Aventuras de un adultero.
Os relato mis escarceos fuera del matrimonio.
CELIA
Apareció un día sin avisar, en pleno verano, pantalones cortos que dejaban ver sus pequeñas piernas perfectamente depiladas, entró en el restaurante donde trabajaba y directamente se puso a hablar conmigo, cosas banales, a los diez minutos estaba ya contándome intimidades de ella y su violento novio, me sorprendió su atrevimiento pese a sus dieciséis años, su forma de mirar era algo especial, despedía sensualidad por todo su menudo cuerpo, sabía perfectamente como colocarse para que se le viera el escote, como realzar su menudo cuerpo para hacerlo mas atractivo, hablaba sin tabúes, con una naturalidad que me encanto desde el primer momento.
Sus visitas se fueron repitiendo diariamente, poco a poco empezamos a intimar, yo por aquel entonces con diecisiete años, sin novia formal, ningún “rollete a la vista”, ansiaba sus visitas y aunque nunca me atreví a proponerle algo, me excitaba de manera sobrenatural, y raro era el día que no acababa masturbándome como un loco recordando cada palabra de nuestra conversación diaria.
Poco a poco, y supongo que por la confianza fuimos subiendo el tono de nuestras conversaciones, ella me contaba explícitamente todas sus relaciones, tenía mucho éxito entre los hombres, me encantaba su mente abierta, cuando deseaba algo lo conseguía, era muy promíscua y la palabra fidelidad no tenía ningún sentido para ella, seguía de relación en relación, y yo seguía escuchando, masturbándome y fantaseando en poder tenerla algún día.
Mi primer contacto digamos “sexual light” con ella fue a los dos años de conocerla, llegaba la navidad y como cada año mi labor en el restaurante era adornarlo con motivos navideños, ella no dudo en venir a ayudarme, le encantaba subirse a las mesas, a la barra, a la escalera para colgar los adornos, como siempre, sabía como colocarse para dejar ver parte de su bonita barriga, que se le bajarán un poco Los pantalones dejando ver su tanga, y apoyándose en mi de forma desenfadada, decidí entonces que no podía mas, y con la excusa de protegerla de posibles caídas empecé a sostenerla apoyando mis manos en su cintura, al llevar el suéter corto, su cintura estaba desnuda, nunca olvidaré esa sensación, la textura de su piel, mis manos recorrían su cintura, bajaban lo máximo razonable, llegando a tocar el hilillo de su tanga, no tenía mas remedio que sacarme la camisa por fuera del pantalón, ya que mi excitación se veía a miles de kilómetros, entonces decidí dar un paso mas, y dejé caer mi mano hasta el bolsillo trasero de su pantalón, en esos momentos creí que me iban a estallar los pantalones, ella ni se inmutó, siguió a lo suyo jugando con los adornos, no me atreví a mas pero desde aquel momento comencé un juego con ella que duró casi hasta hoy, un juego sin consecuencias que sé, que en todo momento ha sido orquestado por ella, ya que a mi nunca se me hubiera ocurrido, un juego con tantos matices, que hoy en día aun son fruto de muchas de mis fantasías.
Siguieron las visitas y ella seguía coleccionando amantes, ya que tubo relaciones largas, pero no dudaba en ser infiel a sus parejas, en todas esas ocasiones yo estaba allí para escuchar atentamente sus vivencias, por esa época yo conocí a la que actualmente es mi mujer, y aunque nunca lo dijo, si que la noté molesta, y llego la nochevieja, mi primera nochevieja con mi novia, en esa época Celia
también trabajaba en la hostelería, y su jefe organizó una fiesta a la cual asistí con mi novia, allí nos encontramos, su pareja, mi novia y nosotros, no dudó en abrazarme como lo hacia siempre, en besarme muy cerca de la boca, se me subía a la espalda y me rozaba suavemente siempre que no miraba mi novia, a partir de ahí nació una rivalidad entre ellas que todavía dura, la verdad, el grado de excitación de esa noche llegó a límites increíbles, el morbo de que mi novia estaba mirando, Celia que era mi objeto de deseo acariciándome y besándome, y como no, el alcohol ayudaban a todo eso.
Siguieron las visitas diarias, seguía contándome sus relaciones, sus adulterios, y me confesó que su pareja tenia problemas de erección, y que ella no tenía por que sufrir sus problemas por eso le era infiel, yo escuchaba absorto todos sus relatos y me imaginaba si podría ser yo algún día el afortunado de probar ese objeto de deseo que era su cuerpo, aunque menudo, ya con ventidós años seguía pareciendo una niña de quince, perfecto, esculpido a base de deporte, y sin un gramo de grasa. En sus visitas empecé a besarla en la boca a forma de bienvenida, piquitos, nada grave y comencé siempre cuando no había nadie mas en el restaurante a abrazarla, a levantarla del suelo para notar sus pechos en el mío, a rozar sus caderas e intentar cada vez mas tocar mas de su piel, mis sobeteos se convirtieron en diarios, no había día que no acariciaba sus nalgas, que no rozaba sus pechos, ella seguía sin inmutarse, se reía, pero yo quería mas, nuestras conversaciones derivaban siempre al tema sexual, ella no escondía que le encantaba el sexo y maldecía su suerte al tener una pareja tan poco activa a la que quería tanto y que le era infinitas veces infiel.
Para aquel entonces yo poseía un piso que me estaba reformando, la invité a subir a verlo y para que se hagan una idea de nuestras conversaciones voy a intentar reproducir la que teníamos en aquel momento:
Celia- Me da mucho morbo que me den por el culo, pero me da miedo, ¿hará mucho daño?
Yo - Pues no lo se, como comprenderás yo soy virgen, je je.
Celia- Me muero de ganas por probarlo, pregúntaselo a tu tío.
Yo - Que mi tío sea maricón, no quiere decir que le hayan dado por el culo, por lo que se, el es maricón de los que dan, no es un muerde almohadas.
