AVENTURAS DE UN ADULTERO. II Clara

Segunda de las cinco infidelidades que marcaron mi vida.

II. ANDREA.

Andrea era una chica moderna, siempre vestía con minifaldas cortitas y escotes, abducida por la moda de la última discoteca de moda de su ciudad, aunque sobradamente preparada, con su carrera de psicología no ejercía, coincidimos en uno de mis antiguos trabajos y aunque físicamente no me atraía, coincidimos varias veces en sitios contiguos , no era tonta, una conversación con ella era agradable y disternida, pero llevaba pegada siempre a su amiga inseparable, ella era algo especial, poco favorecida físicamente, la primera impresión que te daba es que era algo retrasada y lo peor era su carácter, nadie de la empresa podía soportarla y yo era uno de ellos, sin embargo, cuando Andrea no se dejaba influenciar por su amiga del alma, aumentaba su atractivo al escuchar su conversación.

Tampoco era muy agraciada, rellenita, pechos caídos pero muy redondos, pelo lacio y escaso, lo único que llamaba la atención eran sus grandes escotes y sus botas que resaltaban sus gruesas pantorrillas, que dejaba ver con sus cortas minifaldas, nunca di importancia a nuestras conversaciones, aunque le encontraba un puntito, que no sabría describir, conversaciones sin fondo, sobre el trabajo, algunas preguntas personales etc. etc.

El punto de inflexión de nuestra relación fue un día en el trabajo, coincidí junto con ella, ya que mi amiga Celia todavía no trabajaba con nosotros y mi otra amiga Irene tenía libre ese día. El día transcurría como otro cualquiera, conversación banal, cuatro risas, tres chismorreos sobre compañeros, ella tenía el teléfono sobre la mesa y se me ocurrió preguntarle si me dejaba verlo, ella no se opuso, no se si fue el destino o la fatalidad, que me puse a mirar sus fotos, nada fuera de lo común, amigas, grupos de gente, algún niño, le preguntaba por cortesía por las fotos y ella me respondía diciéndome sus nombres y explicándome su relación con ellos, una vez vistas todas las fotos observé que había una carpeta donde ponía “documentos web”, me extrañó muchísimo, ya que el modelo de su teléfono no permitía la navegación, la curiosidad pudo conmigo y me hice a un lado y abrí la carpeta, estaba repleta de fotos, pero la presentación en miniatura no me aclaraba que era lo que contenía dicha foto, me dispuse a abrirla.......

Mi sorpresa fue enorme cuando al abrir la primera foto, apareció ante mi, su novio fotografiado desde abajo, con su pene erecto sujetado por una mano femenina, pase a la siguiente y estaba Andrea practicándole una felación al mismo personaje, la tercera era una pentración donde no se veía ninguna cara pero sabía perfectamente quienes eran. Acto seguido fue como si a Andrea se le encendiera un chip, como si recordara algo que era muy importante y lo había olvidado, me agarró el teléfono de las manos, no me dio tiempo a salir al menú principal y descubrió lo que yo miraba con tanto entusiasmo.

Andrea se ruborizó, y en ese momento supongo que habría querido que se la tragara la tierra, estuvimos largo rato sin hablar, la tensión se cortaba en el aire, hasta que decidí quitarle hierro al asunto y comencé a decirle:

-         No te preocupes, es algo natural que os excite haceros fotos lo entiendo y tu secreto está a salvo conmigo – le dije tranquilizándola lo mas polible

  • Debería haberlas borrado, que gilipollas soy – protestó ella

  • Venga no te pongas así, que no es para tanto y además, la culpa es mía por cotilla – sentencié.

  • Bueno vale, olvidémoslo, ¿vale? – pregunto todavía nerviosa.

  • No creo que pueda olvidarlo, pero prometo que lo intentaré.

A partir de ese día nuestra amistad subió un escalón, había hallado algo con lo que poder negociar e incluso chantajear a una mujer, que aunque no muy agraciada si tenia su punto de morbo y mucho mas después de haber visto esas fotos.

