Aventura en la oficina
A mi jefa le gusta mirar como follo con mi chica en la oficina.
Mi chica y yo llevamos saliendo juntos pocas semanas por lo que procuramos estar juntos el máximo tiempo posible. Hoy ha venido a esperarme a la salida de la oficina. En vista al trabajo que todavía tengo pendiente, sé que me voy a retrasar un poco, así que le llamo para decirle que no se impaciente, que me espere en la cafetería que hay enfrente. No pasan ni diez minutos que me llama, insiste en subir hasta el séptimo piso donde está la oficina para esperarme allí.
Le gusta salirse con la suya siempre, yo no la quiero contrariar porque la corta experiencia con ella me dice que contenta es muchísimo más cariñosa y receptiva. A esta hora de la tarde en la oficina no suele haber nadie, solo algún rezagado o alguien como yo a quien el día no le ha ido del todo bien y tiene que acabar algún trabajo urgente.
- Está bien…sube…pero te tendrás que quedar quietecita y callada durante el tiempo que tarde en acabar mis tareas –
Le doy un beso de bienvenida, la acompaño a una pequeña sala destinada para las visitas y le indico que me espere allí tranquila, que ya me falta muy poco para terminar. Tras unos minutos iniciales durante los cuales Laura se porta bien, empieza a hacer de las suyas, viene hasta donde yo estoy trabajando y trata de convencerme para que lo deje todo y nos vayamos a cenar dejando el trabajo a medias.
Primero empieza a andar insinuante a mi alrededor, luego me abraza por detrás. Me pasa la lengua por la oreja y después me besa la mejilla.
- Déjame terminar el trabajo…solo necesito diez o quince minutos… luego te prometo que estaré por ti -
Esto parece contentarla momentáneamente, instantes después vuelve a las andadas e impide que yo me pueda concentrar. Sabiendo que estamos solos en la oficina, Laura no tiene reparo en meterme mano y en frotar su cuerpo con el mismo hasta que empiezan a saltar chispas, me está calentando mucho.
Una y otra vez le suplico que me deje terminar, es ineludible que mande el informe por email antes de irme de la oficina. Mi jefa ha sido muy explícita en cuanto a la urgencia del informe y me ha encargado que no me vaya hasta que lo haya terminado.
Laura sigue insistiendo y poco a poco consigue captar mi atención. Me echa mano al paquete y se sonríe cuando comprueba que ya está alcanzando su objetivo, me está poniendo a cien. Yo trato de disimular y finjo que puedo seguir trabajando, a pesar de que ella ha alojado su mano dentro de mi bragueta.
Para vencer definitivamente mi resistencia, ella busca debajo del calzoncillo y me la saca fuera. Me mira a los ojos y me pregunta:
- ¿Qué clase de trabajo estás haciendo? – al mismo tiempo que empieza a manosear mi sexo. Ya estoy muy excitado y apenas puedo resistirme.
Cuando ya estoy al borde de caer rendido irremediablemente, detiene su acoso y me deja tranquilo. Suspiro aliviado y creo haberla convencido de que debe esperar un poco. Sin embargo, ha sido una falsa tregua. Cuando aparto la vista de mis papeles la veo venir, pero ahora se acerca sin pantalón, luciendo su palmito y presumiendo de sus minúsculas braguitas que le sientan fenomenal.
Se sienta sobre mi mesa y levanta una pierna hasta poner el pie sobre ella. Su entrepierna queda expuesto delante de mis narices a escasos centímetros. Empieza a tocarse, al principio levemente y con sutiles movimientos. Luego con más descaro e intensidad, hasta que termina por echar a un lado la braga para tocarse con total desparpajo su coño delante de mis narices.
Me lo enseña, se lo acaricia preparándolo para que este muy apetitoso. Lo veo enrojecer y ponerse brillante por la presencia de sus primeros flujos. Para terminar la provocación, Laura empieza a jadear mientras se mete los dedos bien adentro. Insiste en su invitación y se burla de mi pues cree que no consigue calentarme lo suficiente como para dejar de trabajar.
Yo sigo con la polla al aire y esta hinchada al máximo. Cuando Laura empieza a culear encima de la mesa, no lo puedo aguantar más y me doy por vencido.
Me levanto, desabrocho el cinturón y dejo caer el pantalón hasta los tobillos. Voy hasta mi chica, la morreo apasionadamente y le agarro fuerte por debajo de la nalga para atraerla hacia mi.. Ella me corresponde satisfecha por haber conseguido su objetivo, he dejado el trabajo para poder atenderla.
Un poco malhumorado porque no ha querido atender a mis explicaciones y prioridades, la tomo con un poco de brusquedad y la coloco de manera que su culo quede a mi alcance. Laura mantiene la pierna sobre la mesa, el vientre apoyado, los brazos mantienen sus pecho al aire y la otra pierna se estira hasta el suelo para proporcionarle un punto de apoyo sólido.
