Aventuras de Marta (4)

Otra morbosa aventura de Marta. Esta vez en la oficina.

Hola amigos,

Aquí tenéis otra aventura. Esta tuvo lugar el Martes pasado.

Pero antes de contárosla, os diré cómo soy para que a partir de ahora podáis imaginarme mejor en mis aventuras. Tengo 41 años, mido 1,67, no estoy muy delgada pero tampoco nada gorda, un poco rellenita podría decirse. Tengo el pelo castaño y los ojos negros. Uso una talla 100 de sujetador (tengo unos pechos "generosos" según Jorge) y el sexo sin depilar. Bueno, ahora la aventura.

Esta ocurrió en mi oficina. Es algo que Jorge y yo queríamos hacer desde hace tiempo. Así que el Martes me quedé hasta tarde trabajando. Eran como las 19:30 y sólo quedaban dos compañeros más (José y Mario). Trabajo en la 4ª planta de un edificio de oficinas, una planta bastante amplia. Mis dos compañeros estaban casi al otro extremo de la planta y además la mesa me protegía de ser vista (ya veréis a qué me refiero).

Tal y como habíamos quedado, llamé por teléfono a Jorge. Me preguntó si estaba lista y le dije que sí. Me dijo, "Bien, quitate los pantalones y las bragas y guárdalos en el cajón". Así lo hice. Como he dicho la mesa me protegía de ser vista, pero me excitaba muchísimo estar desnuda de cintura para abajo delante de mis compañeros. Además existía el riesgo de que alguno se levantase a pedirme algo y eso me hacía mojarme todavía más.

Solo me quedaba puesto un jersey, el sujetador y los zapatos. Jorge me pidió que me sacara el sujetador y lo metiese también en el cajón. Así lo hice.

Entonces me pidió que me metiera en una sala de reuniones que tengo justo detrás de mi mesa (Jorge conoce mi oficina porque ha estado un par de veces). La sala tiene unas cortinillas que estaban bajadas aunque un poco abiertas. De modo que desde dentro, con las luces apagadas, se podía ver lo que había fuera, pero no al revés. Jorge me dijo me me desnudara del todo allí dentro (o sea, que me quitara el jersey:-)) y que asomándome con cuidado lo lanzase a mi cajón. De modo que me quedara totalmente desnuda en la sala. Y que entonces me masturbara un poco mirando a Mario y a José e imaginando lo que harían si me pillasen. Solo pensarlo hacía que me empapase. Hice lo que me pidió Jorge y me quedé completamente desnuda en la sala acariciándome por todos lados mientras por las rendijas de la cortina veía a Mario y a Jorge sentados al otro extremo de la planta. Estaba como una perra en celo. No os imagináis qué excitación pensar que un par de compañeros de trabajo podían pillarme totalmente desnuda allí en la oficina.

Después de un rato salí con cuidado a cuatro patas, llegué hasta el cajón y volví a ponerme el jersey y a sentarme en mi silla.

A continuación Jorge me dijo, "Ahora quiero que como estás te levantes y vayas a los servicios. Te metes en el de tíos y te masturbas un rato. Luego vuelve, me llamas y me lo cuentas". Solo pensar en ello me puso a cien. Afortunadamente, para ir a los servicios hay que pasar por detrás de mí. De modo que me levanté con cuidado cuando no miraban y me fui, solo con el jersey puesto, hacia el servicio de caballeros. Por suerte está al lado del de señoras. Pegué el oído a la puerta y no parecía haber nadie, así que abrí con cuidado y me metí directa en una cabina. Estaba empapada y empecé a masturbarme. Cuando estaba a punto de correrme oí la puerta. Uno de los dos había entrado. Me corrí viva imaginando lo que haría si me viese allí. Esperé hasta que volvió a salir. Con cuidado salí de la cabina y volví a mi mesa. Llamé a Jorge y se lo conté. Se le puso durísima. Me dijo que a ver si conseguía que uno de ellos o los dos vinieran a mi mesa. Además debía dejar el teléfono descolgado para que Jorge comprobase que efectivamente venían a la mesa. Y antes de llamarles debía meterme en el coño un consolador que llevaba en el bolso. Imita una polla de negro bastante grandecita. Jorge y yo nos excitamos mucho usándolo mientras imaginamos que me lo hago con un negro. Saqué el sonsolador del bolso y poco a poco me lo metí hasta dentro. Estaba como una moto. Además si movía un poquito el culo en la silla, lo notaba todavía más.

Como digo no me podían ver pero la cosa era bastante arriesgada, aunque eso es lo que más me pone. Me pegué bien a la mesa para que no se me viera nada y empecé a pensar cómo atraer a alguno de los dos a mi mesa, quizá pidiéndoles algo o para enseñarles algún correo... No sabía qué decir. Entonces Mario se levantó y ví que venía. ¡Qué bien, asunto arreglado! Empecé a mojarme de nuevo. Se acercó a mí para charlar, no quería nada concreto. "Vaya horas, ¿verdad?". "Sí" comenté yo. "Más valdría irnos a casa". "José y yo nos vamos ya, te vienes?". Le dije que en un ratito que tenía que terminar de escribir una cosa y mandarla, no tardaría mucho. "Venga, te esperamos", dijo. Y siguió allí sentado en mi mesa. Yo estaba cada vez más mojada y también más asustada. Como no se marchase de allí al menos un momento, no podía vestirme.

Jorge debía estar disfrutando de lo lindo. Entonces Mario dio la vuelta a la mesa y se sentó en ella a mi lado. Me puse cardiaca. Estaba tan pegada a la mesa que me dolía el estómago, y además al apretarme hacia adentro, el consolador se me metía hasta el mango. Tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no gemir. Y estaba tan mojada que la silla se estaba empapando.

Tenía que hacer algo pronto porque la cosa se estaba poniendo fea. Entonces tuve una idea. Le dije, "Oye Mario, ¿te importa ir a donde José y decirle si le ha llegado un correo que acabo de mandarle? Es que no sé si me funciona bien. Si le ha llegado, entonces seguramente llegue el otro que he mandado y podemos irnos". Por suerte, Mario dijo, "Sí claro, como no" y se levantó para ir adonde José. Yo colgué el teléfono, me saqué el consolador y sin perderle de vista, abrí el cajón, saqué el pantalón, las bragas, el sujetador y el bolso y salí disparada hacia el servicio. Me vestí y volví a mi mesa. Me dijeron que cómo es que había desaparecido de repente y les dije que tenía que ir al servicio urgentemente. Nos marchamos a casa.

Espero que os haya gustado. Yo disfruté como una loca y me corrí un par de veces. Jorge se masturbó y se corrió mientras oía a Mario hablar conmigo en mi mesa.

Besos y hasta otra.

-Marta-