En ese momento me acerqué a ella, la agarré por la cintura y le di la vuelta, haciendo la broma de que iba a penetrarla allí mismo, acerque mi pene a su culo, y empecé a mover rítmicamente las caderas, yo estaba totalmente excitado y ella tubo que notarlo cada vez que mi pene tocaba su culo, puse una mano en cada nalga y las abrí, y continué haciendo el movimiento, dios estaba a punto de reventar, ella reía pero al mismo tiempo notaba como le brillaban los ojos de la excitación, sabía que no estaba bien lo que estábamos haciendo pero nuestra ropa nos separaba, entonces le giré la cara y la besé en los labios, ella no se corto y abrió la boca y dio paso a mi lengua que jugueteo con la suya, nos giramos y ya
estábamos uno al frente del otro, mis manos no dejaban de recorrer su cuerpo, toque sus pechos, pequeños y firmes, siempre por encima de la ropa y en ese momento escuchamos un ruido......
Mi vecino subía por las escaleras, en ese momento mi piso no tenía puerta, ya que mi novia y yo lo estábamos reformando, así que nos vio y no dudo en quedarse a charlar, no acabo de imaginarme que hubiera ocurrido si no llega esta inoportuna visita, pero se quedo hablando mientras Celia y yo disimulábamos lo ocurrido, cuando, se fue decidimos irnos y yo no pude evitar ir directo a posiblemente hacerme la mejor “paja” hasta ese momento de mi vida.
Seguimos tonteando, roces, besos en la boca, abrazos, palmaditas en las nalgas, roces, era un juego, largo, muy largo, llevábamos casi ocho años jugando y nunca había pasado nada, ella cambió de pareja y de lugar de residencia, las visitas pasaron de diarias a quincenales, ella empezó a evitar los juegos, ya no habían abrazos, ni besos cerca de la boca ni caricias, esto duró como un par de años.
La relación terminó, para entonces ella volvió a casa de sus padres y yo ya estaba casado, volvió mas delgada de lo habitual y no con muy buena pinta la verdad, pero no tardo en recuperar su bonita figura. Empezamos de nuevo con nuestro juego y ella con su frenética actividad sexual, yo también le contaba mis experiencias con mi mujer y a ella también le encantaba escuchar, empezaron de nuevo los besos en la boca, pero esta vez, ya no disimulaba, empecé a meterle mano siempre que podía, cuando estábamos solos le hacia pasar a la cocina del restaurante con cualquier excusa, allí dentro la abrazaba, acariciaba sus nalgas tocaba sus pechos y ella nunca decía nada
Una noche de sábado, estaba ella esperando a su nueva pareja cuando decidimos hacernos unos chupitos, siempre en el restaurante donde yo trabajaba, y nos pusimos un poco contentos, la conversación fue muy subida de tono, demasiado:
Celia- Oye, ¿qué es lo que mas te gusta que te hagan?, ¿qué te gustaría hacerme?
Yo - Mira, voy a parecer un cerdo, pero a mi me encanta, aunque mi mujer no quiere, después de pegar un buen polvo, correrme mientras me la están chupando, ¿y a ti?
Celia- Esta mal que lo diga, pero a mi lo que mas me gusta chupar pollas, me pongo como una loca, he llegado a correrme solo chupando una polla, pero correrme correrme, ¿sabes?
Yo - Y lo de que se corran en tu cara, ¿te gusta?
Celia- No me desagrada, además una vez se corren en tu garganta lo mejor es tragártela, a José, su antigua pareja, le encantaba eso, así que me acostumbre y normalmente lo hago.
Un par de días mas tarde, yo abría el restaurante muy temprano y me fijé en un coche que había en doble fila, reconocí al instante que era el de la pareja de Celia, me pareció ver como se besaban, a los diez minutos entro ella por la puerta, sin decirme nada se acerco a30 centímetrosde mi y abrió la boca, pude ver como la tenía llena de esperma, me miró con lujuria y se la tragó, me hizo una sonrisa y se fue otra vez con su novio.
El verano siguiente yo cambié de trabajo y con ello, perdí un poco el contacto con ella, aunque de vez en cuando nos veíamos, dejamos de lado un poco los juego, hasta que un día me comentó que quería cambiar de trabajo, le conseguí uno como camarera, en el restaurante de un amigo, cambiaron las tornas, ahora era yo quien iba a visitarla y empezamos con los juegos, solo que cambió el lugar, también iba a la cocina a abrazarla, manosearla y besarla.
Poco después volví a cambiar de trabajo, y volvimos a distanciarnos, ella perdió el suyo y volvió a llamarme, le conseguí otro trabajo también relacionado con la hostelería y justo debajo de mi casa, por lo cual, se reanudaron los juegos, sobre todo, había un día a la semana que ella estaba sola, y no estaba abierto al público, yo me acercaba, ella me abría y jugábamos un rato, ella estaba agradecida, y me dejaba cada vez que la tocara un poco mas, ya no tenia reparos en tocarle los pechos por debajo de la ropa, incluso llegue a verle el sexo, ya que en esa época le dio por no llevar ropa interior, no olvidaré nunca cuando bromeando le dije, “ a que te toco el chirli” y ella me desafió, como metí mi mano dentro de su pantalón y acaricié sus labios, estaban húmedos y ahí comprendí que ella también se excitaba con nuestros juegos.
Pocos meses después padecí una enfermedad que requerió una operación, sencilla y no muy dolorosa pero estuve de baja un par de semanas, a la semana de la operación sonó el timbre de mi casa, era Celia, pensé que sería una visita de cortesía, pero con ella, nunca una visita es de cortesía, estuvimos hablando de mi operación del dolor que padecía y como no la conversación degeneró en nuestro tema preferido, que si me impedía tener relaciones, que si tal que si cual, le dije, entre risas, que si quería lo único que le podía ofrecer en ese momento era sexo oral, seguimos hablando hasta que se me ocurrió decirle:
Yo - Podrías hacerme una mamada, para relajarme y quitarme el estrés.
Celia- La verdad es que si, por lo menos serías feliz durante unos veinte minutos.