Su culo queda a la altura de mi sexo, le doy una sonora palmada en la nalga y le digo que se prepare que va a tener lo que ha estado buscando. Le aparto las bragas a un lado y le clavo la polla con un par de embestidas enérgicas, mientras ella gime entre dolorida y satisfecha. Empiezo a bombear fuerte como si quisiera castigarla por su desmesurada impaciencia y su descaro al provocar mi instinto más animal.
Un escalofrío recorre mi espalda hasta hacer presa en la nuca cuando oigo un ruido a mi espalda. Rápidamente me vuelvo asustado, allí está mi jefa observándonos desde la puerta de su despacho que está justo detrás de mi mesa. Ella nos mira sorprendida pero poniendo mucha atención, parece que le gusta y excita lo que esta contemplando.
Supongo que le ha sorprendido la escena y que quizás le ha recordado alguna situación parecida vivida por ella misma con anterioridad. Mi jefa es una mujer de unos cincuenta años, elegante y muy exigente con el trabajo de sus empleados. Hasta ahora siempre la he visto bajo el prisma laboral y nunca se me ha ocurrido imaginarla en un entorno de sexo y lujuria como el que nos ocupa en este momento.
Hago ademán de abandonar la postura pues lo que estaba haciendo es totalmente inapropiado y puede costarme el empleo. Mi jefa, sin embargo, mediante gestos me anima a continuar, pero con una condición…quiere ser testigo de excepción de la follada de mi chica sobre mi escritorio. Me cuesta asumir la situación, mi jefa seguro que espera de mí una gran actuación, yo no creo que la pueda representar dados los nervios y a la sensación de culpabilidad que tengo por lo que hago y donde lo hago. Esto puede desembocar en un rápido despido.
Le miro preguntándole que debo hacer, ella me hace gestos claros de que debo continuar y darle su merecido a mi novia. Al final me vuelvo hacia el imponente trasero de mi novia.
Le doy una cachetada en la nalga que suena muchísimo más fuerte de lo que ha sido en realidad.
- Ay, Ay!... no seas tan bruto – gime mi chica.
La cojo firmemente por las caderas y le doy un empujon bien fuerte y duro.
- Ay, Ay!... que me haces daño…- gimotea dando culadas para desembarazarse de mi abrazo y mis continuos empujones.
Le doy dos cachetadas seguidas y sigo empujando. Su nalga ha empezado a enrojecer… miro a mi jefa, la veo mordiéndose el labio inferior mostrando que lo que está viendo le gusta cada vez más. Cuando se da cuenta que la estoy mirando me hace claras señas para que continúe por el camino que he tomado: darle fuertes empujones, unas buenas cachetadas para que gima por dolor y por el gusto que le proporciona mi polla dentro de su vagina.
- Aquí en la oficina mando yo…si te digo que esperes…me tienes que esperar… ¿entiendes? ¿sabes quién es el que manda? -
Le doy varias palmadas más y sigo follandola bien duro, hago crujir la piel de sus nalgas cuando impacto con fuerza contra ella. Veo mi polla a medio entrar y como Laura tiembla esperando ser follada con la misma intensidad que hasta ahora. Le doy una palmada en la nalga y la hago mecerse sobre la mesa con el vaivén acompasado de mis caderas, aprieto el culo y empujo con firmeza.
De vez en cuando vuelvo la cabeza para ver si mi jefa continua detrás de nosotros. Me sonríe y me anima a continuar, le gusta vernos follar... y follar duro. Veo como aprieta las piernas y se humedece los labios con la lengua. Estoy seguro que le está gustando mucho lo que ve y no le importa que su joven empleado retrase momentáneamente el trabajo.
Mi chica no es consciente de la situación, resopla como una perra lujuriosa cuando me siente completamente dentro. Entre gemidos me suplica que le dé más y más, que no me detenga y que sea cada vez más rápido.
Yo le sigo la corriente, pero de vez en cuando me detento, la saco, me vuelvo para enseñársela a mi jefa y para que pueda ver como se le ha puesto el chocho a mi novia, chorreando.
Luego continuo la cabalgada contra las nalgas de mi novia consiguiendo darnos un gustazo enorme a los dos. Cuando ya estoy a punto, Laura empieza a gemir de forma espantosa. Su orgasmo le ha colmado las expectativas y el morbo desatado por la situación ha contribuido a su excitación total.
La saco completamente mojada, mi jefa la mira con cierta envidia. Aprovecho entonces para cogerme la polla, me la meneo enérgicamente hasta que un chorro de leche sale disparado hasta caer sobre las nalgas de Laura.
Mi jefa cierra la puerta de su despacho y mi chica se vuelve hacia mí para besarme apasionadamente, en señal de amor y de gratitud por un polvo tan explosivo. Luego me deja tranquilo para que acabe el trabajo. Ella se echa en un sofá cercano y se queda medio dormida.
Mi jefa sale del despacho de puntillas, me guiña el ojo y se despide hasta el día siguiente, haciendo el gesto de victoria y de éxito.
Deverano.