Aventura en perisur
Me llamo Carolina y tengo 25 años, aunque no soy mexicana vivo en México desde hace 8 años cuando llegué a matricularme en la Universidad de México. Por ser de origen caribeño creo que nací con la sangre muy caliente, desde muy niña me ha encantado el sexo, razón por lo que lo practico muy a menudo
Me llamo Carolina y tengo 25 años, aunque no soy mexicana vivo en México desde hace 8 años cuando llegué a matricularme en la Universidad de México. Por ser de origen caribeño creo que nací con la sangre muy caliente, desde muy niña me ha encantado el sexo, razón por lo que lo practico muy a menudo.
Un sábado por la tarde fui a una Plaza Comercial al sur de la Ciudad de México a comprarme zapatos. Seleccione varios pares para probármelos y ver cuales lucían mejor en mis piernas. Era una tarde de mayo terriblemente calurosa, por lo que traía puesto un vestido muy corto y ligero, considero que tengo un cuerpo juvenil y bonito además de que soy un tanto exhibicionista y me gusta llamar la atención. Me probaba los zapatos sin preocuparme demasiado, como siempre, de ser recatada al momento de cruzar las piernas, que en este caso era irremediable. En un momento dado tenía público, un tipo de buen ver fingía estar muy interesado en ver desde afuera del aparador los modelos que se exhibían, al cabo de unos minutos me di cuenta de su presencia porque no se movía del lugar, además de que lo que supuestamente veía eran zapatos de mujer, por lo que de inmediato caí en la cuenta de que lo que en realidad le interesaba era verme las piernas, muslos y lo que arriba en medio de ellas había apenas cubiertas por una pequeñísima tanga. No me molestó aquello, por el contrario me excitó, mucho tenía que ver la temperatura ambiente y la abstinencia de muchas semanas en que la presión de mucho trabajo no me había permitido gozar de lo que tanto me gusta.
Finalmente elegí los zapatos, pagué y salí del lugar, seguí caminando por la Plaza deteniéndome esporádicamente en aparadores para echarle una ojeada a las prendas que se exhibían, con lo cual también pude darme cuenta de que aquel hombre me seguía a distancia haciendo que se detenía a ver aparadores. Me desesperaba un tanto que no se animara a abordarme para conocerle de cerca y decidir si entablábamos amistad o le rechazaría.
Fue hasta que ya casi convencida de que no me hablaría decidí salir al estacionamiento por mi auto e irme a ver como desahogaba la terrible cachondez que padecía. Por fin al salir al estacionamiento se atrevió a dirigirse a mi, fue ingeniosa la forma en que me abordó por lo que enseguida me llamó las atención, después de cruzar algunas palabras me invitó a tomar algo refrescante, lo cual con la clásica estratagema de mujer me negué diciéndole que no gracias, que para otra ocasión sería porque llevaba mucha prisa (¡mentira!) insistió y me volví a negar, siguió insistiendo así que por fin fingí que me convencía y acepté a acompañarle a tomar algo refrescante dado el tremendo calor.
Ya estando sentados frente a frente, me resulto muy simpático y ocurrente, estaba guapo y tenía unas manos enormes y velludas lo cual le daban un toque junto con su barba cerrada de hombre sexy, lucía bien vestido y pulcro, además de oler tenuemente a una loción exquisita. Terminamos un par de cervezas cada uno y salimos del lugar, caminamos primeramente a mi auto y tuvo la cortesía de abrirme la puerta, le pagué con otra muestra de muslos y tanguita, lo cual lo animó a no soltar presa todavía, me pidió en un gesto de ultimo recurso a que lo acercara a su auto, lo cual amablemente acepté.
Me pidió me estacionara junto a su coche, extendió la platica esperando encontrar el pretexto y las palabras para retenerme y quizás llevarme a otro lado (¡anda, anímate hombre! pensé), resignado me dio la mano despidiéndose y un beso en el cachete, aproximamos las cabezas y de pronto giró la suya y el beso me lo plantó en la boca, lo permití sin retirar mi cara, lejos de eso acepté el rico beso por varios segundos, sentí el toquecito de placer acá abajo, abrasé su cuello con mi brazo y el beso se extendió e hizo maravilloso, intercambiamos lenguas dándole a entender que si estaba dispuesta a lo que fuera, colocó su mano entre mis muslos, no le puse obstáculo alguno y subió la mano otro poco, le mandé la señal de adelante abriendo un poquito las piernas, la entendió y subiendo la mano lentamente llegó a mi centro de placer del cual empezaba a emanar en abundancia mi jugo lubricante que desde minutos antes había empezado a bajar mojando mi tanga, lo cual seguramente notó al poner el canto de su mano en medio de mi raja húmeda y deseosa.
