Aventura en el hospital
Mientras que mi convaleciente esposa Julia descansaba y se recuperaba de su operación, la otra acompañante de la misma habitación me magreaba en el bar y en una estancia reservada por la noche
Por desgracia nos ubicaron en la habitación más próxima a la escalera, aunque también tendría sus ventajas, el trasiego de los visitantes no nos dejaba descansar mucho, ya que estaba cercana al hall de la segunda planta.
Al entrar en la habitación con mi esposa Nuria, recién operada de un desgarro abdominal, vi enseguida la deslumbrante sonrisa de Julia, una rubia de 35 años que hacía una semana que estaba en la habitación cuidando a su esposo. Nos medio presentamos al entrar, yo acomodé a mi mujer y me interesé por la pareja de al lado. La verdad más por ella que por él.
Es un hospital recién inaugurado por lo que las habitaciones están muy cuidadas y los sofás azules de los acompañantes están en perfectas condiciones y son muy cómodos.
Julia había perdido dos kilos en una semana en el centro hospitalario, por lo que su marido la instaba a que comiese en el bar, que se cuidase y viceversa todo eran mimos hacia él, no era para menos ya que aparenta unos 6o años, puede que tenga menos. Yo pensé que bonito es tener dinero.
Por cierto me llamo Juan y tengo 30 años, los mismos que mi esposa a la que soporto, igual que ella a mí, puede que esos estudios sobre sexualidad de los americanos tengan razón y que el amor dure tres años, no más, al menos ese es mi caso. La encuentro extremadamente celosa y es muy dominante.
Los días se hacen largos y rutinarios, cuando llevamos más dos días en la clínica los enfermos se relajan, se despreocupan…después de comer duermen una larga siesta; el viejo y mi esposa.
Es cuando aprovechamos y vamos a comer juntos Julia y yo. Ella lleva unos elásticos ceñidos muy oscuros y una camiseta azul escotada de manga corta, como esta como en su casa lleva unas chancletas de piel a juego con la camiseta.
Pasamos por la barra del bar, nos servimos en una bandeja y nos sentamos en la zona de la entrada, a un lado, yo de cara a la gente y ella de espaldas a los comensales, el bar estaba casi vacío, estábamos comiendo y charlando de su hija ya que, el señor la dejo en estado a los veinte añitos y ahora tienen una adolescente muy bien parecida, la encontré muy atractiva la vez que la vi en nuestra habitación, tiene los ojos azules de su madre.
Yo que me sorprendo por poco me puse colorado cuando oí un clac, dejó caer la chancleta y acercó el pie desnudo por debajo de la mesa hasta mi cremallera de botones, yo miraba al personal por si nos pillaban y ella sonrió, me sacó la lengua y continuó comiendo y masajeando mis partes íntimas. Me puso en unos minutos a cien, ella no hablaba pero me miraba a los ojos, yo no le podía aguantar la mirada. Cuando me vi muy próximo a eyacular, le dije
- Por favor para de comer y ves a por los cafés, unas gotas se derramaban por el interior de mis calzones.
Cuando la inflamación se redujo nos pusimos de pie y yo no me atreví a mirar si había atravesado los pantalones.
– Ni se te ocurra cambiarte de ropa interior me dijo ella al subir, serían como las cuatro de la tarde y Nuria me miraba con recelo y el señor estaba roncando, flojito pero de manera continuada.
– Buena sobremesa, habéis comido bien me preguntó mi esposa y yo le conté con detalle el menú y me interesé por su salud y le di un piquito en los labios mientras le acariciaba la mejilla. A continuación entré al baño y me limpie como pude mis partes, los calzones estaban mojados más de lo que yo suponía. Por la noche me los cambiaría, ya que Julia me observaba atentamente y no quería acabar con el juego.
Pasamos una aburrida tarde hablando bajito para no molestar al camión de su marido, al menos eso parecía por lo ruidoso y molesto que era; le sobresalto la voz aguda de la enfermera que venía a traerles la merienda.