Dicho y hecho, se acerco hacia mi, se puso de cuclillas entre mis piernas y se dispuso a desatarme el cordón del pijama, yo levante mi trasero para ayudar a deslizar el pantalón y el slip, apareció mi pene totalmente erecto, ella lo miró, jamás olvidaré la cara de vicio que puso, me miró a los ojos y lo cogió fuertemente con su mano derecha, empezó a acariciarlo suavemente mientras bajaba y subía la piel que lo cubría, acercó su cara hacia él y paso su lengua desde la base hasta la punta del glande, abrió la boca y noté sus labios como se posaban en el, como lo iba introduciendo poco a poco engulló el glande, pero siguió, sentía sus labios a lo
largo de todo mi pene, la sensación era única, no se como lo hizo, pero de repente no lo veía desapareció en el interior de su boca, sus labios tocaban mi pelvis y mis testículos, comenzó a subir ya bajar suavemente, aumentando poco a poco su ritmo, lo que tanto había deseado durante diez años estaba empezando a suceder continuó haciéndolo de mil formas distintas, lo sacaba, le escupía, lateralmente, apoyaba el glande en los laterales de su boca y veía como sus carrillos adoptaban la forma de el, unos minutos mas tarde, le avisé de que no aguantaría mucho mas, lejos de parar, aumento el ritmo y empezó a masajearme los testículos, el placer fue inimaginable, no pude aguantar mucho mas, y tuve un orgasmo bestial, no se que cantidad de esperma llegué a soltar, porque solo pude ver, como se le escapaba una gota por la comisura de sus labios, noté como tragaba y como disfrutaba, era toda una experta, lejos de perder mi erección continuaba muy excitado, y le pedí que siguiera, pero esta vez quería ser yo quien mandara, me dijo que de acuerdo y seguido la agarre por la cola, justo por donde tenia la goma que la mantenía fija y empecé a moverle la cabeza hacia a mi, marcándole el ritmo que yo quería, empecé suavemente, me levante y me apoyé en la mesa, ella estaba de rodillas delante de mi, mi mano asía fuertemente su cabeza y cada vez iba subiendo el ritmo, pronto estaba literalmente “follándole la boca con fuerza”, ella no se quejaba, le dieron un par de arcadas de lo profundo que introducía mi pene contra su garganta, lejos de quejarse, empezó a tocarse la entrepierna, era una situación brutal, ni en mis fantasías mas ocultas había imaginado esto, a los pocos minutos no pude mas y le dije que quería correrme en su cara de zorra, me dijo que adelante y así lo hice, esta vez si que vi la cantidad, en mi vida había tenido una corrida semejante, el primer impacto fue a su frente dejándole un hilo de la frente prácticamente a la barbilla, el segundo acertó de lleno en su boca, y los siguientes ya no los vi, porque ella engulló de nuevo mi pene en su boca, nunca olvidaré aquella instantánea, Celia, sucia de esperma, relamiendo mi pene y las gotas de esperma que quedaban en el y en su cara.
Como de costumbre, nunca hablamos del tema, pero seguían los juegos, esta vez yo estaba mas cortado pero ella sabía como provocarme, me decía que besaba como un “maricón”, que la abrazara, bajaba mis manos hasta su hermosos culo, pero yo no me sentía bien, había sido infiel a mi mujer, como en otras tantas ocasiones, pero....... que demónios, soy un hombre y tengo necesidades que ella no cumple.
Nos volvimos a distanciar, hasta que un día, no lo he dicho pero ella siempre ha sido bastante interesada, siempre que me llamaba era por que necesitaba algo, ya sea un “CD”, o trabajo, esta vez era la tercera vez que se quedaba sin trabajo, entonces nos vimos un día, ella mi mujer y yo para hacerle un currículum, a todo esto, trabajo un par de meses con mi mujer pero lo dejaron, lo maquillamos un poco, el currículum, y al poco tiempo lo presente en mi empresa, a los dos meses empezamos a trabajar juntos, a mi mujer nunca le ha hecho gracia pero no paso de dos enfados y dos discursiones.
En este trabajo trabajábamos varias personas de mi pueblo, por lo cual para desplazarnos hacíamos turnos para evitar ir con mas de un coche, no siempre trabajábamos juntos ya que teníamos días libre entre semana o guardias de fin de semana, yo me moría por que nos tocara el turno a Celia ya mi solos, pero eso no llegaba nunca, nos sentábamos juntos y seguían los juegos, que si ahora un abrazo, ahora un beso, que si te meto mano, que si para que voy a mojar los pantalones etc. etc, .....
Llegó el mes de agosto, y por fin sucedió, coincidimos toda una semana en la cual íbamos a ir al trabajo los dos solos, ella por aquel entonces estaba en su chalet, situado en una urbanización a unos doce kilómetros del pueblo, en esa época ella no tenia todavía el carnet de conducir, así que me pidió que fuera a recogerla todos los días y yo acepte, claro que ya le lancé alguna insinuación, diciéndole que eso lo tendría que pagar aparte y cosas por el estilo. El primer día no ocurrió nada, simplemente me saludó efusivamente con sus labios ya por entonces rellenos, lo cual la hacia mas atractiva todavía, posándose durante un periodo no inferior a veinte segundos en mi boca, durante el camino hablamos de cosas banales y de trabajo, no hubo lugar a dudas, o no se encontraba bien, o ya había tenido su ración diaria de sexo que es lo mas fácil
El segundo día fue mejor, llevaba una camiseta de tirantes muy finos que dejaban ver sus hombros torneados y morenos, un gran escote y unos pantalones vaqueros piratas, al subir al coche, apoyó su rodilla en el asiento del copiloto y pude ver sus pechos, no estaban nada mal, no muy grandes, pero redondos y bien moldeados, también estaban morenos, por lo que me la imaginé tomando el sol y empecé a excitarme, por supuesto no llevaba sujetador, de ahí que pudiera tener esa perspectiva tan excelente. Yo me encontraba nervioso por la situación, y fui tentando a la suerte, primero tocándole suavemente la pierna, luego los muslos, ella reía y no le daba importancia, decidí dar un paso mas, y puse una mano en su hombro, ella seguía sin protestar, agarré el tirante de la camiseta y lo deslicé por su hombro hasta que resbaló por el, con tanta mala suerte que el escote quedó pegado en la protuberancia de su pecho quedando de una forma tan sexy que apunto estuve de perder el control del coche, mientras tanto ella seguía riendo y hablando como si nada, llegamos a un paso a nivel, las barreras estaban bajadas, el paso a nivel está situado entre dos calles de un pueblo cercano a la urbanización, la suerte es que no son muy transitadas, aproveché el momento para acercarme a ella, coger su otro tirante y hacerlo resbalar también por su otro hombro, hice un gesto de rabia al ver que también se mantenía pegado a la parte superior de su pecho, pero entonces seguí, y con mis manos baje la camiseta y le dejé los pechos al aire, la situación era muy excitante, en medio de un pueblo, parados en un paso a nivel y con una pareja de ancianos pasando a menos de diez metros de nosotros, ella simplemente reía y me pregunto:
¿Qué tal?, ¿te gustan?
