Aventura en una boda

La verdad es que la situación era increíble, ya no por haber tenido una aventura sexual en sí, sino porque esa mujer, esa deliciosa mujer, había tenido sexo conmigo porque me había confundido con otro.

Una aventurilla en la ultima boda a la que asistí.

No, si en realidad, fue una tontería. Mientras estaban todos de bailoteo, me acerqué al aparcamiento donde había dejado el coche, a unos 50 metros del restaurante, ya que se me había acabado el tabaco y tenía un par de cajetillas en la guantera del mismo. Parte del restaurante está montado sobre unas columnas encima de las rocas, a unos 15 metros del mar. Los aparcamientos están, también, a esa distancia del agua, con un pequeño pretil de piedra, a modo de asientos, que evita que algunos conductores "algo contentillos", puedan caer al agua. Yo tenía el coche junto a ese pretil, justamente dónde la farola tenía la bombilla fundida, pero la luna iluminaba el camino. De vuelta al restaurante, vi, justo a la entrada, una buena moza sentada, aunque los 40 ya no los cumplía, a menos de que repitiese todos los años. Vestía de color rojo, tela gaseosa, vestido de una sola pieza y amplio escote. Tenía la cabeza más bien caída sobre su pecho. Era morena, de larga cabellera. Zapatos de fiesta, rojos, con largos tacones.

-"Eh, hola?", le dije, "¿te encuentras bien?

Me miró con ojos algo vidriosos

-"Eztoy bebida", me dijo con lengua de trapo

-"Ya lo veo, ¿has vomitado?"

-"No, no tengo ganas, pero todo me da vueltas"

-"Supongo que estás en la boda, ¿no?"

-"Zí"

-"Mira, vente conmigo un rato al aparcamiento, a ver si con la brisa se te pasa un poco"

Le ayudé a levantarse, cogiéndola de la cintura y se me fue un poco la mano por sus glúteos, para levantarla mejor. Jo, iba bastante entonadilla. Casi a semi rastras, le llevé hasta el pretil, cerca de mi coche y allí se sentó, pero le falló el equilibrio y empezó a inclinarse, peligrosamente, hacia atrás. En mi intento, conseguido, de mantenerla sentada, volví a rozar su cuerpo, aproveché para poner mi mano en su espalda, pero pasando antes por su cintura y rozando su pecho. Yo me mantenía de pie, frente a ella, así que tenía una amplia visión de su escote.

-"¿Te gustan, Jorge?"

Gluuppp, algo en su mente andaba algo torcido, ya que me había llamado Jorge. En su cuello llevaba una cadena de oro con unas letras que formaban el nombre de Carmen, así que intenté aprovecharme de la situación.

-"Sabes que siempre me han gustado, Carmen"

-"Ya lo sé Jorge y no han sido tuyas porque no has querido"

-"¿Te encuentra algo mejor, Carmen?"

-"Ahora sí, las cosa han dejado de dar vueltas, aunque sigo algo mareada...No me has contestado, Jorge"

-"Ahora si que las quiero, Carmen"

-"Pues tómalas, Jorge"

Joerrrr, una madurita desconocida me estaba ofreciendo sus tetas y menudas tetas, así que aproveché el momento.

-"Ven", le dije, mientras la levantaba y la acercaba hasta el coche. Abrí la puerta trasera y la senté.

-"¿Cambiaste de coche?

-"No, es prestado, es que el mío tenía avería"

Antes de sentarla, había levantado su vestido, y se lo terminé de subir, sacándoselo por la cabeza. En el asiento de mi coche prestado, tenía a una mujer con un pequeño tanga de color rojo y un sujetador del mismo color. La mujer de rojo, iba toda ella vestida de ese color. Incluso las medias - panties tenían un ligero toque rojizo. Acaricié sus pechos por las copas del sujetador antes de desabrochárselo. Una vez quitado, vi todo el esplendor que tenía ante mis ojos. Me quité la americana y entré de lleno en un juego de chupar, lamer, morder y tocar.

Carmen se dejaba hacer. Ella misma se cogía los pezones y me ofrecía su boca. Mientras le daba un morreo, lengua incluida, vi que se tocaba su entrepierna por encima de los panties. Ladee su cuerpo, dejándolo caer sobre el asiento. Le quité las medias con cuidado, para no hacerle una carrera. Corrí los asientos delanteros, metí mi corbata por dentro de la camisa, desabrochándome el primer botón y procedí a retirarle su tanga, oliendo su coñito. Puaggg, como le olía el conejo, así que cogí unas toallitas de los niños y se lo limpié bien, por dentro y por fuera. Esto ya era otra cosa. Su pierna derecha descansaba a lo largo del asiento. Su pierna izquierda, estaba flexionada fuera del asiento, me acerqué a ella y fue el turno de su coñito, lamidas, tocamientos, muerdes, hasta que le mordisquee un poquito el clítoris y empecé a lamérselo y a succionarlo, mientras introducía dos dedos por su rajita y empezaba a masturbarla. Carmen empezó, pronto, a jadear.

-"Sigue así, Jorge, sigue, ahhh, si supieras la de veces que querido que me hicieras esto...ahhhh, pero tu siempre con las tonterías de mi marido y de tu mujer...humm, hummm, ahhhh"

Carmen elevó su pelvis y se corrió, impregnando mis dedos con gran cantidad de flujos, mientras me apretaba fuertemente mi cabeza contra su coño. Saqué los dedos, todos pringados, y le manosee su teta y pezón izquierdo. Luego se los chupé, transportando parte de sus flujos en mi boca, hasta su boca, y besándola salvajemente.

-"Jorge, me gustaría mucho que me follaras, pero estos días no estoy tomando nada, así que bájate el pantalón"

Y en ese momento empezó la segunda parte de la fiesta, aunque fue muy corta, ya que Carmen demostró que no era la primera vez que chupaba una polla y como yo estaba muy salido, me corrí enseguida. Recogió mi semen en su boca, lo escupió y siguió chupándomela. Que delicia, me gustó mas ese chupeteo después de la corrida que los momentos previos a la misma.

Nos limpiamos los dos con las toallitas de los niños, que gran invento el de las toallitas. Nos vestimos y salimos hacia el restaurante. Antes de llegar, Carmen me dio que la llamara algún día, y que fuera pronto. Le dije que había perdido mi móvil con todos los contactos, así que me tenía que dar de nuevo el teléfono. Lo apunté. Entramos al edificio y ella fue al baño. Yo me dirigí a la mesa, para beber un par de vasos de agua. Después, estuve buscándola con la mirada. No estaba. Eran las 5 de la mañana y los locos de ésta boda seguían bailando, incluida mi mujer. La música cesó en el salón de al lado, donde se celebraba otra boda. Vi salir a los invitados y, entre ellos, iba Carmen.

La verdad es que la situación era increíble, ya no por haber tenido una aventura sexual en sí, sino porque esa mujer, esa deliciosa mujer, había tenido sexo conmigo porque me había confundido con otro. ¿qué ocurriría cuando viese al auténtico Jorge e intentase aproximarse a él?, ¿O acaso sería todo un montaje hecho por Carmen, sabiendo que yo, como hombre, iba a intentar aprovecharme de la situación?"

No lo sé. La cuestión es que tengo su móvil. Quizás este verano, cuando vuelva por esos lugares, le llame y le diga, hola Carmen, soy yo, el del aparcamiento de la boda del 30 de abril.

Al día siguiente, mi mujer me dijo que dejara las ventanillas del coche abiertas, ya que olía muy raro el coche.

Roy busca clítoris para saborear

Copyright royrodriguez5@gmail.com