Me acaricio el muslo suavemente, y deslizó su enorme manaza poniéndola sobre una de mis nalgas, con habilidad haló el calzoncillo hacia abajo dejando al descubierto mi culo entero en un solo movimiento, con la misma mano que me había tomado la nalga y bajado el calzón la metió por en medio entre los muslos hasta tocar los ya empapados labios de mi pucha, que por la posición en que me encontraba sentada para besarnos, estaba completamente cerrada por los carnosos labios externos, yo por mi parte de inmediato puse mi mano sobre el bulto bajo su pantalón, también una mancha húmeda se formaba ahí, al colocar mi mano note la tremenda dureza del paquete.
El con destreza y mi cooperación termino de bajar mi tanga y sacarla de mis piernas las cuales cambiando de posición pude entreabrir para que su mano tomara plena posición sobre mi húmeda cuca, con el dedo anular sacaba parte de mi jugo y lo hacia deslizar a lo largo de mi raja, estimulando y jugando deliciosamente con mi clítoris, me comentó ¡tienes un clítoris enorme!, si le dije, te molesta?....¡para nada! que delicia.
Con el dedo pulgar oprimía y jugueteaba con el clítoris al mismo tiempo que me introducía el anular, luego metió dos dedos y posteriormente tres en un movimiento de meter y sacar al que cada vez le daba mas velocidad, el placer que esto me causaba era tremendo, chillaba y daba grititos de gozo al tiempo que arqueaba hacia arriba mi cadera con deseo de que esos dedos llegaran mas profundamente. Excitada al máximo di un giro provocando que los dedos salieran de mi vagina y me abalancé sobre su paquete, atropelladamente desabroché su cinto, desabotone el pantalón y zipper y baje el pantalón, él arqueó la cadera hacia arriba ayudándome, lo mismo hice con la trusa e inmediatamente salto el moreno trozo de carne endurecida con venas hinchadas al máximo como si fueran a reventar, me llamaron terriblemente la atención su grosor y la enorme cabeza, se erguía sobre una cama de tupidísima vellosidad que cubría vientre y pubis, del ojillo de la cabeza fluía gran cantidad de liquido lubricante tal como en mi estaba sucediendo, tomé aquello a dos manos y acerque mi boca para chuparlo con deseo enorme, la enorme cabeza llenó mi boca, y de inmediato sentí el rico sabor de su jugo, con la punta de mi lengua recorrí el ojillo del cual emanaba aquel juguito y la chupe y chupe con éxtasis, el levantó mi cabeza haciendo que el pene saliera de mi boca, alcancé a escucharle que me decía espera estoy a punto de venirme y todavía no quiero, entendí perfectamente, yo también deseaba que eso sucediera dentro de mi.
