Aventuras de Marta (7)
Esta vez en la oficina de Jorge. La aventura más morbosa hasta el momento.
Hola amigos y admiradores,
Otra aventura más. Esta por sugerencia de Alex y dedicada a él. Es algo de lo que habíamos hablado Jorge y yo pero que nunca habíamos intentado.
Se trataba de algo parecido a lo de mi oficina pero en la oficina de Jorge. Allí es más fácil porque trabaja en una planta de un edificio en una especie de despacho con tres compañeros más. Uno de los compañeros es muy amigo suyo y como veréis jugó un papel bastante importante en esta aventura.
El caso es que una tarde Jorge lo arreglo para quedarse allí con Jose María (este amigo que os comento) y Manolo, otro compañero de trabajo. Me dijo que tenía que hacer todo lo que me ordenase y yo accedí gustosa porque me da mucho morbo. Me presenté allí a las 7 de la tarde. Iba sólo con un abrigo y unos zapatos (salí así de casa). Cuando llegué a la barrera del parking le dije al guardia que avisara a Jorge, tal y como él me había dicho. No tuve problemas para entrar. Ahora empezaba lo morboso (uufff). Aparqué cerca del ascensor. La idea era salir desnuda del coche, subir hasta la segunda planta, que es donde está la oficina de Jorge, entrar allí y camuflarme de momento debajo de su mesa. Tal y como sugirió Alex (gracias, muy buena idea) estábamos en contacto a través del móvil.
Bueno, me quité el abrigo y los zapatos en el coche, llamé a Jorge y me dijo que había via libre. Había aparcado cerca del ascensor y podía haber salido del coche con el abrigo a llamarlo pero como ya sabéis que soy muy morbosa, salí desnuda. LLamé al ascensor y volví al coche a esperar a que llegara. Cuando llegó, se abrieron las puertas y ví que estaba vacío, cerré rápidamente el coche y me metí en el ascensor. Arriba Jorge me estaba esperando. Cuando se abrió el ascensor estaba empapada. Jorge me dijo que me escondiera bajo su mesa. Afortunadamente la parte de delante de la mesa llega hasta el suelo y no se me podía ver. De todas maneras estaba excitadísima porque podía oir a los compañeros de Jorge hablar y trabajar y yo estaba allí completamente desnuda.
Para no desaprovechar el tiempo :-) Jorge hizo que le chupase por debajo de la mesa. Entretanto oi a Manolo despedirse y pensé, "anda que si supieras lo que te pierdes".
Ya sólo quedábamos Jorge, Jose María y yo. Jorge me dijo que saliera de debajo de la mesa y fuese hasta unos armarios que había junto a la pared. Desde allí podía sobarme y hacer un numerito para excitar a Jorge pero Jose María no podría verme. Así lo hice. Estaba haciéndole un numerito a Jorge cuando oí que venía Jose María. Me escondí tras los armarios. Jorge se puso a hablar con él y les oía reirse. Entonces se quedaron en silencio y supuse que Jose María había vuelto a su mesa. Oi a Jorge decirme, "ya puedes salir, Marta". Me extraño que lo dijera en voz alta porque pensé que podía oirle su compañero, pero no le di más importancia. Salí de detrás de los armarios y me quedé helada. Jorge y Jose María me estaban mirando. Aunque Jorge seguro que había hablado con él, la expresión de su cara era todo un poema (aunque la mía no debía estar mal tampoco). En alguna ocasión Jorge y yo habíamos planeado dejar que me viera alguno de sus amigos como por accidente pero nunca lo habíamos intentado todavía. Aquello fue una putada de las gordas, y además sin avisarme. Estaba allí completamente desnuda delante de un desconocido que me lo estaba viendo todo. La sensación era extraña, una mezcla de morbo y vergüenza. En cualquier caso ya no tenía remedio. Le eché una mirada fulminante a Jorge. El me miró más excitado de lo que nunca le había visto. Me dijo que si me importaba hacer de secretaria y me pidió que les trajese unos cafés y que luego tendría que hacer unas fotocopias. Así que me di por vencida e hice lo que me dijo Jorge. A todo esto Jose María debía tenerla más tiesa que una piedra. Y yo paseándome totalmente desnuda por la oficina dejando que Jorge, y lo que es peor, Jose María me vieran perfectamente el culo, las tetas y el coño. De hecho, cuando les llevé los cafés, me acercqué tanto a Jose María que casi pudo tocarme. No lo hizo porque imagino que Jorge ya le había explicado bien las condiciones. La verdad es que empezaba a sentirme mejor. Siempre me ha gustado exhibirme y aquella era poco menos que la situación ideal, en una oficina con Jorge y otro hombre exhibiéndome a mis anchas. La verdad es que estaba empapadita. Jose María seguía echandome unas miradas que eran para haberlas grabado. Estaba como una moto y todavía no se lo podía creer.
Entonces Jorge me dijo, "Marta, antes de marcharnos, que se está haciendo tarde, ¿te importa una última cosa?" Empezaron a temblarme las piernas. "¿El qué?, dije. "Pues que como Jose María y yo estamos como motos, si no te importaría andar un poco a cuatro patas por la moqueta como una perra mientras nos hacemos una paja para desahogarnos". "¿Quééé?", dijimos a la vez Jose María y yo. "Venga, hombre. Eso y nos vamos", pidió Jorge. "Está bien", dije. Entonces empecé a andar a cuatro patas por el suelo. Jorge se sacó la polla y empezó a masturbarse animando a Jose María a hacer lo mismo. Al principio estaba un poco cortado. "Vaya", pensé, "Me lo ha visto todo y ahora le da vergüenza que le vea la polla".
Al final se la sacó y empezó a masturbarse como Jorge. Yo estaba más que excitada. Salvo en películas porno, nunca había visto a un tio hacerse una paja en directo. Caminaba poniendo posturas eróticas y sin perderles de vista. Entonces Jose María empezó a decir, "Me corro, me corro, joder". Y se corrió. Se le pusieron los ojos en blanco y le salío un buen chorro de semen que aterrizó en la moqueta. Poco después se corrió Jorge. Y yo estaba como una perra en celo. Nos despedimos de Jose María que se quedó a recoger un poco y nos fuimos hacia el ascensor. Jose María nos preguntó si me iba así desnuda y le contestamos que sí, que tenía la ropa en el coche. Se volvió a quedar alucinado por segunda vez esa tarde.
Camino del parking le eché una pequeña bronca a Jorge y le dije que hablaríamos en casa. Sabía que era su mejor amigo y la verdad es que fue una de las situaciones más morbosas y excitantes de mi vida, pero me molestaba que lo hubiera hecho a traición :-) De todos modos lo hice porque es uno de sus mejores amigos y quiero mucho a Jorge y sé que disfrutó como pocas veces (que conste que yo también, pasada la vergüenza y el shock inicial).
Estaba tan caliente que le obligué a desnudarse en el coche y follamos como leones. "Ahora ya me he corrido yo también cabronazo, podemos irnos", le dije guiñándole un ojo.
Espero que os haya gustado. Como de costumbre es una historia totalmente verídica y fue terriblemente excitante para los dos (bueno, para los tres). Espero que te haya gustado, Alex.
Un beso y hasta la próxima, chicos.
- Marta -