Aventuras de colegio (I: Athan)

El colegio fue una época llena de aventuras, donde sin reparo me permití gozar, explorar y disfrutar

Hola a todos, realmente nunca me he considerado una buena estudiante, me cuesta concentrarme y me aburro fácil, sin embargo, las aulas de clase me parecen los espacios más propicios para tentar, jugar y seducir, que es algo que si me interesa.

Para ponerlos en contexto… alrededor de mis quinces, era una chica de estatura promedio, con un culo paradito, piernas bien torneadas, cintura marcada y unos pechos redondos de buena talla, me encantaba llevar la falda más bien corta, con las medias por encima de la rodilla y sólo llevaba el buso cuando era obligatorio, el resto del tiempo me la pasaba en camisa con unos cuantos botones abiertos, dejando apenas a la imaginación la imagen de mis tetas que se transparentaba.

En nuestro grupo éramos siete hombres y cinco mujeres, que como es usual en la adolescencia, se mantiene unido por la tensión sexual y el furor de las hormonas, el deseo latente nos llevó a lo largo de los años de colegio a disfrutar de tantas posibilidades y emociones.

El primer relato de esta serie empieza con Athan, un chico más bien callado, tranquilo, al que le gustaba ir de fiesta los fines de semana, pero en el colegio pasaba algo inadvertido, después de un año estudiando juntos, ya con algo de confianza, un día en clase llegó a mí una notita

  • Me encanta tu culo

  • ¿Quieres verlo?

  • Quiero tocarlo

  • Te veo fuera de clase

Ese día a la salida, nos encontramos como habíamos quedado, hablamos de cómo íbamos a convencer a la directora de curso para que lo cambiaran de puesto y lo ubicaran detrás de mí. Resulta que mi puesto quedaba justo en una columna, por lo que, si lo ubicaban detrás de mí, él podría “meterme mano” sin que nadie se diera cuenta.

Después de una semana, logramos el cambio de puesto, y sin mucha espera, en la siguiente clase me sorprendió mientras tomaba apuntes, una mano apretándome una nalga, se sentía bien su tacto suave y cálido, sumado al morbo de que en algún momento alguien nos descubriera.

Así pasamos varias semanas, jugando a toqueteos mientras la fantasía de haber explorado todo mi stock de pantys, manoseado mi culo, y de vez en cuando mi vulva, nos iba poniendo cada vez más a tope. Mientras tanto Lera, me había contado de un chico con el que también habían estado morreando pero no se animaban a más, así que con la tensión ahogándonos, aprovechamos una mañana el horario de exámenes, y al salir temprano nos fuimos los cuatro para mi casa, que estaba segura de que estaría sola hasta pasadas la 1.

Llegamos y tras un par de cervezas para calmar los nervios, cogimos la botella y la pusimos a girar, así resultaron Athan y Lera besándose, luego Lera y yo, y ya entrados en confianza, la giramos una vez más para saber como quedaban las parejas y así irnos cada pareja para una alcoba.

Lera subió con su chico, mientras Athan y yo nos fuimos para mi alcoba, fue sólo cerrar la puerta para que ahí mismo Athan se apoyará contra mi sellando un beso apresurado, deseoso, ahí estaba yo contra la puerta y sintiendo la presión de su pecho, firme, torneado, que apretaba mis tetas.

Nos separamos para tomar aire, mientras así nos quitábamos el buso y la camisa, zapatos y entonces, esa excitante imagen de él sin camisa, desvistiéndose mientras me veía a los ojos, me invadió por completo, me acerqué y lo empujé para que quedara acostado y poderme subir a horcajadas sobre él, metió sus manos bajo mi falda como tantas veces lo había hecho se aferró a mi culo mientras me advertía de su impresionante erección al rozarla contra mi sexo, era excitante, mantuvimos el roce con ritmo frenético hasta mi orgasmo.

  • ¿Qué quieres Mila?

  • Te quiero a ti

  • ¿Cómo?

  • Te quiero dentro – contesté jadeante

Me levantó para bajar la falda, admirar mi tanga negra, darme una nalgada, un par de besos por la cadera y finalmente dejarme desnuda, me acostó, se acomodó sobre mi mientras me besaba y jugaba con mi lengua. Con una mano recorría mi silueta y jugaba con mis tetas, mientras con la otra se masturbaba un poco y acomodaba su miembro entre mis labios para jugar un poco con mi clítoris, era un roce húmedo, tibio, delicioso, con cada movimiento me arrancaba un gemido, mientras él mismo iba aumentando sus suspiros.

  • Métemela – rogué

Me miró y sonrió, se acercó a mí y me besó despacio, con calma, recorriéndome con su lengua, disfrutando de mi aliento y mis suspiros, se acercó a mi oído y expectante me susurró “¿segura?”, sentí un escalofrío por la columna mientras sentía como ya estaba acomodado presionándose contra mi entrada, con mis piernas rodeé su cintura y elevé mi cadera buscando ahondar el contacto. En respuesta se aferró a mis hombros, y empezó a entrar lento, con ganas de sentir como mi estrecha cavidad se abría ante él, amoldándose, abrazándolo y ante tal sensación, gemimos.

Luego de ese tierno comienzo, las sensaciones eran tan apremiantes que de ahí en adelante todo se tornó frenético, me abrazó y se giró conmigo, dejándome encima.

  • Cabálgame, Mila.

Apoyada en su pecho, en cuclillas con las piernas bien abiertas, empecé a moverme de arriba a abajo buscando mi propio placer mientras lo veía disfrutar, tras un rato así, pasó su brazo por mi cintura jalándome hacia él, y manteniéndome pegada a su torso, me abrazó con fuerza para empezar un bombeo enérgico, rápido, sentía como entraba y salía a gran velocidad mientras se enterraba en el fondo de mis entrañas con cada embestida, hasta que empecé a sentir, el calor y el vértigo agolpándose en mi vientre.

  • ¡Me vengo Athan! – grité entre gemidos

Me levantó para quedar sobre él, pero de espaldas, y así poder tener acceso a mi vagina, mientras yo desbocada a mi propio ritmo me mecía sobre Athan, él jugaba con ganas con mi clítoris hasta que juntos, en un grito, hicimos evidente el éxtasis y fuerza de ese orgasmo.

Me senté sobre él, con su pene aún dentro de mí, para tomar algo de fuerza y separándome de él, me incorporé y empecé a vestirme, durante el proceso llamó mi madre, avisándome que se tardaría un poco más en llegar a casa por una reunión que le acababan de programar, ambos nos sonreímos, colgué, terminamos de alistarnos y salimos de la alcoba.

Nos sentamos en la sala un rato a tomar otra cerveza y comer algo, cuando oímos pasos, eran Lera y su chico bajando por las escaleras, los molestamos un poco para que nos contaran que hicieron y como la pasaron, pero resulto que solo se besaron y metieron mano, pero no más.

Hablamos un poco, cuando recordamos que a la 1.30 teníamos que estar de vuelta en el colegio para recibir las calificaciones, comimos algo fresco y unos chocolates para matizar el aliento a cerveza y nos pusimos en marcha, llegamos justo a tiempo y cada uno tomó su camino… Lera y yo nos encontramos luego y nos quedamos adelantando detalles entre risas.

Hasta aquí esta historia, ya les iré contando de otras… como siempre, ¡gracias por leerme!