Pasaron los días y no coincidía con ella, ya fuese por el horario o porque yo siempre solía sentarme con Irene, no tardé en empezar a bromear con ella en los descansos, que si te voy a hacer chantaje, que si mañana quiero mil euros, etc. etc.

Al cabo de unas pocas semanas volvimos a coincidir y empezamos a interesarnos mas el uno por el otro, mi impresión sobre ella cambió, no era tan superficial como pensé en un primer momento y su filosofía de vida, el disfruta el momento, me sorprendió, y empezó a agradarme, aunque físicamente no lo hacia demasiado, yo seguí la estrategia de acoso y derribo, ya que ella no dudaba en alabarme, yo tampoco soy muy agraciado, pero reconozco que las canas de mi pelo resultan interesantes para las mujeres y me dan el aspecto de un maduro atractivo pese a mis treinta y tres años.

Transcurrieron semanas y nuestras conversaciones seguían el mismo camino, que si me debes algo por callarme lo de las fotos, que si déjame el teléfono, que si envíame una foto de recuerdo, ella me juraba que las había borrado y yo me interesaba por si tenía nuevas, tanto insistí que al final acepto y me envió una, me sorprendió, la verdad, no la esperaba en ella aparecía su sexo con el pene de su novio apoyado sobre su bello púbico, supongo que ya se aseguraría ella de que en ningún momento se le viera la cara, yo no le di mucha importancia pero entonces fue ella la que me dijo que ahora era yo quien le debía algo:

  • ¿Qué te debo?,¿se puede saber?- pregunté intrigado.

  • Veamos – contestó ella – dinero no me hace falta, aunque podrías regalarme unas botas, pero no, prefiero que me envíes una foto, me encantan las fotos.

  • Una foto ¿cómo la quieres? – pregunté ya con algo de excitación.

  • Lo dejo a tu gusto, se que tienes mucha imaginación. – sentenció Andrea.

No le di la menor importancia ya que como he dicho antes, realmente no me atraía ni se me había pasado por la cabeza tener nada con ella, pero decidí

dar un paso mas, simplemente por curiosidad, para descubrir hasta donde

estaba dispuesta a llegar. Una vez en casa y recordando lo sucedido y un poco excitado, decidí ir al servicio, lugar habitual donde solía masturbarme con frecuencia, ya que mi vida sexual en ese momento se reducía a mi mujer, podríamos decir y siendo muy generoso que tenia sexo con ella una vez cada dos o tres meses, una vez allí comencé a imaginarme a Andrea haciéndome todo lo que vi en sus fotos, entonces recordé su desafío y decidí fotografiarme el falo erecto rodeado por mis dedos, no salió a la primer y tuve que hacer varios intentos pero al final conseguí una foto bastante aceptable, no dude y debajo de ella coloque el siguiente texto:

TODO ESTO ES GRACIAS A TI, ESPERO QUE TE GUSTE.

Una vez enviada, noté que mi excitación había aumentado y decidí terminar con lo que tenia entre manos, nunca mejor dicho, acabando muy placenteramente

A los pocos días volvimos a coincidir:

  • Gracias, me ha encantado tu foto, pero ahora yo también te puedo chantajear – dijo Andrea entre risas y sonrisas

  • Yo ya he enviado tu foto a un juzgado, si me pasa algo llegará a todos nuestros compañeros de trabajo- amenacé con sarcasmo.

  • No te atreverás, además yo tengo menos que perder que tu, porque yo tengo novio, pero tu estas casado, je je, - dijo con sonrisa maléfica.

  • Bueno ya veremos, esto no ha terminado – le amenacé

  • Ya lo creo que no, esto es la guerra – me dijo sonriendo.