Son maravillosos, ¿sabes?, todavía no te los había visto. – conteste yo
¿Y solo vas a mirarlos? . – me desafió ella con mirada lasciva
No hizo falta nada mas, esa era la señal, me abalancé sobre ellos, primero los acaricié, los estrujé, los besé con pasión, luego subí hasta encontrarme con su boca, ella me respondió abriéndola y dándome paso, noté como abría las piernas y baje mi mano derecha buscando su tesoro, que acaricié mientras escuchaba sus gemidos, había perdido el control, hasta que vi como se acercaba un coche por detrás y oía de fondo como el tren estaba pasando por delante de nosotros, la situación era increíble, Celia desnuda de cintura para arriba, yo besándola y acariciando sus pechos y su entrepierna, la parejita de ancianos mirando ya sin ningún pudor, y el coche de detrás pitando para indicarnos que el paso a nivel ya estaba abierto, y tuvimos que dejarlo ahí. Ella no paraba de decirme lo excitada que la había dejado, que tendría que quitarse las bragas porque las había empapado y que ahora me iba a dejar así, sin nada mas, aunque tenía unas ganas locas de “mamármela”, pero así aprendería a acabar lo que empiezo, llegamos al trabajo, esta vez no nos pudimos sentar juntos así que a los diez minutos me acerque a ella, que estaba dos pasillos mas alejada de mi, y le dije al oido:
Por tu culpa me voy al servicio a masturbarme, mala amiga
No me lo creo, demuéstramelo . – contesto ella.
Yo no pude evitarlo, entre en el servicio, y lo hice, me masturbé oyendo como mis compañeros entraban a hacer sus necesidades, y cuando eyaculé, me acorde de Celia, recogí un poco de esperma que había caído en la tapa del inodoro con la punta del dedo índice y la protegí rodeándola con mis otro dedos, salí del baño, por supuesto tuve que sacarme la camisa por fuera, porque todavía duraba mi excitación y fui hasta el sitio donde se encontraba Celia, me puse de cuclillas a su lado y le dije:
¿No querías pruebas?
Si, a ver valiente. – me desafió Celia
Entonces alcé mi dedo índice hasta donde pudiera ver claramente lo que había ahí, ella abrió los ojos como platos y sonrió, luego me cogió la mano y se la acercó suavemente hasta sus labios, engulló todo mi dedo, y se relamió dejando mi dedo perfectamente limpio y sin rastros de semen, seguidamente me sonrió, me guiñó un ojo y siguió trabajando. Al volver por la noche, no hablamos del tema, simplemente no surgió y como ya la conocía lo suficiente, sabía perfectamente que no habían posibilidades, supongo que estaría su pareja esperándole o algo habría sucedido pero de vuelta a casa no pasó nada.
Me encontraba emocionado, sabía que todavía me quedaban tres días con ella, tres días en que podían ocurrir muchas cosas, me preguntaba sin por fin dejaríamos correr nuestros instintos y acabaríamos con el juego que habíamos empezado casi doce años atrás, esperaba ese momento desde hacía tiempo, pero sabía que en todo momento había sido ella la que había jugado conmigo, que por mucho que quisiera yo, si ella no estaba dispuesta no pasaría nada, porque, la protagonista, la dueña del juego siempre era ella, y se jugaba según sus reglas, por mucho que yo quisiera, ella siempre tenia la última palabra y en el fondo, yo lo sabía y lo aceptaba.
El día siguiente, al recogerla sabía que algo fallaba, no fue efusiva, no me besó, si siquiera me abrazó, había pasado algo y yo me preguntaba si tenía que ver algo con lo nuestro, nunca antes habíamos comentado los escarceos y flirteos que habíamos tenido, pero no hubo otro remedió y le pregunte si era por mi culpa, a lo que respondió que no, que no me preocupara pero que había tenido una pelea con su pareja y no estaba de humor para juegos, lo comprendí y no quise ahondar mas en el tema, por lo cual, estuvimos amigables y en ningún momento intente propasarme, simplemente acudimos al lugar de trabajo, y volvimos casi en silencio.
Solo me quedaban dos días y yo ya pensaba que pasaría lo de siempre, que me quedaría con las ganas de finalizar el juego, como tantas veces antes había ocurrido, deseaba poseer a esa pequeña mujer que tanto me había echo fantasear y tanto me provocaba, me hacia perder la cabeza, olvidaba mi mujer, olvidaba que tenía una familia, solo deseaba tenerla entre mis brazos y dar rienda suelta a mi lujuria con ella, había sido una larga espera, larguísima, doce años esperando, doce años de mi vida en lo que sucedieron muchas cosas, pero mi obsesión solo era ella, solo ella......
El cuarto día estivo un poco mas cariñosa, pero sin darme pié a nada, cuando intenté jugar con su pelo se aparto, con lo cual la señal estaba clara, aunque me besó en los labios y me dio un gran abrazo, no era día para juegos, yo ya lo daba todo por perdido, pensé que se me había escapado mi oportunidad, que había sido la “ semana fantástica “, pero no la supe aprovechar, seguimos en silencio, y mi sorpresa fue que a la vuelta me dijo que no hacía falta que la llevara a casa, que había ido su pareja a recogerla al trabajo, por lo que me fui solo a casa, desesperado por haber dejado escapar la oportunidad, enfadándome conmigo e imaginándome teniendo el valor de parar el coche después de lo del paso a nivel en cualquier sitio y acabar con lo empezado, pero ya no había marcha atrás.
