Aventuras de Marta (11)
Celebración de "Esclava en Pelotas por un Día". No os lo perdáis, como siempre supermorboso.
Hola amigos,
Aquí estoy después de algún tiempo sin escribir (que no sin correr aventuras morbosas, ya sabéis que no podemos pasar sin ellas). Las ha habido en hoteles, en el campo, en cines, etc.,. Ya os las iré contando.
Hoy os voy a relatar la primera edición de lo que Jorge y yo hemos dado en llamar "Esclava en pelotas por un día".
Ya veo vuestras caras de morbo :-). Pues sí fue muy morboso.
La idea, como os podréis imaginar consiste (en principio vamos a intentar llevarla a cabo una vez al mes o así) en que tengo que pasarme un día entero completamente desnuda y haciendo todo lo que me ordene Jorge.
Hace una semana celebramos el primer día de "Esclava en Pelotas por un Día". Conociéndome como me conocéis a estas alturas ya os podéis imaginar que no me pasé todo el día desnuda en casa. Al levantarnos por la mañana, me quedé desnuda y así debía permanecer hasta que Jorge me dijese que podía vestirme (lo cual ocurriría sobre las 10 de la noche o así). Mientras tanto, no importaba lo que pasase, si Jorge no me daba permiso, no podía ponerme ni los zapatos.
Bueno, después de desayunar (tempranito), empezó el morbo. Ya sabéis lo morboso que es Jorge (y yo todavía más) así que decidimos que saliese de casa completamente en pelotas. Después de mucho pensarlo decidimos llevar un vestido y unos zapatos de emergencia en una bolsa por si las cosas se ponían demasiado peligrosas. Tampoco era cuestión de acabar entre rejas :-)
Lo primero que había que hacer era bajar al garage en el ascensor, montarnos en el coche y salir a la calle. Jorge salió a las escaleras, vigiló que no viniera nadie, llamó al ascensor y cuando estuvo en nuestro piso yo salí y le dimos al botón que llevaba al garage. No teníamos ni idea de que haríamos si se paraba el ascensor en algún piso antes de llegar al garage, o si en el garage nos encontrábamos a alguien. Solo sé que Jorge tenía la polla como una piedra y yo estaba empapada.
Al final conseguimos entrar en el coche y salir del garage sin ningún contratiempo. Era Sábado por la mañana y bastante pronto, de modo que era normal no encontrarnos mucha gente. Ya veríamos a la vuelta...
En primer lugar nos dirigimos a una urbanización que hay cerca de casa. Afortunadamente vivimos en las afueras porque hubiera sido imposible circular por el centro de la ciudad conmigo completamente desnuda en el asiento del copiloto. A pesar de que tenemos un coche alto y la mayoría de turismos no alcanzan a nuestro nivel y por tanto no pueden vernos.
Bueno, de camino a la urbanización empezó el morbo. Jorge me ordenó que no me tapara nada y así lo hice. Iba tan tranquila (es un decir) notando el primer sol de la mañana cuando me llevé un buen susto. Un camión nos pegó una buena pitada. Me asusté porque creí que íbamos a chocar, pero es que el cabronazo de Jorge se había puesto al lado de un camión y el camionero me lo estaba viendo todo. "Ni se te ocurra taparte", me dijo Jorge. "Deja que te vea bien". Así lo hice. Le dejé que me viera bien las tetas y los pelos del coño. Le miré y tenía los ojos a punto de salírsele y cara de no creerselo. No perdía detalle. Entonces Jorge me ordenó que subiera los pies al salpicadero para que me viera bien la raja del coño. Lo hice. Estaba empapadísima y el camionero debía tener la polla como una estaca. Me dio miedo que fuera a tener un accidente porque miraba más a mi coño que a la carretera. Jorge me dijo, "Venga hazte una paja para que vea cómo te corres". Hice lo que me ordenó Jorge. Ya sabéis cómo me gusta hacerme las pajas así que empecé a frotarme el clítoris con una mano mientras me metía un dedo de la otra en el culo. Saber que todo eso lo estaba viendo un camionero desconocido fue demasiado. Me corrí gritando como una loca, aunque el camioneró todo lo que vió fue que se me quedaban los ojos en blanco y que arqueaba todo el cuerpo con lo cual seguro que vio mucho mejor como me entraba entero todo el dedo de la mano izquierda en el culo. Después de haberme corrido delante del camionero, Jorge aceleró y le dejamos atrás. Tocó varias veces el claxón, no sé si para darnos las gracias o para pedirnos que no nos marchásemos. Yo estaba como una moto.