Continuamos un par de meses con tonterías de este estilo hasta que llego la cena de navidad de la empresa, era mi segunda cena en la empresa, pero la primera con tanta gente, ya que en la primero fuimos solo unos trece y la mayoría hombre, ahora había cambiado la situación, yo me senté con Irene, que en ese momento tenia pareja y tonteaba con un compañero, cenamos muy a gusto pero yo notaba que alguien me observaba desde la distancia, sabía que Andrea estaba a tiro pero la verdad, continuaba sin interesarme demasiado, prefería la compañía de Irene y deseaba tener algo con otra compañera, Mireia, esta chica si que era espectacular, uno setenta y cinco de altura, cincuenta y cinco quilos, una cintura de avispa, increíble. La cena fue transcurriendo con normalidad, pero poco a poco las caras se iban convirtiendo en el espejo de alma, mejor dicho del alcohol, este empezó a hacer mella entre nosotros, comenzamos los abrazos, los besos, resumiendo, la fase de la “exaltación de la amistad” que toda buena borrachera tiene, luego vino el baile y la barra libre, ahí ya se desbocó todo, estuve con Irene, tuve que acompañarla a vomitar y después se fue a casa un poco deprimida porque su

“amante” no apareció por la cena. Y volví a entrar, ya sin Irene me sentía mas libre para poder intentar algo, enardecido por el alcohol, puse la mira muy alta y comencé a tontear con Mireia, cual fue mi sorpresa al descubrir que me seguía el juego......

Supongo que seria por el alcohol empecé a bromear con mireia con mi anillo de casado, bailando con ella rozaba sus caderas y la abrazaba fuerte, incluso bailamos un tango muy erótico en el que llegue a tocar sus pechos por el lateral, en un momento me quité el anillo y se lo di a Mireia que se lo puso al instante, después del baile fui a buscarla y estaba bromeando con sus amigas sobre el anillo, diciendo que se había casado y no había notado nada, yo no supe que pensar, no sabía si era una indirecta para que me lanzara o simplemente estaba tan borracha como yo, no tuve el valor de lanzarme y me costó bastante que me devolviera el anillo, no se que hubiera ocurrido, porque estar con ella si debe ser una gozada, por desgracia nunca lo sabré, continuó la noche, Mireia también había desaparecido, quedábamos poca gente y en un viaje, después de volver del servicio me acerqué a la barra, aturdido y borracho como una cuba vi a Andrea sola en la barra, volvieron a mi recuerdo las fotos y las conversaciones, me acerque a ella, fue ella la que se puso de puntillas para besarme, solo fue un “piquito” pero a continuación me invitó a que saliéramos a fumarnos un “porrete”, no sin antes acudir a su querida amiga que yo tanto odiaba a pedirle papel de fumar. Después de eso salimos y yo le ofrecí ir a mi coche para que no nos vieran, ella acepto sin rechistar.

Salimos fuera, no sin dificultad, ya que el alcohol corría por nuestras venas como Fernando Alonso por Mónaco, llegamos al coche y entramos, Andrea empezó la ardua labor de elaborar el “porro”, mientras reía por lo mucho que le costaba hacerlo, en pocos minutos acabó con su cometido y lo encendió, el suave olor de la mezcla de hachís y tabaco me trajo a la memoria recuerdo de mis fiestas pasadas, y comenzamos a fumar, en un instante en el que me estaba pasando el “porro”, noté como se acercaba peligrosamente a mi, y apoyaba su mano en mi rodilla, no pasó un instante cuando nos estábamos besando con pasión, de repente una chispa se encendió en mi afectado cerebro y me aparte de una forma brusca:

  • ¿Qué pasa? – preguntó Andrea un poco alarmada

  • Esto no esta bien, yo estoy casado – contesté mientras sufría un ataque de culpabilidad.

  • Tranquilo, de esto no se va a enterar nadie, además yo también tengo pareja, somos adultos, tenemos instintos y necesidades, y a mi me apetece, ¿a ti no? – me dijo corroborando mi teoría sobre su filosofía de la vida.

  • Esta bien, pero no me siento muy cómodo con esto – le conteste yo.