Después de cenar los enfermos se quedaban viendo la tele y nosotros aprovechamos para comer, al bajar me paso un preservativo con disimulo y me pidió que entrar al abaño y que me lo pusiera, nos emplazamos en la misma mesa, somos animales de costumbre. La cena fue de miedo, ella quería jugar y después del clac de la chancleta el pie no paró de jugar y magrear mis partes, yo me contorneaba de las sensaciones después de cuatro días sin eyacular ella lo tenía muy fácil y mis ojos se pusieron en blanco enseguida parecía como enfermo del centro.
Ella se levantó y a grito pelado para que me observasen todos me dijo
– Estas bien cariño y las veinte personas del bar nos observaron. Sí, sí, no te preocupes, no es nada le respondí. Casi me muero de vergüenza, al cabo de unos minutos salimos y al subir por la escalera me pidió que no me quitase el preservativo lleno hasta que ella lo dijera.
No le hice caso y al entrar en la habitación parte del líquido ya se había derramado en el interior de mis vaqueros, me quité la ropa y lavé como pude las dos prendas para disimular la mancha. Salí del baño con la misma ropa, eso sí, un poco adecentada para dormir en el triste sofá. Por la noche me quito la correa y me desabrocho los botones ya que así duermo mucho más cómodo.
Serían las dos de la madrugada cuando mi esposa dormía a pierna suelta y el viejo roncaba cuando una mano en la boca me despertó, era Julia, al tiempo que con su mano derecha me sacó el miembro y de rodillas empezó a lamerlo, se lo engulló con suavidad todo dentro de la boca al tiempo que con sus manos me juntó los dos índices que ella sujetó con extrema firmeza, me tenía dominado, no tardó mucho en hacerme correr, pero no paró la muy zorra y continuó un minuto más, yo me movía contorsionándome y hacía en el sofá algo de ruido. Estaba muy asustado porque se podrían despertar nuestros cónyuges en cualquier momento, por suerte no ocurrió eso.
Me gustó pero no me fio de ella, estaba molesto porque faltó poco para que nos pillasen, así que al día siguiente comimos en el centro del bar, era domingo y estaba lleno, habían muchas visitas, por la noche yo tuve que dormir con los vaqueros abrochados y la correa puesta, esta vez no quería sorpresas.
A las dos de la madrugada una mano me despertó y me hizo levantar, ella me hizo salir con sigilo de la habitación y la enfermera de guardia que estaba en el centro del pasillo no nos oyó. Subimos a la cuarta planta que aún no tiene pacientes ya que está por terminar, al apoyarnos en una puerta esta se nos abrió, nos sorprendimos mucho pero entramos , era una habitación con cuatro puertas que tenía un baño y tres habitaciones muy amplias, éstas no eran para alojar a los enfermos puesto que había camillas con diverso material de quirúrgico de hospital ,se usaban para hacer prácticas los estudiantes durante su carrera , vaciamos por completo una camilla y pusimos el material en un maletín de piel negro.
No encendimos la luz porque las farolas exteriores iluminaban bien el recinto, entre sombras vi tres preservativos que ella sujetaba con la mano derecha, ella me desnudo y busco vendas y me inmovilizó a la camilla después de cortarlas con un bisturí. Tuve suerte ya que encontró aceite para masajear y me dio una pasada de yemas por mi miembro que casi me da algo, me cayó toda la leche en mi depilado pecho. Se rio un poco de mí y me beso luego me dijo que era suyo y no era mentía me tenía completamente a su merced. Me volvió a masajear se me puso erecto enseguida y me coloco sin dilación el preservativo, ella se quitó la ropa me iba a joder bien, muy bien y a mí me gustaba esta morbosa situación.
Serían las tres de la madrugada cuando oímos un ruido, alguien entraba en nuestra habitación, eran Katy la enfermera de la tercera planta, una joven morena de mediana estatura con curvas muy femeninas y pechugona que entraba con un guardia de seguridad a satisfacer los deseos más íntimos.
