Aventura. Parte 2

Segunda parte

Lo vería de nuevo. Estaba ansiosa y nerviosa por verlo, sentirlo. No quería hacerme expectativas de lo que ocurriría, pero habían algunas cosas mínimas que debía hacer.

En cuánto llegué a la consulta activé el vibrador que llevaba en la vagina desde el celular y anuncié mi llegada.

El doctor se demoró unos 15 minutos en bajar.

Yo estaba ansiosa y caliente. Me encontraba de pie en la calle, con el vibrador a toda potencia y teniendo orgasmos, uno tras otro.

Llevaba contados 50 orgasmos.

Sentí el sonido de la puerta de metal abrirse.

-Hola, me dijo. Pasa

Respondí a su saludo y entré. Subí las escaleras meneando el culo. Llevaba vestido y pantys con diseño, sin ropa interior.

Entré a su consulta y me dijo que me sentara.

-¿Dónde quiere que me siente?

Él se sonrió y no me dijo nada.

Se sentó en su silla, sacó mi historial y me preguntó a qué debía mi visita.

-Lo vine a ver a ud., le dije.

Él se sonrió, miró hacia abajo y me dijo:

-Mira, me complica esta situación.

Su boca temblaba, sus manos también.

-Cuénteme, ¿qué le complica?

-Todo esto, respondió.

-¿Qué cosa?

-Me complica, me complica mucho... Tú me dijiste que tenías unos videos... ¿Me los puedes mostrar?

-Si. - Saqué mi celular y empecé a buscar en mis archivos algún videito curioso, le mostré de fisting anal, lactancia erótica.

Él se acercó y se ubicó al lado mío.

-Ufff, que ricas tus tetas. Te sale mucha leche.

Mientras él miraba mis videos, yo le desabroché el cinturón y el pantalón.

Saqué su pico y comencé a chuparlo.

Él gimió y cerró sus ojos.

Se dirigió a sentarse en el sillón de la consulta y yo sin soltar su pico de mi boca.

Se acomodó mientras yo le lamía las bolas.

Seguí chupándole el pico profundamente, hacia arriba y hacia abajo, en círculos.

-¿Te gusta mi pene?

-Me encanta tu pico.

-¿Por qué?

-Porque es grande, duro y me llega hasta la garganta.

Él gimió, se acomodó hacia atrás, bajó su cola, levantó sus piernas y me expuso su ano.

Bajé hacia sus bolas y ano.

Lamí su ano con desesperación, haciendo círculos con mi lengua e introduciendo la punta de mi lengua.

Tenía un ano grande, algo dilatado por lo caliente que estaba. Un deleite para mí.

Él se pajeaba y yo lo miraba a los ojos mientras le chupaba las bolas. Las succionaba suavemente tratando de no emitir sonido, ya que alguien había entrado en la oficina de al lado y se escuchaba todo lo que hacían.

Me metí de nuevo su pico en mi boca, hasta el final de mi garganta. Lo miraba, él apretaba el sillón con ambas manos, se mordía los labios y trataba de silenciar sus gemidos.

Apretaba su pico en la base cada cierto rato.

-No, no hagas eso. Le dije.

-Es que voy acabar.

-Acaba todas las veces que quieras.

Se puso de pie, mientras yo estaba de rodillas y acabó en mi boca.

Antes de acabar tomó su pico y me dirigió el chorro de semen en la boca.

Cayó un poco en mi cuello y en su mano. Yo lo tomé de prisa y lo metí todo en mi boca. Lamí sus dedos y volví a chupar su pico para sacar todo rastro de semen.

Seguí chupando, él se sentó en el sillón y yo clavada a su pico.

Presionó de nuevo, con sus dedos en forma de O, la base de su pico.

Seguí chupando.

Metía mi lengua por debajo del prepucio y lamía su frenillo.

-Para, por favor.

Yo hice caso omiso y seguí chupando.

-Para.

Seguía chupando.

-Por favor, para.

Me detuve y lo miré con cara cómo si me hubieran quitado un dulce.

-Eres espectacular. Lo chupas de maravilla. Se nota que te encanta.

-Me encanta chupar pico, le dije sonriendo. ¿Por qué tiemblas? Tranquilo, relájate.