Llegó el viernes, y como toda esa semana acudí a su chalet, esta vez iba con un poco de retraso con lo cual al llegar, pulse el claxon de manera repetida, cual fue mi sorpresa cuando salió a recibirme en bikini, y desde la puerta me hizo ademán de que la siguiera, me abrió las dos puertas metálicas del chalet y me indico que accediera con el coche, le hice caso mientras mi cabeza ya buscaba excusas para el trabajo, excusas por el retraso con el que íbamos a llegar seguro. Cuando aparqué
el coche junto al chalet vino hasta mi con su bikini rojo, que imagen, su cuerpo menudo, la parte de arriba cubría apenas un tercio de cada pecho, dejando ver las curvas perfectas de sus senos, el vientre plano que tantas veces me sorprendía mirando bajo sus estrechos y cortos jerséis, su bikini, era como una mezcla entre tanga y braguita, dejaba ver la mitad de sus glúteos redondos perfectos y llevaba el pelo sujeto con una goma, una larga cola rubia tintada que caía por toda su espalda.
¿No te apetece bañarte? – me pregunto sonriente
Celia, cariño, no tenemos tiempo, vamos a llegar tarde – le conteste nervioso.
No te preocupes por eso, ya he llamado para decir que nos retrasamos.
Pero Celia, no he traído bañador, no esperaba esto.
No te preocupes, ya te la he visto, y no esta nada mal- me dijo riendo.
¿Y tus padres? – pregunté asustado.
Tranquilo, están de viaje, y a mi no me apetece trabajar hoy.
Cuando me di cuenta, ella empezó a desabrocharse la parte de arriba del bikini, la sacó por arriba de su cabeza y me sonrió, con la parte de arriba en la mano, se encaminó a la piscina giró el cuello, y con el dedo índice me indicó que la siguiera, yo estaba tan alucinado que me costó reaccionar, pero al fin, puse rumbo a la piscina siguiendo ese pequeño cuerpo que tantas veces había deseado. Al llegar a la piscina, ella sin decir nada se lanzó a su interior, yo solo observaba, era maravilloso ver su cuerpo mojado y como se movían sus pechos libres de toda ropa, se acerco a la barandilla y me dijo:
¿ A que esperas?, esta buenísima, quítate la ropa y ven
No, que tu aun llevas ropa – le lancé para comprobar su reacción
¿Eso es el problema?, solucionado – contesto Celia
Dicho y echo, me lanzó sus braguitas y me empapó la camisa, en ese momento sabía que estaba desnuda en el agua, que la tenia, que por fin iba a producirse lo largamente deseado, pero no sabía que hacer, por primera vez, me sentí paralizado, tardé bastante tiempo en reaccionar, pero al fin lo hice, y empecé a desnudarme, primero los zapatos, los calcetines, después la camisa y finalmente los pantalones, me quede con los “boxers” puestos mientras ella no me quitaba ojo, yo para entonces ya estaba excitadísimo, y la erección era patente, cosa que no le desagradó nada a Celia que miraba sin perderse ningún detalle. Decidí echarme a la piscina con los “boxers” y una vez dentro me los quité y los lance fuera, allí estábamos los dos desnudos dentro del agua por primera vez, después de los interminables juegos, tras doce años de cruzarnos en nuestros caminos, me acerque a ella que seguía apoyada con sus codos en la barandilla de la piscina , yo me coloqué detrás de ella y apoyé mis brazos en la misma barandilla mientras acercaba mis caderas hacia ella, lo primero que contacto con su piel fue mi pene, que rozó su glúteo izquierdo, ella dio un saltito y sonrió, baje un brazo y coloqué mi miembro por debajo de ella, el cual, hacía presión por la excitación sobre sus labios
y comencé a besarle el cuello, ella hacia movimientos hacia arriba y hacia abajo, y movia mi miembro en cada uno de esos movimientos mientras yo cada vez me excitaba mas, por fin se soltó y nos fundimos en un beso mientras mis manos recorrían todo su torso desnudo, haciendo paradas en cada uno de sus pechos, en su cintura, en su vientre, aferré sus glúteos y la acerqué hacia mi, siempre sin dejar de mirarla, fui nadando hacia la otra parte de la piscina, en la que habían una especie de pilones que separaban la parte profunda de la parte para los niños, no me costo mucho subirla a un pilón, yo me pasé a la parte menos profunda de la piscina, y pude observar por primera vez, tras doce años, esos labios abiertos y carnosos, sin excesivo pelo en el pubis, muy bien cuidado, pero negro completamente, aunque sabía que no era rubia natural, no había llegado a imaginármelo así, ahí la tenía yo, le abrí las piernas y la atraje hacia mi, la besé con fuerza, fui bajando por el pecho, donde me detuve durante varios minutos, mis manos tocaban sus muslos, se acercaban peligrosamente a su sexo, pero lo esquivaba, quería excitarla, quería que se diera cuenta de todo lo que se había perdido por jugar conmigo y no dejar que me acostara con ella, seguí bajando mi cara por su vientre, besando cada centímetro de mi piel, y seguí bajando, besé su bello púbico, y segui bajando, pero me desvié para no acertar de lleno en su sexo, ella me cogía la cabeza he intentaba guiarme hasta el, pero yo seguía resistiendo ya que eso aumentaba su deseo, le besaba los muslos la ingle, su sabor era perfecto, las gotas de agua en su morena piel le daban un brillo especial, rodeé unos minutos mas su sexo, sin tocarlo, sin lamerlo pero no pude resistirlo mucho mas, con el primer roce de mi mano ella dejó escapar un suspiro seguidamente mi boca se acerco y saboreé por primera vez la miel de su sexo, lo hice suavemente mientras con mi mano derecha empezaba a estimular su clítoris, su respiración se entrecortaba, sus jadeos eran cada vez mas fuertes, con mi mano derecha empecé a buscar la entrada de su vagina, estaba húmeda y no por el agua de la piscina, el dedo entró fácilmente, seguidamente introduje dos, ella ya no podía acallar sus gemidos de placer, apretaba mi cabeza contra su sexo y me decía que no lo hacía nada mal, continué durante un buen rato así, con tres dedos dentro de su vagina, saboreando sus jugos y estimulando su clítoris, decidí dar un paso mas, saqué mis dedos de su vagina, estaban completamente mojados y lubricados, acaricié su ano, y lo lubriqué con sus propios jugos, he intente introducir un dedo mientras continuaba saboreando su sexo, tuve un poco de resistencia, pero entro fácilmente, sus gemidos cambiaron de tonalidad, estos eran mas graves, no se por que pero me hizo gracia, yo seguía a lo mio, continué saboreando su sexo, pero notaba que su excitación era mucho mas, quizás los dos dedos entrando y saliendo de su ano estaban dando su fruto, en una ocasión me comento que le encantaba el sexo anal, ahora se movia y sus gemidos eran mucho mas fuertes, yo deje de lamer y me limité a mover los dedos mas deprisa, ella arqueó la espalda y alzó su trasero mientras no podía dejar de gritar y de repente explotó, nunca había visto algo parecido, estaba teniendo un orgasmo, expulsó una gran cantidad de líquido, en un primer momento pensé que se había hecho pis, pero no, fue espectacular ver sus espasmos por todo el cuerpo y ver como se retorcía de placer mientras gritaba, pensé que había sido mucho mas fácil, pero ahí no termino, esto solo había empezado.