Nos besamos cuatro o cinco veces mas, y cuando terminamos de fumar, decidí que ya estaba bien, ella se enfadó un poco, pero pude sofocar su enfado diciéndole que necesita refrescarme la garganta, así que fuimos a la barra y continuamos hablando mientras tomábamos otra copa. Su mirada era distinta, había cambiado, y yo, porque no decirlo estaba asustado, sabía que algo de lo que me iba a arrepentir estaba a punto de suceder.

Estuvimos un rato mas en la fiesta, bailando y haciendo tonterías hasta que por fin se cerró la sala donde estábamos, nos quedamos un grupo de unas treinta personas decidiendo que hacer en ese momento ya que eran las cuatro de la madrugada y con nuestro nivel de alcohol en sangre no queríamos arriesgarnos a tener problemas en cualquier control de carretera, decidieron entonces ir a un parking de un comercio cercano, donde beberíamos un poco mas mientras escuchábamos música de algún coche, para acceder ahí tuvimos que hacerlo en coche con lo cual subimos en el Andrea, en el asiento del copiloto, tres amigos detrás y la amiga fea de Andrea encima de uno de mis amigos, cosa que no le hizo gracia, pero tuvo que aguantar. Al llegar al parking baje la ventanilla y me puse a hablar con una compañera, Andrea aprovechó para apoyarse en mi, mientras conversábamos con el exterior del coche de lo que íbamos a hacer, de repente noté una mano jugando en mi entrepierna, Andrea había decidido pasar al ataque, no se si la gente lo vería desde fuera del coche, pero lo hacía sin ningún pudor, sentí como un cosquilleo, el típico cosquilleo que da paso a la erección que cada vez era mas pronunciada gracias a la maestría de Andrea. Al momento se quedó mirándome y me dijo, ahora nos vamos tu y yo a hacernos otro “porro”, yo sabía perfectamente que no le quedaba y que era imposible conseguirlo a esas horas, pero decidí aceptar la oferta fruto de la excitación del momento y prácticamente obligué a bajarse del coche a los cuatro ocupantes restantes, que lo hicieron no de muy buena gana, de la amiga fea de Andrea se ocupo ella, le bastó una mirada para que se bajara al instante, supongo que ya sabría como actuar con su amiga, pues como me entere mas tarde, no era la primera vez que actuaba así.

Nos alejamos como un par de kilómetros y decidí aparcar en batería junto a una nave industrial, si hoy me preguntaran donde no lo recordaría me encontraba mareado, había bebido demasiado, no tardo en lanzarse sobre mi y empezar a besarme, la abracé con fuerza y fui directo a sus pechos, no me costó nada dejarlos al aire, ya que como siempre lucía un gran escote y una muy corta minifalda, la verdad no estaban nada mal, redondísimos, bien plantados y unos pezones duros que me desafiaban, comencé a tocarlos suavemente, a pellizcarlos mientras nuestras lenguas jugaban en el interior de su boca, bajé por su cuello y los besé, los lamí e incluso llegué a morderlos, con mas fuerza de la necesaria, ella protesto y me dijo que tuviera cuidado, le hice caso y fui mas cuidadoso, le aferré una muñeca y atraje su mano hacia mi pene, en el estado en que me encontraba no fui

muy fino, y no estaba para prolegómenos, así que directamente le incité a que me tocara como lo había echo momentos antes, ella no dijo nada y empezó de nuevo con el masaje que antes había conseguido excitarme mientras seguíamos besándonos, entonces cogí su cabeza y con un poco de sutileza la fui bajando por mi barbilla, mi cuello y mi pecho, cuando llegué a la altura de la barriga, se zafó de mis manos, alzó la cabeza y me dijo sonriendo:

  • ¿Qué es lo que quieres?- notaba su cara de excitación

  • ¿Tu que crees? – le devolví la pregunta.