Él suspiró

-Esto está mal.

-¿Qué cosa?

-Que estés aquí, en mi consulta, esto no debe ocurrir de nuevo.

-¿Acaso nunca lo habías hecho? Pregunté.

-No, nunca. Nunca lo había hecho. No sé debe, eres mi paciente.

Lo quedé mirando a los ojos y sonreí.

-Yo encontraba raro cuándo me contabas todas esas cosas, me dijo él.

-Pero tú igual me preguntabas detalles.

-Es que tenía curiosidad de todo. Quería saber, me dijo.

Estuvimos conversando un rato. Él se tocaba el pico mientras me hablaba.

Yo tenía el vibrador a toda potencia en la zorra.

Sentía todo humedecido. Me encontraba de rodillas en el suelo, con la zorra abierta, arrastrada en el suelo. Podía sentir que mi humedad traspasaba mis pantys y llegaba hasta el suelo.

-Mira cómo me tienes. Me dijo

Volví a chupar su pico. Esta vez, de forma un poco más suave.

Él cerraba los ojos y se mordía los labios, apretaba sus piernas.

Yo seguía tragándolo, llevándolo hasta mi garganta. Lo sentía crecer cada vez más en mi garganta.

-Lámeme las bolas. Me ordenó.

Lamí sus bolas, todo ahí abajo. Se acomodó para que lamiera su ano y me hundí ahí. Amaba ese sabor entre dulce y terroso que saboreaba en mi boca. Amaba poder estar ahí de rodillas usando sólo mi lengua. Amaba que pudiera servir para darle placer.

Él se pajeaba y se presionaba la base del pico para no acabar.

-No lo hagas. Acaba en mi boca.

-Es que no puedo. Me dijo.

Chupé su pico mientras acariciaba sus bolas y sentí una leche suave y acuosa bajando por mi garganta.

Él sacó el pico de mi boca y yo volvía a buscarlo cómo desesperada. Era una perra en celo tratando de llenar mi boca con su pico. Necesitaba a toda costa sentirlo, saborearlo, olerlo. Sentía mi zorra arder y re-mojarse cada vez que me lo metía en la boca.

Me saqué el vestido, y él buscó mis tetas.

Se puso de pie mientras le chupaba el pico.

-Lámeme abajo.

Lamia sus bolas cómo desesperada. Esa textura rugosa, dura. Las metía en mi boca y jugaba con mi lengua en sus bolas, las movía en mi boca cómo un dulce. Las soltaba suave y volvía a buscar su ano.

Él se masturbaba frenéticamente, yo tomé su pico con mi boca deseosa para chuparlo todo y sentí otra vez su semen en mi boca.

En eso, sentí la alarma de mi celular con la palabra "MIERDA”. Me metí el dedo en el culo.

Él vió la hora en mi celular

-Para, por favor para.

-¿No quieres que te lo siga chupando?

-Tengo paciente, ya estoy atrasado.

Él se acomodó y se vistió.

Se reía y yo también.

Me vestí

-¿Cuántas veces acabaste?

-50 abajo y aquí perdí la cuenta.

-¡50! Uuffff.

-Me gustas. Te deseo.

-Si I… pero no está bien.

-¿Por su ética o su pareja?

-Por mi ética.

-No tiene nada de malo.

Me miró y movió la cabeza en señal de negación.

-Si quieres no vuelvo más. Le dije.

-No es eso. Pero me siento mal. Me dejabas mal después que venías.

-¿Te pajeabas cuándo yo me iba?

-Por supuesto, me pajee muchas veces.

-¿Con lo que te contaba o conmigo?

-Con todo, con todo. Me dejabas ardiendo. ¿Y tú?

-Anoche me dormí a las 4 am pensando en ti y pajeándome, le dije.

-¿De verdad?

-¿Quieres que no venga más?

-Ven, pero esto no puede pasar

Mientras me decía eso, me miraba de pies a cabeza.

-Sé que me deseas. Será un secreto de los dos.

Él se río y me dijo:

-Ven, vamos. Te voy a dejar.

Yo me di vuelta, lo abracé y le di las gracias.

Él me devolvió el abrazo. Un abrazo cálido, cariñoso y escuché el sonido mientras olía mi cabello.

-Cuídate.