En aquel instante la excitación que llevaba me causaba incluso dolor, le dije que entráramos dentro para estar mas cómodos, yo sabía perfectamente como le gustaba el sexo y decidí que iba a darle lo que mas deseaba, iba a hacerlo exactamente como a ella le gustaba y tantas veces me había relatado, la saqué de la piscina en brazos, allí mismo la coloqué en posición y prácticamente me la inserte, ella rodeaba mi cintura con sus piernas y yo andaba sin dificultad mientras en cada paso entraba y salía de ella, entramos dentro del chalet y ahí fui directamente hacia la pared, infinidad de veces me comento que le encantaba que se la folláran con fuerza y contra la pared, y así lo hice, apoyé su espalda contra la pared y comencé a moverme con frenesí, mientras ella comenzaba de nuevo a jadear, ella hizo fuerza con la espalda y me separó de la pared, hasta que quedo prácticamente en posición horizontal, apoyada con su cuello, cabeza y parte alta de la espalda contra la pared, insertada en mi mientras yo la sujetaba por las caderas, no tuve cuidado, sabía exactamente lo que le gustaba y le daba grandes envestidas, su cabeza golpeaba contra la pared en cada sacudida, no se quejaba, tuve que parar, no quería terminar tan pronto, quería saborear cada instante de ese maravilloso momento que tanto había deseado, la bajé al suelo, ella jadeaba y tenía la respiración entrecortada, me fui a sentarme al sofá y le dije que se acercara, ella vino sin rechistar, y se sentó encima de mi, volviendo a insertarse en mi pene, comenzó un movimiento lento subiendo y bajando y rozando con sus pechos mi cara con cada movimiento, no dudé en lamerlos, morderlos y saborearlos, pronto aceleró sus movimientos y sus jadeos se intensificabas, mis manos agarraban fuertemente su glúteos y los abrían y cerraban con fuerza, seguía subiendo y bajando, yo estimulaba su clítoris tocándolo suavemente con mis dedos, en esta posición me costaba menos controlarme, así que aguante todo lo que pude, pero no podía dejarlo así, comencé a acercarme a su ano con mis dedos, mientras ella seguía a lo suyo, subiendo y bajando pero ya con un ritmo infernal, introducí poco a poco mi dede dentro de su ano, al ser tan pequeñita, no me costo mucho, lo inserte por completo, era una sensación única, porque tocaba con mi dedo mi propio pene solo separado por la piel que separa su vagina de su ano, ella noto como entraba mi dedo y solo soltó entre gemidos un si largo y sensual, estaba disfrutando como una loca, y me encantaba tenerla así, ella empezó a moverse de forma que estaba mas pendiente de mis dedos que de mi pene, y en cada movimiento intentaba introducirse mas adentro mis dedos, sentí que jadeaba mas de la cuenta y empezaba a gritar mas y mas, de repente se levantó, quedando a treinta centímetros sobre mi, mi pene seguía muy erecto, y empezó a convulsionar, y ocurrió de nuevo, pero esta vez me empapo todo, era increíble como se corría, sus flujos salían en una cantidad y con una presión que quedó todo mi abdomen y mi pene totalmente mojados, mientras ella sudorosa, le costaba hasta respirar y se le ponían los ojos totalmente en blanco, yo no estuve quieto y mientras se corría estimulaba con fuerza su enrojecido clítoris, ella me cogió la mano por la muñeca y me la separó, entonces me dijo:
Necesito coger aire, dame un respiro – comentó entre jadeos mientras se acostaba a mi lado en el sofá.
Relájate un segundo que vuelvo – conteste yo.
Fui hasta la cocina y llené dos vasos de agua fresquita, estaba empapado con una mezcla de flujos y sudor, mi pene continuaba erecto, estaba orgulloso de mi por lo que estaba aguantando con la mujer mas morbosa que nunca he conocido, aproveché mi viaje a la cocina para rozar mi pene con la botella de agua bien fresquita, me ayudó a calmarme un poco, porque en ese momento tenía un dolor increíble de tanta excitación. Volví al sofá ella ya respiraba mas tranquila, me senté a su lado y le ofrecí un vaso, ella bebió de un trago lo dejó sobre la mesa y acto seguido ya la tenia acariciando mi pene, en ese momento, mi pene estaba algo mas relajado, pero seguía erecto, lo acariciaba de una forma, como si estuviera dándole las gracias, lo hacía cariñosamente, esta vez no con lujuria, pronto no tuvo suficiente con acariciarlo y empezó a besarlo, largamente, apoyándolo sobre sus labios durante varios segundos, pronto reaccioné y se puso otra vez extremadamente duro, ella tambien sabía lo que me gustaba y empezó a lamerlo muy despacio, lo introdujo en su boca, poco a poco fue engullendo hasta que sus labios estaban en mi pelvis y todo mi pene llenaba su boca, siguió así durante minutos, mirándome con una cara de vicio, que nunca olvidaré, yo con mi brazo alargado tocaba sus nalgas y rozaba sus labios vaginales, estaban ahora secos, pero no tardaron en lubricarse, era increíble con la facilidad que se excitaba, ella seguía lamiendo, saboreando, degustando toda la longitud de mi pene, en ese momento estaba en la gloria, hubiera deseado que ese instante durara eternamente, pero la maestría de sus labios empezaban a dar sus frutos, y tuve que pedirle que parada, ella no me hizo caso, pero ahí es cuando me di cuenta por fin, de que había cambiado todo, que por fin yo tenia el control y todo fue muy distinto.