No hizo falta nada mas, ella misma se encargo de desabrocharme el cinturón, luego el botón del pantalón y bajarme la cremallera, introdujo su mano por el agujero de mis “boxers” y saco por el mi pene, estaba erecto, pero no era una erección potente, el alcohol no me permitía mostrársela en todo mi esplendor, no dudó en introducirlo en su boca y empezar a jugar con el, yo apenas notaba nada aunque si estaba excitado, lo hacía torpemente ya que ella, al igual que yo, estábamos un poco pasaditos. Cuando me recuperé del impacto de tener alguien por ahí abajo decidí no quedarme quieto, tuve un ataque de risa al pensar que no debía de ser egoísta y debería proporcionarle algo de placer a Andrea, así lo hice y empecé a acariciarle el trasero, no me costó nada subir su diminuta minifalda por encima de la cintura y dejar su trasero al descubierto, descubrí que llevaba unas medias gruesas, normal pensé yo, con el frío que hace y ella tan corta es lógico, me costó un buen rato encontrar por donde mete la mano, creo que incluso llegué a romper las medias pero al final lo conseguí, no fui con rodeos, fui directo a grano y empecé a introducirle un dedo en la vagina. Todo seguía borroso, la felación no resultaba muy satisfactoria pero me resistía a decirle nada, Andrea le ponía empeño y no podía dejar de sonreir cada vez que escuchaba sus ruidos de succión. Mi dedo se convirtió endos y luego en tres, lo hacía sin cuidado, pero Andrea no se quejaba, me pareció oir, pero no estoy muy seguro que llegó a gemir, pero con la boca llena y yo en mi estado no lo pude comprobar, decidí dar un paso mas, recuerdo que pensé que si se enfadaba me daba igual, en el fondo no me atraía demasiado y no me estaba dando mucho placer que digamos. Saque mis dedos de su vagina y fui directo a su ano, introduje el dedo corazón sin cuidado alguno, ella dio un respingo y acto seguido me cogió por el antebrazo y me obligo a sacárselo, continuaba acariciando mi pene y subiendo y bajando la piel yo creo que para evitar que se desplomara al instante, entonces me miró y me dijo:

  • Me has hecho daño, eres un vicioso, déjalo ya eso no- me recriminó Andrea

  • Lo siento, lo dejaré estar – le dije mientras volvía a bajar su cabeza hacia mi pene.

  • Pero no me metas mano ¿vale?, deja de tocarme o parare- sentenció ella

  • Vale tranquila, nada de meterte mano – acepté resignado.

Ella continuó torpemente con la felación que me estaba haciendo, yo seguía acariciándola, pero sin tocar sus partes intimas, supongo que se estaría cansando de la posición porque de repente me miró fijamente y e dijo:

  • No tengas miedo en correrte.

Esa frase consiguió excitarme un poco mas, ya que me encanta la práctica conocida como “cum shot”, lo intenté pero no pude hacerlo asi que decidí que ya estaba bien, la levanté y la besé con fuerza, esta vez la obligué a volver a su asiento de copiloto, sin dejar de besarla comencé a buscar la rueda con la cual se bajaba el asiento lo conseguí sin mucho esfuerzo y ya estaba encima de ella, besándola salvajemente e intenté ponerme encima para comenzar la penetración.

No hubo tal, Andrea no me dejó, me pidió perdón pero no se quería ser infiel a su pareja, que cojones le pasaba, ¿llevaba media hora haciéndome una mamada y no quería serle infiel a su pareja?, no lo entendía, cuando había sido ella la que me había provocado, ya que yo, en un primer momento la había rechazado, tuve un ataque de rabia, pero me controlé y me coloqué de forma que mi pene estaba encima de su cabeza que a su vez estaba apoyada en el reposacabezas, empecé a mover las caderas y a follarle la boca, primero despacio y luego mas fuerte, oí como se quejaba, pero no hice caso, de repente me aparto con fuerza, abrió la puerta y vomitó a escasos centímetros del asiento del coche, yo esperaba reposando en mi asiento mientras no dejaba de tocarme, ya que tenia miedo de perder la erección, estaba a punto de pedirle disculpas por la brutalidad que acababa de tener con ella cuando sin decir nada, reanudó su marcha, creo que era una cuestión de orgullo, quería que me corriera y no lo conseguía, como comprendería mas adelante, no era culpa suya. Al momento de reanudar la felación, me sonó el teléfono, era mi mujer, a las cinco de la mañana, y Andrea haciendo ruidos mientras me succionaba cada vez con mas fuerza, cuando respondí, Andrea lo dejó, supongo que por cortesía, automáticamente la cogí por el pelo y le induje a continuar, ella sonrió y me dijo susrrando:

  • Eres poco cabrón, tio-

Después de mentirle a mi mujer, que creo que sospechó algo, y decirle que estaba de camino, continuamos con lo nuestro, hasta que le dije a Andrea que lo dejara, que daba igual, que no creía que consiguiera nada, la verdad, seguía con mareos y la vista no la podia enfoca hacia ningún punto estable. Volvimos al descampado disimulando todo lo posible, al poco rato me volví a mi casa, a descansar como un bebé.

A la mañana siguiente todo eran rumores y susurros en el trabajo, por desgracia yo era uno de los afectados, aparte de que mi jefe se había liado con una compañera que a las pocas horas había subido de categoría, eso en parte me salvo, sobre mi corrían como liebres dos rumores, el mas sonado era que me había liado con Mireia, ojala pensaba yo, ya que como he dicho antes es una mujer espectacular y tiene un morbo increíble, supongo que este primer rumor sería porque estuvimos bailando un buen rato delante de todos los compañeros, el segundo rumor era que me fui con Andrea, pero yo lo desmentí sintiéndome ofendido por mi condición de casado, pronto cesaron los rumores gracias a la hazaña de mi jefe y la subida espectacular y meteórica de su nueva amante, que aparte de “caletorra” no se le conocía ninguna otra virtud.

El primer día que coincidimos Andrea y yo en el trabajo, me envió un mensaje en el cual me decía que teníamos que hablar, salimos fuera al instante y me pregunto:

  • Lo de la cena ¿qué?. ¿qué significa? – esperaba que yo le aclarara algo

  • Lo siento Andrea de verdad, bebí demasiado – le conteste yo.

  • Tu tranquilo, yo no voy a decir nada, olvidémoslo – dijo Andrea

  • No se si podré hacerlo- respondí al tiempo que los dos comenzamos a reírnos

  • Claro como las fotos ¿verdad? – matizó Andrea.

  • Exacto, todo claro entonces- y nos dimos otro piquito.

A partir de ahí, seguimos cada uno a lo nuestro, yo seguía sentándome con Irene, de la que os hablaré mas adelante, y ella seguía con su amiga la fea y desagradable, de vez en cuando hablábamos un ratito y bromeábamos pero nada que se saliera de lo normal, por aquel entonces no estaba muy bien con mi mujer, y como siempre con los primeros rayos de la primavera, aumentando como aumentó la presencia femenina en la empresa, yo iba un poco “salido” y decidí atacar a Andrea, sabía que era un presa fácil, porque varias veces me demostró su enfado al verme con Irene, pero yo no le daba importancia.

Como ya os he dicho, en una guardia de fin de semana coincidimos sin nuestros queridos amigos, y con eso me refiero a Irene y su amiga la fea insoportable, y comenzamos a hablar sobre lo que ocurrió en la cena, me pidió disculpas y me preguntó si me llegó a hacer daño, que estaba tan mal, que no sabía si me había mordido, le dije que no, pero que me debía una, ya que no terminó lo que había empezado. Lejos de enfadarse, me dijo que cuando quisiera, pero lo dudó, porque según ella, lo de la cena paso porque yo iba muy mal, ya que incluso así intente pararle los pies, luego siguió alabándome y diciendo que hombres como yo hay pocos que quisieran tanto a su mujer, etc. etc. A partir de ese día empezó a estar mas cariñosa, y coincidíamos mas de lo habitual ya que llevábamos turnos distintos, ella se lo cambiaba para coincidir y yo seguía pasando un poco de ella, hasta que llegó pascua, yo tuve la mala suerte que me tocó trabajar esa primera pascua y ella fue tan astuta que se lo cambió para coincidir. Por esa época yo ya llevaba tiempo acosándola y diciéndole repetidas veces que me debía una, que a