Algo después llegamos a la urbanización y entramos. Afortunadamente no había guardas en ese momento en la puerta. Si los hubiera habido, la idea era hundirme un poco en el asiento para tratar de que no me vieran.
Como era de esperar había poca gente por las calles. Entonces Jorge paró y me ordenó bajarme. "Vamos a recorrer muy despacito algunas calles, tú irás a pie siguiendo al coche". Y así lo hice. Un par de veces tuve que esconderme detrás de nuestro coche y alguna detrás de un coche que había aparcado porque apareció gente. La verdad es que la sensación de ir paseando completamente desnuda por la calle sabiendo que en cualquier momento te pueden ver es difícil de explicar. Me excité como pocas veces. Me podían ver desde cualquier sitio. Uufff.
Bueno, después de un buen paseo, paramos junto a una casa. Jorge quería que fuera una con obreros (había algunas que claramente estaban cerradas porque seguramente la gente iría allí solo en vacaciones y otras en las que claramente los dueños estaban dentro). Esta tenía las ventanas cerradas y había una furgoneta aparcada fuera. Unos jardineros (parecían marroquíes) estaban trabajando en una esquina del jardín. La idea de Jorge era dejarme allí e irse a dar una vuelta. Me ordenó que si podía me metiese en el jardín (había que saltar una valla muy pequeña) y me ocultase entre los arbustos.
Se marchó en el coche. Yo no perdí tiempo porque si pasaba alguien por la calle me vería enterita. Así que respiré hondo y salté la valla. Si los obreros se hubieran girado me habrían visto, pero por suerte no lo hicieron así que me oculté tras unos arbustos. Estaba como a unos veinte metros de ellos y empapada hasta los tobillos. Empecé a tocarme un poco. Estaba tan excitada que decidí arriesgarme y corrí hacia la casa. No me vieron. Enconces empecé a deslizarme pegada a la casa hasta llegar a cinco metros de donde estaban los moros trabajando. Estaba pegada a la fachada del chalet y había una pequeña esquina en la que me ocultaba, pero si alguno de los obreros decidía ir hacia la puerta para coger algo de la camioneta, por ejemplo, me vería allí completamente desnuda casi seguro. Imaginar todo tipo de situaciones y escucharlos hablar tan cerquita de mí me puso como una moto. Así que me pegué una masturbada de campeonato sobándome las tetas y tocándome el coño y el culo. No tardé en correrme como una loca (yo creo que más de una vez).
Bueno, ya estaba bien. Tampoco quería que me pillasen. Así que muy despacito volví a los arbustos que había junto a la valla y esperé a Jorge. Cuando llegó me dispuse a saltar la vaya pero los obreros debieron oír el coche de Jorge y miraron hacia allí. Entonces oí que pegaban voces. Me tuvieron que ver seguro en pelotas saltando la valla. Me monté en el coche y Jorge arrancó a toda velocidad. Miramos atrás y vimos a todos los moros en la calle al lado de la furgoneta gesticulando y mirando como nos íbamos. Me gustaría haber escuchado lo que decían. Seguro que no estaban seguros de si lo habían visto en realidad o no.
Salimos de la urbanización y nos metimos en la carretera. Jorge tenía otra idea muy morbosa, pero esa os la cuento el próximo día que esta aventura ya está resultando muy larga.
Besos a todos mis lectores morbosos.
- Marta -