Con sumo cuidado, para no hacerle daño, comencé la difícil tarea de soltarle el pelo, así conseguía distraer la atención y evitar acabar, porque quería que ella jamás olvidara este día, conseguí soltarle el pelo, entonces, con mi mano derecha la agarré del pelo, y le estiraba hacia mi, lo hacía fuerte, ella, se quejó un par de veces pero seguía, le encantaba que yo le marcara el ritmo, que la obligara a tenerlo todo entero en la boca, en un par de ocasione, con los dedos le tápe los agujeros de la nariz mientras tenia todo mi pene en el interior de su boca, ella hizo ademán de que no podía respirar, entonces, abria mas la boca y veía como se le escapaba saliva por los laterales de los labios, me encantaba esa imagen, de repente, sucedió algo que no esperaba, Celia se vino por tercera vez, esta vez me sorprendió, porque ni siquiera la estaba tocando en ese momento, supongo que sería por el grado de excitación, no lo se, el caso es que oí un ruido como que se derramaba un vaso, mi sorpresa fue cuando miré a la mesa y los dos vasos estaban allí y luego l fijarme en ella, la volví a sorprender, convulsionaba de cintura para abajo, y sus muslos brillaban por el desbordamiento de sus jugos, era increíble, y me sorprendía que yo provoqué eso, esos tres orgasmos que Celia intentaba ocultar, pero que eran tan explosivos que no lo conseguía, dejé un rato que siguiera degustando mi fatigado pene, lo hacia con los ojos en blanco, ya no me miraba, y no paraba dejadear, estaba claro que le encantaba, que no me mintió en
eso, lo hacía suavemente, dulcemente, adoraba mi falo erecto, parecía que no quisiera saber nada mas de el. Dejé que se relajara unos instantes y entonces fue cuando ya me decidí, no podía alargarlo mucho mas o me reventaría el pene en mil pedazos, llevaba casi hora y media erecto y me empezaba a preocupar si me quedarían secuelas, levante la cabeza de Celia, la acerque hacia mi, la besé dulcemente, posiblemente el beso mas dulce y menos lascivo que le había dado hasta el momento, y me levante.............
Ella quedo de rodillas, con el vientre apoyado en el sofá, con el apoyo de sus antebrazos su espalda quedaba arqueada hacia arriba, y veía la silueta de sus bonitos pechos a ambos lados de la espalda, miraba fijamente el respaldo del sofá, mientras todavía intentaba recuperarse, pero yo no lo iba a dejar ahí, era mi momento, después de doce años quería que supiera lo que se había perdido, y sobre todo, quería tener el control que nunca había tenido en nuestros juegos, tras un par de minutos, sin que ella se moviera, solo giraba la cara y me sonreía, me acerque sigilosamente, mi pene todavía erecto quedo encima de su trasera, era perfecto, me coloqué con las piernas abiertas una a cada lado de su trasera, y me dispuse a entrar desde arriba, primero puse cada una de mis manos en sus glúteos y los abrí todo lo posible, su ano apareció, no era la primera vez, se notaba, estaba dilatado pero un poco seco, decidí ser un poco caballero, y me río cuando lo escribo, y dejé caer un poco de mi saliva sobre su ano, ella lo notó pero no reaccionó, si lo hizo cuando instantes después mi pene entro con fuerza en su ano, quería que lo recordara y no tuve mucho cuidado, lo que mas me gustó fue la reacción de Celia, como alzó su cuello, su cabeza y sobretodo ese gemido medio de dolor y placer que escapó de su garganta, con mi miembro totalmente insertado en su ano cesé el movimiento, quería que se acostumbrara al tamaño, pero a los pocos segundos comencé un movimiento frenético, la taladraba con fuerza, sin ningún cuidado, sus gemidos mas graves esta vez me excitaban cada vez mas, estuve dándole “caña” durante unos doce minutos, en los que ella no paraba de gemir como una loca, apoyaba mis manos en su cadera, en su trasero, y dejaba caer todo mi cuerpo sobre ella mientras seguía penetrándola salvajemente, de vez en cuando rodeaba su cintura con mi brazo hasta llegar con la punta de mis dedos hasta su clítoris que no dudaba en estimular, yo ya empezaba a estar cansado y no sabía cuanto tiempo mas iba a poder aguantar si echar hasta la última gota de mi esperma, cuando de repente, volvió a ocurrir, Celia empezó a moverse de una forma salvaje, prácticamente era ella la que movía su trasero hacia mi intentando que yo entrara mas profundamente en ella, parecía que quería que le llegara al estomago, soltó un grito increíble mientras mordía e respaldo del sofá, y volvieron los flujos a caer al suelo, por sus muslos, esta vez sus contracciones apretaban mi pene dentro de su ano con tanta fuerza que ya no lo pude evitar, y llego mi orgasmo, seguido de litros y litros de esperma que llenaban su culo, la sensación fue increíble, caí rendido encima de ella y quedamos así tumbados durante un largo rato, yo y ella unidos por mi pene y su ano. Mas tarde me retiré de encima y me senté a su lado, entonces cuando vi su cara de felicidad lo comprendí por fin. Ahora ya mando yo, y no iba a dejar escapar esta ocasión.
