Aventuras de Marta (14)

Esta vez en un hotel y con sorpresa. El morbo se dispara hasta niveles peligrosos :-)

Hola amigos,

En espera de que mandéis alguna sugerencia de aventura morbosa, aquí está la última. De nuevo ocurrió sin Jorge y tuve una experiencia que no sé muy bíen cómo calificar. Es algo que no había hecho nunca, pero por lo que sentía cierta curiosidad. Fue alucinante. Como de costumbre, o más que de costumbre en realidad, una aventura cargadísima de morbo. Algo que ahora a veces todavía no me creo yo misma que pasase. Espero que os guste, a mí me encantó.

Ocurrió la semana pasada. Fui a Zaragoza por motivos de trabajo y me hospedé en un hotel cuyo nombre no mencionaré aquí por razones obvias. Ya sabéis mi afición (¿o debería decir enfermedad?) al morbo. El caso es que tan pronto como terminé las reuniones del primer día (sobre las 5 de la tarde) y volví al hotel, empecé a pensar en cosas morbosas que hacer.

Mi habitación estaba al final de un pasillo en forma de "L" junto con otra habitación. Desde ella se podían ver los ascensores. Para abrir boca empecé por caminar desde la habitación hasta los ascensores y vuelta. Por supuesto en pelotas y sin llevar absolutamente nada encima. Tenía su riesgo y su morbo porque podía salir alguien de cualquiera de las habitaciones que había entre la mía y el ascensor y pillarme. Y encima muchos eran compañeros! Aaaghhh.

Como sabéis que nunca tengo bastante, la cosa fue subiendo de tono. La siguiente fue coger la llave de mi habitación y dejarla en una esquina de las escaleras enfrente del ascensor. A continuación, volví a mi habitación, respiré hondo y cerré la puerta detrás de mí. Debía ir hasta las escaleras enfrente de los ascensores y recuperar la llave si quería volver a entrar en la habitación. Fue una pasada Ya lo he dicho montones de veces pero si no lo habéis experimentado es difícil de explicar la sensación tan morbosa que produce el estar completamente desnuda y expuesta de modo que cualquiera pueda pillarte y vértelo todo. Es bestial. Pues nada, conseguí recuperar las llaves y correrme por el camino. Llegué empapada a mi habitación. Tenía los pezones como piedras y los muslos empapados casi hasta media pierna.

Después de eso descubrí una puerta que había al final del pasillo, al lado de la habitación que estaba junto a la mía. La abrí y resultó ser un pequeño cuarto en el que había productos de limpieza, toallas, etc.,. No sé si me volví loca o qué pero lo cierto es que cuando el morbo está a unos niveles como los de aquella tarde, ya ni siquiera puedo pensar. Así que cogí la llave, cerré la puerta de la habitación, abrí la del almacén y me metí dentro. Una vez cerré la puerta y me quedé dentro, me di cuenta realmente del peligro que corría. Si venía la persona encargada de la limpieza, no había escapatoria. Joder, ¡qué morbazo! Oí el ascensor y voces. Debían ser los inquilinos de alguna habitación próxima a la mía porque los oi bastante cerca. Me estaba poniendo malísima. No podía parar de tocarme. Allí en pelotas metida en aquel almacen, el morbo era insoportable. Me estuve tocando un rato imaginando todo tipo de cosas.

Al final salí después de cinco minutos o así, miré que no viniera nadie y volví a meterme en mi habitación.

El día siguiente, teníamos las reuniones por la tarde y la mañana libre, así que aventurita al canto. Me había gustado tantísimo el día anterior que tuve que repetir lo del armario de la limpieza. Pero esta vez hubo sorpresa, ¡y qué sopresa! Cuando llevaba allí dentro como diez minutos sobándome e imaginando todo tipo de cosas, de repente se me heló la sangre en las venas. La puerta se abrió. Era una chica de la limpieza. Era morena, un poco más bajita que yo y delgadita con lo cual sus tetas llamaban todavía más la atención porque eran como las mías más o menos solo que estaban como suele una tenerlas con 20 años. Todo esto me fijé después porque cuando se abrió la puerta y la vi fui incapaz de fijarme en nada. Me quedé helada de miedo. Ya sabéis que me encanta el morbo y el peligro de que puedan pillarme pero siempre intento que no me pillen porque la verdad es que es un cortazo.

Como digo me quedé paralizada, y ella también. Supongo que en su vida habría esperado encontrar aquello en el armario. Y tras unos segundos hizo algo que me dejó aun más sorprendida. Cerró la puerta detrás de ella y me puso una mano en el coño. "¡Qué niña más mala!", me dijo mientras me acariciaba todo el coño.

Yo no podía reaccionar. Por un lado siempre había tenido cierta curiosidad por cómo sería una relación lésbica, pero por otro lado jamás había tenido un contacto de este tipo. De todos modos tampoco estaba en situación de discutir mucho. "Veo que eres una exhibicionista. Te da morbo estar aquí desnuda, ¿eh?". "S-s-í, u-u-n poco", contesté como pude.

Estaba tiesa como un palo. La verdad es que notar la mano de aquella chica en mi coño me dejó confundida. "Tranquila, que no voy a hacerte daño, todo lo contrario. Déjame que lo termine yo, ya verás como te gusta".

Nerviosísima por la situación y morbosísima también, me corrí en la mano de aquella chica. Nunca había sentido nada igual.

"Veo que a ti también te gusta el morbo", me dijo. "Yo muchas veces mientras limpio las habitaciones, me meto en alguna, cierro la puerta y me masturbo. Alguna vez me despeloto del todo. No sabes qué morbo".