ver cuando terminaba lo que empezó, y que a este paso se iba a convertir en “la mamada mas larga de la historia”. Mi sorpresa llegó cuando el sábado anterior al Domingo de Pascua, me llego un mensaje a las dos de la madrugada, era ella, en ese momento yo estaba en la cama, junto a mi mujer, escuchando la radio, y tuve que decirle que eran mis amigos que habían salido y posiblemente estarían borrachos. El mensaje era corto y explícito:

  • Mañana es el día, reune el valor suficiente que voy a pagarte todo lo que te debo.

Eso solo ya me excitó, con lo cual me acerque a mi mujer e intenté excitarla, cosa que no conseguí, ya que simplemente me dijo:

  • Para que estoy cansada

Eso me enfureció, a que esto ocurría la mayoría de las veces y este fue el punto de inflexión para que me decidiera a aceptar lo oferta de Andrea

El día siguiente ya en el trabajo, me di cuenta que mi amiga Irene había venido a trabajar, maldije mi suerte, ya que no podía dejarla sola ya que era costrumbre el sentarnos juntos, aparte de que tampoco se llevaba muy bien con Adrea, transcurrió la tarde cuando me imaginaba que Andrea se echaría atrás por mi repentino abandono, pero no fue así sobre las siete recibí un mensaje, quería hablar conmigo, así que disimuladamente salí como si fuera al servicio para no levantar sospechas en Irene y me dirigí a su mesa:

  • Dime corazón – bromee yo a la espera de una señal

  • ¿Qué hacemos?, ¿te pago hoy o no?- me dijo con mirada desafiante.

  • Por supuesto – asentí empezando a ponerme nervioso.

  • ¿Y tu amiga que?

  • Mi amiga esta pava y no se entera de nada - mentí descaradamente.

  • Vale, ¿cómo lo hacemos? – pregunto sonriente .

  • A las ocho y veinte en la máquina de café de abajo- le propuse.

  • Perfecto. – y no hablamos mas.

Llegadas las ocho y veinte vi como Andrea salía de la sala, esperé unos segundos e inmediatamente me disculpé con Irene y fui detrás de Andrea, cuando bajé las escaleras estaba fumándose un cigarrillo, yo encendí el mio y le dije, entremos ahí, señalando el servicio de mujeres, por suerte los fines de semana solo trabajaba mi departamento por lo que en la planta baja no solía haber nadie, entramos y cerramos el cerrojo, inmediatamente ella se lanzó sobre mi y me besó en la boca, introduciendo salvajemente su lengua en mi interior, la notaba muy excitada, yo no dudé en bajarle su escote, era sumamente sencillo hacerlo, y dejé sus pechos al aire, rápidamente dejé sus labios y comencé a morderlos, lamerlos y succionarlos, pronto se pusieron duros, me encantaban esos pechos, pronto se separó de mi y me dijo:

-         Siéntate en el inodoro, ¿no? – pregunto

  • No – respondí tajantemente.

No tarde en hacer que se arrodillara delante de mi, ella no tardó ni medio segundo en ponerse manos a la obra, cuando con maestría saco mi pene por entre el agujero del “boxers”, estaba como se conoce vulgarmente “morcillona” , que no estaba en su máximo esplendor, la acarició durante breves segundos y luego pasó su lengua por debajo de mi glande, hay que reconocer que le ponía ímpetu y ganas, pero supongo que sería por que realmente no me atraía o igual por el temor a ser descubierto, no sentía mucho placer, en un par de ocasiones intenté ayudarle con un ligero movimiento de caderas, pero cuando introducía un poco mas ella se quejaba se la sacaba y tosía, no estaba saliendo como realmente esperaba, pero yo pensaba, por lo menos me desahogaré, que me hace falta. Pasados unos minutos le dije:

  • Andrea, vamos a terminar ya, no podemos hacerlo muy largo.-

  • Vale, ¿dónde quieres correrte? – pregunto sonriendo sin dejar de masajear mi pene - ¿dentro o fuera? – matizó al instante.

