Aventuras de Marta (10)
Otra aventura supermorbosa de Marta. Esta vez en una obra.
Hola amigos,
Tras unos días sin escribir, aquí tenéis otra aventura. Muy morbosa, como siempre.
Después de lo que pasó en el tren con los obreros y los viejecitos, Jorge insistió en exhibirme otra vez. Como sabéis me encanta el morbo de que me pillen pero nunca había dejado que me vieran a propósito. Aunque he de reconocer que me estaba empezando a gustar.
Así que Jorge y yo preparamos otra aventura. Esta vez en una obra (una construcción). Fuimos un sábado bastante temprano para que hubiera pocos obreros. Aparcamos el coche y me desnudé completamente. El plan era pasear por la obra sin que me pillasen, pero Jorge quería que al final me exhibiese completamente desnuda delante de algunos obreros. Buscaríamos alguna zona en la que solo hubiera dos o tres. Se trataba de una zona bastante grande con varios edificios en obras.
Salí del coche totalmente desnuda y empezamos nuestro "paseo". Yo estaba empapada a los cinco minutos y Jorge con la polla como una piedra. Estuvimos paseando así un buen rato y Jorge me sacó un par de fotos (una la tenéis al final de este relato, espero que os guste). De momento habíamos conseguido que no me viera nadie (o por lo menos eso creíamos). Entonces Jorge me dijo, "Mira cariño, allí parece que hay unos pocos obreros, ¿te parece si hacemos nuestro plan?". Miré y efectivamente en una esquina, al lado de un montón de ladrillos, se veía a dos o tres obreretes sentados charlando. A mi me temblaban las piernas y me chorreaba el coño. "Está bien, pero solo un ratito", le dije no muy convencida.
Jorge se acercó según lo planeado y les comentó que a la vuelta de la esquina estaba su mujer completamente desnuda, que si les apetecía verme las tetas, el coño y el culo. Los obreros pusieron cara de no creerse una palabra y miraban a Jorge como si estuviera loco. "Pero nada de tocar, ¿queda claro?. Solo mirar y hacer lo que queráis pero sin tocarla. Es para una apuesta de Internet (la excusa que ponemos desde hace poco, y que parece funcionar). También os pido que no gritéis ni arméis mucho escándalo porque este es un espectáculo sólo para vosotros. Si vemos que vienen más, se viste y nos marchamos". Esperando que de un momento a otro Jorge les sacase la lengua y saliera corriendo y gritando "Se lo han tragado, se lo han tragado!!" o algo así, los obreros accedieron por seguirle la corriente.
Entonces me llamó y despacito para añadir un poco de suspense, y también porque estaba nerviosísima y bastante asustada, di la vuelta a la esquina.
¡Ostia Puta!! ¡Cago en Dios! ¡La Virgen! Menos mal que Jorge les hizo callar porque si no se junta allí toda la obra en pleno. Las caras era para verlas. Se les salían los ojos. Me miraban todo bien mirado.
Yo también me estaba poniendo como una moto con tantos obreros mirando mi cuerpo totalmente desnudo. Jorge les dijo que no se cortasen y que siempre que no gritaran me podían decir lo que quisieran. Algunos se animaron y empezaron a decirme burradas. Después de un rato (que se me hizo eterno), Jorge les dijo que porque no se hacían todos una paja (él incluído) para que yo les viera. Y les dijo que yo también me masturbaría. Se miraron indecisos y el primero se desabrochó el mono, metió la mano y se sacó la polla (que estaba como una estaca, por cierto). "Vosotros hacer lo que queráis, pero yo me casco una paja viendo a la zorra esta, ahora mismo". El siguiente fue Jorge y en pocos minutos me encontré completamente desnuda en plena calle, con cuatro hombres masturbándose mientras me miraban con los ojos llenos de vicio. Afortunadamente los obreros estaban detrás de una verja y no podían tocarme ni acercarse. Pero si podía oirles respirar entrecortadamente y también gemir de vez en cuando, lo que me excitaba muchísimo.
"Venga, cabrona, manoséate el chocho y las tetas" "Hazte un buen pajote a nuestra salud, hijaputa!" "Qué buena está la muy golfa".
Yo por mi parte me manoseaba como me habían pedido, me pellizcaba los pezones, me metía los dedos, les enseñaba el coño y me abría el culo para que lo vieran bien. "Por ahí te daba yo bien dada, zorra" me decía uno. Ya no podía más, me iba a correr viva con aquella especie de orgía en plena calle.
"Como no os corráis ya, me corro yo antes", les dije.
El primero fue Jorge que debía estar dándole un morbo que no me lo puedo ni imaginar. Puso los ojos en blanco y empezó a salirle el semen y a caer en el suelo a sus pies. Los otros no tardaron mucho. "¡Ostia, me corro!!" Y uno de ellos echó un chorro de semen que llegó hasta la verja. Aquello fue demasiado, ver correrse a un obrero delante de mis propias narices. A los otros dos los oí pero no pude verlos porque tenía la vista nublada. Me estaba corriendo toda. Traté de no gritar mucho mientras me corría apoyada en un coche y completamente desnuda en plena calle mientras oía los orgasmos de dos obreros y todavía recordaba el chorro de semen del tercero. Me empapo entera solo recordándolo. Fue un orgasmo bestial, bueno creo que me corrí más de una vez.
Cuando las cosas se calmaron, me dieron las gracias y yo a ellos y Jorge y yo volvimos al coche dejando atrás a tres incrédulos obreros que al día siguiente seguro que se preguntarían si no lo habían soñado todo.
¡Vaya aventura!
Besos a todos y a todas,
- Marta