"Ya lo creo que lo sé", le dije yo.

Estaba a punto de despedirme amigablemente y volver a la habitación creyendo que ya se había acabado todo, pero no sospechaba yo que todavía quedaba lo mejor.

"No me parece justo que estés desnuda y yo vestida. Vamos a arreglarlo". Y se desnudó de arriba a abajo delante de mí. La verdad es que estaba estupenda. Su piel era más clara que la mía y como dije, sus tetas grandes y bastante firmes. Qué quereis, se notaba que tenía 20 añitos. También tenía el coño sin afeitar. Entonce se abrazó a mí y empezó a restregarse. "¿Qué te parece si abro la puerta para que nos vean sobarnos?". No tuve ni que suplicarle que no porque debió ver mi cara de horror. "Tranquila mujer, era una broma. Si me ven me echan, seguro". "Sin embargo te hacía más morbosa...". Y empezó a tocarme otra vez por la entrepierna. Me separé de ella. "Eh, no te habrás enfadado, ¿no?". Entonces abrí la puerta y salí del cuarto. "Venga, vamos a masturbarnos aquí fuera si te atreves", le dije.

Salió del cuarto con una cara de morbo que me puso a cien y nos pusimos con la espalda apoyada en la pared de al lado de mi habitación. Dejamos la puerta abierta por si las moscas y así apoyadas en la pared cada una puso la mano en el coño de la otra y empezamos a masturbarnos. No voy a tratar de describiros el morbo porque fue inconcebible. Allí completamente desnudas las dos sobando cada una el coño de la otra, con varios de mis compañeros de trabajo en algunas de las habitaciones de al lado ajenos al espectáculo porno que tenía lugar en el pasillo. Nos corríamos mirándonos a la cara hasta que a una o a las dos se nos ponían los ojos en blanco. Perdí la cuenta de las veces que me había corrido, sólo sé que estaba mareada y las piernas no me aguantaban. Pensé que iba a caerme al suelo. Ella debía estar igual porque me sugirió que entrasemos en la habitación a descansar un poco.

Estuvimos hablando, le conté mi afición y le hablé de esta página web (M.C., si estás viendo esto, un beso muy grande). Por lo que me contó, teníamos gustos similares. También era super morbosa y bastante exhibicionista. Me confesó que más de una vez se había masturbado en uno de los cuartos esos de la limpieza con la puerta entreabierta, o en el ascensor, o en mitad del pasillo.

Hicimos alguna otra aventurita más como por ejemplo la de las llaves y el ascensor (le encantó cuando se la propuse), incluyendo la de subir al cuarto de la limpieza del piso de arriba dejando toda la ropa en mi habitación. La verdad es que ahora escribiendo esto, pienso que debo estar loca. No sé cómo tuve valor para pasearme en pelotas con la chica de la limpieza por el hotel. Ya os digo que estoy preocupada porque cuando el morbo llega a cierto nivel ya no razono con claridad ni puedo sopesar los peligros potenciales de mis acciones. De hecho, luego pensándolo, si llega a abrir un hombre hubiera sido un buen problemón porque con él no hubiera hecho lo que con esta chica. Lo creais o no, soy fiel a Jorge. Esto era distinto porque sabia que no iba a importarle. Ya habíamos hablado de ello en varias ocasiones y Jorge tenía esa fantasía hace mucho. A los tíos parace que les pone mucho imaginar a su pareja con otra mujer. Desde luego, mientras corría mis aventuras pensaba continuamente en la de pajas que iba a hacerse Jorge cuando se lo contara (como así fue).

En fin, volviendo a lo interesante :-), lo último que hicimos después de acumular morbo a toneladas durante nuestras idas y venidas fue tumbarnos en la entrada de mi habitación y masturbarnos entrelazando las piernas y frotándonos los coños (MC. me dijo que se llama hacer la tijera). El caso es que entre el morbo acumulado, el verme allí tirada en pelotas con ella y la sensación de frotar mi coño empapado contra su coño super húmedo (a veces hasta tenía miedo de que algunos de mis compañeros oyese el chof-chof), me corrí (nos corrimos) otras dos o tres veces.

Nunca en mi vida había hecho nada igual, ni había sentido un morbazo tan exagerado.

Bueno, pues eso fue todo. No estuvo mal, no.

Por cierto, algunos de vosotros ya me lo habéis preguntado pero vuelvo a repetirlo aquí, aunque el que quiera está en su derecho de no creerlo. TODAS las aventuras que he escrito son 100% REALES. No hay nada inventado. No sé si será por el valor que me da el morbo (evidentemente esta no hubiera pasado si no llego a meterme desnuda en aquel cuarto) o por qué, pero todas estas experiencias las he disfrutado tal y como las describo. A veces me invento un poco los diálogos como en este caso porque no recuerdo las palabras exactas, pero desde luego el resto es 100% real. Me metí en aquel cuarto completamente desnuda, apareció la chica, me masturbó, hicimos la tijera en el suelo delante de la puerta de mi habitación, etc.,.

Siento que tampoco haya fotos esta vez pero es que la cámara la suele tener Jorge. Además para mí hubiera sido difícil hacérmelas a mí misma. Y no era cuestión de pedírselo a un compañero (aunque estoy segura de que no le hubiera hecho ascos :-))

Besos a todos,

  • Marta -

Un besazo muy grande si lees esto, M.C. Ojalá volvamos a encontrarnos algún día.