella, incluso estando así notaba como ella llevaba el control, como desde abajo movía su pelvis e incrementaba el ritmo cuando quería, a los pocos minutos yo no podía mas, me salí de su interior y empecé a eyacular, quise llegar

a su cara, pero no pude, los chorros esta vez salieron con menos fuerza y solo llegué a sus pechos, ella en un principio se volvió a enfadar pero no dudó en catar aquel manjar que había salido de mi miembro, recogiéndolo con los dedos y llevándoselo a la boca, después de eso se incorporó un poco, beso mi miembro y lo introdujo de nuevo en su boca, cuando terminó de limpiarlo me miró directamente a los ojos y me dijo:

  • Ahora si, ya puedes hacerlo.

  • ¿El que, Clara?

No dijo nada mas, simplemente se acomodó en la tumbona y se abrió completamente de piernas mientras no dejaba de masajearse el clítoris, supe al instante lo que quería y ya que no había sido muy complaciente decidí arreglarlo de algún modo, empecé besándole los tobillos y fui subiendo poco a poco hasta llegar a su sexo, comencé jugando y rodeando su clítoris con la boca mientras ella hacía gestos de placer y dejaba escapar algún que otro suspiro, luego cogió mi cabeza con ambas manos y empezó a moverla, incluso así quería marcar ella el ritmo, yo le dejé hacer y aumente la fuerza de mis lenguetazos, continué así durante unos diez minutos, empecé a notar la lengua seca, y fue como si me oyera, de repente sentí un dolor en los laterales de mi cabeza, Clara me había agarrado del pelo con fuerza y me atraía hacia su sexo cuando noté como se humedecía mi boca, la muy zorra se estaba volviendo a correr, pero esta vez en mi boca, no me aparté me encanta ese sabor, noté cada uno de sus espasmos vaginales y como me arrancaba parte de mi pelo, fue una mezcla de dolor y placer, pero Clara no me soltó quería mas.......

En ese momento y fruto de la excitación y de lo que estaba pasando noté que mi miembro volvía a reaccionar y decidí continuar hasta lo que aguantara, me levante y me coloqué justo al revés de manera que yo seguía lamiendo su sexo pero mi miembro quedaba justo a la altura de su boca, Carla no dudó en introducirlo en su boca, pero no tenía fuerzas ya para realizar movimientos así que fui yo en el que movía la cintura para introducir y sacar mi miembro de su boca, la excitación fue tal que a los pocos minutos yo ya había descargado en su boca, pero esta vez la cantidad de semen fue escasa, no me quedaba nada y al minuto mi pene parecía que había desaparecido, yo por mi parte continué lamiendo hasta que ella se vino otra vez, esta vez también disminuyó la cantidad de flujo pero los espasmos fueron increíble.

Una vez terminamos decidimos darnos un baño en el mar, desnudos, para quitarnos los restos de sudor, semen y flujos, nos abrazamos un rato, ella intentó reanimarme, pero no hubo manera, me sentía derrotado, de las pocas veces que una mujer había conseguido derrotarme en la cama, pero de justos es reconocer la derrota, después del baño en el mar, fuimos a su habitación, que justo daba al lado de la mía donde mi mujer dormía placidamente, le pedí que me dejara darme una ducha, ya que el olor a salitre despertaría las sospechas de mi mujer.

Después de la ducha, estuvimos un rato comentando la situación, decidimos que eso no trascendería y que jamás lo contaríamos, cosa que no fue así, cuando la amiga que nos estropeó la primera noche me ha lanzado ya mas de un comentario delante de mi mujer, pero bueno, lo dejamos estar, ahora Carla tiene otra relación con un tipo muy agradable, nos vemos como antes en algunas fiestas o celebraciones, nos miramos y nos deseamos en silencio, pero los dos sabemos que esto será difícil que se repita.