Aventura en londres

Unas fantasías vividas en el Metro londinense, provocadas por unos jóvenes pasajeros.

AVENTURA EN LONDRES

Hacía mucho tiempo que tenia ganas de regresar a Londres. Es una ciudad con encanto, donde todo lo tienes relativamente cercano, con unos maravillosos y espléndidos edificios, muchos de la época Victoriana, y había reunido unos ahorritos para pasar algunos días de vacaciones en aquella ciudad.

Un par de amigos y yo habíamos reservado con suficiente antelación los billetes de avión y el hotel. Nuestro hotel estaba en una zona muy céntrica, a la vez que tranquila, con una parada de metro muy próxima, que nos acercaba en sólo unos 15 ó 20 minutos a cualquier punto de la ciudad.

El sistema de moverse por Londres con el metro es muy cómodo, a la vez que muy rápido, pero tiene un pequeño inconveniente; los trenes van siempre abarrotados de gente.

Recuerdo que siempre nos movíamos por este medio, aunque en alguna ocasión también lo hacíamos en autobús; esos clásicos autobuses rojos de dos plantas, tan típicos y pintorescos en Londres, que tantas veces vemos en las películas inglesas. ¡Como añoraba aquello!

En nuestro primer día nos dedicamos a pasear por la ciudad, aunque a veces, entre uno y otro destino, tomábamos el metro o el bus. Habíamos adquirido unas tarjetas válidas para varios días, que nos permitían subir y bajar cuanto quisiéramos, con el mismo costo.

Uno de aquellos días, íbamos como de costumbre como "sardinas en lata", todos apretujados los unos contra los otros, cuando de pronto me di cuenta de que un muchacho de unos 20 ó 22 años que iba casi pegado a mi, se quedaba mirando con descaro mi bragueta. Al principio no le di importancia; nada hacía pensar que el chico se había fijado en mi, pero muy pronto noté que el muchacho insistía en buscar con sus ojos el "paquete" de mi pantalón que iba aumentando por momentos.

Mis amigos no podían advertir aquello, puesto que me separaban varias personas desde donde yo estaba. Entonces, con todo el descaro del mundo y aprovechando que el muchacho miraba fijamente mi bragueta, me agarré el paquete y recoloqué mi polla para que aún se hiciese más evidente mi excitación.

Ufff. era increíble ver cómo el chaval me comía con la mirada. Era un muchacho realmente lindo, Muy varonil en apariencia y con una barba incipiente de dos o tres días, como ahora suelen llevar los jóvenes. Un muchacho realmente guapo, muy bello.

Yo no daba crédito a lo que estaba viviendo, y al mismo tiempo sentía temor por si mis amigos de viaje se percataban de lo que estaba sucediendo. Pero era imposible que ellos me vieran. Cada vez subía más gente al tren y cada vez estábamos más separados.

Entonces, el muchacho se dio la vuelta, colocando su trasero pegado a mi polla, que estaba a punto de estallar. Luego volvió su mano hacia detrás agarrándome el paquete y tratando de masturbarme. Yo no podía soportar por más tiempo aquella situación. Estaba a punto de eyacular, cuando de pronto mis amigos me hicieron una señal de que la siguiente para era la nuestra.

Lamentablemente tuve que dejarlo ahí y apearme del tren. NO podía hacer nada, porque iba acompañado, pero lamentaré por el resto de mi vida el no haber ido solo a Londres, porque oportunidades como ésta tuve en varias ocasiones.

Al día siguiente, ya de regreso a nuestro hotel, utilizando aquella misma línea de metro, me ocurrió otro caso que también es digno de mención.

El tren iba casi vacío y mis compañeros y yo nos habíamos acomodado en unos asientos que había libres. Ellos se habían sentado frente a mi, y desde mi asiento observé cómo un muchacho de unos 30 años, muy bello y con un cuerpo escultural, no me quitaba los ojos de encima. Al principio no le di importancia, pero él seguía mirándome fijamente y noté cómo su mano izquierda se movía dentro de su bolsillo, que con toda seguridad estaba roto. Imagino que el muchacho podía tocarse fácilmente su polla, porque me daba la sensación de que se estaba masturbando sin apartar sus ojos de mi. Parecía como que me estaba provocando.

Yo me puse bastante nervioso, y como en esta ocasión el tren iba casi vacío, no quería que mis amigos se percatasen de la situación. Pero el muchacho insistía en masturbarse mientras yo comencé a mirarlo fijamente.

Estoy seguro de que el bolsillo de su pantalón estaba roto y alcanzaba a tocarse su pene sin ningún reparo. Cuanto más yo le miraba, él más movía su mano dentro de su pantalón....

Nuevamente no pude hacer nada. Mi amigos no me quitaban la vista de encima y ellos no sabían nada sobre mis inclinaciones sexuales. Así que me tuve que aguantar las ganas y dejarlo para una nueva ocasión.

Pero, desde luego, la próxima vez que visite Londres, iré solo.

Si deseas comunicarte conmigo, este es mi msn: divor_2008@hotmail.com