Yo le pedí a Julia que me desatara y esta no me hizo caso y se vistió y a mí me dejo desnudo y maniatado con el preservativo puesto, al cabo de unos minutos Katy estaba suspirando junto al mozo de guardia, Julia me masturbaba al ritmo que ellos lo hacían y al llegar yo al final ella aceleró las sacudidas hasta hacerme eyacular una y otra vez por lo que creo que me puse a gritar.
Hicimos bastante ruido y enseguida los dos amantes se vistieron y entraron a la habitación y me vieron con esa guisa, ella vestida y yo que daba lástima. El guardia sacó su pistola eléctrica y nos amenazó con que nos dispararía si nos movíamos, llamó a su jefe que es muy bestia puesto que en el centro le llaman el Animal, mide metro noventa y esta cachas, al entrar dijo:
– Ya tenemos a los rateros, yo me extrañé, porque lo que ocurría es que varias veces por la noche han entrado a robar material quirúrgico y el al ver el maletín lleno se pensó que fuimos nosotros los maleantes. Le dió un fuerte empujón a Julia y la obligó a desnudarse, este el Animal, también nos apuntaba con la pistola electica pronto le puso las esposas y la arrodillo con brusquedad al suelo, la enfermera de la planta tercera dijo que
– Al oír ruidos llamó al guardia por si eran ladrones.
– Y una mierda le dije yo desde la camilla al jefe de seguridad, el subordinado me golpeó el estómago con la porra para obligarme a callar, mientras el Animal le gritaba a Julia
–Te voy a meter la porra por el culo ladrona, ella lloraba y trataba de explicarle la situación:
– Qué éramos amantes y que los del hospital habían entrado a joder y que nosotros habíamos sido pillados in fraganti. El maletín estaba lleno para poder tener un lugar cómodo para retozar, le explicaba ella.
– Mirad si llamo a la policía se arma la de Dios nos gritó el Animal, le informamos que estábamos de cuidadores en las 207 y que ambos estábamos casados. Él se rió y grito dadme una razón para que no os dispare con mi pistola, Julia le prometió obedecerle en lo que quisiera mientras que estuviera en el hospital. Y yo le prometí resarcir lo robado la otra noche unos 2.700 € aunque todos sabíamos que yo no había sido.
Se quedó mirando a la apasionada enfermera Katy y el guardia le dijo, si hago un informe os expulsan mañana mismo del hospital por abandonar el puesto de trabajo cabrones, dadme una razón para que no lo haga.
El vigilante le prometió hacerle todas las guardias extras que quedaban del año gratis y Katy le prometió ser su esclava sexual durante un mes. Se respiraba una gran tensión, nerviosismo, sollozos y al cabo de un rato ya serían las cinco de la madrugada cuando las aguas se calmaron y volvieron a su cauce, a mí me desataron y me vestí, Julia se lavó la cara y se vistió como pudo pues estaba temblando, bajamos a la habitación y al salir oímos decir al jefe de seguridad:
–Katy hoy me la vas a chupar y te vas a tragar toda la leche… mientras que ellos dos se quedaban en la habitación disfrutando o sufriendo el vigilante hacía por fin su ronda, nosotros entramos en nuestra a habitación que estaba en penumbra y Nuria despierta y sentada en la cama nos vio entrar.
–Que ocurre dijo enfadada, yo me acojoné.
Suerte que respondí con rapidez – Han entrado ladrones en el hospital y han dejado abierta la puerta de nuestra habitación, luego hemos oído ruido por fuera y hemos salido a ver. También hemos ayudado al guardia que casualmente paseaba en ese momento por la segunda planta.
Se oían unos pasos cada vez más fuertes era el joven de seguridad.
–Ya está todo bien le pregunta al vigilante para que me oyera Nuria.
–Si podes dormir tranquilos y gracias por la ayúdame me respondió el guardia.
Me acosté en el sofá pero no dormí ni un segundo. Mañana al despertar le contaría con todo detalle una gran mentira.
– Cariño, descansa que mañana te lo cuento todo.
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