No hizo falta que dijera nada, ella misma cuando se recuperó me llamo por mi nombre, me hizo mirarla y simplemente se puso a aplaudir y a sonreírme, tuvimos un ataque de risa por la situación y nos abrazamos y nos besamos, como si hubiéramos conseguido un hito histórico, y comenzamos esta conversación:
Has estado maravilloso, me has follado como a mi me gusta, tienes buena memoria te has acordado de todo lo que te contaba, posiblemente ha sido el mejor polvo de mi vida – me dijo sin parar de sonreir.
Bueno Celía, lo he hecho como tu querías pero tu también sabes lo que me gusta y quiero que lo hagas.- dije yo intentado corroborar mi teoría sobre quien mandaba en el juego.
¿Ahora?, ¿estas seguro de que podrás?- contesto sorprendida
Quiero que me la chupes hasta que yo no pueda mas, quiero llenarte la cara de esperma, y quiero correrme tantas veces como puedas hacerlo, ¿vale?- desafié a Ceila.
Vale, te lo has ganado y voy a hacer que te corras hasta que se te sequen lo testículos.
Se levantó y desapareció durante unos minutos en el servicio, cuando volvió se había maquillado y retocado el pelo, estaba reluciente y resplandeciente, era todo un lujo ver su diminuto cuerpo desnudo acercarse hacia mi, contoneando las caderas de forma sensual y pasándose la lengua por su labio superior mientras me miraba fijamente, no hizo falta nada mas y se puso manos a la obra, no tardé en volver a excitarme y con ello mi miembro se alzó como un verdadero mástil el día de la patria, no quería, perdón no podía alargarlo mucho así que me dejé llevar, ella engullía y lamía con maestría, yo me dejaba hacer, me levante, la tenía a ella de rodillas a los poco minutos noté que iba a terminar, le dije que parara, entonces fui yo quien empecé a masturbarme a pocos centímetros de su cara, con mi mano izquierda la sujetaba por el pelo no tarde en dispararle directamente a la cara, hasta siete impactos llegué a contar, y es fue y será la imagen de mi vida, Celia de rodillas, delante de mi, con la cara y el pelo llena de esperma, mi erección no bajo, yo quería mas, no quería que terminara esto nunca, sin soltar su pelo la obligué a seguir, y le prohibí que se limpiara, verla así, me excitaba de sobremanera, esta vez lo hacia rudamente, engulléndola hasta el final, emitía ruidos gluturales, parecía que en cualquier momento podía provocarle el vómito, pero no, esta vez volví a terminar dentro de su boca, oía y veía como mi esperma pasaba por su garganta, no pude aguantar y me senté, pero ella no me dejo, siguió y siguió, no se si llegué a correrme alguna vez mas, creo que un par, y no dejo de lamer mi miembro, hasta que lo saco, entonces lo vi, estaba flácido, parecía muerto, y Celia seguía relamiéndose, y con la cara sucia, y el pelo también, se apoyó en mi pecho y no tardó en dormirse, aproveché para levantarme y vestirme, a ella la dejé durmiendo en el sofá, quedó en posición fetal, su cara en el borde casi cayendo, sucia todavía de esperma no pude resistirme y hacerle una foto con el teléfono, cuando la veo todavía tengo que masturbarme, cogí mi coche y fui al trabajo, llegué cinco horas tardes y le comenté a mi jefe que Celia no se acababa de encontrar bien, tuvimos que recuperar las horas pero valió la pena.
Fue curioso, no hablamos de ello, pero si me contó una anécdota, durante la semana siguiente coincidimos con los compañeros, así que no hubo forma de repetirlo, pero en un descanso del trabajo, me contó medio enfadada, que al no despertarla fue sorprendida por su hermana y su marido, quien se debió poner la botas, imaginaros, encontrarse ese bombón desnuda en el sofá y la cara llena de esperma, según me contó Celia, mas tarde oyó en la habitación de su hermana como ellos también se desfogaban a gusto, y como a partir de ese día su cuñadito cambió la forma de verla.
Seguimos tonteando durante bastante tiempo, y esta vez ella tenía mucho mas interés en que ocurriera algo que yo, el problema que teníamos era que yo estaba casado y ella tenía pareja, por lo cual nuestros encuentros se reducían al trabajo, no volvimos a coincidir solos, pero los fines de semana que teníamos guardia, en el trabajo éramos menos personas y nos solíamos escapar al servicio, allí nuestros encuentros eran rápidos, ya que nos podían pillar, pero intensos, una compañera nos pilló pero no se atrevió a decirlo, y empezó a sonreírme de una forma especial, recuerdo como en uno de nuestros encuentros en los aseos, después de conseguir que se corriera, conseguí que me dejara ensuciarle la cara, ya que no siempre me lo permitía, era como una recompensa cuando la dejaba satisfecha, me lo permitía, ese día lo hice, y al terminar en su cara, le dije que no se limpiara y que saliera a trabajar, mi sorpresa fue cuando salió del servicio siempre después de mi, y se dirigió a su mesa, con semen en su barbilla y relamiéndose, hubo comentarios durante semanas, suposiciones e intentos de averiguar con quién había estado, ya que todos sabían que ella estaba saliendo con alguien ajeno a la empresa.
Lamentablemente, yo tuve que volver a cambiar de trabajo, con lo que perdí la relación con ella, a los pocos meses me hizo una visita en la que me agradeció todo lo que había pasado y me juro que yo había sido el mejor amante que había tenido pero que no volvería a ocurrir, que se iba a vivir con su pareja y que habían decidido tener un hijo, yo no me opuse, quiero mucho a mi mujer, y aunque en la cama es un desastre, nunca se me pasó por la cabeza dejarla, le dije que de acuerdo, pero que me hiciera una felación de despedida y que las iba a echar mucho de menos, de echo, lo hago, me hizo caso y me obsequió con la mamada mas dulce de mi vida, al terminar y con su boca llena de esperma, me besó dulcemente y me dijo adiós. A los pocas semanas me llamó para darme la noticia, estaba embarazada, le di la enhorabuena y hablamos un rato de cosas banales, no hemos perdido el contacto, pero ya no jugamos, tiene una hija preciosa y parece que es muy feliz, pero se que en el fondo no me a olvidado y que jamás me olvidará.