Deslizó el asiento para atrás y recostó el respaldo, con su mano puso vertical aquella gruesa y dura pieza de ébano y con un movimiento de cabeza me invitó a montarme, no lo pensé dos veces, era precisamente lo que yo deseaba, el volante me impidió hacerlo desde donde estaba, de tal manera que baje del auto, para subirme por su lado, momentos que aprovechó para sacarse totalmente su pantalón y trusa, abrí la puerta, tome unos segundos para echarle otro vistazo a aquel hermoso tronco que aguardaba a encajarse en mi cuerpo, me recogí el vestido hasta el estomago y le monté colocando mis rodillas sobre las orillas del asiento que él ocupaba, metió su mano por atrás de mis muslos y nalgas, saco de mi vagina algo de mis abundantes jugos y embadurnó la cabezota, trató de colocarla en mi empapado agujero equivocándose a la primera poniéndola en el ano, no, no, replique ahí no es y con mi propia mano la puse en la entrada precisa, empujo levemente y yo me senté también levemente, apenas entró y sentí el tremendo estiramiento que provocaba el grosor de aquella cabezota, él seguramente estaba consciente de lo que poseía y no quería lastimarme, de tal forma que lo fue introduciendo muy lentamente, pedacito a pedacito, mientras yo sentía como las paredes de mi vagina se estiraban al máximo, era un dolor intenso pero al mismo tiempo un inmenso placer. Así poco a poco me la fue metiendo, y conforme avanzaba, el ardor se hacia mas intenso al igual que el inconmensurable placer, por fin sentí que la tenia toda adentro porque sentí sus vellos cosquilleándome en los labios totalmente abiertos de mi adolorida cuca, estaba completamente adentro y nuestros vellos se unían en una sola pelambre, quedamos inmóviles por varios segundos gozando de aquella delicia en la profundidad de mis entrañas, las paredes de mi vagina estiradas al máximo empezaban a adaptarse y a mitigar el dolor, contraje los músculos de mi vagina apretando para sentirlo y hacerle sentir, respondió con un quejido, yo estaba en completo éxtasis con aquel miembro enorme y caliente dentro de mi, me di cuenta que en realidad no era tan largo dado que no me lastimaba en la profundidad y si por lo grueso llenaba totalmente mi vagina deliciosamente, era la fantasía de cualquier mujer quien gusta de los buenos penes. En la posición que él se encontraba entre el asiento y mi cuerpo encima lo limitaban para llevar la iniciativa de los movimientos clásicos de una buena cogida, fui yo entonces quien tomo la iniciativa haciendo movimientos circulares lentos y cadenciosos con mi cadera, levantando muy lentamente el culo apretando al máximo la vagina para que saliera despacio, aflojaba y me volvía a sentar igual de lento sobre sus muslos para que regresara al fondo, sentía que moría de placer y el con sus gruesos quejidos de hombre me mostraba que también gozaba mucho, repetía nuevamente los movimientos y no duró mucho tiempo hasta que se tensó todo su cuerpo y de inmediato sentí en el fondo de mi vientre el chorretaso de semen hirviendo, se repitieron un par de veces mas mientras su cuerpo se cimbraba, aquello no me agradó del todo porque yo todavía no lo alcanzaba aun cuando empezaba a sentir recorrer por todo mi cuerpo el clásico cosquilleo que me anunciaba que pronto alcanzaría el clímax y enseguida explotaría con mi propio orgasmo, sin embargo sus estertores y las bajezas que murmuraba a mi oído, tales como “que delicia de culo tienes nena”, “que rico aprietas con esa panocha deliciosa”, “coges como una reina”…etc, etc, provocaron que en pocos segundos cuando el terminaba yo explotaba en tremenda venida.
Nos fundimos en otro beso y apretamos nuestros cuerpos con fuerza, el mamó y hasta mordió mis senos y no sentí dolor alguno, mis movimientos se hicieron mas violentos dándome sentones rápidos y fuertes estrellando mis nalgas en sus muslos, me venia una y otra vez, estaba en el clímax total, ya no me dolía absolutamente nada. Por fin terminó aquella locura y fuimos recobrando la serenidad, nos miramos fijamente a los ojos, satisfechos ambos, sonriendo y dándonos besitos, cuando empecé a sentir que la presión dentro de mi vagina cedía considerablemente, golosa para evitar que saliera de mi, traté de apretar nuevamente pero ya había poco que hacer, es mas lo único que logré fue expulsarlo mas rápidamente al igual que la enorme cantidad de semen que me había vertido, fue entonces que entremezclado con mis propios jugos vaginales acompañado con un sonoro pedo que me salió de la vagina debido al aire que me había entrado durante el mete y saca, todo bajo súbitamente de mi vagina derramándose sobre su vellosidad y testículos. Apenada me disculpé, aclarando que no había sido del estomago y que no lo había podido evitar, rió divertido comentándome que era natural. Dentro del auto, el calor era infernal y el olor a semen y vagina era tremendo y como resultaba peligroso seguir ahí en el estacionamiento acordamos continuar en un motel, sin mas ni mas nos arreglamos la ropa, tomé unos 10 pañuelos desechables y me los coloqué en la cuca de la que seguían saliendo sus mocos y los míos, luego me puse la minúscula tanguita, él paso a su coche y salimos de ahí a seguir cogiendo deliciosamente por horas.
En los asientos de mi auto quedaron las huellas de aquel delicioso acto sexual, las cuales al otro día en que todavía olía penetrantemente a semen y vagina, tuve que limpiar y lavar afananosamente recordando aquellos momentos de tanto placer.
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