  • Dentro por supuesto – me apresuré.

  • No, así a la otra no me dejarás sola, y si no que te la chupe Irene – me dijo con una mirada de rencor.

Continuamos así, ella de rodillas, haciéndome una felación que la verdad no era nada del otro mundo cuando me canse de esperar y le dije que parar, decidí empezar a masturbarme, ella lo comprendió, estaba haciéndolo y ella apoyaba sus labios en mi glande, tuve que concentrarme bastante para poder terminar, al fin lo conseguí, lo hice dentro de su boca, bueno, solo el primer “embiste”, luego me aparté y lo hice en el suelo. Lo que mas recuerdo y me gustó de este instante fue cuando ella notó como le entraba el esperma en la boca y soltó un “ cabrón “ mientras con el dedo tocaba sus labios e introducía la pequeña gotita de esperma que había quedado fuera. Seguidamente me limpié con papel higiénico, limpié el suelo y subimos disimuladamente, un poco mas tarde empecé con otra broma:

  • Andrea, tienes sucio ahí – le decía acercando mi dedo a la comisura de mis labios

  • Je, je. – Reía ella mientras susurraba palabrotas.

A partir de entonces y cuando no lo permitían nuestras amistades, hablábamos de cosas tribales pero nos lanzábamos dardos envenenados como, ahora eres tu el que me debes algo, a ver cuando me pagas, ven a ver la casa que me he comprado, etc. etc. Intenté evitarla muchas veces, ya que como he dicho antes no es que me atrajera mucho, y no tenía ni punto de comparación como mas tarde comprobaría con Celia, que seguía siendo mi fantasía de toda la vida. Ella pasó al ataque y me invitó una tarde a

tomarme una cerveza en el descanso del trabajo, no pude esquivarlo y pese al enfado de Irene tuve que aceptar, pero mi sorpresa fue cuando el motivo de la invitación era contarme algo que le pasaba, nunca habíamos

tratado temas serios pero ella rompió esa regla, me contó que estaba embarazada de su novio, o eso creía, yo estaba tranquilo, yo no había echo el amor con ella y mi intención era seguir así, pero me contó que había otro hombre en aparte de su pareja que podía ser el padre, a mí en el fondo me molestó pero me abrió los ojos, decidí ayudarla en lo que pude, al final, decidió abortar, y todo se solucionó, fue entonces cuando salió el cabrón que hay en mi y decidí aprovecharme.

Después del raspado al que fue sometida, por prescripción médica estaba en cuarentena, y por supuesto con una regla continua, ella en ese momento quería dar un paso mas en la relación y yo me aproveché del momento, porque no quería acostarme con ella, pero no veía con malos ojos que volver a tener sexo oral con ella. No preguntéis por que, no tengo ni idea, pero supongo que en aquel instante suponía que eso no era infidelidad y me sentía mejor conmigo mismo, así que volví a entrarle, esta vez le deciá que por haberle ayudado con lo de su embarazo tendría que pagarme un extra, no me costo mucho convencerla y así fue. A los pocos días volvimos a repetir, con el mismo modus operandis, ella cambió el turno para coincidir conmigo, estuvimos toda la tarde juntos, ese día no coicidimos con nadie y bajamos dos veces a los servicios de abajo. Ella no paraba de repetirme que lástima que este en cuarentena, que se moría de ganas de estar conmigo en la cama, que si era capaz de aguantar tanto mientras me la chupaba, se imaginaba que seria muy bueno en la cama, como siempre sabía como adularme, pero eso no llegó a ocurrir, después de ese día me fui distanciando poco a poco, ella insistía pero para entonces, cuando hubo pasado la cuarentena, mi amiga Celia ya trabaja con nosotros, y la elección hacia diez años que estaba tomada.